laCuerda Una mirada feminista de la realidad |
Año 4,
No. 42 Guatemala,
enero-febrero/2002 |
Editorial |
Otro mundo es posible |
Entrada |
|
La médula |
El mundo según Estados Unidos (Andrés Cabanas Díaz) Cuando ellos pelean, a nosotras nos va peor (Paula
del Cid) Secuelas del terrorismo de Estado (Luisa Fernanda
Rodríguez) El combate a la impunidad empieza en casa (Eleonora
Muralles) Nuestros aportes a la construcción de la paz (Wendy
Santa Cruz) |
Vida |
Heroínas Acción y reacción (Lucía Escobar) |
La paseante |
Imágenes entre la guerra y la paz (Rosina Cazali) En resistencia al olvido: La obra de Wilfreda
(Adelma Bercián) |
Esta boca es mía |
La paz, las mujeres y la tierra (Iduvina Hernández) A globalizar la resistencia (Adriana Hernández
Alarcón) |
Aquí y ahora |
Comunidad Nueva Cajolá: Las mujeres en la fiesta
(Myra Muralles) ¿Ellas en las fuerzas armadas? Ajuste de cuentas (María Eugenia Solís García) |
Campo pagado |
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Femina sapiens |
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Movida departamental |
Quetzaltenango: Reforma Cafetalera Quetzaltenango: Rompiendo barreras |
Movida capitalina |
El nuevo milenio es nuestro Colección Estudios de Género Periodistas reciben reconocimientos |
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Otro mundo es posible
Hay cosas que, en definitiva, distan mucho
de como nos las pintan aunque sea dulce la pildorita en que vienen envueltas.
Los acontecimientos a partir del fatídico 11 de septiembre en Estados Unidos,
incluido ese nuevo escándalo llamado Enrongate, continúan develando los
intereses mezquinos de las grandes potencias.
Ni es legítima la búsqueda de
la mentada "libertad perdurable" -no se puede hablar de ésta cuando
cualquier pueblo es susceptible a un lento exterminio bajo el pretexto de
eliminar unos cuantos terroristas-, ni es verdad que la globalización
transformaría, para bien, la calidad de vida en nuestros países: sólo ha
conseguido recrudecer la miseria entre la gente más pobre.
En Estados Unidos, la doble
moral del actual gobierno se luce a rayas y estrellas cuando su máximo
dirigente proclama un "día nacional por la santidad de la vida" e
insta a su pueblo a no creer que "algunas vidas son menos merecedoras de
protección que otras", mientras recorta millones de dólares para programas
de salud reproductiva en el mundo y sus comandos cumplen el profético
"daño colateral" lanzando misiles sobre la población civil afgana.
Esto último con la bendición de la OTAN, que recientemente celebró en Munich su
conferencia anual para diseñar una estrategia contra lo que sus integrantes
entienden como "terrorismo internacional".
Ante el empecinamiento de las
potencias en imponer en todo el planeta sus modelos de consumo, sus gustos y
disgustos, y en agudizar la sujeción a ellas de los países pobres, cobra fuerza
un movimiento global que día a día desenmascara las verdaderas intenciones de
los grandes del mundo.
El aguante tiene límite y,
frente a esas nada loables acciones, era sólo cuestión de tiempo que también la
rebeldía empezara a globalizarse. Se manifestó en forma contundente en Seattle
y Génova. Más recientemente su escenario fue el II Foro Social Mundial,
realizado en el brasileño Porto Alegre, donde de nuevo confluyeron movimientos
sociales que buscan soluciones auténticas a los estragos ocasionados por el
neoliberalismo. Allá se reafirmó la gente pacífica en su afán por que las
sociedades tengan como centro a los seres humanos y no a los poderes
económicos. Organizadoras del Foro instaron a cada participante a llevar
consigo símbolos representativos de paz en sus propias culturas, los cuales
fueron expuestos durante la clausura del evento.
Hace algunos días, varios
países se solidarizaron con el pueblo argentino sumándose al "cacerolazo
global", también con la amarga sospecha de que "nuestro pueblo será
el próximo".
En Guatemala continuamos
cerrando filas contra los desmanes del oficialismo, la arraigada corrupción y
la impunidad que caracteriza al sistema de aplicación de la ley. Sobresalen,
entre muchos, los esfuerzos para que los más importantes cuerpos de la justicia
estén conformados por personas éticas, firmes e inmunes a las coerciones del
partido gobernante y a su burdo intento de silenciar reclamos y desviar la
búsqueda de paz.
Sin ánimo de sucumbir al
pesimismo, visualizamos ya una carrera electoral marcada por los demagogos y
politiqueros de siempre, cuyos intereses son tan mezquinos en el plano nacional
como aquéllos de las potencias a nivel mundial. Desde laCuerda, tras las
aleccionadoras experiencias vividas en los últimos años, no podemos menos que
pedir a nuestro pueblo cordura para no seguir tropezando sobre esas mismas
piedras, y sabiduría a quienes tienen la responsabilidad de garantizar un
proceso apegado a la ley.
Dialogar, debatir, zanjar diferencias
respetándolas. Disentir, si cabe, sin agresiones. Continuar demandándole
transparencia al gobierno y una asignación de recursos congruente con las
necesidades de la población. Ejercer nuestro derecho a exigir una vida digna,
libre de violencia, como la merece todo ser humano. E insistir hasta el
cansancio en la desmilitarización, sin la cual no habrá alas para echar a volar
la paz.
Sólo una vigorosa y cuerda
participación ciudadana permitirá la concreción de nuestra democracia y, en
consecuencia, de ese otro mundo -humanizado y justo- que debe ser posible.
[índice]
Anamaría Cofiño
K., laCuerda
Cuando observamos lo que pasa a nuestro alrededor
y en el mundo, parece que en la lucha contra la violencia y la guerra las
mujeres estuviésemos solas o en franca minoría. A veces sentimos que aramos en
el mar o bailamos en la oscuridad. El ritmo y estilo que tiene la vida en este
tiempo no dejan ver todo lo que hacemos para evitar las confrontaciones, buscar
soluciones no violentas a los conflictos, erradicar la discriminación y el
racismo, exigir seguridad. De su lado, la industria y el mercado no se detienen
en su constante violación a los derechos de la humanidad.
Si revisamos los datos
estadísticos, encontramos que la mayoría de las mujeres en el mundo continúa
trabajando en áreas de beneficio social: maestras, médicas, enfermeras,
comadronas, prestadoras de servicios comunitarios, artistas e intelectuales,
luchadoras por los derechos humanos y la paz. Las fuentes muestran que siguen
siendo muy pocas las mujeres en puestos de decisión política o de poder. De 185
países, sólo 11 son encabezados por mujeres y en Naciones Unidas apenas hay
nueve embajadoras. Las más destacadas en estas áreas generalmente ocupan cargos
de menor relevancia en ministerios, secretarías o comisiones de turismo,
educación y cultura, por ejemplo. Algunas excepciones son la nueva ministra
chilena de la defensa, Michelle Bachelet, y la ecuatoriana Miriam Garcés, a
cargo de la seguridad ciudadana en Quito.
Podemos afirmar sin dudas que
no son mujeres quienes promueven las guerras, sino más bien quienes
consistentemente exigen que se solucionen y terminen. (Gracias al trabajo
tesonero de mujeres de diferentes países, se logró que el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas aprobara en el año 2000 la Resolución 1325, que llama a
la participación activa e igualitaria de las mujeres en la toma de decisiones
dentro de los procesos de paz.) Por supuesto, son ellas quienes ponen los
muertos, las que tienen que huir o son tomadas como botín.
Si vemos el caso de Colombia,
donde la guerra se está tratando de llevar por el rumbo de la negociación, las
propuestas de las mujeres no son debidamente puestas al descubierto, aunque
ellas lleven años movilizándose y trabajando por conseguir que su país salga de
ese enfrentamiento que ha desangrado a muchas generaciones. En Palestina e
Israel, las mujeres ven caer asesinados a sus hijos y hermanos y se sumen más
profundamente en una situación desesperante. Poco se sabe de la resistencia
pacífica de grupos como las Mujeres de Negro, de su deseo de paz, sus demandas,
anhelos y logros. En los conflictos armados, las mujeres no aparecen como agentes
activos, más bien son las que lloran y sufren las consecuencias de algo que no
buscaron, sobre lo cual no les pidieron opinión. Sin embargo, son mujeres
quienes cuestionan, denuncian y batallan contra el exterminio. Las
guatemaltecas insistieron en que los Acuerdos de Paz, firmados en 1996, tomaran
en consideración sus demandas, incluyendo varias de éstas en los diferentes
compromisos alcanzados.
Mujeres de todo el mundo luchan
contra el armamentismo y el militarismo, por la tolerancia y contra la discriminación,
a favor de una cultura de paz. Desde Armenia hasta Zimbabwe encontramos
personas y organizaciones que trabajan contra la guerra. Existe -por mencionar
una de las más conocidas- la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la
Libertad (WILPF) desde 1915, cuyas metas y principios son: reunir a mujeres de
diferentes creencias políticas y filosofías unidas en su determinación de
estudiar, dar a conocer y contribuir a abolir las causas y la legitimación de
la guerra; trabajar hacia la paz mundial, el desarme total y universal; por la
abolición de la violencia y la coerción en los escenarios de los conflictos y
su sustitución en cada caso de negociación y reconciliación; por el
fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas; por el continuo desarrollo e implementación
de leyes internacionales; por igualdad política y social, la equidad económica,
la cooperación entre los pueblos y un desarrollo ambientalmente sustentable.
A nivel del sistema de Naciones
Unidas se ha luchado por visibilizar las particularidades de género, obteniendo
logros como la mencionada resolución, gracias a la cual algunos procesos de paz
han incorporado mujeres a las mesas de negociación, como en el caso de
Afganistán, donde recientemente las mujeres fueron incluidas, aunque no en términos
igualitarios, en la reunión de Bonn. Hay iniciativas como la del Estatuto de
Roma para la creación de la Corte Penal Internacional donde, debido a la
presión del Caucus de Mujeres para la Justicia de Género, se han incluido temas
como las violaciones sexuales sistemáticas en las guerras que hoy son
consideradas como crímenes contra la humanidad.
Existen varios tratados y
convenios internacionales a los que podemos acceder para saber cuáles son los
compromisos que los Estados han adquirido y deben respetar. Son herramientas
que nos sirven para exigir su cumplimiento y con ello ir construyendo la paz y
seguridad que son el suelo apropiado para sembrar una vida digna.
Es reconfortante sentir que no
estamos solas. Somos millones compartiendo el sueño de transformar el mundo y
diseñar un nuevo orden más justo y solidario.
[índice]
laCuerda
Ley contra acoso sexual
La diputada Olga Camey de Noack, quien ya
en 1996 había promovido un anteproyecto de ley para crear la figura del
hostigamiento sexual en el trabajo y la docencia, presentó recientemente al
Congreso una nueva iniciativa para prevenir y sancionar esa lesiva conducta en
dichos ámbitos. En la misma se establecen las obligaciones del patrono en la
prevención del acoso sexual, las medidas a adoptar si éste ocurre y los
procedimientos judiciales para sancionarlo.
