laCuerda Una mirada feminista de la realidad |
Año 7, No. 69 Guatemala, julio/2004 |
editorial |
Exigimos respecto a nuestra integridad |
entrada |
·
Darle cuerda al erotismo (Anamaría Cofiño K.) ·
Sumario
noticioso ·
Nuestro más
sentido pésame |
la médula |
·
¿Cómo viven las mujeres su sexualidad? (Claudia Navas
Dangel) ·
Frente al espejo (Lucía Escobar) ·
Siempre se ve dónde (Andrea Carrillo Samayoa) ·
Erotizar la vida (Josep-Vicent Marqués) ·
Derecho al éxtasis (Carmen Álvarez) ·
Compartiendo pensamientos e intimidades (Andrea y
Sandra) |
femina sapiens |
·
En la punta de los dedos (Laura E. Asturias) |
vida |
·
A las mayores sí nos gusta el sexo (Cecilia Maza) ·
Mis dos sonrisas (Cristina Escobar) |
la paseante |
·
Erotismo e identidad en la cultura nacional (Aída
Toledo) ·
«Los cien golpes» (Claudia Navas Dangel) ·
Tributo a laCuerda 69 (Andrea Aragón) ·
De cómo reconocer un poema erótico y qué hacer con
él (Anabella Acevedo) ·
Un empujoncito al placer (Laura E. Asturias) |
esta boca es mía |
·
La fiebre de los 'reality' (Wendy García Ortiz) ·
Del erotismo y otros asuntos mitológicos (Ramón
Urzúa Navas) ·
Recetas para darme placer (Lorena Robles) ·
Ahora ando armada (Ana López Molina) |
aquí y ahora |
·
Sector de Mujeres celebra ·
Allanan sede del Sector ·
¡No más exterminio! (Laura E. Asturias) ·
Por los derechos de la diversidad sexual ·
Se siente bien perder el miedo (Jacqueline Torres) ·
La memoria: Cuna de identidad y resistencia de las
campesinas (Ana López Molina) |
reportaje |
·
Las culturas y la erótica (Katia Orantes) |
movidas departamental e
internacional |
·
Migrantes en Petén ·
Desarrollo en Sacatepéquez ·
Bienvenida a Livingston ·
Reporteras en San Marcos ·
El Cairo en San Juan |
Editorial—
Exigimos respeto a nuestra integridad
Esta publicación
feminista expresa su más enérgica condena por la incapacidad y despreocupación de
las instituciones estatales para garantizar el derecho a la vida en Guatemala.
Los reportes de muertes violentas siguen en aumento, además de otros casos de
violación a los derechos humanos. En particular resaltamos nuestra preocupación
por los asesinatos de mujeres, en los que se registran agresiones sexuales que
equivocadamente son atribuidas a “psicópatas” y “maníacos”, cuando en realidad
muchos violadores o asesinos no están locos.
Con la llegada
del presidente Óscar Berger se vendió la idea de que las cosas iban a cambiar.
Su programa de gobierno decía representar una oportunidad para mejorar la
situación de “todos”. Tan sólo pocos meses después se demuestra que él, al
igual que sus antecesores, por ineptitud o incapacidad, permite que continúe un
clima de miedo por la inseguridad ciudadana.
El Informe de
Muertes Violentas de Mujeres de la Procuraduría de los Derechos Humanos 2003
afirma que la delincuencia y el crimen organizado, así como la debilidad del
Estado en materia de seguridad, agudizan el problema. Asevera que en muchas de
las expresiones delincuenciales se encuentran elementos que pertenecieron o
pertenecen a algún cuerpo de seguridad del Estado (entrenados en técnicas
militares o policiales), con amplia experiencia en el manejo de armas; asimismo,
que existe relación de funcionarios con grupos criminales.
De ese análisis
resaltamos ambas conclusiones para llamar la atención a los ministerios de
Gobernación y Público, la Policía Nacional Civil y el Organismo Judicial, ya
que estas instituciones principalmente están obligadas a proteger la vida de
las personas. Es insuficiente que se sumen a la condena de las muertes de
mujeres, como lo han hecho varios funcionarios. Lo que les exigimos es que
actúen eficazmente, empezando por depurar sus entidades de asesinos y demás
criminales que deben ser enjuiciados.
El derecho a una
vida libre de violencia necesariamente pasa también por desterrar el acoso
sexual contra las mujeres. Una vez más insistimos en exigir que esa práctica
sea tipificada como delito. Urge acabar con la impunidad de todos aquellos
hombres que consideran natural, gracioso y su derecho ser “cantineadotes”,
irrespetando a las mujeres y poniendo en riesgo sus medios de subsistencia.
Diputados, a ustedes corresponde no dejar pasar más tiempo para legislar en
este renglón. No hacerlo significa ser cómplices de ese tipo de violencia y,
por tanto, alentarla.
Otro hecho que
aumenta nuestra indignación hacia los organismos estatales, respecto a nuestra
seguridad, es la existencia de grupos clandestinos vinculados directa o
indirectamente al Estado o al crimen organizado. Nos sumamos a todas las
agrupaciones pro derechos humanos que exigen instalar la Comisión de
Investigación de los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad
(CICIACS).
A la vez de
dignificar la memoria de las guatemaltecas asesinadas, nos pronunciamos contra
las perversidades de esta sociedad machista, que se obsesiona en dividir a las
mujeres en “buenas” y “malas” e insiste en calificar como “putas” a quienes
tenemos algún tatuaje o usamos minifalda. Algunos medios de comunicación
reportan de tal manera los asesinatos de mujeres, que casi llegan a culparlas
de ser ellas mismas las responsables de su muerte por la forma en que vestían.
Ninguna, sea
prostituta o no, “merece” ser objeto de violencia. El asesinato de cualquier
mujer, sin importar a qué oficio se dedique, es un hecho deleznable.
[índice]
Ana
Cofiño, laCuerda
Cuando
vimos que la siguiente Cuerda era la 69, no faltó quién sugiriera hacerla sobre
el erotismo, pensando en esa posición en la que dos amantes se prodigan sexo
oral. Entre anécdotas picantes y reflexiones sesudas, planificamos esta
publicación para retomar un tema que tratamos en ocasiones anteriores desde
varias perspectivas.
Siempre hemos manifestado nuestro interés por la sexualidad,
conscientes de la manera inadecuada en que se aborda y, sobre todo, con la
preocupación de no contar con información al respecto. En este pobre país no
sabemos cómo viven las mujeres sus relaciones amorosas y sexuales. Intuimos que
muchas las llevan con resignación, insatisfacción o disgusto. Hemos conversado
con señoras que padecen con asco ese acto en el que el hombre las monta y
utiliza sin contemplación. Igualmente conocemos muchos casos en los que el
silencio y la falta de comunicación impiden alcanzar siquiera escasos segundos
de goce. Es lamentable que no existan instituciones serias que hagan
investigaciones científicas sobre este aspecto fundamental en la vida de todas
las personas. Con el material que ofrecemos en las siguientes páginas
intentamos hacer un aporte para quienes dudan, ignoran o todavía se interesan
por temas que, según parece, siguen siendo tabú.
Suavecito, mi vida, despacio, así...
Quienes
tuvimos la suerte de contar con amistades o maestras liberales y con
información pertinente, logramos acercarnos al amor y al sexo con posibilidades
que nos permitieron recorrer un camino de búsquedas enriquecedor. Más aún,
influenciadas por el feminismo, pasamos por los cuestionamientos que hicieron
conmover al mundo a mediados del siglo pasado. Gracias a las feministas, el
amor sexual se convirtió en un tema de estudio y análisis, de práctica y
militancia, de ejercicio del placer y la independencia. Lo que el patriarcado
dice y hace del amor no nos gusta ni nos funciona; por eso seguimos intentando
otras formas y haciendo propuestas que se adapten a nuestros requerimientos.
No es casual entonces que a muchas mujeres modernas nos atraigan
los hombres cariñosos, sensibles, más que los machos tradicionales, rudos y
fuertes. Para nosotras, el amor, las parejas, el sexo son cuestiones vitales
que pretendemos vivir de manera plena e íntegra, no como simples costillas o
víctimas, sino como partes activas, con voz y voto. Quizá ésa sea una de las
razones por las que cada vez son más frecuentes las parejas de mujeres. En todo
caso, se han transformado los esquemas y esa dinámica parece no detenerse.
Nuestro papel en el amor ha cambiado. Ahora vamos a su encuentro
con más herramientas y poder, con las ganas a flor de piel, pero cuidando de no
caer en actitudes sumisas, con más creatividad y autonomía. Y también con más
conocimientos. Ahora algunas ya nos atrevemos a decir cómo nos gusta y cómo
queremos estar. Inclusive, nos hemos vuelto maestras: enseñamos a los
compañeros a conducirse con mujeres que sienten y piensan por sí mismas.
Finalmente hemos aprendido a decir no y a pedir cuando se hace necesario.
Los hombres que pueden sostener estas relaciones más democráticas
son escasos. Para los machos, una mujer que tiene experiencia, que sabe y
habla, es “larga”, por no decir puta. Ellos prefieren como pareja a una que les
obedezca y les siga sin chistar. Pero luego se buscan otra que les haga lo que
no les hace su esposa. La hipocresía y la falta de respeto se vuelven una
caricatura del amor.
Cierto que nos queda mucho por aprender. Todavía pesan sobre
nosotras todas esas tonteras que nos obligaron a creer. Ahora sabemos reconocer
nuestros deseos, satisfacer nuestras premuras e indagar sin temor a perder la
dignidad.
Esa deliciosa pequeña muerte
Dos
personas unidas por el amor y el deseo mutuos experimentan sensaciones fuera de
lo común. Olores, sonidos y gestos compartidos son ingredientes esenciales de
su relación. La práctica cotidiana del buen sexo acerca a la pareja a niveles
que pueden parecer estratosféricos. El mal sexo, practicado con automatismo y
sin gracia, por el contrario, llega a ser fuente de frustración.
Aunque el orgasmo no es la meta ni el fin, sí es un momento
crucial en el que dos personas se funden, se sienten unidas en una luminosidad
que les transporta fuera de sí. Para las mujeres, estallar en mil pedazos,
derramarnos como catarata, fluir como el viento repetidas veces es un ejercicio
saludable que nos llena de energía y contento. Sentir nuestra vulva henchida y
brillante, nuestros pechos erguidos y turgentes, los labios ardientes, son
sensaciones que, asociadas al afecto, nos proporcionan un gusto inmenso por la vida.
Compartir la cama con alguien que sigue nuestros niveles de temperatura, que
sabe dónde y cómo tocar, que anuncia con placer su pequeña rendición es un gozo
que siempre queremos volver a experimentar y hacer crecer.
La falta de pareja no significa ausencia de deseo. El llamado de
las hormonas y la presencia de calentura a solas no son pecado ni rarezas.
Nuestro cuerpo es fuente insospechada de placer y tiene él mismo sus
instrumentos para gratificarse. Auto-complacernos es un encuentro con nuestra intimidad
individual. Para ello contamos con la imaginación y propios recursos. Darles
rienda suelta puede descubrirnos facetas de nuestra personalidad que permanecen
ocultas y que al salir nos hacen crecer.
El mercado, que pretende regir hasta el ámbito de la intimidad,
nos vende la idea de una sexualidad rodeada de utensilios y objetos que
supuestamente desatan el deseo. Desde nuestro punto de vista, darles atención y
poner esmero en las relaciones humanas es una garantía de placer que no se
compra ni se vende.
Con esta Cuerda queremos desatar pasiones, dejar que la libido
salga de su cueva y estimular a quienes todavía les temen a esas fuerzas que
llevamos dentro. Queremos contribuir a que
el placer sea un derecho pleno de la ciudadanía.
[índice]
laCuerda
Situación de la niñez
La
Organización Internacional del Trabajo informa que en Guatemala el 23 por
ciento de la población infantil labora para sobrevivir. De 1.2 millones hay alrededor
de 38 mil niñas, de entre cinco y siete años, dedicadas al trabajo doméstico.
La cifra de menores a quienes se prostituye oscila entre 600 y dos mil. La
Procuraduría de Derechos Humanos reporta 304 asesinatos de niñas, niños y
jóvenes durante el 2004; de estos casos, 39 corresponden a mujeres.
