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laCuerda
una mirada feminista de
la realidad
Año 7, No. 73
Guatemala, noviembre/2004
tenemos
derecho a vivir sin violencia
Editorial—
El
rumbo que sigue la gestión gubernamental muestra la preferencia hacia los
reclamos del empresariado. Al hacer una lectura crítica del Primer Informe del
Plan de Reactivación Económica y Social, ello queda demostrado.
En el renglón “Guate Crece” da a conocer que ha invertido
860 millones de quetzales durante el presente año en construcción y
mantenimiento de la red vial. En contraste, sólo reporta un incremento de 30
millones para salud.
En el apartado “Guate Compite”, con el propósito de
incentivar las exportaciones, en el 2004 ha devuelto 602 millones de quetzales
como parte de la Devolución de Crédito Fiscal. Al explicar el apoyo a la micro,
pequeña y mediana empresas, el Ejecutivo señala que otorgó alrededor de siete
millones de manera directa a través de los bancos del sistema y 12 millones
mediante instituciones financieras para atender a la capital y siete
departamentos.
Al abordar “Guate Solidaria”, en lo referido a programas de
apoyo a organizaciones indígenas, informa que en la formulación del presupuesto
2005 solicitó un incremento de 2.6 millones para la Comisión Presidencial
contra la Discriminación y el Racismo y de 5.5 millones para la Academia de
Lenguas Mayas. Aclara que se trabaja en el diseño de un programa enfocado a las
familias más pobres, sin especificar cuál.
Estos tres ejemplos confirman que el gobierno de Óscar
Berger, en lugar de asumir con firmeza la atención a las necesidades y demandas
de las mayorías -entre ellas las mujeres y los pueblos indígenas-, se muestra
complaciente con empresarios y las políticas de libre mercado.
Son demagógicas las afirmaciones publicadas en el semanario
“Acción”, en el sentido de que este gobierno “defiende el principio de que la
paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo
orientado al bien común, que responda a las necesidades de toda la población,
particularmente los que viven en la pobreza extrema”.
Si nos detenemos en los asuntos que más afectan a las
mujeres, no existen políticas públicas de gran alcance que permitan realmente
mejorar las condiciones de vida de la población femenina.
Algunos ejemplos: la violencia sigue y se intensifica contra
ellas, los servicios de salud son privilegio para unas cuantas, las
oportunidades de empleo continúan cerradas, no hay posibilidades para acceder a
recursos a fin de ser económicamente autosuficientes.
A menos de un año, aquél que auguró que “todos” ganarían si
llegaba a ser presidente de la República, hoy confirma que quienes ganan con Berger
son los empresarios. Los del transporte recibirán una vez más millones de
quetzales sin ningún compromiso de mejorar el servicio. Los de ANACAFÉ tendrán
una ampliación de plazo del fideicomiso por cinco años, extensión del periodo
de gracia y reducción de la tasa de interés. Los finqueros gozarán de plena
impunidad para seguir pagando lo que quieran -en lugar de respetar el Código
Laboral- con absoluta garantía de que su propiedad privada nunca será
expropiada para bien común.
El gobierno continuará ejecutando desalojos y calificando
como delincuentes a líderes del movimiento social.
Aunado a todo lo anterior, un desacierto más de Berger:
pagar a los patrulleros reactivados, aun a costa de disminuir el presupuesto
para educación y salud.
[índice]
Que la violencia no
consiga doblegarnos
Laura E. Asturias / laCuerda
A cada rato oímos o leemos que “la violencia nos
tiene de rodillas”. Bueno, pues si algo no queremos en absoluto, desde estas
páginas, es generar más miedo del usual con que las mujeres ya vivimos. Lo que
buscamos es sumar nuestras reflexiones a otras, en la esperanza de que juntas
se transformen en respuestas efectivas a esta problemática.
Tenemos que poder hacerlo. Debe movernos la
certeza de que en esta nación hay más personas con afán de cambiar las cosas
(aunque todavía no sepan cómo) que quienes todo lo resuelven por la fuerza y el
uso de armas.
Sirvan nuestras reflexiones colectivas no
sólo por esta otra cruel etapa en la historia del país, sino porque el 25 de
noviembre conmemoramos una vez más el Día Internacional de la No Violencia
contra las Mujeres. Una fecha que estará marcada por la tristeza de la pérdida
de tantas guatemaltecas, y en la que además habría que recordar a todos los
hombres que han muerto a manos de otros hombres.
Primero lo primero
Empecemos por reconocer que las mujeres no hemos
“necesitado” el actual recrudecimiento de la violencia para ser conscientes de
las perennes amenazas contra nuestro género, ya que éstas han sido parte del
diario vivir de todas.
¿Quiénes de nosotras diríamos, por ejemplo,
que somos capaces de salir a la calle, como a las 11 de la noche, sin temer que
“algo” nos pase? Claro, igual salimos, pero el miedo, la percepción de esa
amenaza, están ahí, latentes cada segundo, por lo que pudiera sucedernos:
asaltos, una violación sexual... o la misma muerte.
La casa... la peor amenaza
Por mucho que el gobierno de turno (con su burda
imitación de las inservibles estrategias del “aBushivo” del norte) pretenda
embrutecernos con la noción de que el enemigo es siempre “el otro”, las mujeres
conocemos bien “otra” historia. Muchas no nos engañamos pensando que esa
violencia, o la posibilidad de que ocurra, está sólo “allí afuera”. Tampoco van
a convencernos de que son únicamente extraños o delincuentes quienes hacen
peligrar nuestra vida o integridad.
Todas sabemos que, en buena medida, la propia
casa es donde más nos atacan... aquéllos que dicen “amarnos”. Ya lo confirmó
recientemente la titular de la Fiscalía de Delitos contra la Mujer: el 29 por
ciento de los asesinatos de mujeres ha ocurrido en su hogar, víctimas que a
menudo pidieron ayuda a las autoridades pero ninguna les fue brindada. Ésos son
apenas los casos conocidos, y hablando sólo de asesinatos. De cualquier modo es
una doble violencia: la del compañero agresor y la de un sistema de justicia
cómplice de éste.
Entonces, no vengan las autoridades con el
embuste de que nuestra mayor amenaza está en la calle, sólo para justificar
medidas militaristas aplicadas a pandilleros tatuados.
Salidas patriarcales
En una sociedad como ésta, donde lo que destaca es la
voz de los hombres y las “sesudas” soluciones sugeridas por algunos, no es
extraño que ante la violencia las mentes patriarcales salgan con flamantes
respuestas como aquélla de que las mujeres deberíamos quedarnos en la casa (y,
de esta forma, eficazmente neutralizadas).
En esa miope mentalidad, ¿cabrá alguna vez
considerar qué sería de este país sin el trabajo que tantas guatemaltecas
realizan también fuera de sus hogares, en horas hábiles y después de éstas?
¿Cómo estarían la salud de las maquiladoras u otras industrias y los bolsillos
de sus dueños sin las largas jornadas laborales de las mujeres? En una economía
netamente agrícola, ¿se podrá prescindir de las labores de ellas en el campo?
Entendemos bien que el “modus operandi” del
sistema patriarcal es buscar cualquier pretexto para nunca llegar a cuestionar
la violencia masculina. Porque en vez de regresarnos a nosotras a la casa (lo
que quizás sea el sueño seco del cardenal Ratzinger en el Vaticano), los
funcionarios relevantes ya deberían haber iniciado -por mucho que les cueste,
dado que en ello están involucrados sus propios privilegios- el necesario
análisis del poder abusivo que tantos hombres ejercen sobre quienes consideran
“débiles”, y partir de ahí para tomar las medidas pertinentes.
A ese juego no le hagamos
Este clima de constante ataque al que se nos está
sometiendo es peligroso no sólo por los hechos violentos en sí mismos. También lo
es porque conlleva, como cualquier agresión, el riesgo de paralizarnos.
Aunque es cierto que nos sentimos abrumadas
por una violencia que puede inmovilizarnos a nivel personal, como movimiento de
mujeres y/o feminista no podemos caer en la trampa de quedarnos quietas hasta
que “ellos” se sosieguen o vean la luz. En Guatemala tenemos múltiples ejemplos
de otras que sí están actuando para detener este flagelo.
Nuestro reto ahora es sumar energías,
movernos todas juntas desde hogares y organizaciones, ser creativas en
estrategias y alternativas, e insistir -hasta que se nos seque la boca- que se
debe abordar este problema desde sus raíces, que no son sino la decisión
“deliberada” de algunos hombres de hacer daño, infligir dolor y angustia -- en
la casa y fuera de ésta.
Lo dicho: la idea no es meterle más miedo a
nadie, sino tener las antenas bien puestas y nunca apagar el machistómetro...
para que no nos den atol con el dedo.
Temores de mujeres
Cuando la novelista canadiense Margaret
Atwood le preguntó a un amigo por qué los hombres se sienten amenazados por las
mujeres, él contestó: “Temen que las mujeres se reirán de ellos”. Al
preguntarle a un grupo de mujeres por qué se sentían amenazadas por los
hombres, la respuesta no se hizo esperar: “Tenemos miedo de que nos maten”.
Tomado del libro «Femicidio: La política de
matar mujeres»,
por Jill Radford y Diana E.H.
Russell (Twayne Publishers, Nueva York, 1992)
[índice]
¿Cuánto aumentarán la
violencia e insensatez,
la intolerancia y los fundamentalismos con
Bush
como policía del mundo por cuatro años
más?
[índice]
laCuerda
Barreras para el empleo
La brecha de acceso a trabajo remunerado por discriminación
de género es mayor que otras variables como edad, etnia y ubicación geográfica,
lo que profundiza la pobreza de las mujeres. En materia de salario existe gran
diferencia debido a la falta de preparación profesional y poca posibilidad de
alcanzar puestos de dirección. Aunado a ello, las probabilidades de mejorar sus
ingresos están vinculadas a la falta de acceso a crédito y tierra. Así lo
indica Ana Victoria Peláez, de la Universidad Rafael Landívar, en su estudio
“Barreras de género en el acceso a empleo”.
La investigadora destaca que encargarse de
las tareas domésticas sigue siendo uno de los roles tradicionales asignados a
las mujeres. El 55 por ciento de ellas (frente al 3 por ciento de hombres) no
busca empleo por atender el hogar. Por cuestiones de estudio, el 72.6 por
ciento de hombres no trabaja, en comparación con el 29.1 por ciento de mujeres.
Un abismo entre pobreza y riqueza
La Confederación Andina de Fomento (CAF) indica que
Latinoamérica es la peor región en cuanto a distribución de la riqueza. En
contraste, la cúpula empresarial guatemalteca afirma que el populismo sobre la
propiedad privada vulnera la democracia. Este tema será el más relevante a
tratar por el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales,
Industriales y Financieras (CACIF) en la próxima Cumbre Iberoamericana de Jefes
de Estado y de Gobierno.
La Coordinación de ONG y Cooperativas
(CONGCOOP) resalta que la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio
(TLC) traerá mayor pobreza al sector campesino guatemalteco. Se perderán hasta
125 mil empleos permanentes y los quebrantos económicos campesinos podrían
ascender a 1,115 millones de quetzales anuales.
Estudiante embarazada gana caso
A fin de aplicarle un “castigo ejemplar” por su
estado de gestación, el Liceo Comput-Market suspendió a una joven desde el 7 de
julio. Ella inició un proceso legal y la Corte de Constitucionalidad resolvió
que la decisión del centro educativo era discriminatoria. Ahora la alumna
recibirá atención especial para recuperar el tiempo perdido y someterse a las
pruebas de fin de ciclo.