Otro caso de acoso sexual
Ana María Paniagua Mazariegos presentó una
denuncia por acoso sexual y amenazas de muerte contra Marco Tulio Abadío, Contralor
General de Cuentas de la Nación. La demandante asegura que se vio obligada a
renunciar al cargo que desempeñó por siete años, a partir del constante
hostigamiento del funcionario, quien el año pasado amenazó con su arma de fuego
a dos periodistas.
Más amenazas a activistas de
derechos humanos
Un alarmante aumento de amenazas,
hostigamientos y actos violentos contra defensores de derechos humanos,
dirigentes sindicales, jueces, fiscales y periodistas se registró durante el año
2001 en Guatemala, según un informe de la organización Human Rigths Watch.
MINUGUA documentó 171 casos de este tipo.
Muertes por violencia
En el primer mes de este año, más de 15
casos de mujeres víctimas de violencia han sido visibilizados. María Luz
Cárdenas Sánchez y Candelaria Chun Cap fueron asesinadas con arma de fuego.
Yolanda Carolina White, Lilian Jayte Barahona y Carmela Tiul Chun resultaron
gravemente heridas de bala. Ana María Consuelo Roche y Jennifer Virula Vázquez
fueron muertas con arma blanca. Ingrid Azucena Orozco, Magalí Villacorta y
Lesbia Antonia Girón fueron asesinadas por motivos que aún se desconocen. El
cadáver de una mujer de 28 años fue hallado en la zona 7.
Una menor de 16 años de edad
fue ultrajada en San Marcos por varios pandilleros que también asaltaron a su
familia.
Rosario Chin Sánchez fue
víctima de intento de secuestro junto a su esposo en Siquinalá, Escuintla,
luego de haber recibido amenazas de muerte. María Calel, Tomasa Morales y María
Lares Tian fueron atropelladas por un vehículo en Chichicastenango, Quiché.
Empresarias exitosas
Alrededor de 70 artesanas integran la
Asociación Unidas para Vivir Mejor, que ha colocado unos 130 productos típicos
en mercados de Estados Unidos y Canadá. Con sus utilidades sostienen dos
clínicas (dental y de salud) y un laboratorio. También cuentan con una
panadería y un centro de cuidado que atiende a más de una centena de infantes.
Asimismo, financia un programa de becas para niñas y niños, además de un
programa de orientación sobre lactancia materna.
Atleta destacada
Elsa Monterroso se convirtió nuevamente en
la campeona de la rama femenina de la maratón Max Tott en su LXV edición,
dedicada en esta oportunidad a la bolichista Sofía Granda. Monterroso. Obtuvo
un tiempo de 1:20:09 horas, aventajando por cinco minutos a la competidora que
logró la segunda posición.
Novedoso programa para
prevención del sida
El proyecto denominado Payaso, que
benefició el año pasado a miles de habitantes en Sololá, consiste en un
espectáculo de payasos que facilita elementos educativos sobre el VIH/sida en
idiomas mayas.
Esta novedosa iniciativa,
auspiciada por el Programa Nacional del Sida y el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo, se extenderá a 75 comunidades de otros departamentos.
[índice]
María Antonieta Rodríguez Leerayes (†)
Tuvimos el privilegio de conocerte,
Maky,
y te recordamos hoy como alguien que
compartió
lo mejor de sí misma. Extrañaremos
tu entusiasmo
y dinamismo, tus aportes. Quedamos con
el recuerdo de una mujer trabajadora, perseverante y luchadora. En nuestros
espacios tu huella es digna de seguir.
Desde laCuerda, un abrazo
solidario a la familia
y seres queridos de María
Antonieta.
[índice]
Andrés Cabanas Díaz,
periodista español radicado en Guatemala
"Los Estados Unidos parecen destinados a plagar
y
atormentar el continente en nombre de la
libertad".
—Simón Bolívar
Más amenazas que diálogo. Más intromisión
que respeto. Más garrote que zanahoria. La política exterior de Estados Unidos
se ha basado históricamente en la "diplomacia de la fuerza".
Desde 1890, Estados Unidos ha
llevado a cabo más de 100 intervenciones militares en 51 países (consultar
cuadro). La historia refleja constantes preocupantes: un promedio de casi una
intervención anual; ocupaciones prácticamente permanentes (Nicaragua,
1912-1933); expansión universal: intervención en al menos 15 países
latinoamericanos y otros 36 países de cuatro continentes, hasta la actualidad
(Afganistán, 2001).
El mundo, según Estados Unidos,
parece ser ese lugar donde se puede actuar y obrar por cualquier medio, para
asegurar "un ambiente favorable para la industria, el comercio, la
agroindustria y las instituciones financieras de Estados Unidos y crear y
mantener un orden internacional en el cual los intereses económicos de EUA
puedan prosperar" (Noam Chomsky). El abuso y el miedo para garantizar su
libertad.
Intervenciones militares de Estados Unidos desde
1890 |
||
1.
Argentina, 1890 2.
Chile, 1891 3.
Haití, 1891 4.
Hawai, 1893 (-?) 5.
Nicaragua, 1894 6.
China, 1894-95 7.
Corea, 1894-96 8.
Panamá, 1895 9.
Nicaragua, 1896 10.
China, 1898-1900 11.
Filipinas, 1898-1910(-?) 12.
Cuba, 1898-1902(-?) 13.
Puerto Rico, 1898(-?) 14.
Guam, 1898(-?) 15.
Nicaragua, 1898 16.
Samoa, 1899(-?) 17.
Nicaragua, 1899 18.
Panamá, 1901-14 19.
Honduras, 1903 20.
Rep. Dominicana, 1903-04 21.
Corea, 1904-05 22.
Cuba, 1906-09 23.
Nicaragua, 1907 24.
Honduras, 1907 25.
Panamá, 1908 26.
Nicaragua, 1910 27.
Honduras, 1911 28.
China, 1911-41 29.
Cuba, 1912 30.
Panamá, 19l2 31.
Honduras, 19l2 32.
Nicaragua, 1912-33 33.
México, 19l3 34.
Rep. Dominicana, 1914 35.
México, 1914-18 36.
Haití, 1914-34 37.
Rep. Dominicana, 1916-24 38.
Cuba, 1917-33 39.
Rusia, 1918-22 |
40.
Panamá, 1918-20 41.
Yugoslavia, 1919 42.
Honduras, 1919 43.
Guatemala, 1920 44.
Turquía, 1922 45.
China, 1922-27 46.
Honduras, 1924-25 47.
Panamá, 1925 48.
China, 1927-34 49.
El Salvador, 1932 50.
Irán, 1946 51.
Yugoslavia, 1946 52.
Uruguay, 1947 53.
Grecia, 1947-49 54.
China, 1948-49 55.
Alemania, 1948 56.
Filipinas, 1948-54 57.
Puerto rico, 1950 58.
Corea, 1950-53 59.
Irán, 1953 60.
Vietnam, 1954 61.
Guatemala, 1954 62.
Egipto, 1956 63.
Líbano, 1958 64.
Irak, 1958 65.
China, 1958 66.
Panamá, 1958 67.
Vietnam, 1960-75 68.
Cuba, 1961 69.
Alemania, 1961 70.
Cuba, 1962 71.
Laos, 1962 72.
Panamá, 1964 73.
Indonesia, 1965 74.
Rep. Dominicana, 1965-66 75.
Guatemala, 1966-67 76.
Camboya, 1969-75 77.
Omán, 1970 78.
Laos, 1971-73 |
79.
Chile, 1973 80.
Camboya, 1975 81.
Angola, 1976-92 82.
Irán, 1980 83.
Libia, 1981 84.
El Salvador, 1981-92 85.
Nicaragua, 1981-90 86.
Líbano, 1982-84 87.
Honduras, 1983-89 88.
Granada, 1983-84 89.
Irán, 1984 90.
Libia, 1986 91.
Bolivia, 1986 92.
Irán, 1987-88 93.
Libia, 1989 94.
Islas Vírgenes, 1989 95.
Filipinas, 1989 96.
Panamá, 1989-90 97.
Liberia, 1990 98.
Arabia Saudí, 1990-91 99. Irak, 1990-? 100. Kuwait, 1991 101. Somalia, 1992-94 102.
Yugoslavia, 1992-94 103.
Bosnia, 1993-95 104.
Haití, 1994-96 105.
Croacia, 1995 106.
Zaire, 1996-97 107.
Liberia, 1997 108.
Albania, 1997 109.
Sudán, 1998 110.
Afganistán, 1998 111.
Irak, 1998-? 112.
Yugoslavia, 1999-? 113.
Yemen, 2000 114.
Macedonia, 2001 115.
Afganistán, 2001 |
Fuente: Zoltan Grossman, "From
Wounded Knee to Afghanistan, A Century of US Military Interventions".
[índice]
Cuando
ellos pelean, a nosotras nos va peor
Paula Irene del Cid
Vargas, laCuerda
Se hace difícil imaginar los efectos de una
guerra en las mujeres cuando los medios a veces disfrazan esta palabra con
otras "light", con imágenes parecidas a los juegos pirotécnicos de
Pollo Campero y un discurso belicista velado que orienta hacia el
posicionamiento a favor de uno u otro, contribuye a una falsa percepción de
lejanía e intenta conducir, ciertamente con mucho éxito, al silencio y la
inacción. Todo ello inmerso en una cultura guerrerista que considera válido el
uso de la fuerza sobre los otros para resolver conflictos y acepta el ejercicio
de la violencia como estrategia para aumentar el poder político y económico.
En tal cultura, cuando los
hombres de un grupo recurren a esa vieja estrategia, a las mujeres nos va mal.
En medio de la confrontación, nosotras caemos en situaciones de desplazamiento
continuo, de refugio -con la consecuente pérdida de posesiones- y pobreza. De
hecho, son mujeres, niñas y niños quienes conforman el 80 por ciento de las
personas que se encuentran en situación de refugio o desplazamiento forzado.
Ya solas en el refugio,
generalmente se han roto los vínculos con seres queridos: durante el conflicto
armado en Guatemala, las mujeres perdieron al primero, segundo y tercer esposo.
Como parte de una táctica de
guerra, se nos considera blanco para agredir los contrincantes; somos
torturadas o violadas impunemente; se nos somete a prostitución forzada y
continua. Estas tácticas atraviesan el globo y la historia. Durante la Segunda
Guerra Mundial, el ejército japonés institucionalizó, a través de la instauración
de "casas de confort", la prostitución y esclavitud sexual de miles
de mujeres de los países ocupados. En la guerra de Yugoslavia, más de 20,000
mujeres fueron violadas. Y no es casual que Honduras, con la base militar
estadounidense en Palmerola, sea el país centroamericano con más personas
viviendo con VIH.