Asaltan a mujeres
En
un atraco en Santa María Nebaj, Quiché, 11 integrantes del Banco Comunal del
Fondo de Inversión Social (FIS) fueron despojadas de más de 133 mil quetzales, los
cuales iban a depositar al Banrural. El dinero era el aporte de las socias que
trabajan en proyectos de desarrollo (financiados por el FIS) en esa comunidad.
Una de ellas resultó herida de bala durante el asalto.
Indignante conducta en el Ministerio
Público
Mynor
Morales Orellana, empleado del MP, fue sindicado por los delitos de usurpación
de funciones, coacción, abuso de autoridad y deshonestidad. Una mujer que llegó
al MP a denunciar a su compañero por golpearla fue atendida por Orellana, quien
fingió ser médico forense de la Oficina de Atención Permanente. Con embustes la
hizo desvestirse y abusó de ella aduciendo que el examen médico era necesario
para el expediente. La víctima se percató del engaño y lo denunció. Cuatro días
después Orellana llegó a la vivienda de ella a coaccionarla para que desistiera
de la denuncia. El Juzgado Quinto del ramo Penal le impuso al abusador únicamente una multa de Q7 mil.
VIH/SIDA y TLC
Médicos
Sin Fronteras (MSF) advierte que la firma del tratado de libre comercio entre
Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA) amenaza el acceso a medicamentos vitales
y la salud de millones de personas de nuestra región. Anna Cavalli,
coordinadora general de MSF-Guatemala, señala que las disposiciones
restrictivas de propiedad intelectual contenidas en este acuerdo bloquearán el
acceso a medicamentos esenciales de bajo costo, como los genéricos. Debido a
ello, quienes viven con VIH/sida y otras enfermedades no podrán beneficiarse de
éstos.
Igualdad laboral
En
la Conferencia Internacional del Trabajo realizada en junio, a la que
asistieron casi tres mil representantes de gobiernos, se adoptó una resolución
sobre la igualdad de remuneraciones para mujeres y hombres. El documento pide
eliminar la discriminación en el mercado laboral por motivos de género y
elaborar políticas de empleo que garanticen a las mujeres igual salario y
formación profesional que a los hombres. Plantea la necesidad de reforzar la
protección a la maternidad de todas las trabajadoras cualquiera que sea su
labor, inclusive al nivel de subcontratistas.
Oro en tenis de mesa
El
equipo de la categoría juvenil femenina, integrado por las seleccionadas
Edelwais Chajchalac, Alejandra Solares, María José Gómez y Andrea Estrada,
obtuvo medalla dorada para Guatemala en el X Campeonato de Tenis de Mesa
Centroamericano Juvenil y Sub-22 realizado el pasado mes.
Reporte de violencia
En
junio 25 mujeres fueron asesinadas, según reportes de cuatro medios escritos.
De ellas, 12 fueron muertas con arma de fuego y tres con instrumentos
punzantes, cuatro degolladas, una mutilada y dos asfixiadas. Otra murió tras
ser golpeada y ultrajada. En dos de los casos no se estableció la causa.
Fallecieron seis en accidentes viales y 40 resultaron heridas. Nueve fueron
lesionadas por impactos de bala. Desaparecieron dos, cuatro fueron golpeadas y
violadas, otras dos rescatadas de plagio y una apareció encadenada.
[índice]
Desde laCuerda manifestamos a la colega Sandra
Gómez,
de la Red de Mujeres Periodistas en Guatemala, nuestro pesar
por la trágica muerte de su hijo Isaías Edgar Emmanuel de León
Gómez,
de casi ocho años de edad, ocurrida el pasado 23 de junio.
Estamos contigo, Sandra.
Cuenta con nosotras y nuestra solidaridad.
[índice]
¿Cómo viven las mujeres su sexualidad?
Claudia
Navas Dangel, guatemalteca, periodista
Quizá
la pregunta es ¿la viven?, ¿la vivimos? ¿O sólo hacemos como que...? Intentar
investigar esto me dejó perpleja, aunque no debería, ya que imaginaba muchas de
las respuestas.
- Es usted sexualmente activa?
- ¡No,
soy señorita. No estoy casada!
- ¿Qué piensa de las relaciones
prematrimoniales?
- ¡Preferiría
no hablar de eso!
- ¡Nada!
A una casada le pregunto cada cuánto hacen el amor ella y su
esposo. Se ruboriza y luego responde: “A veces”.
- ¿Sabés lo que es un orgasmo?
- ¡Sí!
- ¿Qué es?
- ¡Es...!
- ¿Los tenés?
- ¡Sí...!
¡ja ja ja!
Estas preguntas hechas al azar a gente en la calle.
Por supuesto que no iba a interrogar a mi círculo de amigas; las
respuestas habrían sido totalmente opuestas, aunque no sé si del todo sinceras
porque, hablando claro, tener relaciones sexuales con regularidad, sin estar
casada o estándolo, o bien con distintas parejas, tampoco significa vivir una
sexualidad plena.
El hecho es que quizá la mayoría de mujeres y hombres en
Guatemala, y en muchas partes donde la sexualidad es un tema tabú -porque aún
lo es-, nos enfrentamos a ella de forma inconsciente, la confundimos con la
palabra “sexo” y pensamos que se limita a una simple actividad sexual, dejando
a un lado la palabra “satisfacción”, y ambas definiciones se encuentran en el
diccionario.
Como diría un amigo, en nuestro país se coge sin coger, todo el
mundo lo hace mucho, pero nadie lo acepta. Y por otro lado están los que
alardean de hacerlo, sin considerar que lo hacen tal cual y como se despiertan
cada mañana, van al baño o toman una cerveza.
La mayoría de mujeres no estamos del todo satisfechas después de
hacer el amor y nos quedamos calladas por conmiseración ajena o propia. He ahí
nuestra ignorancia. Actuamos mecánicamente pensando en hacer feliz a la otra
persona en una estúpida acción caritativa y nos olvidamos de lo más importante:
nosotras.
Entre preguntas y respuestas me di cuenta que no conocemos nuestro
sexo, y esto simple y sencillamente porque nos da vergüenza, nunca nos hablaron
de eso, nunca preguntamos. Toda nuestra cultura se limita a los artículos
-algunos buenos, no lo puedo negar- de Cosmopolitan,
pues la mayoría ni siquiera lo comenta con las amigas.
En resumen, somos parte de una sociedad miedosa, mentirosa y
además insatisfecha. La idea de este artículo era recabar datos y quizá números
sobre cómo viven su sexualidad las guatemaltecas, pero qué se puede decir ante
respuestas envueltas en risitas nerviosas o estrepitosas carcajadas. Como diría
una de mis amigas: “mal cogidas”. Ésa es la realidad de nuestra sexualidad, muy
chapina por cierto.
[índice]
Lucía
Escobar, laCuerda
Jugar
con nuestro cuerpo es algo instintivo; desde que somos pequeñas comenzamos a
explorarnos. Cuando éramos unas niñas quizá utilizábamos la esquinita de una
mesa para darnos placer. Y seguramente si nuestra madre o algún otro adulto nos
vio, gritó bien fuerte: “¡Shuca, no se toque ahí!” Eso quedó grabado en el
inconsciente de nosotras, tanto que ahora cuando una les pregunta a las amigas
si se masturban, la mayoría dice indignada: “Yo no, cómo vas a creer, chiss”.
A mí me da risa, y pienso en lo que se pierden. La masturbación es
una actividad normal, personal y privada que tiene muchísimas ventajas.
Estudios, análisis e investigaciones han revelado que, lejos de ser algo
despreciable, es fundamental para el aprendizaje de nuestra sexualidad, ya que
tonifica la estructura muscular genital y ayuda a conocer el propio
funcionamiento y a aprender a controlar y regular las sensaciones sexuales;
sobre todo, nos da autonomía sexual y personal. Esto último fundamental en esta
época de SIDA y otras infecciones de transmisión sexual.
Además, si una no es capaz de darse placer a sí misma, ¿quién
podrá hacerlo?
La culpa
¿Pelos
en la mano?, ¿mala reputación?, ¿eyaculación precoz? (en hombres), ¿pérdida de
la virginidad?, ¿expulsión del paraíso? La “mea culpa” es el primer impedimento
para gozar de una sesión de auto-conocimiento. Mujeres del mundo, no se
preocupen. Nuestro cuerpo es un regalo de Dios, Dios es sabio. Nunca nos
pondría nada que no sirva y menos un órgano que da tanto placer para que no lo
usemos. Sería ilógico y cruel. Así que relajaos y explorad...
Algunos tips para inexpertas
Primero
hay que estar en un lugar privado, en el que nos sintamos seguras de que nadie
puede entrar, ni oírnos.
A algunas mujeres se les facilita con cierto tipo de estimulación
exterior. Entiéndase: leyendo una historia erótica, viendo películas porno o
fantaseando con acostarse con Brad Pitt. Cada una irá encontrando lo que más le
agrada. Internet puede ser una fuente muy variada de ideas, algunas locas,
otras no tanto.
Una de las formas más populares es la llamada masturbación
hidráulica. No se asusten: consiste en el uso del H2O. Entiéndase: probar el
roce del chorrito. Si se tiene una de esas regaderas que se descuelgan,
maravilloso. Si no, probar con los chorros a presión de las piscinas (así muy
disimuladitas) o con el fabuloso bidet. Otra variante popular es sentarse sobre
la lavadora de ropa: la vibración de dicho aparato suele ser utilizada por
muchas mujeres para darse placer.
Algunas señoritas o señoras han sentido la necesidad de utilizar
un vibrador. En la única tienda en Guatemala (“Sex Shop”, frente al antiguo
Camino Real) ofrecen una variedad de tamaños y formas para todos los gustos.
Pero cuando el presupuesto no alcanza para estas superficialidades, el mundo
vegetal ofrece una gama más completa de instrumentos eficaces.
Recuerden siempre hacer las cosas con cariño e inteligencia. No
vaya ser la mala suerte y tengan que recurrir a los bomberos, como aquel sonado
caso de una muchachita de colegio respetable que tuvo que ser auxiliada por
quedarse trabada con una botella. Por eso, quizá nuestra mano, acompañada por
la imaginación, es la más recomendada.
[índice]
Andrea
Carrillo Samayoa, laCuerda
Si
alguien corre el riesgo de darse color, de una vez se avisa tomar las
precauciones necesarias para que no les vayan a agarrar con las manos en la
masa.
Como bien se sabe, ya cuando se tienen ganas siempre se encuentra
un lugar para quitárselas. Y aunque hay quienes cambian de color o ponen cara
de “yo no fui” cuando se habla de los placeres de la carne, con las hormonas
alborotadas puede más la calentura que los sentimientos de vergüenza y culpa.
El ingenio para estos casos abunda; no hay un horario establecido y, según las
circunstancias, el paradero es donde se pueda.
Consulté con mujeres y hombres acerca de los sitios que
frecuentan, utilizan o les gustan. Sus respuestas variaron según las
preferencias, obviamente placenteras, pero también por las posibilidades
económicas de cada quien.
Disfrutar sin gastar mucho
La
casa es una alternativa que brinda diferentes opciones: “cuartos, baño, cocina,
jardín, garaje, terraza, zaguán, la mesa y sillas del comedor y los sillones de
la sala”, coincidieron algunas de las respuestas. Por lo general, en la capital
no cobra importancia que sea en la vivienda de una u otra persona, pero en una
comunidad de Sololá esto tiene un significado determinante, según me contó una
amiga del lugar. “Si la familia del muchacho no quiere a la joven, las
relaciones las tienen en la casa de ella. Si por el contrario están contentos
con ella, entonces sí pueden ir al hogar de él”.
Hay quienes prefieren lugares abiertos, mayor vegetación y donde
se pueda respirar aire puro o ver las estrellas: “miradores, parques,
matorrales. Entre la milpa. El estacionamiento del mercado central. Cuando ya
es de noche, las calles del centro. Los parqueos de la U y los bosquecitos que
tiene. En la playa, el lago o alguna piscina”.
Como hay para todos los gustos, alguna gente se inclina por
espacios más cerrados y oscuros: el cine, salones de baile, baños públicos,
saunas, un elevador no muy concurrido; también billares, discotecas, bares,
oficinas y locales comerciales, barras “show” o salas de masaje. No me encontré
con ningún estudiante de educación media que respondiera que en su salón de
clase haya tenido este tipo de experiencia, pero sí supe que las aulas de las
universidades se utilizan frecuentemente.