Mujeres galardonadas
La abogada guatemalteca Hilda Morales Trujillo será
premiada este mes por Amnistía Internacional como Embajadora de Conciencia por
su trabajo a favor de los derechos de las guatemaltecas. Tal distinción
legitima los pronunciamientos de la activista contra la violencia hacia las
mujeres. La irlandesa Mary Robinson recibirá igual galardón.
Elfriede Jelinek, austriaca de 57 años,
obtuvo el Premio Nóbel de Literatura 2004, convirtiéndose así en la décima
mujer que lo recibe desde 1901, cuando empezó a ser otorgado. Ella abandera la
lucha contra la violencia sexual hacia las mujeres y ha adquirido
reconocimiento internacional debido a la exploración literaria de los temas de
género, sexualidad y violencia en la sociedad.
El Nóbel de la Paz fue para la keniata
Wangari Maathai, de 64 años y primera mujer en obtener un doctorado en África
oriental y central. En 1977 fundó el Movimiento del Cinturón Verde, principal
proyecto de plantación de árboles que promueve la biodiversidad, creando empleo
para las mujeres y mejorando su imagen social.
Reporte de violencia
Cerca de 1,560 mujeres han denunciado ser víctimas de
violación sexual entre enero y junio de este año, afirmó de la relatora Susana
Villarán, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
El Instituto de Estudios Comparados en
Ciencias Penales informó que en el 2004 se han registrado 19 ejecuciones
extrajudiciales de mujeres, en comparación con el año pasado, cuando se
documentaron tres.
En octubre fueron asesinadas 23 mujeres: 17
por impacto de bala, dos por arma blanca y dos estranguladas; una de ellas fue
ultrajada y en un caso no se reveló la causa de muerte. Seis fueron heridas con
arma de fuego, seis fallecieron en accidentes viales y siete resultaron
lesionadas.
Hasta el fin del mes se han reportado
alrededor de 405 casos de mujeres asesinadas.
[índice]
Tu corto paso por la Tierra ha dejado una estela de luz en nuestros corazones. Desde laCuerda, toda nuestra solidaridad para María Dolores y
Gustavo. |
[índice]
Paula
Irene del Cid Vargas / laCuerda
En los últimos dos años, más de 700 mujeres murieron por
la acción violenta de otro. Muchas personas nos preguntamos cómo es posible que
este femicidio se diera, sin que nadie lo previniera o detuviera.
Las reflexiones que se han hecho sobre el
femicidio (Ciudad Juárez y Costa Rica) proporcionan elementos que permiten
hacer aproximaciones interpretativas sobre lo que sucede en Guatemala.
Ana Carcedo y Monárrez Fragoso coinciden en
que el asesinato de mujeres es la culminación de un continuo de la violencia
que viven. La primera utiliza la palabra “femicidio” y la segunda “feminicidio”
para referirse a esta forma de violencia; sin embargo, ambas se basan en la
definición elaborada por Jill Radford y Diana Russell, editoras del libro
“Femicide: The Politics of Woman Killing” (1992). Parece que la diferencia es de
traducción.
Desde esta posición, la violencia contra las
mujeres se interpreta como un mecanismo de control de sus cuerpos. Es un
recurso legitimado en el proceso de socialización, en el cual se interioriza la
inferiorización de las mujeres y todo lo relacionado con ellas. De esta forma
misógina que fomenta el desprecio, a otra que se materializa en femicidio, no
hay gran trecho por recorrer.
Incomprensión, incapacidad y negligencia
Las explicaciones que ofrecen funcionarios de
instituciones gubernamentales y medios de comunicación ilustran una
interpretación limitada de este problema social.
Las tipologías que utilizan no ayudan a
comprender el problema en forma integral. Mezclan y confunden cuando consideran
el tipo de violencia que vivieron las víctimas (violencia sexual), victimarios
o perpetradores (violencia institucional, agentes policiales, etc.) y contexto
(violencia intrafamiliar y violencia juvenil, categoría que criminaliza a la
juventud y que se encuentra en la de violencia comunitaria).
Algunas tipologías que se proponen como
muerte con características psicópatas, con características maníacas, podrían
dar la idea de que la violencia contra las mujeres se debe a estados alterados
de la salud mental del victimario y con ello desenmarcarse de las explicaciones
que tienen que ver con el poder y el control ejercidos sobre las mujeres. En
esta línea habría que desarrollar algunas categorías que ilustraran esas
relaciones de poder entre la víctima y el victimario, como en la investigación
costarricense (femicidio íntimo, no íntimo o por conexión – ver recuadro).
Los victimarios de carne y hueso se
desconocen. La Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) indica que en el 81.9
por ciento de los casos las instituciones responsables del registro de datos,
investigación, persecución penal y captura no logran esclarecer los casos.
Estos funcionarios se caracterizan por sus bajos niveles de escolaridad y
capacitación.
Negligencia y complicidad porque, como
explica Monárrez Fragoso, lo que los cuerpos de las víctimas reflejan y
comunican es la saña y lo que sufrieron antes de su muerte, pero son estos
funcionarios quienes desde una postura sexista interpretan estos cuerpos en
vida de “mujeres sueltas”, culpando a las víctimas por haber sido asesinadas.
Impunidad en una sociedad degradada
En este período de posguerra vivimos en y con un
Estado incapaz de generar medios dignos para que la gente se gane el sustento.
Migración y narcotráfico resultan la alternativa para muchos, espacios de
relacionamiento en que también se considera a las mujeres como medio para
enviar mensajes y advertencias entre sí. Los intereses de funcionarios de alto
nivel con estos grupos los cubren de un manto protector, provocando un círculo
vicioso de impunidad.
Falta de injerencia
ciudadana
En Costa Rica se determinó que en el 89 por ciento de
los femicidios ocurridos los perpetradores eran hombres que habían tenido una
relación de pareja con la víctima. No digo que ésa sea la proporción en el caso
guatemalteco, pero nos recuerda que es en la propia casa, espacio designado a
las mujeres, donde se encuentran inseguras.
Es por ello que el principio de injerencia
que se utiliza para intervenir en otro tipo de violaciones a los derechos
humanos es aplicable a las que viven las mujeres. Como dice Andrés Montero
Gómez, el entorno cercano, familiares, amistades y vecinos deberían
constituirse en primera línea de defensa. Claro, para ello deberíamos tener
claro que la violencia en lo doméstico no es un problema privado.
Entonces, las mujeres son asesinadas por ser
mujeres pues no valen -ésa es la causa de fondo- y se las continúa violentando
porque existen muchos cómplices con el victimario: quienes se hacen de la vista
gorda de lo que sucede en la vecindad, quienes reproducen la misoginia,
funcionarios negligentes y medios que no comunican sino amplifican el mensaje
paralizador de la violencia.
Femicidio íntimo: Asesinatos cometidos
por hombres con quienes las víctimas tenían o tuvieron una relación íntima,
familiar, de convivencia, o afín a éstas.
Femicidio no íntimo: Asesinatos
cometidos por hombres con quienes la víctima no tenía relaciones íntimas,
familiares, de convivencia, o afines a éstas. Frecuentemente, el femicidio no
íntimo involucra un ataque sexual.
Femicidio por conexión: Existe esta
tercera categoría para clasificar las muertes por femicidio. Hace referencia a
mujeres que fueron asesinadas en la línea de fuego de un hombre que
trataba de matar a una mujer. Son los casos de parientas, niñas u otras que
intervinieron para evitar el hecho, o que simplemente se vieron atrapadas en la
acción del femicida.
Fuente: Femicidio en
Costa Rica, 1990-1999,
por Ana Carcedo y
Montserrat Sagot
Bibliografía
·
Alonso, Jorge. Mujeres asesinadas en Ciudad Juárez:
Dimensiones de un desafío. Revista Envío No. 269, agosto 2004.
Nicaragua, 2004.
·
Asencio, Jeannette. Informe de crímenes contra
mujeres en Guatemala. Amnistía Internacional, 2004.
·
Atencio, Graciela. El femicidio es el exterminio de
la mujer en el patriarcado. Entrevista a la socióloga Monárrez Fragoso. Triple
Jornada, 19 de octubre del 2003.
·
Carcedo, Ana y Montserrat Sagot. Femicidio en Costa
Rica, 1990-1999. San José, 2001.
·
Montero Gómez, Andrés. Principio de injerencia ante
la violencia contra la mujer. OeNeGe. España, 2001.
·
Procuraduría de los Derechos Humanos. Informe:
Muertes violentas de mujeres durante el 2003. Guatemala, 2004.
[índice]
El delito de portación
de cara
Gabriela
Escobar / Antropóloga guatemalteca
Hace unos días el ministro de Gobernación, Carlos
Vielman, anunció la implementación de nuevas medidas de seguridad en la red de
transporte público que buscarían prevenir asaltos y otros hechos de violencia
en los autobuses. Básicamente, el plan consiste en el abordaje de 600 agentes
de las fuerzas combinadas (PNC y ejército) a los más de 1,200 autobuses que
circulan a diario por la ciudad, el registro de los mismos y la petición de
documentos personales a pasajeros considerados “sospechosos”. Se contempla que
estas actividades se desarrollen a largo plazo y para diciembre ya estén
entrenados los agentes que actuarán encubiertos dentro de los autobuses.
Si tomamos como cierto lo que señala una
encuesta reciente respecto a que el 95.2 por ciento de los guatemaltecos
experimenta miedo de ser asaltado cuando sube a una camioneta y que el 77.8 por
ciento preferiría pagar una tarifa más alta en el pasaje a cambio de que cuente
con seguridad privada, pensaríamos que lo anunciado por el ministro será bien
recibido por los usuarios. Sin embargo, la reacción de la población es más bien
cautelosa y desconfiada ya que, por un lado, ninguno de los “nuevos” planes de
seguridad anunciados por los últimos cuatro gobiernos ha tenido resultados
palpables; y por el otro, existe desconfianza respecto a los criterios que
utilizarán los agentes para calificar a alguien como “sospechoso” y al trato
que éste pueda recibir.
Como sabemos en la actualidad, la ejecución
de detenciones arbitrarias es una práctica muy arraigada en la mentalidad de
los “agentes del orden”; y al igual que en el pasado, existen algunos criterios
-aunque no consensuados ni delimitados- quue permiten calificar a alguien como
posible subversor del orden social. Hoy día, los jóvenes varones pobres y los
pandilleros constituyen los principales sujetos de sospecha. Esta percepción se
basa hasta cierto punto en la realidad, ya que una buena cantidad de jóvenes
atrapados “in fraganti” en robos y asaltos proviene de estos sectores.
Pero también una proporción importante de
este segmento poblacional es detenida y privada de su libertad en forma
“preventiva”, sin que exista delito de por medio, sino simplemente por llevar
un tatuaje, usar cierto estilo de pantalón o corte de pelo, o incluso caminar
en lugares u horarios considerados inadecuados por la policía y/o el ejército.
En la mayoría de ocasiones estos jóvenes ingresan a la cárcel o a un centro de
menores hasta que un juez determina la inexistencia de pruebas; en otros casos
el proceso se alarga, gracias a la fabricación de pruebas por parte de la
policía. En una entrevista reciente, un joven recluso me dijo al respecto: “Yo
sí tenía unos delitos de antes, pero cuando la policía me agarró no me encontró
nada; no tenía nada para agarrarme, así que me pegaron y me metieron mota”.