Cuando las armas callan, es
posible que acaben los hechos traumáticos, pero no las consecuencias que éstos
provocan, secuelas que pueden durar toda la vida y afectar hasta tres y cuatro
generaciones posteriores, especialmente en la modalidad que hemos experimentado
en los países latinoamericanos, donde la estrategia de terror como recurso de
control se institucionalizó, dicho sea de paso, con aval o apoyo directo del
gobierno de los Estados Unidos.
Empezando por las consecuencias
económicas, tal vez el daño más invisible y profundo ocurre a nivel
psicológico, ya sea por una experiencia traumática o porque el terror invadió
la vida cotidiana: desarraigo, depresiones continuas o manifestaciones varios años
después del trauma. Las agresiones sexuales provocan tanto lesiones físicas
como psicológicas; pesadillas, depresión, falta de concentración, trastornos
del sueño y la alimentación, así como problemas sexuales (temor al sexo,
dificultad para la excitación, pérdida de la capacidad de obtener placer
sexual). Más allá del trauma emocional, las mujeres enfrentamos embarazos no
deseados y el riesgo de adquirir una infección de transmisión sexual.
Generalmente, a la mujer que ha sido violada se la revictimiza al ser rechazada
por el valor conferido a la virginidad y la fidelidad.
Todas estas manifestaciones de
violencia específica contra las mujeres se encuentran respaldadas por un
sistema de relaciones que postula que los hombres son superiores a nosotras y en
el que se nos percibe como propiedad de ellos.
[índice]
Secuelas
del terrorismo de Estado
Luisa Fernanda
Rodríguez, guatemalteca, integrante de la Red de Mujeres Periodistas
Hablar de las secuelas del terrorismo de
Estado en la sociedad guatemalteca no es fácil. Años atrás, sobre este tema no
habría podido escribirse en un medio masivo. Hoy existen varias interrogantes:
¿Cuánto hemos avanzado? ¿Qué secuelas quedan? ¿Realmente ha desaparecido esta
forma de terrorismo?
Dos profesionales, una
guatemalteca y otra estadounidense, elaboran, basándose en su experiencia, un
balance de la situación actual del país con relación a este tema.
Claudia Samayoa, filósofa y
activista en derechos humanos, explica que es muy atrevido decir que
actualmente existe terrorismo de Estado. Algunas acciones gubernamentales
tienden a encaminar a esas políticas; ejemplo de ello es la militarización en
el área rural y en la capital, así como los 10 mil efectivos militares que
están ofreciendo seguridad a través de las fuerzas combinadas.
Otro ejemplo es el control que
tienen ahora los ex comisionados de las patrullas de autodefensa civil, quienes
mediante comités reciben fondos para el desarrollo local. Con esto siguen
ejerciendo control sobre la población. Las más afectadas por tales políticas
son las mujeres, ya que muchos de los que abusaron de ellas y las violaron
durante los años del conflicto armado están hoy de nuevo ejerciendo poder en
sus comunidades. "Las mujeres viven atemorizadas porque en cualquier
momento podrían repetirse las horribles injusticias que las han marcado de por
vida".
Susy Kent, quien labora en el
Centro de Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH) asesorando a 23 comunidades
de cuatro departamentos del altiplano, declara que "no me atrevería a
utilizar el término 'terrorismo de Estado', porque jurídicamente no
existe". Ella apoya a integrantes de la Asociación para la Justicia y
Reconciliación, quienes demandaron a militares de alto nivel -como Romeo Lucas-
por haber cometido crímenes de lesa humanidad.
La abogada estadounidense
explica que el concepto que se está utilizando es "crimen de lesa
humanidad", puesto que "terrorismo de Estado" no existe. Lo
identifican como un ataque del Estado contra una gran parte de la población que
incluye violación, exterminio y expulsión.
Se están dando muchos crímenes
pero no como en los años ochenta. Sin embargo, como secuelas de esa época,
entre la población persiste el temor. Por ello es muy difícil tener un panorama
completo de lo que ocurre, ya que las familias tienen miedo de denunciar.
Las mujeres se ven afectadas
porque se han acostumbrado a callar; además, el miedo de que se las
"victimice de nuevo" al hacer la denuncia las obliga a guardar
silencio.
"Por el trabajo con
víctimas de la guerra hemos conocido que la mayoría tiene problemas para
socializar, pues por muchos años no han querido compartir las experiencias de
la guerra. Especialmente entre mujeres que han sido abusadas sexualmente, la
mayoría no habla con sus familias de lo que sucedió y les cuesta mucho externar
sus sentimientos".
[índice]
El
combate a la impunidad empieza en casa
Eleonora Muralles,
guatemalteca, arquitecta e integrante de Familiares y Amigos contra la
Delincuencia y el Secuestro (FADS)
La solución de todos los conflictos en
Guatemala debe partir de una premisa colectiva: es necesario que todas y todos
tengamos la convicción de participar activamente. Se hace imperativo cambiar
radicalmente de actitud para participar, denunciar, aportar, proponer
soluciones en todos los ámbitos y principalmente para evolucionar hacia una
sociedad solidaria donde los demás también importen.
Cada persona debe aportar lo
suyo para que desaparezcan los problemas que nos afectan gravemente. Más
importante aún es unir esfuerzos para combatir la impunidad y la corrupción y
así fortalecer la construcción de la Paz.
Impunidad es una palabra que
encierra mucho dolor y coraje; la mayoría de familias guatemaltecas hemos
vivido más de algún evento que ha quedado en sus dominios porque la esperanza
de encontrar respuestas o apoyo en las dependencias de gobierno es casi, por no
decir completamente, nula. Así, la lucha por encontrar justicia -una palabra
etérea y casi utópica en nuestro país- se ha hecho cuesta arriba y solitaria.
Gracias a la valentía de mucha
gente, esa lucha es hoy una actividad que ha sumado esfuerzos de grupos y
personas que han iniciado procesos sólidos para romper con la impunidad.
Pese a que hasta ahora aún son
una minoría, que sus resultados no son cuantitativamente significativos y en
casos muy puntuales porque los obstáculos abundan, existen personas y
organizaciones que continúan en la lucha incansable de quebrantar y extinguir
el concepto absoluto de impunidad. El caso de Myrna Mack ejemplifica esta
difícil travesía.
Para que este flagelo deje de
existir, debemos fortalecer el Estado de Derecho, exigir que se respeten las
leyes, trabajar por fortalecer las instituciones que tienen que ver con la
aplicación de justicia, lograr que los cargos importantes sean ocupados por
funcionarios honestos y comprometidos con Guatemala y no con un partido o
sector, para que se aplique la ley sin privilegios y la justicia llegue a cada
rincón del país. Todo esto será posible sólo cuando todas y todos cambiemos de
actitud. En tanto exista impunidad no alcanzaremos la verdadera paz.
La corrupción también es un
flagelo que aumenta cada día y actualmente ha alcanzado niveles altísimos.
Lamentablemente para Guatemala, funcionarios de gobierno, trabajadores del Estado
y la sociedad en general hemos contribuido a que este gigante avance y haya
copado a nuestro país: unos por participar directamente en el hecho y otros por
callar y hacernos de la vista gorda, lo cual nos convierte en cómplices.
A diario nos enteramos de actos
de corrupción dentro de alguna institución estatal, advertencia de que se ha
institucionalizado con el aval del gobierno y eso facilita que los funcionarios
se vuelvan millonarios con dinero que no les pertenece.
Es entonces que la corrupción se
convierte en un crimen que atenta contra los derechos humanos básicos, pues
cuando el Estado deja de invertir en los renglones necesarios para lograr el
desarrollo del país, se está condenando a muerte a niñas y niños, a mujeres,
hombres y personas ancianas, mientras el dinero que debería destinarse a
atención médica y otros servicios básicos queda en los bolsillos de unos
cuantos corruptos que privan a la mayoría de una vida digna.
La corrupción contribuye a la
escasez de justicia y educación, de seguridad, de todo. No podemos pasar por
alto que nuevos tipos de violencia y abusos, así como estrategias denigrantes
que ahogan los esfuerzos por edificar la paz, se nutren de la corrupción y la
impunidad. Ese simple hecho nos obliga a unir nuestras voces y acciones a las
de quienes ya se han comprometido para erradicar estos males.
[índice]
Nuestros
aportes a la construcción de la paz
Wendy Santa Cruz,
laCuerda
Mujeres organizadas en nuestros propios espacios
nos esforzamos día a día por aportar a la construcción de esa paz que
anhelamos, pues creemos que no se puede hablar de paz si en esta sociedad se
excluye a la mitad de la población. Nuestras experiencias son muy diversas y
esto nos ha permitido actuar en diferentes campos de la vida nacional. A
continuación algunas de nuestras luchas cotidianas.
Contra la violencia
La mayoría de organizaciones de mujeres
trabaja dentro de sus proyectos el eje de la violencia, ya que es uno de los
principales problemas que afrontamos las guatemaltecas. La población femenina
en general no está consciente del nivel de agresiones que viven en su hogar,
centro de estudio, lugar de trabajo y en la calle, porque han sido educadas en
un patrón de conducta en el que este comportamiento violento ha sido
socialmente aceptado y visto como natural.
Los grupos de mujeres, con su
trabajo de años, están contribuyendo a analizar la problemática en talleres,
charlas, capacitaciones y campañas de información entre personas de ambos sexos.
Ahora nos animamos a discutir y
denunciar estos atropellos. Hemos llegado a la conclusión que no podemos hablar
de paz si existe tanta inseguridad en nuestro entorno. En esto concuerdan
Candelaria Montejo Silvestre y María Guadalupe García, de la Asociación Mamá
Maquín, quienes actualmente trabajan en proyectos de este tipo en 11
comunidades distribuidas en los departamentos de Huehuetenango, Quiché, Petén y
Escuintla.
La paz debe empezar desde la
familia y la comunidad. También implica que haya trabajo y tierra para las
mujeres, además de opciones para la participación. Valorar nuestras
capacidades, defender nuestros derechos y hacer conciencia entre los hombres
que deben tomarnos en cuenta, son aportes a la construcción de la paz,
concluyeron.
Incidencia
Otras agrupaciones se han propuesto
participar a través de proyectos de incidencia. Luchan por el establecimiento
de estructuras que tengan fuerza social como movimiento, con el objetivo de
encaminarlo como sujeto político. En la actualidad existen varios frentes que
integran su acción política en fechas especiales para las mujeres. Las
Coordinadoras 8 de Marzo, 28 de Mayo y 25 de Noviembre unifican esfuerzos en
torno al Día Internacional de la Mujer, el Día de Acción Mundial por la Salud
Integral de las Mujeres y el Día de la No Violencia.
Además realizan procesos de
negociación con el gobierno a fin de presentar iniciativas de políticas
públicas. Otras promueven los derechos políticos y ciudadanos de las mujeres.
También buscan incidir mediante acciones de vigilancia y auditoría social.
"La construcción de la paz
no incluye solamente la equidad económica y política", expresó Luz Méndez,
de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG). "También incluye la
equidad de género, que debe basarse en la participación equitativa de las
mujeres en todos los espacios y en el respeto a sus derechos".