Cuando se tiene y cuando no
La
situación económica determina el lugar donde se quiera o pueda tener un
encuentro sexual. Con dinero existe la posibilidad de elegir un sitio
placentero y cómodo; si no se cuenta con recursos hay dificultad y, aunque por
lo general se halla un rincón, no siempre es el mejor o el que se quisiera.
Hay casas donde cada quien tiene su propia habitación. En otras
viviendas, la familia entera duerme en el mismo cuarto y ahí “en cuanto haya un
tiempito se aprovecha; eso sí, sin hacer ruidos para que no se despierten los
patojos”, me dijo una señora.
Existen también diferencias para quienes pueden pagar un motel.
Las personas que tienen dinero entran en carro a estos lugares para no ser
vistas y hallan dormitorios con lechos en buen estado, sábanas limpias, baño
con agua caliente y televisión. Por un poco más de plata pueden decidir si
quieren espejos, “jacuzzi”, sauna, servicio de bar y restaurante. Para unos
está la alternativa de alquilar la “suite presidencial” en un hotel cinco estrellas
o dar un paseíto fuera de la capital. Una buena cantidad se inclina por visitar
la Antigua, Panajachel, Monte Rico o el Puerto de San José.
A gente con menores posibilidades económicas no le queda otra que
entrar caminando y, según la hora, con las camionetas estacionadas justo
enfrente, llenas de ojos atentos. Un cliente mencionó: “No dan ganas ni de
prender la luz. A las camas se les salen los resortes. Las sábanas se me hace
que no las lavan bien y a veces ni agua hay. Una vez hasta una cucaracha me
encontré”. La tele ni la mencionó.
Las prácticas sexuales varían según el contexto social, económico
y cultural en que se desenvuelven las personas. Para mucha gente pesan los
prejuicios, las normas y estereotipos conservadores que impiden disfrutar el placer
sexual como mejor le parezca.
Cuando no hay libertad se fomenta la clandestinidad, y si ya no se
aguantan las ganas siempre se ve dónde. Hay lugares secretos, públicos,
pagados, gratuitos, al aire libre, encerrados... Y los hay también algo
incómodos pero, como dijo una amiga, “cualquier espacio donde nazcan el deseo y
erotismo es bueno”.
[índice]
Josep-Vicent
Marqués, sociólogo español
Erotizar la vida.
Descentrar del coito el placer genital.
Reconstruir el coito como cópula.
Airear el sexo guardado en los genitales.
Honrar, sin embargo, tus genitales como
una parte aceptada de tu cuerpo aceptado.
Desdramatizar los asuntos sexuales sin
banalizarlos.
Aprender a jugar y aprender la
importancia del juego.
Hacer el amor siempre que al menos dos
personas quieran.
No hacer el amor cuando es otra cosa que
se quiere hacer.
Hacerlo siempre con, nunca contra.
Separar el sexo de la procreación, pero
también de la machada y la resignación, de la agresividad, la competencia o la
compensación de agravios.
Saber “técnicas sexuales”, pero haberlas
olvidado como se olvidan los libros que se aprenden bien.
No hacer de la masturbación un sucedáneo
del intercambio, no hacer del intercambio un sucedáneo de la masturbación.
Dinamitar la edad, el tiempo usurpado por
el patriarca.
Hacer en la cama un lugar al amor y a la
ternura.
Probar a hacer el amor para conocerse,
pero también probar a conocerse para hacer el amor.
Olvidar para siempre las inhibiciones,
los récords.
No ser indiferente al acostarse o no, sin
angustiarse por ello.
Inventar por el camino un nuevo lenguaje
para hablar de esto llanamente sin la alternancia de la pomposidad y el
chascarrillo.
[índice]
Carmen
Álvarez, guatemalteca
¿Cuántas
mujeres no andamos en la búsqueda de nuestro bienestar y nuestra felicidad? Sin
embargo, a veces transitamos por caminos muy complejos para llegar a ello,
cuando la mayoría de veces es un proceso simple y accesible a todas.
Hasta hace algunos años, siempre que hablé del placer y del
erotismo con mis amigas feministas, o simplemente con mis amigas, vivimos con
la ilusión que mucho de esto venía de estímulos de afuera. Pensábamos que el
día que encontráramos a nuestra pareja ideal tendríamos todo el placer añorado
y, más aún, se despertaría en nosotras esa amante tierna y apasionada.
Cuando hablé de placer con ellas, hablé de las delicias de los
sabores, los olores, los sonidos, las sensaciones y otros apetitos, y vaya si
no me gustan esos placeres. Poco sabía yo entonces que el erotismo no sólo
tenía que ver con la sexualidad en sí, sino con el éxtasis, como una
experiencia de la energía de todo el cuerpo, pero fundamentalmente de todo el
ser, donde se expresa nuestra confianza en nosotras mismas y donde vivimos la
experiencia de escuchar nuestros más profundos deseos, sin juzgarnos y sin
culpa.
En ese compartir nunca hablamos de que el erotismo tenía que ver
con una energía que alcanza el corazón y la mente, y que este placer es una
conjunción entre cuerpo y alma, que viene de un motor interno que nos impulsa a
buscar experiencias de paz y gozo. Eso significa que, ya sea solas o
acompañadas, podemos sacar nuestro erotismo para sentir el placer y el
bienestar, que no sólo implica liberar tensiones, reconocer todo nuestro cuerpo
y sentirnos satisfechas sino, sobre todo, que el corazón se abra y se exprese
con libertad.
Lamentablemente muchas veces las religiones y parte de nuestras
culturas reprimidas nos han dicho que éstos son temas prohibidos y hasta
sucios; nos llenaron de un montón de juicios morales y culpas que están
tremendamente arraigados en nosotras. Nunca nos inculcaron que el éxtasis es
tan natural como respirar, comer o descansar y que, aparte de ser una fuente de
salud, es un derecho fundamental de los seres humanos. Las mujeres, en
especial, a medida que van pasando los años renunciamos a este derecho que nos
permite un equilibrio físico, emocional y espiritual.
Compartir el amor y el éxtasis con alguien es maravilloso, pero no
olvidemos que estas experiencias serán mejores si recuperamos nuestro propio yo
en éxtasis cuando nos conectamos con nosotras mismas o hacemos el amor; es
decir, elevar nuestro nivel de conciencia acerca de nuestro ser -cuerpo,
corazón y mente- para unificar las propias energías experimentando el bienestar
y así despertar la amante que llevamos dentro.
Nunca es tarde. Hoy podemos empezar a mostrarnos que estamos vivas
y tenemos derecho a vivir el placer y el gozo. Podemos comenzar ahora dándonos apapacho,
un tiempo para nosotras en espacio donde nadie nos interrumpa, comer algo rico
con muchos colores, escuchar la música que nos gusta y bailar, poner un poco de
incienso, darnos un masaje en los pies y listas para el erotismo y el éxtasis.
Manos a la obra... ¡Nos lo merecemos!
[índice]
Compartiendo pensamientos e intimidades
Andrea
y Sandra
En
principio queremos decir que lo expuesto en este artículo será basado en
experiencias propias y no sobre el conocimiento de teorías. Tampoco debe
tomarse como generalidades, aunque quizás algunas compartan lo que aquí
escribimos. En ese sentido, es un intento de sistematización de la vida de dos
mujeres que nos hemos atrevido a amarnos como somos, a descubrirnos, pensarnos,
comunicarnos, compartirnos, gozarnos, desarrollar placeres y sentirnos libres.
La experiencia de relaciones amorosas entre dos mujeres, desde
nuestra experiencia, es algo que se va descubriendo, haciendo, definiendo,
viviendo y encontrando en la práctica. Normalmente, las que nos atrevemos a
aceptar que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestros sentimientos están
desarrollando amor hacia otra mujer no tenemos referentes, ni conocimientos de
lo que es y cómo se hace. Más que todo, nos encontramos con un hecho que -sabemos-
para la sociedad es pecaminoso, prohibido, anormal o enfermizo. Por tanto,
darnos la posibilidad de sentir, pensar, hacer y expresarnos es lo que nos
permite ser como una realidad normal, pese a que la vivimos junto a los miedos,
conflictos, clandestinajes, y enfrentándonos a cuestionamientos permanentes.
El erotismo entre mujeres va más allá de sentir orgasmos y del
deseo pasional de poseer un cuerpo o ser poseída por alguien. Para nosotras, es
un acto de encuentro, de compartirse, de sentirse, de vivir el placer de la
ternura, de la compañía, de la palabra, del silencio, del ser, del
descubrimiento, de la sonrisa, del reencuentro. Es encontrar la belleza fuera
de los estereotipos, es darte el chance de sentir sin miedo al “qué dirán”, de
expresarte con libertad total, de descubrirte contigo y junto a otra. Es la
posibilidad de amar a una mujer más allá de su cuerpo de mujer, de amarla a
ella en forma integral.
El erotismo puede también despertar la pasión, pero no como fuente
única de encuentro y expresión, sino como parte de una diversidad de formas de
decir lo que sientes y vivir el momento.
La ternura que puede expresarse a la luz de la luna, de una vela,
con un masaje, con crema o aceite en todo el cuerpo, con un abrazo largo, con
un descanso compartido, es la expresión de amor y respeto a un cuerpo que
siente y se expresa igual que el tuyo y que, como tú, quiere sentir y obtener
lo que necesita para estar bien. Este momento puede ser un encuentro espiritual
más allá de lo físico y de la razón.
El encuentro con otro cuerpo similar es la posibilidad de
descubrirnos en libertad y reconocernos no para otros sino para nosotras
mismas.
Sentir placer es el hecho más liberador que una mujer puede tener,
más aún si este placer lo has logrado a partir de liberarte, de ser tú y estar
con quien quieres amar, a pesar de lo que digan.
[índice]
Laura
E. Asturias, laCuerda
Gracias
a los estudios y análisis de numerosas feministas e investigadores, sabemos que
la formación del patriarcado tomó casi 2,500 años y se ha arraigado en todas
las instituciones de la sociedad: el matrimonio y la familia tradicional, el
Estado, las iglesias... De ello se desprende que no será tarea fácil desmontar
el aparato patriarcal y enmendar los profundos daños que por siglos ha
ocasionado a mujeres y hombres.
Este sistema ha creado un conjunto de valores, normas y roles
sociales que se nos asignan según el sexo con que nacemos. El patriarcado, que
por definición otorga más valor a los hombres y su mundo, convirtió a las
mujeres en un recurso tan funcional y productivo como la tierra misma.
Según Gerda Lerner,* la opresión y explotación económicas se basan
en el uso de la sexualidad femenina como mercancía y la apropiación de la fuerza
laboral y reproductiva de las mujeres por parte de los hombres, además de la
adquisición económica directa de recursos y personas.
Bajo la dominación patriarcal, la sexualidad femenina -entendida
como capacidades y servicios sexuales y reproductivos- se ha utilizado de
diversas maneras: las mujeres han sido intercambiadas o compradas para
matrimonios que benefician a su familia, esclavizadas para dar servicios
sexuales como parte de su trabajo, y también para la producción de hijos útiles
a la economía.
Colonizadas y controladas por otros de manera tan abrumadora y
prolongada, se nos impusieron patrones cuyo referente es la sexualidad
masculina: avasalladora, autoritaria, centrada en el placer de los hombres.
Así, no es extraño que hoy experimentemos restricciones psicológicas que nos
dificultan descubrir una sexualidad propia, libre de dictados patriarcales, y
escuchar nuestra voz interna.
Por otro lado, son preocupantes en estos tiempos los mandatos que
nos llegan desde el actual gobierno de los Estados Unidos, cuyo fundamentalismo
religioso pretende regresarnos a épocas en que vivíamos exclusivamente al
servicio de los maridos y el resto de la familia, y desvaloriza los múltiples
aportes productivos de las mujeres al obsesionarse con nuestras capacidades
reproductivas.
Ese fundamentalismo, que hoy condiciona los financiamientos para
ciertos programas relacionados con la salud sexual y reproductiva, está
llevando a reprimir el abordaje abierto de la sexualidad, las infecciones de
transmisión sexual y muchos otros asuntos que en nuestros tiempos son cruciales
también para la salud pública. Y es un fundamentalismo que encuentra eco
obediente en figuras locales, por lo general afluentes e influyentes afiliadas
al Opus Dei, que trabajan afanosamente por instaurar políticas públicas
orientadas a recortar los derechos que las mujeres hemos ido ganando sobre todo
desde el siglo pasado.