La policía sabe perfectamente contra quiénes
es legítimo cometer este tipo de abusos, que para muchos resultan legítimos si
pensamos que este joven está admitiendo que en algún momento anterior había
roto la ley, pero esto era desconocido para los agentes policiales, por lo que
aparentemente se “dejaron llevar” por su caminado tambaleado y orgulloso en una
barriada pobre. Tal vez también influyó su rostro de piel oscura, su mirada
directa desde unos ojos rasgados y pequeños... en fin, su hablar “jalado” o
simplemente el conjunto de una cara, un cuerpo y una actitud “claramente
delincuenciales”.
[índice]
Andrea
Carrillo Samayoa / laCuerda
Cuando como por arte de magia empiezan a brotar las
espinillas, los vellos salen por todos lados y comienzan cambios en la voz,
está por iniciar la etapa de la juventud y con esto el trato y las relaciones
con otras personas dejan de ser infantiles e inocentes.
Conscientemente o no, se reproducen los
esquemas del resto de la sociedad al momento de convivir. Hay que demostrar
quién tiene el poder y es superior, quién debe obedecer y callarse aunque no le
parezca. Es entonces cuando los ambientes pueden tornarse violentos.
En el colegio, alrededor del sexto primaria o
entrando a los básicos, los hombres deben empezar a demostrar su hombría. Las
peleas son constantes y los motivos variados: una mala cara, disputa de amores,
una “mentada de madre” o, en su defecto, de la generación completa. La razón no
interesa; lo importante es dar a conocer quién es “el mero-mero”.
En las mujeres los pleitos no son tan
frecuentes pero las bajadas de cuero sí. Las que no pertenecen al grupo de
amigas y caen mal se convierten en “putas”, “choleras”, “oxigenadas”
(entiéndase, de pelo claro porque se lo han pintado). Cualquier adjetivo es
válido para descalificarlas.
La violencia se manifiesta de diversas
maneras. Hay quienes creen que es únicamente el puro ataque físico. Pero
también puede entenderse por agresión la imposición de algo contra la propia
voluntad, privación de libertad, ofensa verbal o de manera forzosa acceder ante
alguna situación.
Avanzada la edad, aunque todavía en el rango
de jóvenes, las situaciones violentas siguen dándose, algunas con mayor grado
de agresividad que otras.
Conforme pasan los años el uso de “malas
palabras” es más común y va de la mano con la cultura guatemalteca. Basta
escuchar cómo los jóvenes se muestran “afecto”: “¿Qué onda, vos cerote?”, o
“Comé mierda, cerote”, o si no, “Tu madre, hijuela gran puta”. Para ofender o
agredir se utiliza el mismo léxico; sólo cambian el tono y gesto al momento de
decirlo.
En las relaciones sentimentales la violencia
se da en distintas formas. Puede ser una agresión psicológica, como bajar la
autoestima de la pareja. En este caso, algunos tipos dicen: “Mirá cómo estás de
gorda, el pelo lo tenés quemado y maltratado”, y demás comentarios por el
estilo, para que su compañera se sienta por los suelos, no se vaya de su lado y
le agradezca estar con ella.
También hay quienes quieren imponer su punto
de vista sobre lo que debe ser la famosa “media naranja”. Si se es amiga, no
importa echarse un cigarro o beber hasta emborracharse, ponerse un pantalón
ajustado o decir lo que una quiere. Pero si se pasa a ser la novia, entonces
hay que comportarse. Ya en confianza y transcurrido el tiempo, comienzan las
famosas frases: “No fumés, porque las que fuman, chupan, y las que chupan, chiman”.
“No me gusta que usés minifalda para salir a la calle”. “No digás malas
palabras porque se ve mal”. Hasta en la relación sexual quieren dominar: ellas
pasan preocupadas hasta que la regla se deja ver y todo porque al fulano le
disgusta usar preservativo.
No es nada más un empujón o un golpe. A
veces, las formas de agredir no son palpables y el daño puede ser irremediable.
[índice]
Dónde denunciar hechos de violencia
contra las mujeres
Cualquier persona (sin distingo de edad) que haya sido agredida por un
miembro de la familia puede acudir a alguna de las instituciones encargadas de
recibir denuncias, y la entidad receptora de la denuncia
deberá remitirla a un juzgado de Familia o del orden penal en un plazo no mayor
de 24 horas.
Así lo estipula el Artículo 4 de la Ley
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Intrafamiliar (Decreto
97-96).
Si has sufrido violencia de este tipo, ejerce
tu derecho a denunciarla ante cualquiera de las siguientes instituciones:
A nivel nacional |
|
Estación
de policía más cercana |
Exige que levanten un acta de tu denuncia, pide una constancia
certificada y verifica que tu caso sea remitido al juzgado correspondiente o
al Ministerio Público. |
En tu localidad |
|
Ministerio
Público Bufetes
Populares Procuraduría
General de la Nación |
Procuraduría de los
Derechos Humanos Juzgados de Familia (atienden de
7:30 a 15:00 horas en juzgados de turno) |
En la ciudad capital |
|
Ministerio Público |
7a. Ave. 11-20 Zona
1 Tel. 2220-1584 y 2230-2047 |
Fiscalía de la Mujer |
6a. Ave. 5-66 Zona 1, Edificio Lucky, 3er. Nivel, Oficina 301 Tel. 2221-3890 |
Defensoría de la Mujer Procuraduría de los Derechos Humanos |
12 Calle 12-72 Zona 1 Tel. 2230-0874 al 76 |
Unidad de Protección de los Derechos de la Mujer Procuraduría General de la Nación |
15 Ave. 9-69 Zona 13, 1er.
Nivel Tel. 2248-3200, Ext. 214 |
Bufetes Populares |
Universidad de San Carlos
de Guatemala 9a. Ave. 13-39 Zona 1 Tel. 2232-2448 Universidad Rafael
Landívar 13 Calle 2-73 Zona 1 Tel. 2238-4191 |
[índice]
El Estado y sus
diluidas acciones
Wendy
Santa Cruz / Periodista guatemalteca
La situación de extrema violencia que padecemos como
sociedad exige acciones urgentes para enfrentarla. Es evidente que los
organismos del Estado continúan sin garantizar el derecho a una vida sin
violencia. Existen algunas instituciones y programas que abordan esta
problemática, pero sus acciones son muy diluidas y sobresale la falta de
recursos, de coordinación.
Las defensoras de la seguridad de las mujeres
llevan adelante una lucha intensa, sin desaliento, a pesar de los obstáculos y
del elevado número de asesinatos que se registra cada mes.
Pequeños avances...
En la Policía Nacional Civil (PNC), 119 mujeres
capacitadas atienden a las usuarias de las Oficinas de Atención a la Víctima en
toda la República. En Quiché, Huehuetenango y Alta Verapaz, algunas hablan uno
o dos idiomas mayas, lo cual ha repercutido en mejorar los servicios para las
indígenas.
La Sección de Homicidios contra Mujeres, que
inició en abril pasado con un personal de 10 encargados, también es importante
para reforzar la investigación y favorecer la persecución criminal. Ahora suman
20 y cuatro son mujeres.
La Fiscalía de la Mujer del Ministerio
Público (MP) incrementó y especializó sus recursos humanos y equipo técnico,
además de mejorar su espacio físico. Creó la Fiscalía de Delitos contra la
Vida, encargada de aplicar técnicas más modernas para investigar, y su reto es
esclarecer los femicidios. Le otorgaron dos años para mostrar resultados.
En breve, elementos de la PNC y el MP
recibirán un curso sobre escena del crimen a fin de mejorar la recuperación de
evidencias físicas.
El Organismo Judicial (OJ) incluyó la
perspectiva de género en algunas políticas de modernización. Está prestando su
capacidad técnica a algunas acciones de la Coordinadora Nacional para la
Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres (CONAPREVI). Los
Juzgados Móviles han contribuido a aminorar los tiempos para otorgar medidas de
seguridad a las agredidas, por lo que las instancias receptoras de denuncias
regularmente recurren a ellos.
...grandes limitantes
Las limitaciones en diferentes instancias estatales contrastan
con los contados logros. Hay esfuerzos y voluntad de algunos servidores
públicos, pero también desánimo.
“En materia de prevención no existe nada
concreto”, señaló Hilda Morales, de la Red de la No Violencia contra las
Mujeres, al recalcar que “los operativos entre la policía y el ejército no han
sido efectivos, pues el crimen tiende a trasladarse a otras áreas”.
La Sección de Homicidios contra Mujeres
despertó grandes expectativas, ya que el gobierno hizo importantes
ofrecimientos. “Aquí, cada investigador compra sus hojas para poder rendir su
informe. De nuestro salario reunimos para el toner (de impresora) y el
mantenimiento de los vehículos. Esto crea cansancio psicológico porque
encontramos muchas dificultades para realizar bien nuestro trabajo”, lamentó su
segundo jefe, Julio Méndez.
“El Estado tiene la obligación de equiparnos.
Si nos proporciona todas las herramientas, estoy segura que seremos más
eficientes”, agregó Marlene Blanco, subcomisaria encargada de la Oficina de
Atención a la Víctima.
Zenaida Escobedo, responsable de la Unidad de
Psicología Clínica del OJ, expresó: “Es difícil ejercer una acción directa
porque cada juez actúa e interpreta la ley bajo su propia óptica”, tras indicar
que las juezas de Familia están más sensibilizadas en el tema.
Otros pendientes
La creación de albergues para víctimas continúa
irresuelta, pese a ser una acción indispensable para brindar seguridad a las
mujeres agredidas. “Se ha mejorado la atención”, dijo Maura Estrada, de la
Fiscalía de la Mujer del MP, quien explicó que el Estado tiene obligación de
proveerlos.
Otro pendiente es la aprobación de leyes que
tipifiquen como delitos el acoso sexual y la violencia intrafamiliar y reformen
los códigos Penal y Procesal Penal. “Ha costado mucho que el Congreso asuma el
tema, aunque hay condiciones para aprobarlas de urgencia nacional”, manifestó
Alba Estela Maldonado, diputada por la URNG. “Todo depende de la capacidad que
exista para concretarlas, pues se necesita de mayoría calificada (105 votos);
de lo contrario tendremos que esperar hasta el otro año”.
Es importante destacar que pese a la
existencia del Plan Nacional de Prevención y Erradicación de la Violencia
Intrafamiliar y contra las Mujeres 2004-2014 (PLANOVI), el gobierno siguen sin
asignar los fondos necesarios para hacerlo operativo. La congresista Maldonado
consideró que la propuesta de presupuesto del Ejecutivo “no incluye medidas
fundamentales para detener el proceso de empobrecimiento ni para garantizar la
vida y seguridad de quienes no son su prioridad”.
Esfuerzos en curso
Las instituciones que integran la CONAPREVI y las
organizaciones de mujeres que conforman la Red de la No Violencia trabajan sin
descanso, pese a la falta de recursos para ejecutar sus planes y programas.
“El presupuesto de la CONAPREVI es mínimo, ni
siquiera hay dinero para pagar a una gerente y una secretaria”, señaló Hilda
Morales, quien anotó que están buscando el apoyo de la cooperación
internacional para iniciar las acciones del PLANOVI, “porque de otra manera no
hay acciones”.