"Nosotras contribuimos
diariamente a la construcción de la paz pues promovemos acciones desde nuestras
comunidades, asegurando la participación de las mujeres y su acceso a la toma
de decisiones en lo político, así como el desarrollo de actividades productivas
dentro de un marco de igualdad y democracia", aseguró Rosa Carlota Juárez,
de la Asociación Madre Tierra.
Desde la academia
Algunas instancias organizativas se han
especializado en el área académica y de investigación. Se dedican a desarrollar
cursos de género y desarrollo, tanto a nivel de diplomado como de postgrado.
Promueven la realización de talleres, encuentros y congresos a nivel nacional e
internacional.
A través de cursos
especializados se han formado profesionales en filosofía feminista y/o teoría
de género, quienes han asumido cargos en organismos de cooperación
internacional, organizaciones no gubernamentales e instituciones estatales
desde donde pueden apoyar procesos de desarrollo y atención a las demandas de
las guatemaltecas.
"Las organizaciones de
mujeres siempre hemos trabajado en la construcción de la paz", opinó Mayte
Rodríguez, de la Fundación Guatemala. "Es lo que buscamos a través de cada
acción que realizamos con perspectiva de género, porque vamos definiendo
paradigmas y estrategias de abordaje, apoyando procesos locales en los que
tratamos de encontrar la equidad y justicia, para que algún día podamos
establecer la democracia genérica".
Movimiento internacional
El trabajo de las guatemaltecas no se
limita al ámbito nacional. Han incursionado en procesos de acompañamiento y
apoyo a iniciativas del movimiento ciudadano de las mujeres en países que se encuentran
en negociaciones de paz. Ellas han compartido su experiencia en Burundi y
Colombia.
Es necesario destacar que hasta
la fecha nuestro país es el único en el cual se ha logrado incorporar la
temática de las mujeres en los Acuerdos de Paz. Esto, gracias a la destacada
participación de algunas guatemaltecas, si bien en tiempos de las negociaciones
el movimiento estaba en una etapa muy incipiente de su desarrollo.
Por otra parte, ellas se han
incorporado a redes mundiales que tienen la finalidad de contribuir al trabajo
de reconstrucción de países afectados por la guerra, en la promoción del acceso
de las mujeres a la tenencia y propiedad de la tierra y en otras acciones.
Entre éstas sobresale la participación en foros internacionales en los que sus grupos
han ganado un carácter consultivo ante la Organización de las Naciones Unidas.
Resumiendo
Aunque es desalentador el panorama político
y económico a nivel nacional e internacional, las mujeres seguimos luchando.
Son muchas las acciones que emanan de nuestras agrupaciones, tales como los
procesos de comunicación, que contribuyen a la construcción de la paz.
Por último, cabe resaltar una
de las reflexiones expresadas por varias entrevistadas: el agotamiento de los
modelos actuales es más que obvio y tal vez sea necesario que nos pongamos
trabajar en procesos con miras a la construcción de otros que replanteen nuevas
formas de relación.
[índice]
laCuerda
Mujeres extraordinarias que han jugado
papeles estelares en los capítulos históricos de sus tiempos; mujeres que han
dado lo mejor de sí y sus vidas por el prójimo y por causas humanitarias.
Personajes legendarios que se incorporan al "santoral" feminista para
estimular a otras a seguir en sus luchas cotidianas. Eso son las heroínas.
Echadas de lado por las historias oficiales, aparecen ahora con más fuerza y
presencia, abren posibilidades a las contemporáneas, dándonos inspiración.
¿Por quién empezar? En estos
lares regionales contamos con varias, montones de ellas, que indudablemente
constituyen pilares de nuestro imaginario combativo. Helen Mack, una fortaleza
erigida contra la impunidad que ha doblegado a Guatemala. La mexicana Digna
Ochoa, defensora de los derechos humanos, asesinada recientemente en su país.
De Nicaragua, Dora María Téllez, combatiente por la Revolución Sandinista; en
El Salvador, Leticia Herrera; de Honduras y Costa Rica, las libertarias
Visitación Padilla y Pancha Carrasco. La lista sería inmensa si apuntáramos a
todas aquéllas que han puesto sus granos de arena por transformar sociedades y
situaciones injustas, por exigir libertad para sus pueblos.
En todo el mundo, desde la
antigüedad hasta ahora, encontramos mujeres entregadas a luchar por el
bienestar universal. En campos que van desde las letras y las artes hasta la
conservación ambiental, pasando por la política, las religiones y la ciencia.
En Europa están, por mencionar algunas, la Reina Isabel I, quien destacó por su
apoyo a la cultura y las artes de Inglaterra en el siglo XVI. Olympe de Gouges,
revolucionaria francesa que en 1791 redactó la "Declaración de los
Derechos de la Mujer y la Ciudadana", en la que exigía plena igualdad.
Siguen los nombres: Rosa Luxemburgo, activista y teórica socialista polaca
ejecutada por sus luchas en las trincheras de la resistencia contra la guerra y
la explotación. Dolores Ibárruri, La Pasionaria, icono de la lucha republicana
española. Las sufragistas, iniciadoras de los movimientos que exigieron y
lograron que las mujeres adquirieran el derecho a votar: Emmeline Pankhurst,
quien junto a sus hijas, Christabelle y Estelle, encabezó el movimiento
sufragista en Inglaterra, y Elizabeth Cady Stanton, feminista norteamericana
que convocó en 1848 a la primera Convención sobre Derechos de la Mujer,
celebrada en Seneca Falls, Nueva York.
Más recientemente, en 1931,
Jane Addams fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, por sus actividades
pacifistas durante la Primera Guerra Mundial. Fue fundadora de la Liga
Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF). En 1976, Mairead
Corrigan (católica) y Betty Williams (protestante), ambas de Irlanda del Norte,
recibieron el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a sus aportes en favor
de la paz y reconciliación en su país. Este mismo galardón le ha sido entregado
a Aung San Suu Kyi, lideresa del movimiento democrático de Birmania, hoy
Mianmar, quien ha sido militante de la no violencia. El gobierno de su país la
ha mantenido en prisión y obligada al exilio. Su labor en pro de la paz y la
justicia fue reconocida en 1991 con el Premio Nobel.
Para finalizar, mencionamos a
Rigoberta Menchú, guatemalteca quiché apreciada internacionalmente por su
trabajo en favor de los pueblos indígenas, quien vivió en carne propia la
represión y las masacres que el ejército entabló contra la población civil en
los años 80 y quien recibió el Premio Nobel de la Paz en 1992. Con mujeres como
ellas, el mundo tiene esperanzas de cambiar.
[índice]
Lucía Escobar,
laCuerda
El ser humano ha demostrado a lo largo de
la historia una increíble capacidad para cometer las crueldades más
inimaginables, al mismo tiempo que ha realizado grandes actos de amor y
solidaridad.
Somos seres extraños. Puro y
deformado reflejo del universo. Orden y caos. Odio y amor. Demonios y ángeles.
Todo al mismo tiempo, en un mismo individuo y en todo lo conocido. Así que para
entender las guerras del mundo, hay que conocer las luchas internas de nuestra
alma.
Como buena hija de mi tiempo y
de mi espacio, puedo llegar en cuestión de segundos a acumular sentimientos de
los más violentos y oscuros. Me es difícil contener mis instintos de odio, las
acciones más o menos las transformo. Me atrae ese monstruo que duerme dentro de
mí, me siento tentada a dejarme ir con esa fuerza natural que poseo hacia el
mal. En mí late muy fuerte esa capacidad innata de crueldad y de amor, que
también se respira en el ambiente. Pero soy más que eso. Soy también amor y
paz.
¿Qué nos impulsa a uno u otro lado
del camino? Somos una cadena de hechos y reacciones. Nos movemos con estímulos
y todo el tiempo estamos tirando señales.
Guatemala está llena de
violencia; Latinoamérica entera y aún más allá del continente. Violencia
política, social, personal. Violencia diaria, sicológica, física. Vivimos a la
sombra de la muerte y hemos sido testigos de las facetas más horribles de la
represión y las dictaduras. Hay una guerra latiendo en cada casa, un feto
deforme que se alimenta de un odio que es producto de miles de años de
injusticia y desigualdad. Cosechamos lo que sembramos.
Cada niño de la calle que es
maltratado, humillado y olvidado, es un poco de la pólvora que va acumulándose
hasta un día explotar. Cada ser humano que llora y odia en silencio es un
asesino en potencia. Y todos, por lo tanto, somos responsables directos de cada
asesinato, violación, secuestro o tortura que sucede en nuestro país y a
nuestro alrededor. No sentirnos culpables y cómplices de todo esto sería
reconocernos inútiles e incapaces de tomar decisiones que afecten nuestro
entorno. Es declararnos piedra, mueble. Es desaparecer.
¿Cómo le puedo hacer la guerra
a la guerra? No puedo hacer nada por la forma en la que actúan los demás. No me
queda otra que enfocar mis fuerzas en lo único que puedo cambiar, y ese dominio
sólo sobre mí misma lo tengo. Sólo. Gran paso.
No puedo hablar de paz sin
mencionar la tolerancia, y para tolerar lo intolerable hay que conocerlo. Darle
la oportunidad. Se trata de volver nuestros defectos virtudes, de trabajar
nuestros demonios, domarlos un poco. Las cadenas de maldad dan la impresión de
que cuesta romperlas, pero no es cierto. Es tomar conciencia y cambiar de
actitud.
Acción y reacción. Ante el
florecimiento de sentimientos negativos, hay que empezar a saber manejar
nuestros odios. No podemos ir tirando mierda por ahí.
El arte, el amor, el trabajo,
la fe y la filosofía pueden ser las mejores y más divertidas alternativas ante
la violencia. Hay que armarse, pues.
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Imágenes
entre la guerra y la paz
Selección de Rosina
Cazali, laCuerda
Esta pregunta inicial sucede a la reflexión
sobre lo que realmente hacen las y los artistas cuando dibujan, pintan, graban
o esculpen obras pensando en las atrocidades de la guerra. ¿Hasta dónde
trabajan por la paz? ¿Es acaso la paz el último fin de tantas imágenes que
descubren con horror cómo lleva el individuo interiorizados los efectos de la
ignominia, y que parecieran encontrar en ello cierto gozo?
A veces la paz, esa imagen un
tanto sublimada por una era convulsa, que grita su dolor al no poder concebir
el mundo con ausencia de violencia, es algo que ha quedado sólo como utopía y
como fin último de lo que verdaderamente quieren representar los artistas. En
determinados momentos, alegorizar la paz a través del arte, representarla por
sí misma, ha motivado a los críticos a calificar estas obras con adjetivos que
tienden a la superficialidad y lo decorativo. Ello alude a que a través de la
historia del arte se ha hecho más adecuado -¿o fácil, conmovedor y directo?-
representar el lado oscuro de la humanidad.