Rescatar el placer propio
Se
nos ha enseñado (aunque vamos descubriendo que esto es un mito) que los hombres
saben mejor que nosotras lo que necesitamos (ellos supuestamente “nos hacen
mujeres”). A través del mandato de la heterosexualidad obligatoria,
institucionalizada por el matrimonio y que privilegia una única forma de
sexualidad como fundamento social y legalmente válido para la vida familiar,
hemos aprendido que una relación sexual plena sólo es posible con un hombre,
aun cuando muchas más bien sienten (y reportan) insatisfacción sexual absoluta
con compañeros que no buscan más que su propio clímax.
En numerosos casos, lo que las mujeres queremos queda guardado a
oscuras en la mesita de noche, sin ser comunicado a quienes tendríamos que
informarles, toda vez que la relación “normal” a menudo proscribe que hablemos
de nuestros deseos sexuales, so pena de que un compañero dude de nuestra
“decencia”.
Tarde o temprano, a partir de nuestra propia conciencia y
sabiduría o por influencia de diversos medios hoy disponibles, nos percatamos
de cuánto más hay para nosotras en el ámbito sexual de lo que hasta ahora hemos
recibido, o de lo poco que nos hicieron creer que podíamos aspirar a tener.
Algunas, liberadas de la noción de que debemos esperar a que un
hombre “nos dé” un orgasmo, somos las artífices de nuestro propio placer. Hemos
caído en cuenta que el clítoris es el único órgano humano cuya sola función es
darnos deleite.
Conscientes de que el éxtasis no se limita a varios segundos de
total abandono (aun cuando podamos reproducirlos una y otra vez, literalmente
hasta el cansancio), nos apropiamos de un cuerpo con un sinfín de zonas a ser
exploradas, acariciadas por nuestras propias manos.
Comprendimos que ser conscientes y hablar francamente de lo que
queremos y necesitamos propicia relaciones amorosas más abiertas, equitativas,
sabrosas, las cuales buscamos tener con personas que sepan apreciar todas
nuestras dimensiones.
Muchas también deciden experimentar con otras mujeres sin tener
una identidad lésbica. Lo hacen sin culpa, para aprender y compartir vivencias
con quienes mejor conocen la sexualidad femenina.
Y, por cierto, no dejamos a gente sin conocimientos ni
sensibilidad el cuidado de nuestros cuerpos: buscamos profesionales capaces de
discutir con soltura las prácticas sexuales, métodos anticonceptivos y opciones
reproductivas.
Erotismo en esta era
La
epidemia del VIH/sida ha obligado, y no por ello en forma desagradable, a un
replanteamiento de las prácticas sexuales, dado que éstas, sin la debida
protección, pueden implicar riesgos considerables.
En sociedades represivas, la abstinencia suele ser la receta más
fácil en boca de quienes, con o sin presencia de virus mortales, buscan
reprimir la sexualidad ajena y continúan difundiendo falacias sobre la elevada
eficacia del condón.
Existe otra corriente que sí es sensible a las necesidades
normales de la gente y a su derecho de satisfacerlas. Además de educar sobre el
uso correcto y consistente del condón, y la abstinencia cuando es una
convicción propia, promueve prácticas seguras de tal manera que la actividad
sexual no implique riesgo de contraer infecciones (ni de embarazos no
deseados).
Según esta visión, se vale toda práctica erótica siempre y cuando
haya consentimiento mutuo y no se intercambien fluidos potencialmente
infectantes. Es decir que las cosas quedan a la creativa imaginación de quienes
se encuentran para disfrutar sus capacidades naturales y aprendidas.
Más allá de lo impuesto
La
sexualidad propia no es algo que deba dejarse al antojo o decisión de otro. A
estas alturas, muchas conocemos el costo que ello tuvo cuando la única
posibilidad era aceptar imposiciones ajenas. Hoy las mujeres podemos
apropiarnos de opciones más saludables, generosas.
Si hemos incursionado en un mundo dominado por hombres, rompiendo
esquemas que nos oprimen, sería hora de voltear la mirada hacia nosotras mismas
también para desterrar otros mandatos internos que aún erigen muros entre lo
que hoy somos y el vasto campo de deseos
íntimos aún inexplorados.
* Lerner, Gerda. «La creación del
patriarcado». Editorial Crítica. Barcelona, 1990.
[índice]
A las mayores sí nos gusta el sexo
Cecilia
Maza, abuela, lectora de laCuerda
Sin
mucho pensarlo acepté el reto de escribir sobre la sexualidad en las mujeres
mayores, y de repente me encuentro sin palabras para expresar lo que creo
pretenden que explique: ¿Cómo es la sexualidad a los 60 años? ¿Sentimos algo
las mujeres a esta edad? ¿Nos atrae el sexo?
¿La verdad? ¡Sí, por supuesto! (¿Por qué se cuestiona nuestra
sexualidad mientras nadie pone en duda la de los hombres a la misma edad?)
Recuerdo que hace muchos años -éramos jóvenes-, Eugenia Chacón y
yo hicimos una pregunta de esa guisa a la directora de la Escuela Dolores
Contreras del Águila, donde trabajábamos. Ella no emitió una sola palabra, pero
su mirada indignada y altiva fue más que elocuente. Por supuesto, no le gustó
la inquisición: el tema era tabú y no quiso aceptar lo que a no dudar sentía.
Es usual imaginar que una mujer de la tercera edad -o adulta
mayor, como ahora se dice- está sexualmente muerta. No es así. Sin consultar
estadísticas, Internet o al ginecólogo, me atrevo a decir que las de 60 años,
quizá ahora más que hace algún tiempo, disfrutamos nuestra sexualidad.
Las relaciones que inicialmente eran para complacer a la pareja se
vuelven autocomplacientes. ¿Por qué? No soy psicóloga ni sexóloga, pero mi
teoría empírica es la siguiente: Generalmente, cuando tenemos 50 años los hijos
ya no viven en casa, se han independizado y no dependen más de nosotras. Eso
crea una sensación de libertad y una relación más profunda con nuestra pareja;
sólo nos tenemos a nosotros mismos.
También puede ser acondicionamiento mental. Somos más maduras,
conocemos más de la naturaleza humana y nuestra propia sensualidad. Conocemos
nuestras zonas erógenas a la perfección, así como el funcionamiento de nuestros
órganos sexuales, y no tenemos inhibiciones. También puede ser que los tabúes
religiosos han disminuido; ya no sentimos miedo al castigo divino y el peso de
la iglesia es menor.
Hay otra razón, puramente física: la terapia de reemplazo hormonal,
que en cierta forma constituye un estímulo sexual. Y quizá una última razón,
que se me ocurrió leyendo “El Maestro de Petersburgo”, de J. M. Coetzee: la
edad. Al acercarnos al final de nuestra vida queremos vivirla a plenitud.
Veamos un párrafo del Nóbel: “...Los muslos de Anna Sergeyevna, de
la Ana Sergeyevna que él recuerda, son más esbeltos, más fuertes; hay algo que
parece decidido en su forma de aferrarlo, algo que él relaciona con el hecho de
que no sea una jovencita, sino una mujer madura, ávida. Madura plenamente, y
por tanto abierta (ésa es la palabra que se insinúa con insistencia) a la
muerte. Un cuerpo en sazón, listo para la experiencia, pues sabe que no por
siempre ha de vivir. Es un pensamiento excitante, pero también perturbador. A esos
muslos les da igual quién se encuentre apresado entre ellos...”
Bueno, tampoco dijimos ¡no!
[índice]
Cristina
Escobar, guatemalteca, psicóloga
Sé
que es un desperdicio que en estos tiempos no utilizo mi sonrisa vertical. La
horizontal, ésa si la uso, y últimamente mucho. Porque ahora suelo reírme de mí
misma, de la vida, de las tonteras que hago. Pero extraño reír con mi sonrisa
vertical.
En mi vida siempre ha existido una conexión muy fuerte entre esas
dos sonrisas. Ambas se abren cuando se divierten, las dos son más expresivas y
sinceras cuando se enamoran, las dos suelen ser influenciadas por la marihuana,
ya sea por ataques de risa que nunca acaban o por ganas de tener sexo sin
final.
Cuando la sonrisa horizontal se ríe, la vertical la sigue. Ambas
suelen cerrarse si algo les molesta o les duele. Las mías están muy
compenetradas, pues siempre que alguien me hace reír me enamoro de él. Cuando
ríe la de arriba, ríe la de abajo. Y si la de abajo está sintiendo mucho, la de
arriba la sigue y viceversa. Cuando hago el amor, aparece esa sonrisa de niña
en mis labios, esa sonrisa fresca y verdadera.
Nací en el año 69, el último de la década de los hippies, de la
libertad, del eslogan “hagamos el amor y no la guerra”, de la liberación
sexual. Heredé las ganas intensas de expresarme a través de mi sexualidad, pero
no la libertad de acostarme con todos sólo para manifestar mi derecho a
utilizar mi cuerpo. No critico, no juzgo ni tengo prejuicios hacia quienes sí
lo pueden hacer.
Una vez quise tener sexo solamente por tenerlo, pensando que ya
era hora que ejerciera ese derecho, que era demasiado trillado lo que la gente
dice: que las mujeres siempre confundimos sexo con amor. Quise demostrarme que
podía tener relaciones sin que existiera amor de por medio. Pero me salió el
tiro por la culata y me enamoré. Como mi cuerpo es más sabio que mis razones
intelectuales, mi olfato me advirtió desde antes que el olor de ese otro cuerpo
me recordaba algo conocido, que se parecía tanto al mío que apenas lo percibía,
y que se haría indispensable. Aun así creí esa vez que al fin había logrado
tener sexo sin amor. Qué ilusa fui, pues luego me di cuenta que había podido
tener sexo porque había amor.
Luego decidí que una mujer moderna, como yo creía ser, debía
lograr tener sólo sexo placentero. Y para borrar ese olor conocido lo intenté
de nuevo. Pero mi cuerpo tan necio y sabio me advirtió, desde antes que
empezáramos el “foreplay”,* que no iba a funcionar, y no funcionó. No logré
olvidar el otro olor, y al día siguiente amanecí sintiéndome sucia, pero no por
haberme acostado con alguien sin amor, sino porque no quise oír a mi cuerpo.
Amanecí con ese olor tan incompatible con el mío impregnado en las sábanas y
con ganas de vomitar porque no soportaba el olor del desamor.
Ahora me digo a mí misma que debo escuchar más a mi cuerpo, que
debo saber por mi olfato (aunque sea anticuado utilizar tácticas de los
cromagnon) con quién puedo hacer el amor. Porque, al fin y al cabo, los hombres
a quienes he amado y con los que he podido hacer el amor siempre me han
conquistado por hacerme reír con ambas sonrisas y porque su olor armoniza con
el mío, tanto que llega un momento en que ya no sé qué olor es del otro y cuál
es el mío.
* Juego sexual previo
[índice]
Erotismo e identidad en la cultura nacional
Aída
Toledo, guatemalteca, poeta
En
una reciente conversación surgieron algunos comentarios polémicos, acerca de
las formas que asume nuestra cultura al acercarse al erotismo. Nuestra cultura
posee rasgos híbridos que hemos ido afirmando al paso del tiempo. Hemos dejado
de creer en la pureza de la sangre como un valor, y nuestros prejuicios
sociales y religiosos, también heredados, empiezan a relajarse con cierta
moderación. Actualmente aceptamos ser ladinos, o tranquilamente podemos decir
que somos mayas o de origen maya, sin que esto constituya un riesgo social.
La conversación acerca del erotismo como componente identitario de
nuestra cultura parece ser parte de este proceso de crecimiento. Ya no nos
asustamos fácilmente si observamos en una galería de arte un cuadro en donde
encontramos cuerpos desnudos, y podemos asistir a una actividad de las artistas
del “performance” sin aplicar una censura severa, lo que habría sido totalmente
imposible durante los años sesenta o aun setenta. Los textos de “Poemas de la
izquierda erótica” (Ana María Rodas, 1973) son a veces celebrados en las
lecturas que su autora hace cuando es invitada especialmente para ese evento.