Gladis González, del Programa de Prevención y
Erradicación de la Violencia Intrafamiliar (PROPEVI), informó que ha empezado
la búsqueda de recursos para organizar albergues y resaltó que “este año hemos
tenido que limitar las acciones de capacitación para los sectores de educación,
justicia, salud, líderes comunitarios, entre otros”.
El Instituto Nacional de Estadística (INE)
dirige el proceso de validación y uso de la Boleta Única para registrar la
violencia intrafamiliar y contra las mujeres. La entidad ha participado con el
propósito de mejorar los reportes, para que sean de utilidad a las entidades
estatales en el diseño de políticas públicas que reduzcan estos hechos, indicó
Sigfrido Lee, gerente del organismo.
“Presentaremos la última versión de la Boleta
Única el 18 de noviembre y a partir de enero la implementaremos
sistemáticamente en las instituciones responsables”, puntualizó Karina Peruch,
coordinadora de tales estadísticas en el INE.
Hay esperanzas
Para Hilda Morales, la presencia en Guatemala de
Yakin Ertürk y Susana Villarán, relatoras de Naciones Unidas y de la OEA
respectivamente, fue útil a fin de hacer visible la problemática de la
violencia de género, aunque precisó que ése será el único efecto mientras no se
tengan los informes definitivos de ambas visitas realizadas este año, mismas
que incluirán recomendaciones para los tres organismos del Estado.
“Hay que continuar esta lucha, ardua y llena
de frustraciones. Siempre y cuando no decaigamos, podremos lograr que nos oigan
y reaccionen para frenar la violencia contra las mujeres”, concluyó la abogada
Morales,* cuyo trabajo a favor de las guatemaltecas fue reconocido por Amnistía
Internacional al nombrarla Embajadora de Conciencia.
* Ver
perfil de Hilda Morales Trujillo en la sección Reportajes.
[índice]
Ledy
Orantes y Andrea Carrillo Samayoa / laCuerda
(las
fotografías de este reportaje pueden ser vistas en el archivo DOC de esta
edición)
·
“Una de
las ventajas de este oficio es que puedo tener a mis dos hijos cerca”, menciona
María Josefina López, de 21 años, quien aprendió a hacer tortillas desde los 10
y con esto mantiene a su familia.
·
María
Matilde Pineda Osorio, de 37 años, trabaja en la cocina y atendiendo mesas en
Las Cien Puertas. Su horario es de 6 de la tarde a 2 de la mañana.
·
Propietaria
de su negocio, Patricia Calel es originaria de Quiché, tiene 32 años y tres
niños.
·
Muchas
son las guatemaltecas que a pesar de la violencia que se vive en las calles
deben trabajar directamente en éstas para llevar el sustento a sus familias.
·
A los 13
años, María Angélica de Morataya empezó a trabajar barnizando en una
carpintería, luego como ayudante de cocina, atendiendo una panadería y también
una tienda. Actualmente, a sus 24 años, vende ropa en una paca. No tiene hijos
pero comenta que la labor doméstica es muy pesada para ella. Antes de salir de
su casa deja hecha la limpieza; cuando regresa hace la cena y le sirve a su
marido.
[índice]
¿Quiénes
estudian la violencia contra las mujeres en Guatemala... y cómo?
Anabella
Acevedo / laCuerda
En un país donde a diario ocurren tantos casos de
violencia, se podría suponer que para los académicos de las Ciencias Sociales
-y académicos en general- éste sería un teema de reflexión y estudio. Más aún:
cuando en ese mismo país, desde hace algún tiempo hasta hoy, muchos de esos
casos están dirigidos de manera sistemática hacia las mujeres, el interés y la
preocupación podrían justificarse por partida doble.
Ello, por supuesto, no necesariamente
significa que las cuestiones de carácter coyuntural sean las que definan las
líneas temáticas de interés de investigadores y centros de investigación, como
muchas veces ha sucedido, sobre todo en aquéllos casos en que ni los unos ni
los otros deciden los temas a investigar. Esto acontece, por ejemplo, cuando
las agencias de cooperación internacional optan por otorgar financiamiento sólo
a quienes se encuentran trabajando asuntos de su interés.
Claro, a menudo hay coincidencias entre unos
y otros. El caso de la guerra interna en Guatemala, desde las más diversas
variantes, es el ejemplo más claro. Basta ver, si no, la amplia bibliografía
que al respecto se produjo, sobre todo, en la década de los ochenta, por parte
de investigadores tanto nacionales como extranjeros. Entonces, Guatemala era
zona de interés para la cooperación internacional. Sin embargo, tras la firma
de los Acuerdos de Paz -se dice- ésta ha vuelto la mirada hacia espacios de
conflicto de más urgencia.
Cierto, ya no vivimos la guerra que causó
tanto daño a este país y, aunque a veces cueste verlo, algunas cosas han
cambiado para bien. Por otro lado, los Acuerdos de Paz no han llegado a ser ese
“final feliz” que algunos soñaron, y la violencia ha pasado a tomar otros
nombres: narcotráfico, desmovilizados de guerra convertidos en delincuentes,
maras, etc. Y, por supuesto, series de asesinatos que parecieran tener un móvil
específico, como los de mujeres.
Focos de interés
Quién se encuentra estudiando ahora la violencia, y
desde cuáles perspectivas lo hace, es una pregunta que ayudaría a entender
mejor las preocupaciones sociales de una sociedad en crisis desde hace ya
bastante tiempo.
Una mirada rápida a los trabajos académicos
que se llevan a cabo a partir de los noventa deja ver un interés por temáticas
asociadas transversalmente con la violencia. Así lo prueban los estudios sobre
pobreza, género, democracia, étnicos y asuntos relacionados, realizados por
FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). También ciertos
trabajos llevados a cabo por AVANCSO (Asociación para el Avance de las Ciencias
Sociales), que tienen que ver con sus líneas de interés: campesinado, historia
local, estudios socio-urbanos e imaginarios sociales.
Lo mismo sucede con las investigaciones de
CIRMA (Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica), centradas en estos
últimos años en el desarrollo de las relaciones étnicas en Guatemala, donde la
violencia aparece en el contexto de otras temáticas, como la disparidad en las
estructuras sociales, políticas, educativas, etc.
Otro foco de interés se sitúa en la violencia
social desde los efectos de los hechos más recientes de nuestra historia en la
psicología de la población guatemalteca. Ello se manifiesta en el trabajo del
Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP) y de la Maestría en
Psicología Social y Violencia Política de la Escuela de Ciencias Psicológicas
de la Universidad de San Carlos.
Investigar desde un contexto histórico
Sin duda, los estudios que se están llevando a cabo
son importantes para evidenciar una problemática presente en la cotidianidad
del país y, sobre todo, para ir buscando las maneras de romper con lo que hasta
ahora parece haberse convertido en un círculo vicioso que explica la violencia
por la misma violencia.
Sin embargo, habría que empezar a detener la
mirada en sujetos específicos que viven problemáticas particulares, por ejemplo
las mujeres y las/los jóvenes. Sujetos a quienes generalmente se invisibiliza,
excepto cuando se convierten en noticias periodísticas sobre hechos
desafortunados, como es el caso de la violencia relacionada con las maras y los
asesinatos de mujeres.
Esto podría invitar a una reflexión más
profunda, insertada en un contexto histórico y social más amplio y, sobre todo,
más humano.
[índice]
Ojo con la manera de
comunicarse
Andrea
Carrillo Samayoa / laCuerda
A través de la palabra, señas, muecas, símbolos y
demás formas que puedan existir, las personas se comunican y relacionan. El lenguaje
se convierte en un elemento fundamental de las culturas que regula la acción
individual y colectiva de las relaciones sociales, y condiciona muchos aspectos
de la realidad social y de los procesos de comunicación.1
Una mala cara o gesto permite fácilmente
interpretar desprecio, odio, agresión o cualquier sentimiento de este tipo. Con
el lenguaje no es tan sencillo porque se puede agredir o fomentar la violencia
con tal sutileza que en ocasiones ni se logra percibir.
Para demostrar estas situaciones hay un
sinfín de casos. Podríamos comenzar por los significados de mujer y hombre que
se encuentran en los diccionarios. En el de la Real Academia Española,
refiriéndose a nosotras, entre otras cosas dice: “La casada con relación al
marido. La que tiene gobierno y disposición para mandar y ejecutar los
quehaceres domésticos y cuida de su hacienda y familia con exactitud y
diligencia”. Y acerca de ellos menciona: “Ser animado racional. Individuo que
tiene las cualidades varoniles por excelencia, como el valor y la firmeza. El
que cumple puntualmente sus obligaciones”.
Otro ejemplo es la manera en que los medios
de comunicación reproducen estereotipos eminentemente sexistas de supuestos
roles y tipos de relaciones que deben darse entre mujeres y hombres. Lo único
que hacen es fomentar la violencia, en el caso de nuestro país, en una cultura
por tradición agresiva.
Una demostración de esto son las notas que
constantemente leemos en los diarios, referidas a los asesinatos de mujeres.
Indican que la víctima fue hallada con el tiro de gracia, estrangulada o
apuñalada, pero junto a esa información aparece ingeniosamente la aclaración:
“fue encontrada en la calle, tenía tatuajes, llevaba minifalda y blusa
escotada, excesivo maquillaje, por lo que se presume era marera o prostituta”.
También están los chistes de Los Melaza o de “Modesty Blaise”, en los que ellos
aparecen preocupados por los aspectos “importantes” de la vida mientras las
mujeres al servicio de las necesidades de los hombres ocupados.
Por aparte hay quienes objetan incorporar
términos como abogada, lideresa, trabajadoras del sexo o de casa particular,
médica... (y si la lista continúa esta página no alcanza), argumentando que no
hay que deformar el lenguaje o que la Real Academia Española no lo permite. Contrario
a esto, la historiadora Gerda Lerner indica que la exclusión de la mitad de la
humanidad elimina nuestra participación en la formación de los sistemas de
ideas. Las mujeres quedamos fuera de la función de elaborar definiciones
asociadas a la manera en que debemos ver y vivir el mundo.2
No ha faltado quien diga que las personas que
reivindican la causa de las mujeres y se identifican como feministas “envenenan
las mentes de otras” que no lo son y corrompen el pensamiento del resto de la
sociedad. Lo que no terminan de entender es que si existe esta forma de vivir y
entender la vida es porque hay mujeres con una cultura definida y distinta a la
de ellos que se opone a reproducir patrones que fomenten la violencia.
Bibliografía
1. Gallino,
Luciano. “Diccionario de Sociología”. Siglo XXI, 1995.
2. ABC
de un Periodismo No Sexista. Fempress, marzo del 2000.
[índice]
Crítica certera a los
saberes sexistas y androcéntricos
Adelma
Bercián / Periodista
La tesis de graduación de Ana Lucía Ramazzini
Morales, titulada “Repensar la construcción del conocimiento: una crítica a los
saberes sexistas y androcéntricos del área de Sociología de la Escuela de
Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala”, es un paseo
bastante bien documentado por la literatura feminista que critica los conceptos
teóricos de la creación y desarrollo del conocimiento humano; y también es
-esta tesis- una recopilación elocuente dee actitudes sexistas y discriminatorias
en la Escuela de Ciencia Política de la USAC. Aunque es un universo delimitado,
refleja no sólo el ambiente machista de cualquier casa de estudios superiores,
sino de todos los ámbitos públicos y privados donde predomine el sentir
masculino sobre el femenino.