A fin de comprender este
terrible dilema, escogimos una serie de obras clásicas para ilustrar y
comparar. Es posible que en este ejercicio encontremos nuestras propias
respuestas. Al final, lo que cuenta es lo que cada quien quiere ver y
comprender.
Pies de foto
1.
"Semilla para plantarse no
debe enraizarse". Kate Kollwitz.
1923. Litografía.
2.
"Carcajada".
Dagoberto Vázquez Castañeda. 1954. Linóleo.
3.
"Las consecuencias de la
guerra". William Blake. 1805.
Tinta, lápiz y acuarela.
4.
"Sembrando".
Guillermo Grajeda Mena. Linóleo.
5.
"Trabajos por la
Paz". Milton Glaser. Afiche de protesta
contra la guerra en Vietnam. 1971.
6.
"Total... no pasa
nada". Erwin Guillermo. 1996. Instalación, mesa con machetes.
[índice]
En
resistencia al olvido: La obra de Wilfreda
Adelma Bercián,
guatemalteca, periodista
Wilfreda López fue una artista apasionada y
creativa con la expresión de su mundo interior encomendada principalmente al grabado.
Técnica de la cual es una digna representante en el arte guatemalteco aunque
sólo la recuerden su familia y algunos amigos de la plástica.
Distintas publicaciones de arte
nacional reseñan que nació en Purulhá, Baja Verapaz, en 1912. También se registra
su ingreso a la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) en los años 50, pero
eso no significa que sus andanzas creativas empezaran entonces.
Wilfreda López pertenece a una
familia de mujeres talentosas. Su madre, Paula Flores Arias, escribía poemas y
pintaba. Fue hermana de Consuelo de Cojulún, guitarrista y cantante retirada de
la TGW. Así que mamó arte, leche materna y paisajes verapacenses que la
ayudaron a diseñar el pénsum de las clases de dibujo y pintura que impartió en
varios lugares del país cuando estuvo casada.
Al final de ese matrimonio
decidió ingresar a la ENAP. Fue alumna del reconocidísimo mexicano Arturo
García Bustos y del guatemalteco Enrique León Cabrera, autor de los cuadros
alegóricos de los billetes de cinco, diez y veinte quetzales.
La consigna oficial de la
década de los 50 resaltaba las propuestas económicas de Arbenz, el nacionalismo
de las gestas independentistas, e intentaba rescatar la historia nacional desde
la época prehispánica hasta esos días -con una visión histórica muy mexicana,
acotarían aquí los entendidos- y caracterizó la producción en las aulas de
aquellos años.
Si bien Wilfreda formaba parte
de esta dinámica, su obra se aleja considerablemente del arte guatemalteco de
corte social de entonces. Sus compañeros no se extrañan porque siempre se
rehusaba a seguir regla alguna y prefería dedicarse a la liberación de las
imágenes fantásticas concebidas en su mente.
Pintaba y lo hacía muy bien,
pero la técnica que la enamoró y luego la consagraría fue el grabado. Su prolija
personalidad la forzaba a levantarse a cualquier hora de la noche o no dormir
para trabajar en sus obras. El resultado: escenarios riquísimos en imágenes,
personajes casi míticos, composiciones abigarradas y muy pocos espacios libres.
Wilfreda confesaría que estos
retratos de mundos fantásticos los encontraba en las raíces de los árboles.
Sólo le bastaba observar detenidamente las formas para que emergieran bosques,
selvas y animales enraizados con recuerdos de su infancia en Baja Verapaz y de
la influencia que recibió, en sus primeros años, de la artesanía y tejidos
indígenas.
Puesto que se cree que su
inclusión tardía al arte académico definió su estilo personal y la alejó de
reflejar la vida política de aquella Guatemala, las primeras clasificaciones de
arte nacional la enmarcaron en del arte "naïve" urbano junto a
Francisco Tun. La discusión filosófica actual sobre lo peyorativo del término
la rescató de esa etiqueta, elevándola al puesto que merece dentro de la
plástica guatemalteca en la tendencia artística conocida como "realismo
mágico". Sus amistades insisten en que el mejor tributo es conocerla,
aplaudirla y redescubrirla.
Su abundante producción está
distribuida en colecciones personales y familiares. Dichosamente también hay
muestra de su trabajo en el Museo Nacional de Arte Moderno, porque sus planchas
y linóleos no sobrevivieron el paso del tiempo como ella no sobrevivió a
complicaciones de salud provocadas por la diabetes.
Una golondrina no hace verano,
pero que este intento por recordar a una de las y los mejores exponentes del
grabado en Guatemala, aunque mínimo, sirva para hacerle una mueca de desprecio
al olvido. Todo lo escrito aquí lo agradezco a José Guillermo y a la hija de la
artista, Edith Coronado, por prestarme sus recuerdos y a Erwin Guillermo,
Roberto Cabrera y Guillermo Monsanto por sus conocimientos plásticos para
situarla en su justa y merecida dimensión.
[índice]
La
paz, las mujeres y la tierra
Iduvina Hernández,
guatemalteca, periodista
Para Julia Godínez (nombre supuesto) la
firma de la paz no ha traído consuelo. Aunque pasó más de una década de vida en
los campamentos de refugiados, el retorno a su tierra ha pintado una realidad
sin futuro. Durante años forjó con su caminar y platicar cotidianos el rostro
de una Asociación de Mujeres de Ixcán.
Por trabajar organizando
mujeres, Julia se quedó sin marido y a cargo de los hijos. Y esa soledad civil
significó que también se quedara sin parcela. "Es mujer", dijeron los
directivos de la cooperativa a la que retornó. "Trabaja en organización de
mujeres", añadieron. Esas frases fueron la sentencia con la cual la
despojaron de su tierra, como ya lo habían hecho con otras mujeres.
Durante años Julia ha
deambulado por oficinas gubernamentales en busca de una respuesta. A todas esas
dependencias ha llegado con su bolsa de documentos para probar su derecho y
dedicación a la tierra y, sobre todo, su necesidad de tenerla. Casi siempre ha
salido cabizbaja, con la mirada perdida en las piedras del camino. Así oculta
algunas veces la amargura de las lágrimas que se deslizan por la morena llanura
de su rostro tostado de calor de selva, endurecido de enfrentar lo adverso cada
día.
Un día, al parecer se cansó.
Decidió buscar un empleo remunerado y trabajó en un comedor de Playa Grande. No
aguantó mucho. Siempre fue mujer de campo y retornó a su casa para seguir
luchando por recuperar su parcela. Han pasado varios años desde entonces y
Julia aún sigue esperando que en una oficina se decida que ella sí puede tener
tierra. Sigue esperando que alguien con poder entienda que nada impide a esta
mujer trabajar y cultivar una tierra que ha caminado centímetro a centímetro y
ha cuidado con dedicación y esmero.
El caso de Julia, la mujer de
sonrisa de oro y ojos brillantes como lucero, no es único en nuestro medio.
Como ella, cientos, miles de mujeres cabezas de familia se han quedado sin
tierra para cultivar. Por el solo hecho de ser mujeres han sido despojadas de
la tierra y, por lo tanto, de un asidero para el sustento familiar. Mujeres que
retornaron del refugio, sin padre o sin marido, carecían de título de propiedad
de las parcelas. La ley, decían las autoridades, no permitía titular a nombre
de las mujeres. Por eso, la negociación de tierras para retornados y retornadas
buscaba lograr que la legislación cambiara y permitiera entregar parcelas, con
todas las de ley, a mujeres trabajadoras del campo y jefas de familia. No se
trataba, ni se trata, de cambios superficiales que se pudieran revertir. Se
necesita que sean cambios que aseguren eliminar la ancestral exclusión de
género en la propiedad de la tierra parcelada.
Esos cambios en la normativa
legal son los pasos reales que pueden asegurar la consolidación de la paz.
Otros solamente serán retórica y adorno. Las Julias de Guatemala también tienen
derecho a la tierra.
[índice]
Adriana Hernández
Alarcón, mexicana, médica internista
En este tiempo en que la globalización de la
economía ha impuesto a los pueblos del mundo nuevas luchas y la defensa de
conquistas anteriores, hoy como siempre es necesario responder al llamado de
globalizar la resistencia.
El neoliberalismo ha obligado a
las burguesías nacionales a ser más competitivas para no sucumbir, pero sobre
todo a costa del nivel de vida y el respeto a los derechos humanos de todas las
personas. No sólo se ha reducido el gasto público y la deuda externa nos agobia
cada vez más. También se ejerce mayor control sobre todos los conflictos de
política interna y la política laboral es más desfavorable para las y los
trabajadores, con el argumento de disminuir el índice de "riesgo
país" y estimular la inversión extranjera.
A pesar de las protestas, más
empresas estatales son privatizadas y generalmente malbaratadas. El incremento
de las ganancias de empresas nacionales y extranjeras no tiene el menor recato
para degradar el medio ambiente, desplazar a pobladores originales de las
tierras y destruir otras ramas de producción primarias. Los grandes consorcios
internacionales pueden imponer al mercado precios bajos que terminan con
producciones agrícolas de países completos y en contraparte el número de
habitantes pobres aumenta en el mundo.
Este sistema ha creado una
infinidad de necesidades superfluas y las clases medias, víctimas del
consumismo, se pierden en la entelequia de las marcas y lo superfluo, dando
sostén al mercado de productos internacionales.
En mayor o menor grado, todos
los pueblos están pagando el costo de la guerra que han iniciado Estados Unidos
y la OTAN con el bombardeo sobre civiles en Afganistán, sin que hasta ahora se
conozcan las consecuencias que pueda tener.
Este llamado urgente a
globalizar la resistencia implica -entre otras cosas- crear un sistema de información
por país y a nivel internacional que contrarreste el control que ejercen los
monopolios, mismos que avalan el proyecto de globalización económica y la
guerra que hoy nos ofende. Conlleva también hacer un boicot al consumo de las
empresas que financian la guerra, que contaminan el planeta y particularmente a
todas las transnacionales que sustituyen en el mercado la producción primaria
de nuestros países.
Globalizar la resistencia pasa
de igual manera por dejar de ser víctimas del consumo y de la reproducción del
modelo cultural de la competitividad, por desarrollar proyectos de producción y
consumo autosustentables. Para Centroamérica y México significa preparar la
defensa ante las implicaciones del Plan Puebla-Panamá. Sin duda, otras cosas
más que ahora no imagino tendrían que ser construidas en un futuro próximo. Son
alentadores los ejemplos como la organización ambientalista Greenpeace, las
acciones de protesta por parte de los globalifóbicos y los reportes permanentes
de Amnistía Internacional.
En esta situación, como en
otros momentos de la historia, la humanidad se enfrenta a un capítulo muy
difícil. Ojalá estemos a la altura para hacerlo y además de resistir logremos
avanzar en la conformación de un nuevo orden mundial.