Lo cierto es que, mediante un proceso de aceptación de la
identidad, ha sido posible para algunos grupos iluminados ver más allá de lo
considerado pornográfico en el pasado. Los más recientes medios de comunicación
avanzada permiten, a la población que los consulta, enterarse de lo que está
sucediendo en otros lugares del mundo; de esta manera se hace más fácil
comprender que el mundo ha cambiado, que una instalación postmoderna,
construida con vello y sangre de la artista, está también construida mediante
una historia, que hay una narrativa adentro de estas imágenes, que tiene
distintos sentidos e intenta decir algo a quien la observa, esperando una
respuesta de quien asiste a verla. Los artistas en general abordan el erotismo
de diversas maneras, pero una central es retrabajar cuerpos sensualizados.
Ya los artistas de las vanguardias habían descubierto -en una
búsqueda de la identidad- la belleza de los cuerpos obscuros y morenos. Tarsila
de Amaral y otros dejan para la posteridad cuerpos voluptuosos, desbordados, en
donde se narra a través de ellos la historia del mestizaje. La literatura
nacional, cuya línea de desarrollo está interconectada con las búsquedas de la
vanguardia experimental latinoamericana, durante los años setenta ejecuta un
operativo lingüístico que realiza un corte o rompimiento dentro de la tradición
poética. Manuel José Arce y la Moira habían creado un sujeto lírico urbano,
cuyas preocupaciones son el inicio en este cambio de registro. Sin embargo, las
primeras publicaciones de estos escritores del setenta nos ofrecen sujetos
urbanos marginales, voces desencantadas, fuera de los centros de poder
cultural, donde uno de los motivos que comandará sus anécdotas poéticas gira
alrededor de la sexualidad, la sensualidad y el cuerpo desnudo. Son famosas las
anécdotas respecto a la aparición de los primeros libros y textos de estos
escritores. Tachados de pornográficos, se les orillará y alejará de los
círculos literarios oficiales, por no ser socialmente correctos. Sin embargo,
son ellos quienes abordaron lo erótico con amplitud desde sus primeros libros,
abriendo una nueva posibilidad en la escritura nacional, que abordaba
abiertamente temas considerados inapropiados dentro de la escritura creativa, y
donde inevitablemente aparecía lo erótico como un elemento subversivo para la
época.
A partir de estos libros y textos desperdigados en revistas de los
setentas, se inicia un proceso de despojamiento de la metáfora y entra a
funcionar un nuevo realismo poético, que trae consigo el tratamiento de una
eroticidad diversa y los coloca como los antecedentes inmediatos de nuevas
generaciones que abordan este tema como parte de una tradición y apertura
cultural.
[índice]
Claudia
Navas Dangel, laCuerda
Cuando
el cuerpo empieza a cambiar, la mente también lo hace. Hormonas y sueños se
mezclan en la oscuridad de un cuarto no compartido, en busca de una señal que
nos lleve a encontrar el amor. Pero ¿qué es el amor? Definirlo es difícil. Lo
que sí es muy fácil es confundirlo con el placer.
En este dilema existencial se encuentra Melissa P. La inicial es
por su apellido (Panarello); no tiene nada que ver con algún calificativo,
aunque quizá pueda ser un mensaje subliminal que la editorial o ella misma se
haya querido adjudicar, para llamar la atención de los lectores.
Melissa P. es la autora de «Los cien golpes», libro que causó gran
revuelo al ser publicado por descubrir el diario de una adolescente de 16 años
con mucha imaginación y atrevimiento y, sobre todo, con una necesidad enorme de
encontrarse a sí misma, búsqueda que la lleva a intentar hacerlo a través de
otros.
Con una gran carga sexual y emocional, este libro, tan sonado,
criticado, censurado y recomendado, no es más que uno bien mercadeado, cuyo
éxito radica en el morbo que nos mueve cada día. Quién no quiere saber qué le
pasa a la protagonista de «Los cien golpes» después de leer la tapa: “Melissa
P. describe sus encuentros sexuales, que empiezan con la acostumbrada decepción
frente al gatillo mediterráneo y terminan en orgías con desconocidos,
experiencias lésbicas y relaciones peligrosas”.
El diario de esta adolescente refleja, más que un avorazado
apetito sexual, una necesidad intensa de ser comprendida, de encontrar un sentimiento
mutuo, de vivir una ilusión real. Toda esa necesidad que ella relata se escapa
ante la enorme propaganda de que es objeto el texto y que lo lleva en poco
tiempo a una segunda edición, gracias a un proyecto de mercadeo más que por su
calidad literaria.
«Los cien golpes» tiene una carga sexual fuerte, tiene hermosas
frases, hasta poéticas, y un mensaje claro: el sexo. Desencadena pasiones, pero
no por él mismo ni lo que nos lleve a sentir, sino por lo mucho que hay que
aprender de él.
P., Melissa. «Los cien golpes». Editorial
Poliedro, Barcelona, 2003.
[índice]
Andrea
Aragón, guatemalteca, fotógrafa
Llegar
a la 69, claro está, es todo un orgasmo.
Pero
estoy segura que ha habido más o casi tanto gozo
en
la preparación y, no digamos, en todo el proceso.
El
resultado, la concepción de un medio único donde
se
pueden tocar, bastante a fondo, temas como el sexo.
Enhorabuena
a laCuerda en su número 69.
Esperamos
que con ésta, no acaben.
[índice]
De cómo reconocer un poema erótico y qué
hacer con él
Anabella
Acevedo, laCuerda
Oculta rosa palpitante
en el oscuro surco,
pozo de estremecida alegría
que incendia en un instante
el turbio curso de mi vida,
secreto siempre inviolado,
fecunda herida.
—Alaíde Foppa
Las palabras se deslizan
por la piel del poema, a veces suavemente, letra a letra acariciando los
espacios que encuentra, las texturas que se yerguen a su encuentro y que son
fundamento de su búsqueda. Otras, con movimientos que darían la impresión de
ser violentos e invadir territorios privados. Pero es el deseo lo que las
mueve.
Qué no daría
Por un poema tuyo
Que me roce
Me toque
Me lama y me consuma
Y me lleve
A donde nacen
Todos tus poemas
—Gabriela Gómez
La mano que escribe
sobre el cuerpo del papel sostiene firmemente la pluma entre sus manos, dejando
que sus dedos presionen las superficies apenas lo suficiente para conducirla
hacia los términos precisos, hacia los espacios justos. La tinta se derrama
sobre el papel y se vuelve creación. No se va tras lo obvio, aspira a la
sugerencia, a poder traducir las experiencias de lo sentido a través del poema.
Aspira a acercarlo -y acercarnos- a ese espacio íntimo del gozo.
Despertar en el paraíso
pero sin Adán
sola yo
reina
única dueña de mi ser
como debería ser
para soñar
y crearme
una imagen diferente
de mi serpiente.
—Margarita
Azurdia
¿Qué se puede hacer con
el poema más que dejar que la bañe lentamente a una, que el lenguaje haga suyos
los espacios que encuentra a su paso y nos recorra en un acto de conquista?
Poetas/amantes, conquistados y conquistadores. ¿Y nosotros? La complicidad nos
acerca y nos hace partícipes; es cuestión de apropiaciones y de aceptaciones.
También podemos apartar la mirada y, con ello, alejarnos del terreno de los
sentidos. Podemos ejercer el juego de las negaciones, aparentar la inexistencia
del cuerpo y de sus poderes. Pero, además, podemos caer en las trampas que nos
impone lo aceptado como “respetable”, “inofensivo”, “decente”, aunque el precio
sea alto y el placer ajeno.
Así el verbo el
inquisidor
El del deseo el
inquisidor
El de la piel erizada
El de los remordimientos
El de las manos suaves
El de los besos en la boca
en la nuca
en los pezones
Ese verbo adulador
—Aída Toledo
¡Ah! Pero las palabras
no dejan de nombrar presencias reales; si existen es porque confirman la
existencia de lo que nombran. Pero nosotras, nosotros, concedemos el sentido.
La “vagina” es algo real, es un término que no nos hemos inventado y su
geografía tiene vida propia. La mano que escribe un poema erótico puede también
hacerlo real con movimientos similares al de su escritura. La palabra “orgasmo”
aparece en todos los diccionarios, los que pueblan las bibliotecas de las
personas más serias y controladas, las de aquéllos que no saben de definiciones
y significados pero los han experimentado, las de las universidades y los
seminarios mayores. La palabra se encuentra en posesión de nuestro discurso y
puede florecer en un poema y, así, poseernos.
Habría sido sólo una pasión
si no existiera
ese velo de ternura reprimida que principia
a fluir
de mis ojos a tus ojos a mis ojos
cuando vientres y piernas
comparten con mis labios
el sabor de tu semen, entre amargo y salado.
—Ana María Rodas
¿Cómo reconocer un poema
erótico, después de todo?
[índice]
Laura
E. Asturias, laCuerda
¿Tus
encuentros sexuales se han convertido en algo similar a una ronda en la rueda de
Chicago, de la que luego sólo te queda el pelo alborotado y (con suerte) el
corazón corriéndote a mil? ¿O te aburrís como una ostra y contás los segundos
hasta que todo termina?
Bueno, pues manos a la obra. En adelante, no más esperar
pasivamente a que la otra persona se ponga las pilas. Mujeres y hombres podemos
hacer mucho para preparar el momento y darle un giro a una rutina que se haya
tornado agobiante.
Aunque sea difícil, tratá de no preocuparte demasiado de las lonjitas
del vientre, otras carnes flojas y las estrías que tres embarazos te dejaron. O
de esa cabeza medio calva que, según dicen, no les gusta a las mujeres. Aunque
los publicistas se obsesionen con una belleza que suele existir sólo en su
mente, tu pareja hará una de dos cosas: pasará por alto las huellas con que la
vida te ha marcado el cuerpo, o hasta le dará más confianza estar con una
persona normal. En todo caso apreciará mucho más las ganas que se le pongan al
momento. Ése es el fin: disfrutarlo.
El ambiente debe estar iluminado suave, tenue, amable. Por esto
habría que rescatar esas velas que sólo están llevando polvo en la sala.
Encender muchas alrededor es un afrodisíaco indudable, y si hay chimenea cerca,
cuánto mejor. A falta de candelas o una fogata, se sugiere una luz específica:
violeta para las mujeres y roja para los hombres, porque estos tonos estimulan
la actividad de sus glándulas sexuales.
No olvidar las fragancias. Los perfumes pueden alentar la
seducción (vaya si lo saben quienes los fabrican), pero no sólo los que resulta
imposible comprar. Hay unos muy exóticos y accesibles: sándalo, jazmín,
almizcle. Y si los perfumes no te mueven un pelo, probá los inciensos. Éstos
dan al ambiente un toque singular que parece transportarnos a tierras lejanas,
mágicas.
Imperdonable sería obviar la música. Habrá más armonía sexual si
nos envolvemos con melodías que estimulen los sentidos: un saxofón insinuante,
flautas y cítaras sinuosas, una quena nostálgica, suaves tambores, sonidos de
viento, del mar, de la selva... Bailar sensualmente es de pronóstico.
El valor de acompañar las caricias con otras delicias no debe
subestimarse. Nada muy sofisticado para comer, pero que no sea lo de siempre.
Si se puede, un buen vino u otra rica bebida, algún queso diferente. Cosas en
trocitos para compartirlas con los labios. Chocolate que se derrite al calor
del cuerpo. Atiborrarse de comida no conviene justo antes de entrar en materia,
menos en la noche; eso cansa, da sueño. Tampoco ingerir mucho alcohol (que puede
despertar las ganas pero en demasía limita el desempeño).
Las miradas y la respiración son importantísimas: nada como
adentrarte lenta y profundamente, a la luz de las velas o un fuego nutrido, en
los ojos de tu pareja para confirmar ahí sus intenciones (que ya deberían ser
obvias) y respirar según lo que ello te provoque, de modo que “oiga” qué está
pasando en ti. Se vale jadear.
Lo que ocurra después será cuestión de dos personas que saben por
qué están ahí y del tiempo que quieran regalarse. A su alcance, metros de piel
sensible, titilante, a la espera de lo que el encuentro pueda traer.
[índice]
Wendy
García Ortiz, guatemalteca, periodista
Es
extraño. Hace mucho tiempo que no me sentía fuera de lugar entre un grupo de
personas, mucho menos en mi propia familia.
Días atrás me reuní a almorzar con mis padres y hermanas después
de mucho tiempo de no hacerlo y en lugar de enterarnos cómo estaba cada cual,
la conversación giró en torno a los personajes de “Big Brother VIP” y “La
Academia”.