Ramazzini explora varias ideas dignas de
mención. La primera habla sobre la epistemología del conocimiento. Establece
que, a lo largo de la historia y del desarrollo del conocimiento, se ha dejado
fuera tanto los aportes de las estudiosas y las científicas como la experiencia
cotidiana de las mujeres. Por tanto, la historia y la ciencia se han escrito
únicamente acerca de la mitad de la humanidad. Es decir, una visión incompleta
de la realidad pero, además, que afirma ser absoluta y categórica.
Otra idea importante que la autora revela es
que la humanidad ha interiorizado a tal grado ideas sexistas y
discriminatorias, que las asume como parte de la naturaleza (biológica)
femenina o masculina y, por ello, no las distingue como incorrectas o injustas.
Esta falacia de la dominación androcéntrica se hace evidente en la presentación
de los resultados de encuestas, donde la totalidad de las entrevistadas afirma
que se utiliza permanentemente el lenguaje en masculino y, sin embargo, asegura
que nunca o casi nunca se desvalorizaba a las mujeres en los materiales
didácticos trabajados. Entonces, Ana Lucía Ramazzini se interroga: “el lenguaje
excluyente, ¿no implica desvalorización?”
La reflexión más importante de la tesis es la
que explora la propuesta de la epistemología feminista. Las teóricas feministas
sostienen que el conocimiento es un proceso, no un absoluto; que depende de su
contexto y debe recrearse a partir de todas y todos sus actores.
Basada en las teorías de las feministas
consultadas, la autora propone la creación o reforma del currículum de la
carrera de Sociología a simple vista audaz: la inclusión de una buena cantidad
de cursos sobre mujeres, en calidad de actoras como también de investigadoras
del conocimiento y de los procesos sociales en el mundo.
Todo esto matizado -acota en sus
conclusiones- con “una reflexión profunda, abierta y continua sobre la forma
como se ha ido construyendo el conocimiento y la manera como se ha ido
reproduciendo, con sesgos sexistas y androcéntricos”.
Entre las líneas de esta tesis hay una
invitación que hace la feminista Sandra Harding: es vital cuestionar los
conceptos establecidos en las distintas ramas del saber para desde allí
favorecer relaciones sociales equitativas. Están invitadas la antropología, la
historia, las ciencias exactas, la filosofía, y una lista sin fin, a hacer
propuestas que hoy parezcan audaces, para que en unos años sean luchas ganadas
e irrevocables.
[índice]
Texto y fotografía:
Andrea Aragón / Fotógrafa guatemalteca
(la
fotografía del artículo puede ser vista en el archivo DOC de esta edición)
Enterrar hijos,
enterrar animales, enterrar esposos y madres ancianas.
Enterrar
recuerdos, enterrar miserias.
Enterrar
sueños... Sobre todo eso: enterrar sueños.
Las mujeres en
este país somos enterradoras de por vida.
Sepultureras.
Ya se viene el
día en que nos enterraremos también a nosotras mismas.
Me pregunto: ¿Qué
madre, qué hija, qué esposa va a quedar viva para enterrar a los asesinos
cuando mueran de viejos, sintiéndose dichosos porque la justicia nunca los vio
a los ojos?
[índice]
Mirna Mejía
/ Abogada con experiencia en familia y derechos de la niñez
Abochornada de que hubiera sido la Comisión
Postuladora la que tachó mi nombre del listado, reparé que actuaba exactamente
como las víctimas de violencia, que temen denunciar el hecho porque de alguna
manera se sienten culpables. No obstante haber tratado que depusieran esa
actitud, la mía era análoga, pues al sentirme vejada, opté por callar.
Es hora de expresar lo que ha estado
escociéndome: las elecciones para magistrados de la Corte Suprema de Justicia y
la Corte de Apelaciones.
Como abogada estudiosa del Derecho, capaz,
honesta, con experiencia en administración de Justicia y respetuosa del Estado
de Derecho, me postulé para magistrada a ambas Cortes, a sabiendas de que para
ser electa a la Suprema necesitaba, más que los requisitos exigidos, estar
apadrinada por un partido político, en este caso el FRG. Porque, de una u otra
manera, de los 13 magistrados que desde el 13 de octubre ocupan el Palacio de
Justicia -aparte de los méritos académicos que no discuto: reúnen algunos de
ellos-, todos necesitaron del beneplácito del General, lo que no implica que
necesariamente sean sus adeptos.
La Suprema no era mi verdadero interés, y si
me postulé para ésta, lo hice como cuando se compra un número de lotería: se
guarda en la billetera o en un libro y se olvida. Mi aspiración era ser
reelecta para Apelaciones. Estaba segura de ser bien calificada por la Comisión
Postuladora, en el entendido que el problema surgiría en el Congreso, donde la
elección se politiza.
Me equivoqué. Pequé de ingenua creyendo que
las aptitudes sirven de algo. Sin padrino no hay méritos válidos. Las
Comisiones encargadas de escoger lo más conspicuo del gremio de abogados
seleccionaron amigos y parientes (verbigracia, uno de los decanos pone en el
listado a su esposa, otro a su tío, uno más a su “prima” y así...), sin tomar
en cuenta -en la mayoría de los casos- capacidad, honorabilidad, méritos
académicos, experiencia.
De esta cuenta, para la Suprema fueron
excluidos Eduardo Castillo Montalvo (¡un jurisconsulto!, catedrático
universitario, ex magistrado de la Corte Suprema), Yolanda Pérez, Óscar Najarro
y muchos abogados valiosos. De los 72 magistrados de Apelaciones se nos marginó
a 52. ¡Valieron un comino especializaciones, cursos de actualización,
maestrías, cátedras universitarias, experiencia!
Después de la guillotinada de la Comisión
Postuladora, el turno fue del Congreso. Repito, como Silvia Tejeda de
elPeriódico: ¿Para qué tanta escogencia, para qué tomarles el pelo a tantos
abogados de trayectoria profesional honesta, para qué hacer la bullaranga de
que representan el sistema democrático, si a la hora de las decisiones quieren
nombrar a gente leal a sus intereses?
Y no se crea que la cosa fue fácil. ¡No,
señor! Ese proceso lo sufrieron corriendo detrás de los diputados rogándoles su
voto -aun siendo muchos de ellos personas capaces- y de ajuste deben estarles
agradecidos. ¡Correr tras los políticos! Ésa es “ley de la carrera judicial”.
El proceso de postulación colapsó. No es posible que personas idóneas tengan
que ser nombradas en razón de sus amistades o padrinos y no por sus aptitudes.
Lamentable, ¿no?
Me solidarizo con los distinguidos abogados
que no lograron alcanzar tan honrosos cargos en el Organismo Judicial. Lo siento
no por ellos, sino por la administración de Justicia y el pueblo de Guatemala,
que son los grandes perdedores.
[índice]
Luis
Alberto Medina / Integrante del Bloque Antiimperialista
El 4 de junio de este año, unas 11 organizaciones
populares, en su mayoría de jóvenes, realizaron la primera toma de un edificio
en la ciudad capital. El objetivo: recuperarlo para uso colectivo — político,
cultural y social.
Tomas históricas ocurrieron durante las
etapas más obscuras de la represión del Estado. La toma de la Embajada de
España, la del Palacio Nacional y de la Catedral Metropolitana, por mencionar
algunas, se convirtieron en el último recurso del movimiento popular
(campesinos, sindicalistas, estudiantes y familiares de
detenidos-desaparecidos) ante la represión desatada por los gobiernos
militares. Y tras su grito de indignación y hastío recibieron gases y más
violencia.
Casi dos décadas después, el Bloque
Antiimperialista toma un edificio abandonado desde hace más de 13 años. El
inmueble, con una historia simbólica para nuestro movimiento, albergó a las
oficinas de la United Fruit Company, de la embajada estadounidense y del Club
Americano-Guatemalteco, hasta poner sus más obscuros rincones al servicio del
Departamento de Migración y su respectiva Oficina de Inteligencia Militar. Allí
fueron detenidos y desaparecidos muchos de los compañeros y compañeras más
entregadas al movimiento popular y revolucionario guatemalteco.
Desde el 4 de junio, cuando el Bloque
irrumpió en ese espacio, nos propusimos hacer de él un ensayo diferente: un
centro de convergencia de ideas políticas y culturales, propuestas, demandas y
esfuerzos por enfrentar las realidades históricas que nos afectan. Cada una de
las organizaciones miembras nos dispusimos, desde nuestras propias
experiencias, al aporte de criterios y fundamentos para el análisis y
replanteamiento respecto a las “viejas prácticas”, organizativas y políticas,
de la derecha y de la izquierda.
Así, el Bloque y la misma toma surgen de la
necesidad de transformar el grito en acciones concretas, de abrir el marco para
romper las divisiones que engullen al movimiento popular y los partidos
políticos de izquierda mientras fortalecen a la derecha. Surgimos de la necesidad
de reformular el sentido de palabras de unidad, horizontalidad, esperanza,
libertad, autonomía y equidad.
Durante tres meses, la “casa tomada” (como se
le conoció) abrió sus puertas para asambleas populares, debates, foros,
videoforos, festivales, conciertos, encuentros, teatro, poesía y uno que otro
internacionalista de paso por nuestras tierras.
Hoy, la “casa tomada” fue arrebatada por el
Club Americano. Abogados y guaruras rompieron las chapas y sacaron nuestras
mantas, sábanas y víveres. Inquiriendo por los líderes del Bloque, amenazaron
con la cárcel por haber usurpado el terreno del usurpador.
Desde el 14 de octubre, en la “casa tomada”
no pernocta más que el guardia. A la espera del barreno que libere ese u otro
espacio.
Para el Bloque, la experiencia ha sido más
que exitosa. Jamás nuestros esfuerzos se limitan a los muros. La unidad forjada
en los debates y propuestas, la unidad de indignaciones y esperanzas
construyeron el espacio. Éste transgredió su propio significado cuando cada
hombre y mujer extendimos nuevas propuestas y retomamos los espacios en
nuestras organizaciones, para construir diariamente el sueño colectivo de
justicia, para decir “ya basta” a los vicios que replican, al interior del
movimiento popular, el sistema y los esquemas que atacamos.
No aprisionan los altos muros, ni el gendarme
de los yanquis, el ensayo que iniciamos. Que no lo aprisionen, entonces,
nuestros cómodos asientos y salarios “oenegeros”.
El llamado está hecho. Las primeras puertas
se abrieron, demasiadas permanecen hoy cerradas... esperando el barreno que
transgreda su silencio.
[índice]
Lucía
Escobar y Claudia Navas / laCuerda
Somos la mitad de la Tierra y la mitad del cielo.
—María Mateo, mujer q'anjob'al sobreviviente de una
masacre.
Treinta y seis años de conflicto armado no bastaron
para saciar a quienes gustan de ver correr la sangre, de provocar llanto,
desesperación y angustia. La violencia de género no es sólo un capítulo del
informe “Guatemala Nunca Más”; tampoco se limita a lo que ocurre a puertas
cerradas en miles de casas en el país. Todos los días los diarios publican en
las secciones de impacto cómo fue masacrada una mujer: “le cortaron el
pecho...” “la apuñalaron...” “fue violada...”
Las desapariciones forzadas y los secuestros
no son un recuerdo de los tiempos de guerra. Son parte de nuestra realidad, una
realidad que entierra cada día a más y más mujeres.