[índice]
Alfonso Bauer Paiz,
diputado guatemalteco
Comencemos por decir qué entendemos por
paz. Paz no es sólo la falta de guerra. Paz, desde el punto de vista de los
derechos humanos, de las religiones no fundamentalistas y de la ética
socialista, es algo más. El concepto de Paz comprende, al menos, igualdad,
seguridad, justicia y cumplimiento de los derechos humanos.
La Paz, desde el limitado
ámbito de la ausencia de guerra, la tenemos desde el 29 de diciembre de 1996,
día en que se firmó el Acuerdo de Paz entre el gobierno de la República y la
URNG. Pero la verdadera Paz, la de sentido lato, aún no la hemos logrado. He
aquí las razones:
·
IGUALDAD: En la sociedad guatemalteca no hay
igualdad étnica ni de género. La población no indígena sigue discriminando a la
indígena. Tampoco la hay de género: el hombre actúa machistamente e inferioriza
a la mujer. Hay abismal desigualdad social: unas pocas familias concentran para
sí toda la riqueza, en tanto millones de pobres sobreviven en la indigencia.
·
SEGURIDAD: La seguridad implica falta de violencia,
pero en Guatemala campea esta última, amparada por la impunidad y la
corrupción. En todo el territorio nacional ocurren a diario asesinatos,
linchamientos, secuestros de niños, desapariciones de adultos, violaciones a
mujeres y, por si fuera poco, también se cometen hechos represivos de las
turbas del oficialismo, como el del 14 de enero, frente al Congreso de la
República, del que fueron víctimas pacíficos manifestantes de la URNG, sin que
para impedirlo haya cumplido con su deber la Policía Nacional Civil (PNC).
·
JUSTICIA: Los tribunales no logran aplicar
sanciones al crimen organizado y menos erradicarlo con el apoyo de las fuerzas
de la PNC. En tanto, el supuesto delincuente de poca monta sufre privación de
libertad, sin que los jueces impulsen el debido proceso y dicten sentencia u
orden de libertad. De imperio de la justicia social, ni hablar. En Guatemala
mandan y disfrutan de poder absoluto la cúpula de la oligarquía económica
(tradicional y emergente) y sus sostenes fácticos castrenses y paramilitares.
Derechos humanos
No se cumplen. Por ejemplo, tomemos sólo
uno, el más importante de los derechos individuales: el derecho a la vida.
¿Cómo se va a respetar si son miles de seres humanos que mueren como resultado
de la violencia y aun de hambre?
Los derechos económicos,
sociales y culturales tampoco se cumplen.
Derechos económicos
·
A UN NIVEL DE VIDA ADECUADA: ¿Vida adecuada en Guatemala? Más
del 80 por ciento de la población vive en la pobreza, si no en la extrema
pobreza.
·
A LA PROPIEDAD: Si se trata de propiedad de
la tierra, una minoría de latifundistas se ha apropiado del 64.5 por ciento de
la superficie, mientras millones de campesinos carecen de ella o poseen muy
poca. Además, esa misma oligarquía, así como la empresarial en general, es
dueña de los principales medios de producción y de la riqueza.
·
A LA ALIMENTACIÓN: Sabemos que hay hambruna en
varias regiones del país. Siendo así, no podemos afirmar que exista el derecho
a la alimentación.
·
A LA VIVIENDA: Cientos de miles de familias
carecen de vivienda, se cobijan en sitios insalubres (basureros) o peligrosos
(barrancos) y viven en condiciones infrahumanas.
·
AL TRABAJO: Las estadísticas del subempleo y
desempleo son pavorosas. Además, las disposiciones del Código del Trabajo son
letra muerta para los trabajadores, porque las autoridades del Ministerio del
ramo y los tribunales laborales apañan a patronos inhumanos.
Derechos sociales
·
A LA SALUD: Son conocidas públicamente las
condiciones deficitarias de los índices de salud y los altos niveles de
morbilidad y mortandad infantiles y maternas. Los servicios de previsión son
inexistentes y los hospitalarios, inadecuados e insuficientes.
·
A LA SEGURIDAD SOCIAL: El Estado y los empresarios
privados deben al IGSS casi Q5 mil millones en cuotas, pero no las pagan y,
desde hace años, la institución se ha convertido en un botín para el saqueo de
parte de funcionarios corruptos, a quienes no les importa que el Instituto
desatienda las necesidades de sus afiliados, como son la enfermedad, la vejez y
la invalidez.
Derechos culturales
·
A LA EDUCACIÓN: El analfabetismo es todavía
un problema irresoluble y la reforma educativa no logra realizarse.
Política guerrerista y próximo
proceso electoral
Con lo dicho anteriormente basta para
fundamentar nuestra afirmación que en Guatemala no hay Paz, tanto más que los
Acuerdos que entraron en vigencia el 29 de diciembre de 1996 apenas si se han
cumplido y, a medias, sólo algunos de ellos.
No vemos el inmediato futuro
con optimismo, porque hay dos grandes peligros inminentes que obstaculizarán el
proceso de Paz: la política guerrerista de Estados Unidos y el próximo proceso
electoral en Guatemala.
Es una realidad que el gobierno
de Guatemala se ha sometido a los dictados de Washington y, allá, a partir del
11 de septiembre del 2001, las políticas belicistas se han acrecentado al punto
que, habiendo ya tropas estadounidenses en 140 países -incluso en Guatemala-,
el presidente Bush y otros altos funcionarios han anunciado que se incrementará
la presencia de las fuerzas armadas norteamericanas en otras regiones y
naciones del mundo.
Sabido lo anterior, así como
que la máxima de las relaciones internacionales en la Casa Blanca, el Pentágono
y el Senado es: "quien no esté conmigo, está contra mí", son de temer
las reacciones que puedan producirse si no estuviésemos de acuerdo con las
tesis y prácticas neoliberales y de globalización o nos manifestásemos adversos
a la llamada economía de libre mercado y, peor aún, si cuestionásemos acciones
calificadas de antiterroristas, sin serlo en el fondo. En Guatemala esas
estrategias podrían derivar en la reorganización de aparatos de inteligencia,
patrullas de autodefensa civil, grupos paramilitares y de torturadores y, al
fin de cuentas, la reaparición del terrorismo de Estado.
De darse esa imposición
foránea, ella sería una intromisión en nuestros asuntos internos, un atropello
a nuestra soberanía, lo cual, conforme a la sabia e imperecedera sentencia del
eximio Benito Juárez: "El respeto al derecho ajeno es la paz",
significaría la sepultura del proceso de paz en Guatemala.
La historia de las campañas
presidenciales y de elecciones generales se repetiría: los ánimos se
exacerbarán y las confrontaciones se recrudecerán, aumentándose las discordias,
todo lo cual no se aviene con proceso hacia la paz.
[índice]
Comunidad Nueva Cajolá
Myra Muralles,
guatemalteca, periodista
"En época de fiesta es doble el
trabajo". Vaya si lo saben las mujeres de la Comunidad Nueva Cajolá
después de tres días de festividades. Del 17 al 19 de enero celebraron la
entrega de títulos que acreditan 48 caballerías a más de 500 familias campesinas
mames que durante una década no escatimaron luchas hasta conquistar su derecho
a la tierra.
La celebración atrajo
pobladores de Champerico, Retalhuleu, donde se ubica la comunidad: su extensa
zona urbana cuenta con alumbrado, escuela, salón comunal, puesto de salud,
letrinas, chorros de agua potable, alcaldía auxiliar, molino y campos
deportivos, otrora escenario de varias batallas campales contra los antimotines
que pretendieron desalojarles. Estuvieron ausentes otros vecinos: los dueños de
las camaroneras, los Ralda, los Gutiérrez y unas 300 familias que demandan un
pedazo de tierra, bajo sus "nylons" a la orilla de la carretera.
En la noche del 18 de enero la
gente desfilaba para subir a la rueda, montar carruseles, tomar refresco o
cerveza, comer antojitos y disfrutar la fiesta. La ceremonia maya culminó con
la quema del torito, irradiando luces de colores sobre esta comunidad símbolo
de lucha por la Madre Tierra. Nadie daba importancia a la seguridad
presidencial que vigilaba por la llegada del mandatario, al día siguiente.
El salón no daba más: al ritmo
de una marimba orquesta -o a su propio ritmo- las parejas bailaban empujando el
nutrido círculo de espectadores. Solemnemente danzaban varias mujeres de
rostros conocidos por la famosa foto que testimonia su valentía frente a los
antimotines. Ni por el calor abandonaron su traje mam ni el tocoyal, con los
que llegaron de Quetzaltenango a principios de los años noventa.
Poca gente durmió: a las tres
terminó la marimba y empezaron los mariachis en la alborada del gran día de la
entrega del "título madre"; en un mes llegarán las escrituras
individuales.
Algunas mujeres se fueron del
baile a la cocina, otras "sólo bailamos alrededor de la olla",
comenta Susana Rosaura de León, mientras sirve en escudillas el caldo de uno de
los siete novillos preparados para visitantes. Es un gusto hacer esta gran
fiesta, no es para menos, afirma, feliz porque pronto verá el título con su
nombre y el de su esposo. Ella sabe de un hombre que quiso censarse solo para
la titulación, "pero si los dos lucharon no hay por qué eliminar a uno o
al otro, dice. Las mujeres hemos estado unidas en la lucha".
A media mañana llega un
helicóptero militar con funcionarios de Fontierra y Contierra. Entregan
playeras con una consigna del FRG; luego arriba un grupo de desconocidos con
pancartas oficialistas. Un locutor gubernamental entrevista a Marcelina Juana
Ramos, aguerrida anciana luchadora, y le pide agradecer al presidente:
-
"Pues sí, hay que dar las gracias... y a los que murieron,
a los que metieron presos, a los dirigentes..."
-
"¿Y ahora da gracias al señor presidente?"
-
"Al señor presidente que va a venir, porque hoy hay fiesta,
pero hubo muertos".
El locutor corta pronto, ordena
"Traigan a otra..." y le saca el agradecimiento.
Doña Susana lo resume
sonriente: "Lograr la tierra, eso es lo principal".
[índice]
¿Ellas
en las fuerzas armadas?
laCuerda
María Dolores Marroquín y Rosa María
Wantland abordan algunas reflexiones acerca de la incorporación de las mujeres
a las fuerzas armadas en Guatemala en una ponencia presentada recientemente.
En sus primeras consideraciones
señalan que en la actualidad no hay una política de reclutamiento de mujeres,
aunque existe la apertura en centros de formación a partir de 1997. La posibilidad
de seguir una carrera militar profesional significa un cambio importante, en
opinión de las investigadoras.
Al entrar en el análisis,
afirman que la participación de las guatemaltecas en las fuerzas armadas -como
una institución patriarcal, de estructuras jerarquizadas, con una disciplina
férrea y que se constituye en un paradigma de lo masculino- "pareciera
disonante entre la función de dadora de vida que se asigna a las mujeres con la
de dadora de muerte que se establece en la imagen ejército y guerra".
Otro de los aspectos indicados
es lo referente a la modificación de esquemas y conceptos sobre el liderazgo,
cuyos valores actuales son: disciplina, jerarquía, mérito de la autoridad, don
de mando o liderazgo de superiores.