Incluso mi mamá, quien siempre se queja de no tener tiempo para
distraerse viendo televisión, estaba al tanto de los episodios, los personajes
y el futuro de los programas.
Nombres de desconocidos me entraban por una oreja y salían por la
otra. Mi cabeza giraba de acuerdo a la intervención de cada interlocutor y
mientras tanto mi tortilla con guacamol se desparramaba en el plato.
No podía creer que me sintiera desubicada dentro de mi propia
familia. Opté por tomarlo con humor y aprovechar para plantear preguntas, no
sólo para formar parte de la conversación sino también para enterarme o
encontrarle sentido a aquella discusión acalorada.
Que cuáles son los premios, que quién es esa Roxana de la que
tanto hablan, que cómo le va al chapín que está participando, que cuáles son
sus favoritos... Y todos se esmeraban en responder a mis dudas.
Sólo así logré integrarme y terminar mi almuerzo en paz. Agradezco
que durante la sobremesa los temas fueran menos banales y más constructivos,
aunque reconozco que eso de los “reality shows”* me resultó educativo.
Dos días después, también a la hora del almuerzo, caminaba junto a
dos amigos con quienes había iniciado una interesante conversación de cinéfilos
cuando, intempestivamente, de un tema se fueron a otro: “Big Brother VIP”.
No lo podía creer. Iniciaron la mismísima discusión. “Yo quiero
que gane la fulana”, “No, yo creo que queda el sutanito”, “Recordate que aquél
se portó mala onda...”
De nuevo mi cabeza giraba al compás de cada intervención y volví a
sentirme desubicada. A pesar de lo educativa que había resultado la anterior
discusión familiar, mis amigos comentaban ahora aspectos nuevos y mencionaban
nombres de personajes en programas pasados.
A estas alturas tenía que aceptarlo: la epidemia de los “reality
shows” ya había contagiado a mis seres queridos.
Después de estos incidentes, ocurridos entre personas que aprecio
y de quienes valoro sus comentarios, ya hasta cuestiono mi propia apreciación
del asunto.
Confieso que cuando inició la masiva promoción de estos programas,
intenté seguirles la pista, pero realmente me aburrieron. No puedo concluir ni
un episodio porque me paso criticándolo todo.
El exceso de marcas, la falta de naturalidad en los concursantes,
la cursilería de algunos, la supuesta tragedia de otros, la explotación de las
televisoras... No me la paso bien, en serio.
En algún momento pasó por mi mente hacer un nuevo esfuerzo por
sintonizarme con los demás y aprender a tolerar cada noche a estos personajes
tan famosos.
Pero no nos engañemos. Prefiero sentirme desubicada.
* Programas televisivos de supuestas
situaciones reales
[índice]
Del erotismo y otros asuntos mitológicos
Ramón
Urzúa Navas, guatemalteco, escritor
Existe
un subterfugio llamado «Kamasutra», hosanna en el sexo. Y quiero erigirle a la
India un monumento: ningún pueblo lejano puede crear impunemente tanto seductor
retumbo de los mantras, tanta lección de yoga pop, tanto orgasmo tántrico
siempre a punto de crujir -siempre a punto de volver- y, sobre todo, tanta
coalición de las gimnasias amatorias. El apuntador dice que debemos posar, y
posar bien. Se trata de poses, posiciones y posturas: el erotismo es la
ortopedia de los sexos. Declaro a todo lo demás una herejía.
Oh, sensualidad. Pocas cosas tan erógenas como “El éxtasis de
Santa Teresa”, alabado sea Bernini. Pero Bernini no fue Pigmalión, ya se mide,
por horror al Santo Oficio. ¿Qué dirían Sus Eminencias de ver a un escultor
agasajando a su producto? ¿Qué pensaría Su Santidad de contemplar al miserable
creador divirtiéndose con su criatura? Sería demasiado: los vocablos “Iglesia”
y “lascivia” mantienen de antiguo una pugna feroz (problema: ¿Cómo enterar de
la pugna a la clerecía de Boston y a sus diligentes colegas en ese racimo de
otras latitudes?). Y, sin embargo, de haber nacido en otro lugar, en otro
instante, quizá Bernini habría sido el tratadista más inteligente de ejercicios
corporales, verificados todos -se da por sentado- en la piel de la Doctora de la
Iglesia, cuerpo sacro de una nueva Galatea.
Vuelvo a Grecia. Eros, parto de Afrodita, tenía clarísimo eso de
andar haciendo esclavos y libertos por ahí. Acá un hijo de rey; allá, una
pastora, y acullá, tres ninfas de sus amores. Hijo taimado de taimada madre, a
Eros puede achacársele cualquier cosa menos negligencia en el oficio. Lo suyo
era el ataque alevoso, y ni San Sebastián contó tantas saetas. Después parece
que aquellos dioses oligarcas, los adoro, tan entrañablemente verosímiles,
causan un cierto pudor: he aquí a la Afrodita que era esposa legítima de
Hefestos -dios del fuego entre otras cosas-, y he allá a la Afrodita que fue
amante amantísima de Ares -dios de la guerra y camarada de la muerte-. Hijo
bígamo de Ares y Afrodita, Eros prueba entonces que es posible hacer la guerra
aun haciendo el amor (de donde intuyo el enorme peso que Laura Bush lleva en
sus hombros). Y Eros acaba cazando a Psique, princesa de Asia, pero a la postre
es Psique la cazadora de Eros. Moraleja: el alma busca siempre un coto de
erotismo.
Los griegos conocieron demasiado bien la invención del amorío.
Estaba la adhesión mujer-hombre, cuyo fruto era una raza de mortales. Había el
idilio diosa-dios, cuya prole moraba en el incesto y el Olimpo. Estaba el
“affaire” dios-mujer, cuyo fruto era una estirpe semidivina y vanidosa. Estaba
la aventura diosa-hombre, que acababa en desventura (caso Afrodita-Adonis).
Había el amor dios-ninfa, que terminaba en estado vegetal (Apolo-Dafne). Había
el deseo fogoso dios-hombre, que terminaba en apoteosis (caso Zeus-Ganímedes).
Había el caso del artista que caía locamente enamorado de su obra, como dicho
queda hace dos párrafos. Había “ménages-à-trois” con un desenlace de tragedia
(Apolo, Jacinto y Céfiro). Estaba Narciso, infaustamente enamorado de sí mismo
a contrapelo de las ninfas y de Támaris, primer hombre que dedicó poemas a un
individuo de su sexo. E incluso se tuvo la pasión mujer-animal, cuyo resultado
era monstruoso (Pasifae + Toro de Creta = Minotauro). El más sabio de todos fue
Tiresias: las mujeres tienen un goce sexual nueve veces mayor que el de los
hombres. Lo supo porque, en distintos tiempos, fue ambas cosas. Y en ambas
triunfó Eros.
[índice]
Lorena
Robles, guatemalteca
Cuando
me llamaron para preguntar si quería escribir un artículo y me informan sobre
el tema, me dio risa y miedo a la vez. Es ese miedo internalizado de hablar de
una misma, y más sobre lo que nos produce placer. Al final me decidí. Me costó
mucho saber por dónde empezar, ya que se me hace muy difícil escribir sobre
este tema que tiene sus especificidades y se hace tan extenso.
Cabe señalar que me produce muchísimo más placer una relación
igualitaria, sin opresión ni tener que fingir uno que otro orgasmo. Estoy en
una relación con otra mujer, lo que no significa que las que he tenido hombres
no me hayan producido placer, o que éste se centre sólo en la otra persona:
también disfruto el placer a solas.
Para mí es muy importante y además placentero crear las condiciones
y el preámbulo para ese momento, aunque confieso que hay ocasiones en que no da
tiempo.
Me gusta el tiempo de las caricias, roces, miradas sensuales,
provocadoras, que me invitan a adentrarme al placer... esos besos suaves
acompañados de susurros y palabras que me cosifican, pero que me encantan y
excitan. Me gusta que toque mis pechos, los chupe, los lama, los muerda... que
me toque toda a la vez, todo mi cuerpo, que lo recorra con sus manos, su
lengua... que me monte y sentir sus fluidos con los míos.
Me produce placer hacer el sexo oral, recorrer toda su vagina,
conocerla, explorarla, sentir, oler. Me gusta penetrarla, quedarme allí, sentir
toda su intensidad y, por supuesto, que me haga el sexo oral, sentirme
saboreada, que me chupe, que me lama, me mordisquee, meta su lengua en mi
vagina, que observe cada pliegue.
Me produce placer penetrarla, y que me penetre me hace viajar; me
adentro a su placer, a sus gemidos, a las formas de expresarse, de expresarme y
sentir. Sentir cómo poco a poco me dejo ir y siento ese venir, el orgasmo que
me es difícil lograr de esa manera, la forma en que me toca y logra
enloquecerme… que me toque y penetre y sus dedos estén llenos de mi flujo...
verla cómo los huele y lame y me los lleva a la boca...
Me produce muchísimo placer ver cómo nos masturbamos cada una,
cómo vamos provocando esa sensación de erotismo y deseo. Me encanta verla
masturbarse, me encanta masturbarme, explorarme, sentirme y dejarme ir en esa
aventura...
Me gustan los juegos eróticos, usar aparatos, inventar historias y
seguirlas dentro de ese juego provocador. Me gustan la creatividad y las
sorpresas en todo momento del erotismo.
Me produce mucho placer verla excitada, cómo se mueve, cómo va
creando historias, cómo se vuelve loca y me desviste lo mas rápido posible y
cómo nos envolvemos en ese éxtasis, en esa locura de pasión, de palabras, de
besos, gemidos...
[índice]
Ana
López Molina, guatemalteca
Tantas
veces he caminado sola, sola por las calles o sola por la vida. Pero jamás con
tanto miedo como ahora. ¿Tal vez es que soy paranoica? Me siento vigilada. Y me
debato entre la plena conciencia de eso que sabemos que existe -el mundo del
crimen que nos tiene tomada la medida a todos- y la idea de ser una persona más
que entre estos 11 millones no tiene por qué parecer importante para esos
tentáculos de terror. En verdad nunca cargo nada más valioso que mi vida, y sé
que tengo mucho qué perder.
Sin faltar un solo día, cuando salgo de mi casa y estoy cerrando
el portón, imagino que alguien, cañón apuntando a mi corazón, va a obligarme a
dejarle entrar en ese espacio sagrado -el único donde gozo de plena libertad
bajo doble llave en todas las puertas- que es mi hogar. Y va a querer registrar
todo lo que encuentre. Mis libros. Mis notas. Mi ropa interior.
Cuando camino, no sé qué es lo que más me enfurece: la idea de
llegar a mi destino sin mis cosas, la idea de que algún otro hombre-perro
piense que mi cuerpo es de dominio público, o la idea de ni siquiera llegar
adonde me dirijo.
Y siempre ando armada. “Quisiera ser mochila para tenerte
abrazadita”. Psssssssssst... sale el chorro de irritante spray de pimienta,
“law enforcement strength”.* O con ese estilo de saco de pana sobre camiseta de
algodón, muy seductor: “Qué niña más linda”. Psssssssst... de nuevo, el sable
rojo de la pimienta.
¿Podría envolverme en una nube picante? ¿Podría evitar que
cualquier persona se acerque menos de tres metros a mí?
Ya sé que no. Por eso ahora ando armada. Camino con el dedo en el
gatillo. Me bajo del carro con el arma cargada. Camino al banco con el arma
cargada. No salgo antes de quitar el seguro de mi arma cilíndrica.
¿Soy paranoica? ¿Estoy reproduciendo la violencia? ¿Realmente estoy
protegida con mi arma no-letal?
¿Qué me pasa? Cada semana se encuentra a una mujer muerta,
mutilada, ultrajada, tirada y en estado de descomposición en los barrios
peligrosos de la ciudad. Ahí donde quien manda es el “macho más macho” de la
mara “más gruesa”. Y habrá dios sabe cuántos asaltos diarios, los que se
denuncian y los que no. Y las instituciones estatales encargadas de resolver
“el enigma” delegan en investigadores sociales, privados, la Procuraduría de
Derechos Humanos (PDH) y demás, la búsqueda de la respuesta a preguntas que ya
retumban en los barrancos de la ciudad: ¿Por qué tantos asesinatos de mujeres?
¿Por qué tanta delincuencia?