Activistas, políticas, periodistas, maestras,
madres, esposas, hijas, niñas, indígenas, ladinas, altas, delgadas, robustas,
todas ellas, todas nosotras formamos parte de un grupo que vive la violencia.
Basta con buscar en los libros, escuchar las historias, llegar a los
cementerios, leer los periódicos y sumar las muertes, las de la guerra, las más
de 400 asesinadas en este año. Y como siempre, a casi nadie le importa.
Con esto queda claro que, en Guatemala, ser
mujer es estar en la mira de la violencia. No es sólo una política de guerra
implementada durante el conflicto armado: es el resultado del machismo
imperante...
Mujeres arrasadas
“En 1981 y 1982, el período de la contrainsurgencia
caracterizada por asesinatos masivos en el área rural, la proporción de mujeres
entre todas las víctimas identificadas llegó al 21 por ciento, su máxima desde la
expansión del conflicto en los sesenta. Para todo el conflicto armado, las
mujeres representan el 15 por ciento de muertos identificados en la base de
datos”.
“Un ejemplo de esto ocurrió en mayo de 1982,
cuando las fuerzas del régimen de Ríos Montt asediaron a la comunidad de
Saquillá II, en Chichicastenango, Quiché. A la llegada de los militares, pocos
hombres se encontraban en la aldea, así el Ejército mató a quien pudo. El 8 de
mayo, 23 niños, 15 mujeres y 6 hombres murieron en una incursión militar. Diez
días después, la fuerza élite del Ejército, los kaibiles, volvieron a Saquillá
II y registraron varias casas, asesinando a 25 niños, 15 mujeres (tres de ellas
embarazadas) y 3 hombres”. (“Situación de los derechos humanos en Guatemala
1983”: 206-7; Amnistía Internacional, 1982).
“Otro caso más notorio de tal práctica
ocurrió meses antes, durante el gobierno de Lucas García, en la aldea de Río
Negro, Rabinal, Baja Verapaz. El 14 de febrero de 1982, el jefe del
destacamento militar citó a todos los hombres de esa aldea para que se
presentaran a su vecina Xococ, en el mismo municipio. Allí fue asesinada la
mayor parte de los hombres de Río Negro. Un mes después, el 13 de marzo, los
patrulleros civiles de Xococ, acompañados por el Ejército, volvieron a Río Negro.
Al no encontrar hombres en el lugar, masacraron a 70 mujeres y 107 niños”.
(Equipo de Antropología Forense de Guatemala, 1995; testimonios proveídos por
CALDH. “Violencia Institucional en Guatemala 1960-1996”, Patrick Ball, Paul
Kobrak y Herbert F. Spirer)
Masacradas y violadas
“A pesar de que existen los Informes de Recuperación
de la Memoria Histórica (REMHI) de la Iglesia Católica y el de la Comisión para
el Esclarecimiento Histórico (CEH) de Naciones Unidas, en los que se registran
los altos niveles de violencia sexual que sufrieron las mujeres durante el
conflicto armado, solamente existe un precedente: en la masacre de Plan de
Sánchez (Rabinal,1982), en donde el Estado guatemalteco aceptó su
responsabilidad ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por los
delitos de genocidio, asesinato de la población y violación sexual de las
mujeres. Sin embargo, hasta la fecha, el Estado no ha iniciado ningún tipo de
persecución penal contra los responsables, ni ha reconocido públicamente el
derecho a resarcir estas violaciones de derechos humanos, a pesar de que
existen suficientes pruebas acerca de mujeres, niñas y ancianas que fueron
violadas individual y/o colectivamente, antes de ser asesinadas”. (“Informe
Sombra sobre la Situación de los Derechos Humanos de las Mujeres en Guatemala”)
Libros
«Guatemala:
Nunca Más»
Oficina de
Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG)
El informe completo de lo que sucedió en la
guerra en Guatemala se encuentra en cuatro tomos compilados por la ODHAG bajo
los títulos: Impactos de la violencia; Los mecanismos del horror; El entorno
histórico, y Víctimas del conflicto. Durante meses, un equipo de especialistas
recopiló testimonios de violaciones a los derechos humanos ocurridas en el país
y calladas durante tantos años. Esta “recuperación de la memoria histórica” se
encuentra también en versiones reducida, popularizada y para la niñez.
Pulsar aquí para
ver una versión resumida.
«Toque de
queda: Poesía bajo el terror»
Luz Méndez de la
Vega
Una de las escritoras más queridas y
respetadas de Guatemala hilvana con delicadeza las palabras para mostrarnos
cómo, en medio de las matanzas de este país, aún es posible que la poesía nos
salve. Con la palabra precisa, Luz Méndez de la Vega se toma el tiempo para
homenajear al cadáver anónimo que aparece bajo la primera luz de la mañana en
cualquier terreno baldío.
[índice]
Indefensión de las
vidas más tiernas
Dania M.
Rodríguez Martínez / Integrante de la Red de Mujeres Periodistas
En la VI Conferencia Iberoamericana de
Ministras/Ministros y Altos Responsables de Niñez y Adolescencia, llevada a
cabo en Costa Rica en octubre pasado, se reportó que nuestro país ocupa, a
nivel latinoamericano, el índice más alto de trabajo infantil, seguido por
Honduras y Ecuador.
Según la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), de 246 millones de niñas, niños y adolescentes obligados a
trabajar en el mundo, 17 millones son de Latinoamérica y la mayor cantidad es
de Guatemala. Un porcentaje importante se dedica a la agricultura, trabajos
informales y domésticos. También desempeñan tareas de alto riesgo en canteras y
con pólvora.
Aparte de los riesgos que corren trabajando,
con frecuencia les explotan sus empleadores al obligarles a largas jornadas,
pagándoles cantidades por debajo de lo que producen y sin proporcionarles
prestación alguna. Generalmente deben laborar por la pobreza en que viven y sus
ingresos son los únicos para la subsistencia de muchos hogares.
A esta problemática se suman casos de
explotación sexual. Informes de organizaciones protectoras de los derechos de
la niñez dan cuenta que en la ciudad capital y zonas fronterizas se observa
este tipo de flagelo con mayor frecuencia.
Para hablar y escribir acerca de esos abusos
y casos de explotación, tiempo y papel son insuficientes. Urge que el gobierno
tome cartas en el asunto con políticas y programas que prevengan y atiendan
esta problemática. Garantizar una adecuada protección exige implementar
acciones, no sólo crear leyes.
Es también una tarea que corresponde a la
sociedad misma. Cada familia tiene que asumir con decisión su responsabilidad.
Es preciso recordar que en los hogares se produce la mayoría de abusos. En
lugar de pensar cómo arremeter contra la delincuencia juvenil, se requiere
poner atención en los miles de niñas, niños y adolescentes a quienes se somete
a todo tipo de violencia, forzándoles a crecer en una vida de dolor y desamor.
En la conferencia señalada, especialistas de
21 países de América Latina, España y Portugal discutieron sobre los problemas que
más aquejan a estos conglomerados sociales. Exhortaron a los gobiernos a que
tomen todo tipo de medidas para erradicar tal situación. Su declaración será
presentada en la XIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, el
19 de noviembre próximo en Costa Rica.
Es urgente que los pronunciamientos de esa
reunión y tantas cumbres se traduzcan en hechos. Las firmas y el derroche de
palabras y documentos finalmente no cambian la indefensión que viven niñas y
niños de nuestro país y del mundo.
[índice]
Cuando la niñez
trabaja en casas
Claudia
Navas Dangel / laCuerda
Aunque mucha gente considera el trabajo doméstico un
empleo más, el panorama cambia completamente cuando es realizado por niñas,
niños y adolescentes, quienes en ello enfrentan una de las peores formas de
explotación.
La primera razón para afirmar esto es que el
trabajo infantil en casa particular carece de estatus legal específico en la
normativa del país. Existe un rango entre los 14 y 18 años sujeto a preceptos
regulados por la legislación laboral, y la contratación de menores de 14 años
está prohibida constitucionalmente. Vale citar el Código de Trabajo, como
también el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo,
ratificado por Guatemala en 1990.
Así, pueden verse con horror las cifras de
población infantil y adolescente que labora en casas particulares: 38,878
aproximadamente, quienes en su mayoría deben emigrar del interior de la
República y trabajar jornadas que exceden las 13 horas diarias, realizando
además tareas que ponen en riesgo su salud e integridad.
Muchas de estas niñas y adolescentes sufren
maltrato psicológico y discriminación, como también abuso sexual. Por si eso
fuera poco, no cuentan con un salario mínimo y se les veda el derecho a
educación, salud y recreación. Tal como lo cita el informe de la OIT, “El
trabajo infantil de casa particular en Guatemala”, esto es una evidencia de
esclavitud moderna.
Es necesario revisar el Código de Trabajo
para proteger a la niñez y adolescencia trabajadoras y resaltar la importancia
del Convenio 138 (referido a la edad mínima para trabajar) y el 182 (sobre las
peores formas de trabajo infantil). Además es vital desarrollar estrategias de
coordinación intersectorial con los ministerios de Educación, Salud y Trabajo a
fin de diseñar políticas públicas que protejan integralmente a estos grupos en
casas particulares.
Más aún, se requiere que la sociedad
guatemalteca tome conciencia de que las niñas y los niños tienen derecho a
disfrutar plenamente esta etapa de su vida, a recibir cuidados, educación,
atención médica y a contar con espacios recreativos.
[índice]
Listones rojos para no
olvidar
laCuerda
Se prohíbe la
discriminación de las personas que viven con VIH/SIDA,
contraria a la dignidad
humana, a fin de asegurar el respeto
a la integridad física y
psíquica de estas personas.
Artículo 37 de la Ley General
para el Combate del VIH/SIDA
Desde hace 20 años, cada 1 de diciembre se conmemora el
Día Mundial del Sida, a fin de recordar a las personas que han muerto por la
epidemia y manifestar solidaridad a aquéllas que viven con el VIH, comenta
Erickson Chiclayo, director ejecutivo de la organización Gente Positiva ( www.gentepositiva.org.gt).
“En Guatemala existe un alto índice de
discriminación y las personas con VIH están entre las más vulnerables”, afirma.
“Diversas instituciones realizan actividades para conmemorar este día. Gente Positiva
lo hace enfocándose a dar información sobre la prevención y concientizando a la
sociedad”.
Esta asociación tiene siete años de realizar
la campaña “Enlázate cada año”, la cual consiste en entregar un listón rojo que
representa solidaridad hacia las personas afectadas por el VIH/sida. La primera
vez se distribuyeron 500 listones y en el 2003 fueron 12 mil. Según el
entrevistado, hay gente que no permite que se le coloque este distintivo pues
considera que “el mensaje no le va”.
En el 2004, la campaña mundial lleva el lema
“Mujeres, muchachas, VIH y Sida”. Al respecto, Chiclayo dice: “No sólo hay que
trabajar con la población femenina. También se debe involucrar a los hombres,
ya que a menudo son responsables de la transmisión del virus por ser los que
más parejas tienen y porque, debido al machismo, muchos se niegan a usar
protección [condones] en las relaciones sexuales”.
Para este año se tiene previsto realizar una
feria en el Palacio Nacional de la Cultura, desde la última semana de noviembre
hasta la primera de diciembre. El público asistente podrá recibir información
sobre el VIH/sida y se abrirá un espacio para quienes quieran manifestar sus
dudas.