Las autoras resaltan que en la
cultura guatemalteca predominan rasgos autoritarios, jerárquicos, intolerantes,
excluyentes y violentos que permean las relaciones sociales y consecuentemente
se reflejan en el modelo de liderazgo reconocido. Por ello es muy difícil
lograr el reconocimiento de los liderazgos de mujeres, quienes están sujetas a
una evaluación constante con criterios aplicados a los hombres y viven bajo
sospecha sobre sus capacidades.
Ellas explican algunos
criterios tradicionales. Se supone que por su carácter sensible, las mujeres
tienen que ser suaves y dejarse persuadir. Cuando una defiende sus puntos de
vista con argumentaciones y pasión, se la tacha de necia y agresiva, incluso
violenta, pero si el hombre utiliza la misma forma, se le considera elocuente y
preparado. Regularmente no se evalúan de manera objetiva las capacidades de las
mujeres, sino se escarba en su vida personal. Se les vigila y cuestiona su
comportamiento sexual, mientras a ellos se les aplaude.
Las primeras reacciones cuando
se habla de la incorporación de las mujeres a la profesión militar giran
alrededor de los altos niveles de sacrificio, adversidad, riesgo, fortaleza
física y moral: todo ello adjudicado a los hombres.
A decir de las ponentes, "esto
puede obedecer a que se considera la vida o integridad de las mujeres como un
bien muy preciado en la sociedad, al cual hay que proteger de todo riesgo; lo
que implicaría que la vida de los hombres no es valorada socialmente de la
misma manera. O bien, subyace la duda sobre las capacidades de ellas para
enfrentar riesgos y/o toma de decisiones en momentos críticos".
Con base en lo anterior, lanzan
la pregunta: ¿Por qué el matar o el ser muertas (como combatientes del
ejército) es algo que la sociedad no puede concebir que le suceda a una mujer,
pero sí a los hombres?
En sus reflexiones finales
apuntan que las respuestas a tal pregunta están relacionadas con la división
genérica de funciones y roles, así como con la definición de una doble moral
que se complementa y amalgama para la funcionalidad del sistema.
[índice]
María Eugenia Solís
García, laCuerda
La Haya es la ciudad holandesa denominada
"la capital jurídica del mundo". Ahí se encuentra la Corte Internacional
de Justicia que conoce y resuelve conflictos entre los Estados. En este hermoso
lugar está la sede del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia, que
está juzgando a algunos de los genocidas responsables de las recientes
atrocidades cometidas en la Guerra de los Balcanes.
En La Haya funcionará la Corte
Penal Internacional que, una vez instaurada, juzgará a criminales de guerra,
genocidas y responsables de delitos contra la humanidad. Se espera que quede
instalada en el 2003. Falta poco para completar las 60 ratificaciones del
Estatuto de Roma que la creó. Posiblemente entrará en vigor en junio de este
año.
Fue por lo que esa ciudad
representa a nivel simbólico que el movimiento internacional de mujeres la
escogió como escenario. El 3 y 4 de diciembre del año pasado trabajó allá el
Tribunal Internacional de Mujeres, para los crímenes de guerra cometidos por
Japón, el caso de la esclavitud sexual. Seguidamente, el 5 y 6, se celebró la
Conferencia sobre Justicia y Ajuste de Cuentas. Ahí reflexionamos mujeres de
todo el mundo acerca de qué clase de justicia hablamos nosotras.
Respuesta a la impunidad
En el siglo pasado, la comunidad
internacional demostró una vez más su incapacidad para proteger a la población
civil en tiempos de guerra. Durante los conflictos armados se cometieron
violaciones masivas, genocidio, tortura y toda clase de violencia,
especialmente de carácter sexual contra mujeres y niñas. A la falta de
protección debemos agregar la impunidad. Nada se hizo para hacer justicia.
Un caso paradigmático lo
constituye el de las sobrevivientes de la esclavitud sexual del Asia, las mal
llamadas "mujeres de confort". Ante la afrenta que significa la
impunidad, el movimiento internacional de mujeres investigó el caso durante casi
diez años. Tras décadas de silencio, 35 sobrevivientes prestaron su testimonio
ante un Tribunal Especial. Las pruebas documentales son contundentes. No se
pueden negar las atrocidades cometidas contra esas mujeres.
Esclavitud institucionalizada
En el expediente se logró probar que
durante la Segunda Guerra Mundial el ejército japonés creó un aparato
burocrático responsable de proveer servicios sexuales a los miembros de su
ejército.
En las denominadas
"estaciones de confort", los oficiales y la tropa sometieron a esclavitud
sexual a niñas y jóvenes de la población civil de los países ocupados por ese
ejército. Los testimonios de las sobrevivientes dan cuenta de otra clase de
daños sexuales y reproductivos que sufrieron: embarazos y esterilizaciones
forzadas, abortos, mutilaciones genitales e infecciones de transmisión sexual.
El sistema fue organizado y
financiado por el ejército y funcionó en China, Filipinas, Indonesia, Taiwán,
Corea, Malasia, Timor del Este e incluso en Japón. El tráfico sexual a través
de los territorios ocupados facilitó la esclavitud sexual.
Ajuste de cuentas
La sentencia dictada por tres jueces -dos
mujeres y un hombre- es una muestra clara del tipo de justicia que buscamos las
mujeres.
Por un lado reconoce que el
Estado japonés institucionalizó el sistema de las "estaciones de
confort". Por lo tanto, es responsable y debe asumirlo. Luego, los jueces
presentan un listado de individuos involucrados en los delitos cometidos.
Ordena que se les juzgue y castigue, ya que no hizo en el pasado. El Estado y
los responsables deberán pagar una indemnización a las sobrevivientes.
Por otro lado viene la
reparación hacia las víctimas. El Estado debe pedir perdón y prometer que NUNCA MÁS volverá a suceder. Deberá crear
una Comisión de la Verdad para la recuperación de la memoria histórica. Dará
atención a las necesidades psicológicas de las sobrevivientes. Incorporará en
los textos escolares de historia del Japón el caso de las esclavitud sexual de
las mujeres durante la guerra.
Parte de la dignificación a las
víctimas es la construcción de monumentos. En los casos en que las víctimas
fueron desarraigadas por el tráfico sexual, deberá procurarse el retorno a sus
lugares de origen.
La ONU verificará el
cumplimiento de la sentencia y a la vez dará una explicación pública del por
qué no se juzgó el caso al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Ésa es la clase de justicia que
nosotras exigimos: el reconocimiento de que los actos de violencia sexual cometidos
contra las mujeres en el marco de un conflicto armado son crímenes de guerra y
delitos contra la humanidad.
Pedimos juicio y castigo a los
culpables, atención y reparación a las víctimas y recuperación de la memoria
histórica, para que NUNCA MÁS vuelva a suceder.
Solamente así podremos las
mujeres hablar de construcción de la paz. Por eso, más que justicia, queremos
ajuste de cuentas.
[índice]
Afganas
viven una situación desesperada
laCuerda
Tras los constantes bombardeos y el fracaso
de George W. Bush por capturar a su enemigo número uno, así como la campaña
publicitaria de rostros descubiertos, es importante reflexionar en torno a las
secuelas que sufre el pueblo afgano por esa venganza que tanta destrucción y atrocidades
ha traído consigo, en particular para mujeres, niñas y niños.
Sima Samar, viceprimera
ministra y secretaria de Asuntos de la Mujer en Afganistán, afirmó que
"quitarse la burka no es libertad". En tanto, organizaciones de
mujeres de ese país, al igual que de Pakistán, han dado a conocer la
desesperada situación de millones de civiles expuestos a la miseria y la
muerte. Además, cientos de mujeres han sido secuestradas como botín de guerra.
Según datos de un profesor
estadounidense, Marc Herold, desde que Estados Unidos empezó su guerra contra
el terrorismo en tierras afganas, han muerto más de cuatro mil personas no
combatientes, cuya única relación con los talibanes fue la nacionalidad.
Antes del 11 de septiembre,
Afganistán se encontraba entre los países más pobres del mundo. Las cifras de
mortalidad materna, más que cualquier otro indicador, muestran la cruda
realidad que viven las mujeres. Recientemente se informó que de cada 100
afganas 16 mueren en el parto y una de cada siete perdió la vida en el año 2001
por causas relacionadas con la maternidad, al igual que las mujeres de Somalia
y Sierra Leona.
Agrupaciones de afganas
continúan denunciando los efectos devastadores del fundamentalismo y la
responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados en la legitimación de regímenes
fundados en la violación a los derechos de las mujeres. Tales acciones han
recibido el apoyo de otros grupos, que actualmente realizan una campaña mundial
a favor de sus derechos civiles y políticos. En uno de sus manifiestos sostienen
que "no existe derecho internacional si no se respetan los derechos de las
mujeres; ninguna solución política puede considerarse legítima si no obtiene el
consenso y participación de la población femenina".
Actualmente en Kabul hay
algunos políticos pertenecientes a un grupo étnico que estuvo en el poder de
1992 a 1996 y son responsables de asesinatos y otras atrocidades, denunció Sima
Samar, médica de 46 años, quien fue refugiada durante 17 años.
Las familias afganas que se
habían refugiado en los alrededores de su país por los bombardeos yanquis,
están retornando y padecen graves problemas, entre ellos la presencia de minas,
la falta de servicios indispensables (como agua y salud), además de daños
psicológicos. Se calcula que 3.5 millones de afganos viven todavía en Pakistán
e Irán.
Sin duda, la reconstrucción de
Afganistán es una tarea urgente y titánica, ausente como prioridad para sus
agresores. (Con información de la agencia mexicana de noticias CIMAC)
[índice]
Secretaría Presidencial de
la Mujer
2002: Año de las Mujeres Tejedoras de la Paz
Reivindicar a las mujeres como tejedoras de
la paz es validar los avances en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz relativos
a las mujeres. Es reconocer el aporte de su participación ciudadana en función
del desarrollo social, particularmente en la consolidación de los procesos de
paz.
"VI. 60) Las partes
valoran el trabajo que realizan a nivel nacional las diversas organizaciones de
mujeres y las exhortan a unificar esfuerzos para dar su aporte en el proceso de
implementación de los Acuerdos de Paz, firme y duradera, particularmente en
aquellos compromisos más directamente relacionados con las mujeres."[1]
Para el 2001, la verificación del
cumplimiento de los Acuerdos de Paz marca dos sustanciales avances. Uno lo
constituye la aprobación de la Ley de Desarrollo Social, que contempla entre
sus principios rectores uno relativo a la equidad:
"En el marco de la
multiculturalidad que caracteriza a la Nación guatemalteca, la equidad de
género, entendida como la igualdad de derechos para hombres y mujeres, la
paternidad y maternidad responsable, la salud reproductiva y maternidad
saludable, son principios básicos y deben ser promocionados por el
Estado."[2]
Plantea además una priorización hacia
grupos de especial atención entre los que son retomadas las mujeres:
"La política de Desarrollo
Social incluirá medidas y acciones destinadas a atender las necesidades y demandas
de las mujeres en todo su ciclo de vida, y para lograr su desarrollo integral
promoverá condiciones de equidad respecto al hombre, así como para erradicar y
sancionar todo tipo de violencia, abuso y discriminación individual y colectiva
contra las mujeres, observando los convenios y tratados internacionales
ratificados por Guatemala."[3]
El otro avance se enmarca en el
cumplimiento del Acuerdo sobre identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas,
en el tema de la lucha contra la discriminación. Se trata de la aprobación del
Protocolo Facultativo de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). La Convención constituye una Carta
de Derechos Humanos de las Mujeres y abre puertas a modificar contenidos de la
legislación nacional introduciendo enmiendas a favor de ellas.