Y como siempre, las respuestas que son evidentes, las que todos
podemos ver, oír, casi tocar, no pueden ser vistas por los ojos estatales. Ni
los gubernamentales. Ni los de la Policía Nacional Civil, el Ministerio Público
o la PDH. Aun cuando las respuestas nos embisten cada día y no podemos
obviarlas.
Mientras tanto, yo ahora ando armada.
* suficientemente potente para uso por
las fuerzas de seguridad
[índice]
Nos
sentimos muy complacidas de llegar al Décimo Aniversario de sueños y trabajo
compartidos entre muchísimas mujeres. Nacimos el 11 de mayo de 1994. En esa
fecha elegimos a nuestras primeras delegadas ante la Asamblea de la Sociedad
Civil, producto de las primeras negociaciones realizadas entre nosotras.
Las mujeres que han pasado por el Sector han sido tantas...
Tratamos de hacer la cuenta y el número sobrepasaba las 200 sólo entre
delegadas de organizaciones. No queremos nombrarlas por miedo a que nos falte
alguna.
Hoy unas son funcionarias públicas, otras tomaron la decisión de
dedicarse a sus vidas personales y apostarles a sus familias y negocios;
algunas cambiaron de opciones...
Y no nos referimos a las opciones políticas partidarias; también
hablamos de opciones de vida, de entregar y recibir amor de manera diferente,
de tratar de vivir la vida sin atropellos ni remolinos... sólo cuando nosotras
decidamos.
Algunas han incursionado en su vida espiritual, otras en la
intelectual o la profesional, y hay quienes siguen jalando la carreta de la
talacha organizativa y política.
Lo que sí es cierto es que la pasión sigue siendo parte de
nosotras, las que estamos y las que están en otras partes. La pasión por la
vida, por la felicidad, por la paz, eso es lo que nos mantiene con vida.
Desde fuera nos dicen que seguimos siendo las mismas, las de
“patria o muerte”... las populares, las radicales, las pleitistas; en fin, un
sinnúmero de cosas.
Otras nos dicen que no somos las mismas, que hemos cambiado para
bien o para mal. Decimos que no somos las mismas, es cierto, pero la
drasticidad y la definición son algo que nos mantiene.
Pasamos de la radicalidad cerrada a la radicalidad de
reconocimiento de la diversidad. Sin embargo, cada vez más deseamos ser un
espacio con una definición política clara: antimilitarista, antiimperialista,
antirracista y feminista.
Éste es el punto de llegada; el camino está siendo trazado.
Hemos recorrido senderos que nos han llevado a reconocernos como
personas integrales; no somos seres acabados, perfectas ni súper mujeres.
No tenemos la verdad absoluta. Consideramos que tenemos derecho a
opinar y fundamentar nuestras posiciones. Nos reconocemos como seres con muchas
necesidades y nos encontramos cotidianamente haciendo malabarismos entre ser
buenas amigas, políticas con ética, buenas madres, esposas, amantes...
Necesitamos afecto; también necesitamos aliadas: aquéllas que no
se definen sólo por el apapacho o el cariñito cuando andamos de bajón. Las
aliadas se distinguen porque nos aportan ideas, nos proporcionan herramientas,
nos confrontan con ideas y enriquecen con planteamientos y fundamentos.
Las mujeres vivimos en sociedad y no podemos extraernos de ella.
Nuestros procesos se vuelven largos y tenemos que regresar a cada rato para no
partirnos, para no dejar de ser madre si soy mujer; no dejar de ser mujer si
soy trabajadora; no dejar de ser maya o garífuna si soy mujer; no dejar de ser
amante si soy política. No queremos seguir partiendo en pedazos nuestra
identidad y nuestra esencia.
Estamos celebrando nuestro proceso y nuestros logros.
* Fragmentos de su pronunciamiento
[índice]
La
sede del Sector de Mujeres, ubicada en la Zona 1 de la ciudad capital, fue
allanada la noche del 24 de junio pasado. Del lugar fueron sustraídos un fax y
un identificador de llamadas.
Sandra Morán, representante del Sector, informó que ellas
adquirieron el identificador pues estaban recibiendo amenazas de muerte. Por
esto descartó que el móvil del allanamiento haya sido la delincuencia común y
afirmó que se trata de una “amenaza indirecta” por la continua labor del colectivo
en la denuncia de la impunidad y los asesinatos de mujeres en el país.
A la vez advirtió a los agresores que este tipo de intimidación no
logrará que el Sector deje de trabajar como lo ha hecho desde los tiempos del
conflicto armado.
laCuerda se suma al repudio de esta nueva agresión contra el
movimiento de mujeres de Guatemala.
[índice]
Laura
E. Asturias, laCuerda
Mujeres
organizadas y a título individual marcharon el pasado 29 de junio en la ciudad
capital para repudiar, una vez más, la creciente ola de asesinatos de
guatemaltecas.
De enero al 9 de junio de este año, la Policía Nacional Civil
(PNC) registró un total de 221 casos (en comparación con 188 en el mismo
periodo del 2003). Al cierre de esta edición, la cifra se aproxima a 250.
La marcha fue convocada por las organizadoras del foro
“Feminicidio en Guatemala: Las víctimas de una realidad oculta”, realizado el
25 de junio y patrocinado por la Red Interpartidaria de Mujeres, el Programa
Valores Democráticos y Gerencia Política (UPD/OEA) y el Programa Derechos de
las Mujeres del Centro de Acción Legal en Derechos Humanos.
Entre otras valiosas intervenciones, el Foro contó con la
participación de la mexicana Esther Chávez Cano, quien hace años empezó a
lanzar la voz de alarma sobre los numerosos asesinatos de mujeres en Ciudad
Juárez, donde dirige Casa Amiga, que atiende a víctimas de violencia doméstica
y sexual.
La activista, que califica la situación en Guatemala como un “holocausto
de género”, inició su exposición comentando: “Qué triste ser reconocida porque
en mi ciudad matan mujeres”. Reveló a la nutrida concurrencia los resultados de
su estudio de las muertes en aquella localidad mexicana, donde las víctimas
presentan características similares a las de guatemaltecas asesinadas: suelen
ser pobres, trabajadoras (sobre todo de la industria maquiladora) y atacadas
sexualmente por sus verdugos.
Y en la mayoría de los casos, “las muertas de Juárez” comparten
con las mujeres asesinadas en Guatemala la falta de voluntad, misoginia e
incapacidad casi generalizadas de las autoridades, cuyo discurso a menudo
culpabiliza a las víctimas por el simple hecho de salir a la calle y por ello
resultar muertas.
Además de la falta de investigación, interés y personal en las
instituciones estatales, como también de la comprobada participación de
policías en algunos asesinatos de mujeres, hay mucho qué señalarles a los
responsables de la seguridad pública. Una reciente investigación del Instituto
de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala revela que varias
mujeres han sido víctimas de violación sexual, detención ilegal, extorsión y
otros malos tratos por agentes de la PNC en comisarías donde fueron retenidas.
La marcha y otras actividades realizadas en junio en esta ciudad
son muestra del firme propósito de las guatemaltecas de lograr que las
autoridades y la sociedad en general despierten de su letal indiferencia e
inacción.
[índice]
Por los derechos de la diversidad sexual
laCuerda
La
Coordinadora Ciudadana de la Diversidad Sexual lanzó en junio una campaña para
dar a conocer, defender y promover los derechos humanos de las minorías
sexuales en Guatemala.
La campaña incluye ejes de acción a fin de contrarrestar el
maltrato, la discriminación y violencia contra lesbianas, homosexuales,
travestis y transgéneros, a quienes se les niega ejercer su identidad sexual y
por la misma son objeto de rechazo y burla.
Este frente de varias organizaciones tiene programado presentar
una propuesta de ley al Congreso de la República, cuyo contenido buscará que a
todas las personas, independientemente de su preferencia sexual, se les
garanticen sus derechos ciudadanos.
[índice]
Se siente bien perder el miedo
Jacqueline
Torres, guatemalteca, periodista
Durante
las protestas del pasado 8 de junio, unas cuatro mil personas de la Asociación
de Sololatecos Unidos para el Desarrollo Integral (ASUDI), integrante de
Plataforma Agraria, se congregaron en el kilómetro 148, en jurisdicción de
Sololá, bajo la dirección de las lideresas Imelda Estacuy López y Emiliana
Sancoy Mendoza.
Imelda está satisfecha, sensación que se refleja en la seguridad y
entusiasmo con que expresa su experiencia. “Lo que se logra con las
movilizaciones no se lograría de otra manera. Se fortalece la organización y la
participación de mujeres y hombres indígenas y campesinos”, resalta.
Una de sus mayores sorpresas aquel martes fue la participación de
mujeres. Debido a la exclusión y discriminación de que ellas son objeto, “pensé
que sólo llegarían hombres, pero hubo más asistencia de mujeres”. Esta
disposición de las sololatecas para luchar por sus demandas las coloca en una
posición vulnerable. Reciben muchas críticas de personas que les reclaman el
cuidado de sus familias, aseguran que aquél es trabajo de los hombres y ellas,
relata, “no deben pasar más allá de la cocina y el patio de su casa”.
El éxito de la jornada no fue casual. Imelda cuenta que luego de
recibir instrucciones, recomendaciones y materiales de apoyo de la comisión
política de Plataforma Agraria, delegaron responsabilidades con los líderes y
lideresas de las comunidades. “Le hicimos conciencia a la gente de la lucha,
porque era para todos y todas”.
La convocatoria dio frutos y, mientras duraba la manifestación, el
lazo de solidaridad entre asistentes se hizo más fuerte, al punto que no
dejaban de considerar la situación de las personas participantes.
“Intercambiamos experiencias y estuvimos pendientes de sus necesidades; por
ello se quedaron hasta el final y estaban dispuestas a regresar”, indica la
lideresa.
“Se siente bien perder el miedo a participar, para lograr hacer
algo en la vida. Ser mujer no significa que no se puedan hacer las cosas, pues
querer es poder”, enfatiza Imelda.
[índice]
La memoria: Cuna de identidad y resistencia
de las campesinas
Ana
López Molina, investigadora del Área de Estudios del Campesinado de AVANCSO
El
pasado tiene sentido porque se enlaza con el presente al recordar u olvidar. La
memoria se constituye en tal hasta que las huellas de los acontecimientos son
evocadas y ubicadas en un marco que les dé sentido. Muchas veces existe la
necesidad de pasar barreras constituidas por mecanismos de represión y el
desplazamiento que provoca distorsiones para acceder a esas huellas.
Otra expresión de la memoria es el silencio, que puede ser
producido por el miedo. Pero estos silencios en realidad son memorias que esperan
ser expresadas en el momento justo, o que no se quieren contar para no
transmitir sufrimiento a otros, o porque los otros no tienen la voluntad de
escuchar esos sufrimientos.
La memoria de lucha afecta la forma en que una mujer entiende y
articula su identidad de género y su identidad de mujer. La memoria de las
mujeres permite valorarlas y ver esa parte que ha sido excluida de la historia
oficial. Además rompe estereotipos formados alrededor de ellas, especialmente
de las rurales.
La memoria también influye en la identificación con una lucha de
clase, etnia, por la tierra, y la identidad como luchadora. Puede hacer
recobrar y fortalecer la confianza en una misma. No es sólo recordar, sino
darle un sentido a eso que se recuerda. La idea es recuperar las raíces, buscar
eso que se perdió, de donde parte la identidad y es lo que cohesiona como
grupo: aquello que dijeron e hicieron las abuelas y las madres de cada una de
nosotras.
El poder está constituido por relaciones sociales. Por eso falló
aquello de “tomar el poder”: el poder no es una cosa que puede pasar de unas
manos a otras. Haría falta construir poder, es decir, nuevas relaciones
sociales. Éstas tendrían que tener un lugar para las mujeres-sujeto. Que ellas
sintieran que su vida y actuación son importantes, que sintieran el derecho a
romper con las versiones oficiales de los hombres y se animaran a expresar la
suya propia.
Con la memoria se puede entender la resistencia cotidiana, que es
silenciosa y efectiva, y no solamente confrontativa o violenta. Recordar los
triunfos de mujeres y su participación en las luchas campesinas las visibiliza
como sujetos políticos. Ellas tienen que crearse (y creerse) sujetos. Y además
situarse como sujetos. Por el momento, están “sujetas”. ¿Cómo pasan de la
sujeción al protagonismo?