El 1 de diciembre habrá además una marcha que
saldrá de la Municipalidad capitalina. Todas las personas están invitadas a
participar. Y, por supuesto, a portar el listón rojo de solidaridad con quienes
viven con VIH/sida.
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laCuerda
La Mesa Global de Guatemala, integrada por
organizaciones de diferentes sectores, refrendó su oposición a que sea
ratificado el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, por los
efectos negativos que tendrá para la población. A la vez precisó que las
personas más afectadas serán mujeres y hombres campesinos de los departamentos
con alta producción de granos básicos (Huehuetenango, San Marcos,
Quetzaltenango, Quiché y Petén).
En foros y encuentros con la prensa, este
frente explicó que los términos de las negociaciones hasta ahora pactados
-respecto al comercio de alimentos básicoss- llevarán a la pérdida hasta del 30
por ciento de los jornales agrícolas. Ello sin tomar en cuenta las producciones
pecuaria y láctea que también están amenazadas.
En el capítulo sobre propiedad intelectual,
la Mesa Global aseguró que el TLC contraviene los compromisos del gobierno
guatemalteco en el sentido de garantizar la protección efectiva de los derechos
de propiedad (tierra) de los pueblos indígenas donde históricamente habitan y
trabajan.
Incluso en el Congreso se desconocen las
condiciones en que se firmó este convenio, quiénes lo suscribieron, el
significado de la ratificación para que entre en vigencia, a qué sectores
afectará y cuáles serán beneficiados.
En opinión de la Mesa Global, la campaña de
divulgación gubernamental, titulada “El TLC es bueno, pero mejor si
aprovechamos sus oportunidades”, contiene información sesgada y manipulada.
En varias manifestaciones callejeras
efectuadas en octubre, las organizaciones de la Mesa Global rechazaron este
tratado y demandaron al gobierno la “búsqueda de formas alternativas de
inserción en el comercio internacional, que contribuyan a la justicia social y
al desarrollo sostenible del país y sobre todo de su población más vulnerable”,
argumentó Wener Ochoa, representante de CEIBA.
[índice]
laCuerda
El Instituto de Cancerología (INCAN) está
diagnosticando cada semana alrededor de ocho nuevos casos de cáncer, en su
mayoría (casi el 78 por ciento) correspondientes a mujeres, con cáncer de
matriz y de mama. Así lo informó Hugo Castro, médico oncólogo de esa entidad,
para quien “lo más grave es que estas situaciones pueden ser prevenidas de una
manera barata y sencilla”.
Un grupo de personas e instituciones ha
empezado a hacer promoción en mujeres sanas a fin de prevenir estas
enfermedades. Por ello, el 19 y 20 de noviembre próximos se realizará en el
Auditorio de la Universidad Mariano Gálvez, de 8 a 13 horas, el primer Curso
Nacional de Cáncer en la Mujer, dirigido a público en general y mujeres que
trabajen con mujeres.
Patrocinado por la Liga Nacional contra el
Cáncer, el INCAN, la Red de Sobrevivientes de Cáncer, el Programa PIENSA y el
Grupo Médico Ángeles, el curso enfocará, entre otros temas relevantes, las
causas del cáncer y maneras de evitarlo, el cáncer de cuello uterino y de mama,
así como los factores de riesgo para el cáncer de ovario.
El costo de admisión es de Q100.00, que
incluye materiales y café. Más información: Grupo Médico Ángeles. Tel.
2385-7572 / www.grupoangeles.net
[índice]
Texto:
Ledy Orantes / laCuerda - Fotos:
Leandro Morales
(las
fotografías de este reportaje ser vistas en el archivo DOC de esta edición)
Las mujeres de Estanzuela, Zacapa, se han hecho muy
famosas por la elaboración de blusas ya que, además de frescas, son baratas, bonitas
y elaboradas a mano. Especiales para climas cálidos, son tradicionales de este
municipio y sólo allí se fabrican.
Las productoras cuentan con una cooperativa,
que crearon por la inquietud que varias tenían de unificar precios. Otro
propósito de la coordinación es evitar que algunas regalen su trabajo, por
hacer cálculos erróneos sobre el importe de la inversión en materias primas y
el valor de la mano de obra.
Este proyecto arrancó a principios del 2001.
Tiene su junta directiva y cada una de las integrantes desarrolla actividades
específicas, entre ellas: hacer compras (telas, hilos y otros materiales para
bordados y deshilados), cortar, coser y bordar.
En la cooperativa participan 27 zacapanecas
de 20 a 50 años de edad, quienes obtienen ingresos mensuales que oscilan entre
500 y mil quetzales. Estas cantidades representan un apoyo para las
cooperativistas, pero su objetivo es percibir mejores ganancias a fin de ser
autosuficientes económicamente.
Aura Alicia Morales Acevedo, de 46 años, es
fundadora de la cooperativa y actualmente ocupa su vicepresidencia. Explica que
a través de la municipalidad obtuvieron una ayuda económica cuando recién
empezaron a organizarse. Para algunas de las cooperativistas, este trabajo es
importante porque a través de la producción de las blusas reciben dinero extra
para sufragar sus gastos en el hogar. Otras, a fin de incrementar sus ingresos,
realizan labores adicionales, ya sea en oficinas o el comercio.
Aunque la vicepresidenta de la cooperativa
considera que en su localidad es difícil tener mejores ingresos por la falta de
oportunidades de empleo para las mujeres, señaló que “poco a poco vamos a
poder, pues tenemos aspiraciones y confianza en que nuestro proyecto sea
próspero. Ha sido una buena experiencia: nos ha tocado enfrentar diferentes
situaciones, buenas y malas”.
Algunos lugares donde comercializan las
blusas son tiendas de Esquipulas, Antigua y el Museo de Paleontología de
Estanzuela; igualmente en ferias municipales y nacionales. Además han aceptado
invitaciones para participar en eventos internacionales.
Parte del proyecto es conseguir asesoría
técnica y capacitaciones para mejorar la calidad de las prendas, además de
promover la comercialización de las mismas a precios congruentes con el trabajo
invertido, coincidió en señalar Leandro Morales, alcalde de este municipio.
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Jacqui
Torres / Periodista guatemalteca
Desde hace varios meses Eugenia viaja hacia la
capital con frecuencia. Su sueño es tener su propia tierra; por eso cree que
coordinarse con otras mujeres, aprender y luchar con ellas es clave para lograr
lo que quiere.
A sus 32 años y con tres hijos, es la
representante de 15 cooperativas de Carchá que aglutinan a unas mil
integrantes. Al mismo tiempo, conforman la Red de Mujeres para el Desarrollo
Rural, un espacio de coordinación nacido al interior de Plataforma Agraria para
hacer visibles los problemas y necesidades de las mujeres rurales que percibían
ingresos del café y están siendo afectadas por la crisis.
Tímidamente, Eugenia Caal Chomo revela
detalles de su vida en la comunidad. En 1988, su esposo, un mozo colono de la
finca de café Santa Anita Chejotán, Carchá, junto con otros 23 hombres, vieron
la oportunidad de comprar esas tierras que pagaron con la cosecha de los
primeros dos años. Era necesario hacer préstamos para sembrar, fertilizar y
abonar el grano, hasta que llegó la crisis. Con lo que les pagaban por el café,
entre Q100 y Q300, el quintal de pergamino no era suficiente para cancelar
deudas ni comprar comida.
Aunque los alimentos nunca fueron abundantes,
la falta de recursos empezó a afectarles. “En la finca hay lugar para sembrar
café, no para milpa ni frijol. Tenemos que arrendar tierras, pero no hay
dinero. La gente ya se acostumbró a comer una o dos veces al día o mezclan la
masa con tul morado”. En Santa Anita tampoco hay suficiente agua, sólo para
procesar el grano. Es necesario bajar a comprarla al río en Carchá, pagando Q5
por cubeta en las casas que están a la orilla.
La comunidad de Eugenia se encuentra a una
hora de Carchá, pero deben caminar por lo menos la mitad de ella, porque no
entra camioneta. Está conformada por unas 43 mujeres y más de 100 hombres,
quienes formaron la cooperativa del mismo nombre de la finca.
La escasez de agua y alimentos es lo que más
les afecta. No tienen servicios de salud ni educación en el área y están
comprendiendo que trabajar en sus propias tierras representa un paso hacia
adelante. “Trabajo cercano hay poco: una sola finca en la que pagan entre Q15 y
Q20. Yo prefiero cocinar pasteles, panes y venderlos. Otras tienen crianza de
animales o pequeñas tiendas, pero no todas tenemos la misma suerte”.
Por eso accedió a representar a tantas
mujeres. “Me comprometí a encontrar una solución a los problemas que tenemos.
Yo he trabajado de la noche a la mañana y sigo igual. Acepté hacer un
sacrificio para mejorar poco a poco”.
Su inspiración es un grupo de mujeres de
Sololá que tiene en propiedad una finca en Patulul, Suchitepéquez. “Pensamos llegar
a como están ellas. Creemos que es necesario trabajar la tierra y por eso
queremos conseguir fondos para trabajar y diversificar nuestras actividades;
así podremos generar mejores ingresos para nuestras familias”.
Eugenia aceptó el reto de luchar por lo que
quieren desde la Red y aunque deja a sus pequeños a más de 200 kilómetros de
distancia, sabe que salir de su casa le trae vientos de esperanza y la dicha de
contemplar nuevos horizontes.
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Embajadora
de Conciencia comprometida con los derechos de las mujeres
Texto y
fotografía por Virginia del Águila Lara / Periodista y comunicadora social
En 1964, una estudiante de Derecho que hacía práctica
en los Juzgados de Familia empezó a adquirir conciencia de la problemática de
violencia contra las mujeres en Guatemala. Descubrir la gravedad de la
situación y la falta de opciones de las víctimas la condujo a trabajar por la
búsqueda de soluciones.
La otrora pasante es Hilda Morales Trujillo,
una destacada abogada y notaria que hasta hoy sigue luchando por los derechos
de las guatemaltecas. Su activismo la ha llevado a impulsar modificaciones
legislativas que benefician a miles de mujeres. Ha apoyado (entre otras) causas
como conseguir que los títulos profesionales de las mujeres sean emitidos en
género femenino; eliminar los estereotipos sexistas en libros y materiales
educativos; erradicar la discriminación y la violencia contra la mujer.
Asimismo, promovió la derogación del artículo del Código Civil que permitía al
marido oponerse a que su esposa trabajara fuera de casa.
Su trabajo en la Red de la No Violencia
contra las Mujeres y su activismo feminista le han merecido el Premio
“Embajadora de Conciencia”, de Amnistía Internacional (AI). El 13 de este mes
recibirá el galardón en Madrid, de manos del Nóbel de Literatura José Saramago.
Junto con ella lo recibirá Mary Robinson, la primera mujer presidenta de
Irlanda y ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
La relevancia del galardón no se le ha subido
a la cabeza a Hilda Morales Trujillo. Con su habitual sencillez enfrentó un
aluvión de trabajo y compromisos en las últimas semanas de octubre. En su ya
apretada agenda, hizo tiempo para dar entrevistas a la prensa nacional e internacional.
Pero no dejó de atender casos ni de asistir a talleres, mucho menos de recibir
a los universitarios a quienes asesora en la tesis. A todas y todos (laCuerda incluida), ella dio un poco de su tiempo
antes de viajar a España.
¿Cuáles repercusiones puede
tener en Guatemala la concesión de este premio?