La memoria lleva a la construcción de una nueva forma de ser mujer
porque engloba lo cotidiano, el poder, lo que una mujer hace y deja de hacer,
lo que puede y no puede hacer. Recurrir a la memoria es también un acto de
rebeldía porque es eso precisamente lo que han pretendido quitarnos todo este
tiempo. Han querido quitarles la memoria a las mujeres campesinas con
genocidios y represión. Robarles la memoria es igual a quitarles la identidad y
despojarlas de su capacidad de luchar.
[índice]
Katia
Orantes, periodista guatemalteca residente en Barcelona, España
A
lo largo de la historia el erotismo ha dejado huella. Al respecto existen
legados de casi todas las épocas y culturas alrededor del mundo. En ésta, la
era del estrés y falta de tiempo, también tiene gran importancia, aunque para
la mayoría sigue siendo un lujo, para otras personas más que prohibido, o un
placer inalcanzable.
Ya en el arte rupestre se plasmaron sorprendentes imágenes de
rituales erótico-sexuales en cuevas e instrumentos. El mismo origen de la
palabra “erotismo” hace referencia a Eros, el dios griego del amor y, por ende,
de la vida. Es aquí de donde nace la gran pregunta: ¿por qué, entonces, nos
cuesta tanto hablar de este tema? Y más aún, ¿por qué nos negamos al placer de
las sensaciones?
La respuesta, casi seguramente, no es una casualidad, ya que es
Occidente, a través de enseñanzas cristianas, el que se ha encargado de
convertir los placeres del sexo en algo sucio y prohibido gracias al concepto
del pecado original, contrario a otras culturas y religiones para las que el
sexo es un regalo divino.
En la actualidad se vende la idea que Occidente es la
representación del mundo libre a todo nivel -pareciera que por llevar menos
ropa se tiene más placer- y se compadece a las “pobres musulmanas” con la idea
de que todas son víctimas del “mal” del Islam, que hoy afecta a todas las
esferas de la sociedad pero en el cual el placer no está prohibido a las
mujeres, a diferencia de lo que ocurre con las cristianas.
A pesar de intentar demostrar lo más oscuro del Islam y otras
religiones, cuando se refleja el erotismo en el arte, la televisión o el cine
actual parece indispensable hacer un viaje por Oriente, el “Kama Sutra”, el
baile del vientre, las miradas profundas y mujeres con mucha ropa pero
sugerente, para no caer en la pornografía, principal representación erótica de
Occidente que también está prohibida.
En la sociedad contemporánea, la pornografía es el lastre de
nuestra era y está totalmente separada del concepto de erotismo. La gran ironía
es que sin duda, cuando se recuerde esta época de la historia y se hable del
erotismo, se dirá con nombre de pornografía.
Cada quien con lo suyo
En
muchas culturas se tienen en cuenta los aspectos delicados de la naturaleza
humana. Una mirada es un acto de comunicación profunda, no un movimiento
gratuito de los ojos; todo se expresa a través de las miradas. En efecto, la
vista y el tacto están particularmente dispuestos para el erotismo.
Nadie puede negar la excitación que producen un escenario erótico,
el roce, lo prohibido, mirar, que te miren, las fantasías, los olores y
colores... A cada cual le pone algo distinto, pero en la mayoría de los casos
una fantasía vale más que mil mete-saca.
Charlando con mujeres
Como
resultado de una serie de entrevistas informales, al parecer para nosotras el
erotismo es mucho más importante que para los hombres.
Diana, de Colombia, dice que no hay nada como una cena romántica,
buscar ropa interior especial para la ocasión y preparar un escenario idílico
en el cual el color rojo dibuje cada rincón de la habitación. Anabell, de
Argentina, lo haría en un lugar donde alguien pudiera verles, y para ella sería
indispensable el sonido de fondo. Elena, que es sueca, prefiere la playa con un
amanecer de fondo, y a Laia, de Barcelona, no le importaría que hubiese más de
un hombre o una mujer.
Todas ellas son jóvenes. Al intentar hablar del tema con algunas de
diferentes países pero mayores, la mayoría dijo que no le gustaba hablar de
esas cosas.
También lo intenté con musulmanas. Fátima asegura que para ella la
vida sexual es muy importante y, aunque lleve un pañuelo en la cabeza, con su
marido todo está permitido.
Lo importante para ellos
Entrevisté
a varios hombres. Algunos siempre están hablando de sexo pero al querer
profundizar en este tema casi no han podido responder.
Para Javi, chileno, una mirada es su arma fundamental para conectar
y el juego de miradas forma parte de lo que vendrá después. Carlos, de
Valencia, dice que ahora que tiene más de 30 años empieza a ver a las mujeres
como personas, no como un medio para alcanzar el orgasmo. Asegura que hasta
hace poco era incapaz de verlas como amigas y prácticamente lo único que le
interesaba de ellas era el sexo.
Amel, dominicano de 19 años, comenta que lo esencial “es follar,
no importa cómo, dónde ni con quién; lo importante es hacerlo”. Alí, de
Marruecos, afirma que no tiene problemas y le gusta todo, aunque no da
importancia al lugar o a preparar el ambiente; eso sí, al final hay que
bañarse.
Razak dice que para los africanos el movimiento de caderas es como
un llamado al cortejo, indiferentemente de las dimensiones de éstas.
La mayoría coincide en que le gustaría estar con dos mujeres,
nunca con dos hombres. Les gusta la ropa interior sexy. Y ninguno mencionó la
importancia del placer de su pareja.
Decorar el placer
El
escritor mexicano Octavio Paz dice que el erotismo es un enriquecimiento del
acto sexual y de todo lo que lo rodea gracias a la cultura, gracias a la forma
estética. Lo erótico consiste en dotar al acto sexual de un decorado, de una
teatralidad para, sin escamotear el placer y el sexo, añadirle una dimensión artística.
En fin, el erotismo es una de las más típicas manifestaciones de
lo humano. En él juegan tanto el amor como la sexualidad, a través del disfrute
del placer de los sentidos. Se convierte en el equivalente de la música para un
melómano o del gourmet a la buena comida. Las fantasías eróticas son como soñar
despierto.
Y el erotismo es el perfume que emana del sexo...
[índice]
Movida departamental
El
Grupo de Mujeres Ixqik presentó los resultados de una investigación referida a
las migrantes radicadas en Petén. Ésta da a conocer las dificultades que ellas
viven por carecer de documentos: no tienen acceso a préstamos, a la propiedad
de la tierra ni vivienda; tampoco pueden abrir cuentas bancarias ni participar
en proyectos productivos, y si logran adquirir alguna propiedad deben
registrarla a nombre de su cónyuge.
El estudio demuestra que “ellas no existen por carecer de
documentos”. Cuando nacen sus descendientes, se ven obligadas a recurrir a
otras personas para que los inscriban en el registro de nacimientos, con lo
cual automáticamente pierden la matria potestad.
La mayoría de indocumentadas salió de su país con la idea de
buscar mejores fuentes de trabajo. Muchas iban a Estados Unidos, otras llegaron
a causa del conflicto armado en la década de los 80 y las menos porque se
casaron con guatemaltecos.
Aunque han querido nacionalizarse, les ha sido imposible porque
carecen de recursos económicos para hacerlo. En Petén no existe ninguna
instancia que les facilite el trámite y se ven obligadas a trasladarse a la
capital, lo que les ocasiona gastos, además de que Migración les impone multas
que resultan imposibles de pagar.
Este análisis fue difundido en una actividad de la Red de Mujeres
Periodistas, donde el Grupo Ixqik informó que proponen una ley temporal de
documentación personal para facilitar que las migrantes, sus hijas e hijos
legalicen su situación en Guatemala.
La
Asociación Femenina para el Desarrollo articula a 30 grupos de mujeres de nueve
municipios. Uno de sus programas incluye la formación de dirigentes,
planificación y organización social. Otro aborda temas referidos a la economía
rural, proyectos productivos, ahorro y créditos.
Amarilis Guamuch, integrante de esta agrupación, indicó que en las
capacitaciones incluyen la trilogía de leyes de los consejos de desarrollo:
comunitario, municipal y departamental. Explicó que el único requisito para
obtener préstamos es estar organizadas, la tasa de interés es de 2.5 por ciento
sobre saldos y los planes de pago son diferenciados (mensual, trimestral,
semestral y anual) según las capacidades de producción de cada grupo.
Elena
Supal, responsable de la Oficina Municipal de Atención Social y de la Mujer de
Livingston, expresó una especial bienvenida a la doctora Sonia Ortiz, quien
prestará servicios de salud a este municipio, el cual ha tenido gran dificultad
en recibir atención médica por su lejanía y obligado trayecto por mar.
Luego de la gestión efectuada por un comité pro salud, junto con
el alcalde municipal, ante la Brigada Cubana Médica en Izabal, fue posible que
llegara la doctora Ortiz, lo que causó gran alegría a la población de
Livingston, “especialmente a las mujeres”, indicó Elena Supal.
Para
Gabriela Orozco, del Canal 22 UHF de San Pedro, no hay que ser futbolistas para
poder ser porteras y atacadoras. “Nosotras sin tenis, uniforme ni balones,
usamos zapato bajo, pantalón de lona, libreta, agenda y micrófono para jugar
diariamente; es así como visualizamos nuestro trabajo periodístico en San
Marcos”, donde a diferencia de la ciudad capital, sólo dos mujeres ejercen esta
profesión en los medios televisivos.
En este departamento, como en el resto del país, el machismo entre
algunos periodistas provoca comentarios que agreden a las reporteras. Gabriela
Orozco explicó que para Hady Ardiano, de 23 años de edad, es común que sus
colegas hombres comenten “las viejas no saben reportear, se asustan”. Agrega
que más de un periodista le ha manifestado que las “mujeres ya quieren mandar y
sólo cuento son”.
Lejos de quedarse con tales comentarios, ellas se esfuerzan por
mejorar su capacidad profesional: “A través de nuestros pequeños espacios de dos
minutos, que tarda una nota, trasmitimos lo que muchos periodistas son
incapaces de ver. El hecho de ser mujeres nos enorgullece”.
[índice]
laCuerda
Hace
10 años en El Cairo, Egipto, durante la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo (CIPD), 179 países acordaron un Programa de Acción
orientado a mejorar sustancialmente la salud reproductiva de las personas, en
particular de mujeres y jóvenes. El plan contempla, entre otros puntos, educación
sexual, servicios de salud reproductiva y uso de métodos anticonceptivos,
incluidos los condones.
A finales de junio pasado, organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales representantes de 41 naciones, conformadas en su mayoría por
mujeres y jóvenes de ambos sexos, se reunieron en San Juan, Puerto Rico, en el
30º Periodo de Sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL). El objetivo: evaluar la implementación del Programa de Acción y
reafirmar la agenda de El Cairo.
Como de costumbre, Estados Unidos se condujo de manera prepotente
también en San Juan, coaccionando a otras delegaciones para que se adhirieran a
la postura ultraconservadora de la administración de George W. Bush. No son
extrañas tales presiones: se suman a otras que ejerce ese gobierno,
relacionadas con los supuestos “beneficios” de los tratados de libre comercio
para la región y con la ayuda al desarrollo proveniente de Washington.
En el caso particular de Guatemala, el presidente Óscar Berger
recibió una carta en la que el congresista republicano Christopher Smith le
“solicitaba” no apoyar el Programa de Acción de la CIPD.
Tras intensas negociaciones, la declaración final de la sesión de
CEPAL fue adoptada por los países participantes, subrayando la importancia de
la planificación familiar, los cuidados de salud y el desarrollo para las
personas más desfavorecidas del mundo. Estados Unidos se vio obligado a sumarse
al consenso para no quedar nuevamente aislado del resto de la región.
Es importante destacar una encuesta realizada por la organización
Católicas por el Derecho a Decidir, cuyos resultados fueron divulgados en el
marco de la reunión de la CEPAL. El estudio revela la amplia brecha existente
entre feligreses de la región latinoamericana y la jerarquía católica en
cuestiones de moral y salud reproductiva.
Pese a los esfuerzos de muchos obispos por imponer la retrógrada
agenda del Vaticano, la mayoría de personas católicas de América Latina quiere
tener acceso a la gama de métodos anticonceptivos (incluida la anticoncepción
de emergencia), espera que su iglesia se modernice y objeta que ésta se
inmiscuya en la elaboración de políticas públicas.
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