“Yo esperaría que las acciones que llevamos a cabo
desde la Red tengan una respuesta más positiva y eficaz. Sobre todo, pienso en
nuestra lucha para cambiar la legislación. También esperaría que se nos abran
las puertas en el Ministerio Público y en los tribunales. Creo que (los
miembros de AI) tuvieron que decidirse por una mujer, pero en realidad el
premio es para que se sigan atendiendo las demandas de las mujeres”.
Por la naturaleza de su activismo
y su trabajo, ¿qué clase de comentarios ha recibido?
“Muchos. Últimamente me han sugerido que deje el
trabajo porque ha repercutido en mi salud. Absorbo mucho el dolor y no he
encontrado el mecanismo para liberarlo, pues no tengo tiempo para mí. Eso ha
redundado en depresiones, dolores sicosomáticos y una tos persistente por más
de dos años. Por eso me han dicho que me retire, que busque otra cosa qué
hacer”.
Pero esto es una pasión para
usted.
“Sí, es un compromiso de vida. Quisiera que hubiera
más abogadas involucradas y no encuentro en ellas el clic para hacerlo. Deben
ser la formación y la necesidad de subsistencia. Cuando una se involucra en el
movimiento de mujeres, sabe que hay que dar tiempo sin esperar nada a cambio.
Eso pesa mucho cuando se tiene que mantener una familia”.
¿Cuán complicado es luchar por
los derechos de las mujeres en un país tan conservador y tradicionalmente
machista como Guatemala?
“En general, es luchar contra la corriente. Es difícil,
pues como profesional hasta se sufre la descalificación de los colegas. Lo
consideran fanatismo, no algo que representa un problema social. Pero, por otro
lado, pareciera que hay necesidad de que alguien lo haga. Si hay alguien, nadie
más se compromete”.
(En una ocasión, Hilda Morales Trujillo casi
fue víctima de la violencia que combate. Defendía a una mujer a quien el
esposo, calzado con botas vaqueras, había pateado en la cara. Cuando la pareja
ultimaba los detalles de la separación en el bufete, junto con sus abogados, el
hombre se permitió insultar a la defensora. Cuando ella iba a firmar los
documentos, escuchó un golpe. El abusador había intentado lanzarle una
bofetada, pero su propio abogado se interpuso y detuvo la agresión.)
¿Cómo ha compaginado su rol
como madre con sus facetas de abogada y activista feminista?
“Mis dos hijos (Marcos y Ana Lucía) son sensibles al
tema y apoyan mi trabajo. Son mis auxiliares, mis aliados, aunque no se dedican
al Derecho. El mayor es psicólogo y la menor estudia nutrición. Pero en sus
asignaturas sociales siempre sale el tema. Mi hija, por ejemplo, acaba de
presentar las políticas de exclusión de género en uno de sus cursos”.
(La Embajadora de Conciencia guatemalteca ha
transformado en poemas muchas de sus vivencias profesionales. Sus versos
“tienen un valor sentimental y más bien se enmarcarían en la literatura
panfletaria”. Pese a la autocrítica, uno de esos poemas ha sido reproducido en
publicaciones sobre la violencia contra las mujeres y fue musicalizado por una
popular percusionista. Incluso ha sido plagiado, porque la misma autora lo ha
visto firmado por una mujer q’anjob'al).
Además de escribir poesía, ¿qué
hace en su tiempo libre?
“Antes leía novelas. Ahora casi no tengo tiempo
libre. El año pasado leí 'Vivir para contarla' como si fuera pecado, porque
tenía otras cosas qué hacer. Ahora leí 'La loca de la casa', de Rosa Montero”.
“El tiempo libre que no es libre lo uso para
los quehaceres de la casa. Esto me sirve para nutrir mi parte teórica, porque a
veces se olvida cómo es la vida de las mujeres. Entonces entiendo muy bien a
las amas de casa, a las trabajadoras de casa particular, a las mamás que dejan
a los hijos donde pueden mientras ellas van a trabajar”.
La concesión del premio
reafirma que su trabajo no ha sido en vano, pero ¿marcará para usted una
diferencia, ampliará el horizonte de su lucha?
“Yo no lo había contemplado así. No le había dado
tanta trascendencia, pero los demás sí se la dan. Me han felicitado hasta
quienes no están de acuerdo con mi trabajo. Si alguna vez dije que iría dejando
este compromiso de vida cuando me sintiera cansada... creo que ahora no tengo
derecho de cansarme”.
“Afortunadamente no estoy sola; están mis
compañeras de la Red y las otras organizaciones aliadas. No siento que el
premio sea un triunfo individual. Para mí, debieron dárselo a todas las mujeres
que estamos en esto en Guatemala”.
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Movida departamental
Baja Verapaz
Rosalía Tot vende comida a grupos campesinos e
indígenas que se reúnen en la cabecera municipal de Purulhá. Desde hace seis
años ella se distingue por prestar un servicio de buena calidad y amable
atención, lo que es valorado por quienes sufren actitudes racistas en
restaurantes.
(la
fotografía de esta nota puede ser vista en el archivo DOC de esta edición)
San Marcos
El Grupo de Mujeres Nuevo Paraíso sufrió una grave
pérdida. La presidenta de esta agrupación, Amelia Miranda, y su bebé de ocho
meses perdieron la vida el 8 de octubre, cuando el vehículo en que se
transportaban fue arrastrado por el río Xula.
A través de su organización, las 80
integrantes del grupo llevan a cabo proyectos de vacas lecheras y un molino de
nixtamal. Ellas forman parte de las 160 familias de la finca Nuevo Paraíso,
ubicada en el municipio Catarina.
A decir de Catalino Monzón, dirigente de la
Coordinadora Marquense Madre Tierra, Amelia fue muy activa y promovía que las
mujeres tomaran sus propias decisiones. Al mismo tiempo responsabilizó al Fondo
de Inversión Social (FIS) por la muerte de esta lideresa y seis personas más,
ya que por negligencia esa entidad no construyó el puente que reiteradamente le
demandaron. De lo contrario se habría evitado el fatal accidente.
Marcha: Justicia,
tierra y libertad
La Plataforma Agraria y el Frente por la Vida
realizaron en octubre una marcha en la ciudad de Malacatán, en la que
participaron 250 mujeres de diferentes asociaciones campesinas de 10
municipios, así como 106 trabajadoras con problemas laborales en las fincas
Clermont, San Jerónimo, Carolina, Doble J y San Juan Loarca. Entre sus demandas
se cuentan educación y alimentos para quienes permanecen en las fincas, pago de
salario justo y equitativo, así como trato digno sin discriminación. Lo
anterior fue informado por Jeanne Roblero, de la Procuraduría de los Derechos
Humanos de San Marcos.
Huehuetenango
Después de tres años de esfuerzos, 38 comadronas y 30
integrantes del Comité de la aldea Bulej inauguraron un centro de capacitación
y clínica de salud para atender a mujeres embarazadas en San Mateo Ixtatán. A
decir de María Domingo y Magdalena Pérez, “somos conscientes que con educación,
salud y equidad de género, las mujeres rurales de la zona chuj, las más pobres
de nuestro departamento, podemos mejorar nuestra calidad de vida”. Ambas
agradecieron a la organización no gubernamental CEIBA por el apoyo brindado
para hacer su sueño realidad.
Suchitepéquez
Juana Cosigna González dio la bienvenida al llegar a
la finca La Cumbre (ubicada en Patulul), que compraron 110 mujeres. En octubre fue
inaugurado en ese terreno el Centro Regional de Permacultura (conservación de
semillas originarias) y Soberanía Alimentaria. Como secretaria de la Asociación
de Desarrollo Integral de la Mujer del Área Rural (ADIMAR), resaltó la
importancia del trabajo que realizan las campesinas y sus capacidades para
asumir cargos de dirección.
A partir de ahora ya no la nombrarán “finca”
porque les recuerda a los patrones; es un centro para apoyar a campesinas sin
tierra. Una de las beneficiarias, Aura Marina Archila, explicó que antes de la
crisis del café encontraba trabajo en el corte, que realizaba después que sus
hijos salían de la escuela. “En este grupo estamos campesinas a quienes nos
gusta ganar nuestro dinero por el trabajo que hacemos y no estar atenidas”, comentó.
En esta actividad otras lideresas dieron
pormenores de cómo han sido discriminadas, en su condición de mujeres e
indígenas, por sus esposos, padres y funcionarios e instituciones estatales.
Señalaron: “No pretendemos rebajar a los hombres sino ejercer nuestro derecho a
la tierra y a recibir ingresos por el trabajo que realizamos”. Persiguen
mejorar sus condiciones de vida con justicia y equidad, luchar contra el
racismo y discriminación, así como desarrollar alianzas con otros sectores.
Sololá
Esta red de voluntarias promueve servicios de salud
mediante visitas a domicilio, charlas y programas de radio en tres municipios
alrededor del Lago de Atitlán: Santiago, San Juan La Laguna y Santa María
Visitación. Cuentan con 13 botiquines comunitarios y están capacitadas en
manejo de medicamentos básicos y métodos para espaciamiento de embarazos.
La asociación, cuyo nombre significa Del
Pueblo, pone especial atención a la salud infantil (enfermedades diarreicas,
infecciones respiratorias, control del crecimiento, vacunas) y la materna
(antes, durante y después del parto).
Varios departamentos
Mujeres de 15 municipios de Huehuetenango
participaron en la Escuela de Formación Política coordinada por el Sector de
Mujeres y CEIBA, como parte de un proceso de fortalecimiento de liderazgo,
informó Isabel Sáenz. Las 35 participantes son chuj, mam y q’anjob’al.
En San Marcos asistió igual número de
invitadas. Esta escuela, que tendrá una duración de un año, es promovida por el
Sector de Mujeres y la Coordinadora Departamental. Está conformada por
organizaciones que buscan el desarrollo integral con participación en la toma
de decisiones a distintos niveles, con equidad y respeto, dio a conocer Jeanne
Roblero.
Cooperativistas
autogestionarias
Vilma Pereira, del Programa Mujer de la Federación
Guatemalteca de Cooperativas de Consumo, manifestó que están trabajando en seis
departamentos y apoyan a 24 grupos integrados por 800 mujeres.
Este programa se ha propuesto a mediano plazo
que todas las organizaciones, rurales y urbanas, sean autogestionarias para que
“con su dinámica y capacidad den lugar a nuevos tipos de micro y pequeña
empresas, capaces de generar mayores inversiones y fuerza laboral para el
futuro”.
La Federación consolida sus esfuerzos
mediante su equipo técnico multidisciplinario, dedicado a fortalecer la
capacidad de decisión de sus integrantes, tanto en sus comunidades como en las
cooperativas, expresó la entrevistada.
La Coordinación y Convergencia Nacional Maya
Waqib’kej, integrada por organizaciones de todos los departamentos del país,
afirmó que la problemática agraria requiere de un tratamiento y solución
profundos e integrales. Al mismo tiempo condenó la persecución penal que sufren
dirigentes comunitarios y organizaciones indígenas por reclamar “nuestra madre
tierra y derechos fundamentales; ejemplo de ello son seis hermanos achí”.
Denuncia además que el Estado y sus
funcionarios manipulan la imagen de los pueblos indígenas, lo que es una forma
de racismo, y que en el gobierno de Óscar Berger “no existen señales claras
para la implementación de políticas públicas para ellos”.
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