"I.B. 13 h) Revisar la
legislación nacional y sus reglamentaciones a fin de eliminar toda forma de
discriminación contra la mujer en la participación económica, social, cultural
y política y dar efectividad a los compromisos gubernamentales derivados de la
ratificación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer."[4]
La gestión política de las mujeres apunta a
producir transformaciones sociales, económicas, legislativas, educativas y
culturales, de tal manera que la ratificación de la CEDAW por el Congreso
Nacional abre nuevos retos a la participación de las mujeres guatemaltecas.
En esos retos se inscribe la
aprobación de la Ley de Consejos de Desarrollo, que en su implementación
ampliara la oportunidad de participación de las organizaciones de mujeres.
La Secretaría Presidencial de
la Mujer (SEPREM) y la Secretaría de la Paz (SEPAZ) están impulsando la
siguiente propuesta de priorización de metas en relación a promover el
cumplimiento de los Acuerdos de Paz relativos a las mujeres en el 2002:
Mes |
Tema |
Metas |
Enero |
Participación |
·
Mujeres
en los Consejos de Desarrollo ·
Plan
de acción para la participación de las mujeres |
Febrero |
Educación |
Reformas
educativas: ·
Transformación
curricular ·
Alfabetización ·
Becas
para niñas |
Marzo |
Políticas públicas |
·
Difusión
de la popularización Política Nacional de Promoción y de Desarrollo de las
Mujeres Guatemaltecas |
Abril |
Ciudadanía |
·
Plan
de monitoreo de las instituciones encargadas de la cedulización ·
Empadronamientos |
Mayo |
Trabajo invisible |
·
Que
en el Código de Trabajo sea aprobado el reconocimiento de las mujeres como trabajadoras agrícolas,
no como coadyuvantes ·
Cuantificación
del trabajo doméstico ·
Propuesta
de reconocimiento de trabajadoras de casa particular ·
Sistema
Nacional de Centros de Desarrollo Infantil |
Junio |
Mujer campesina |
·
Estrategia
de Desarrollo Rural ·
Acceso
al crédito ·
Acceso
a la Tierra |
Julio |
Mujer sana |
·
Programa
de salud integral para las mujeres ·
Reducción
de la mortalidad materna ·
Salud
mental |
Agosto |
Mujer indígena |
·
Divulgación
de la CEDAW ·
Durban ·
Ley
contra el acoso sexual |
Septiembre |
Mujer trabajadora |
·
Aprobación
del Código de Trabajo ·
Proyecto
de combate a la pobreza |
Octubre |
Mujer y pobreza |
·
Estrategia
de reducción de la pobreza ·
Disminución
de la desnutrición aguda en mujeres |
Noviembre |
Mujer sin violencia |
·
Difusión
del Diagnóstico Nacional Institucional de la Violencia Intrafamiliar |
Diciembre |
Mujer y VIH/sida |
·
Servicios
apropiados de información sobre salud sexual y reproductiva |
Participemos en el cambio, mujeres tejedoras de la paz
Fuentes:
1 y 4:
Acuerdos de Paz
2 y 3:
Ley de Desarrollo Social
Secretaría Presidencial de la
Mujer
spmujer@intelnet.net.gt - Telefax: 288-6016 y
288-6407
[índice]
Feminismos
y claves para construir la paz
Ana Elena Obando,
abogada feminista costarricense, constructora de la paz
No es fácil reflexionar sobre el feminismo
y la paz en tan pocas líneas. Sin embargo, se me ocurre que el tema podría
abordarse desde al menos tres perspectivas conectadas entre sí, dimensiones que
como un todo podrían aportar muchísimo a la construcción de una cultura de paz.
Otra forma de entender el mundo
Una primera dimensión la aporta el feminismo
o, para ser más precisa, los múltiples feminismos que se alimentan de las más
variadas gamas de ideologías, prácticas, creaciones, expresiones y pensamientos
políticos. Es desde esa multiplicidad que las feministas hemos ido creando una
doctrina/teoría/ideología/movimiento que cuestiona las estructuras así como las
relaciones desiguales de poderes en los espacios más íntimos, permitiendo
develar las raíces de las formas de violencia más atroces y silenciadas de
nuestro "planeta guerra".
Las feministas de todo el mundo
hemos aportado otra perspectiva, otras formas de mirar, de entender la guerra y
la paz, de contrarrestar la globalización neoliberal o de deconstruir las
estructuras jerárquicas por medio de lógicas y éticas que apelan a principios básicos
de humanidad, tolerancia, amor, respeto, igualdad, libertad y sororidad. Hemos
abierto las puertas hacia una revolución sociopolítico-personal que nos hace
entender que nuestro estilo de vida y nuestras formas cotidianas de actuar,
sentir y pensar pueden contribuir a una cultura de paz o a un patriarcado de
guerra, sin querer ser redundante con esta última expresión, porque para las
mujeres nunca ha existido tregua.
Es cabalmente desde la
perspectiva de género feminista que hemos entendido que los valores y actitudes
detrás de la violencia privada son los mismos que pueden llevar a un conflicto
armado. Que así como los hombres ejercen la violencia contra las mujeres en sus
hogares, en las calles o en sus trabajos para mantener sus privilegios de género,
también los Estados ejercen la violencia militar para asegurar su lugar
hegemónico en el mundo. Es decir, que la lógica utilizada para construir las
armas nucleares, por ejemplo, es la misma que se utiliza para violar a las
mujeres o destruir el medio ambiente. Dicho en otras palabras, que la
institucionalización de lo militar y la idolatrización de la violencia, como
valores principales de nuestras sociedades, provienen de un matrimonio
eclesiástico entre militarismo y masculinidad.
Con esto quiero decir que la
creación de una cultura de paz no puede darse si no cuestionamos esa
masculinidad que nace en la jerarquía y depende del ejercicio del poder y
control, de la competitividad y la represión de la emocionalidad para existir;
si no entendemos que el poder masculino está inmerso en las estructuras y
formas de organización sociales, políticas, religiosas, militares y económicas.
Que no importa cuál sea la forma de desigualdad -es decir, de una clase que
controla el capital y explota la fuerza de trabajo de quienes laboran, de un
adulto que controla un infante, de un hombre que domina una mujer, de los seres
humanos que controlan la naturaleza, de una religión que quiere prevalecer
sobre otras-, la receta de opresión siempre será la misma.
Las feministas radicales hemos
puesto sobre el tapete las diferentes formas de violencia que sufrimos las
mujeres, mientras las liberales han luchado para condenar la violencia desde el
ámbito jurídico. Ello ha significado darles legitimidad y carácter de violación
de derechos humanos a tantos abusos que hasta ahora se reconocen como tales.
Sin embargo, la construcción de una cultura de paz desde los derechos humanos,
exige crear mecanismos sociales de intolerancia hacia la violencia, además de
formas creativas de relacionarnos. Exige redefinir o reconstruir una
masculinidad y una feminidad que han encarcelado tanto a hombres como a mujeres
por más de cinco mil años. Porque son precisamente esas construcciones
genéricas, producto de un mundo lleno de desigualdades, donde se asientan las
jerarquías y la violencia como estrategias para mantener los privilegios y el
derecho a controlar, corregir y/o castigar.
Contra el manejo abusivo del
poder
En este camino hacia la construcción de la
paz, una segunda dimensión la aportan los movimientos pacifista y ecologista.
Éstos nacen a partir de las amenazas de la guerra nuclear y de los desastres
ecológicos realizados principalmente por seres humanos del sexo masculino.
Movimientos que, al igual que el feminismo, se han opuesto desde sus múltiples
expresiones al manejo del poder, la competencia y las formas de dominación que
mercantilizan a todos los seres vivientes. Perspectivas que, como la feminista,
son conscientes de la interconexión entre el sistema político-económico, el
medio ambiente, la estructura social, la industria militar y las condiciones de
vida de la gente.
Sin embargo, hay una clave que
las feministas aportamos a ambos movimientos, sin la cual es imposible pensar
en la construcción de un mundo pacífico. Esa clave es precisamente el origen
social, la raíz estructural, el nacimiento de todas las formas de violencia
contra las mujeres y hombres no paradigmáticos y los demás seres vivientes. Ese
triángulo de masculinidad-dominación-violencia inmerso en las estructuras e
instituciones del patriarcado, así como en nuestros sentires y pensares. Por
eso creo que todos estos movimientos deberían reflexionar sobre cómo aprovechar
la desestabilización de esas construcciones genéricas que originan las guerras
y sus procesos de paz para plantear nuevas formas de relación entre los seres
humanos bajo otros paradigmas.
Reestructurar las relaciones
humanas
Es en esta última afirmación donde podemos
encontrar, por cierto, la otra clave que comunica a los tres movimientos sociales.
La que nos dice que para la reconstrucción del "planeta guerra" en su
conjunto se requiere un cambio estructural y que ese cambio debe partir
precisamente del mejoramiento o la reestructuración de las relaciones humanas.
Pero cómo podrían mejorar esas
relaciones si no examinamos además la dimensión interior del ser humano, es
decir, el lugar donde se gesta el conflicto primario. Es aquí donde aparece la
tercera perspectiva o dimensión que podríamos llamar espiritual. Porque para
crear una cultura de paz se requiere una práctica cotidiana pacífica que debe
emanar del ser interior y, por lo tanto, expandirse hacia el contexto social
donde vivimos. Se requiere entender que la felicidad no es un concepto
individual, sino interdependiente, y que la prevención de las guerras requiere
de una preparación de los seres humanos en la paz interior así como de una
lucha colectiva que empieza por reconocer la humanidad de las otras personas,
por saber que la energía creativa no será destructiva si está orientada hacia
la búsqueda de nuestra esencia, hacia esa conciencia que somos todas las
personas.
Sé que para muchas personas
será difícil entender de cuál conciencia estoy hablando. Sé además que el reto
se hace cada vez mayor porque vivimos en sociedades que no promueven la riqueza
espiritual sino, por el contrario, alimentan los egos con dosis de egoísmo y
violencia y encajonan nuestra humanidad creativa en plásticos y químicos que
destruyen el planeta.
La falta de conciencia social,
personal y espiritual nos hace confundir la violencia sutil o explícita, el
consumo de bienes inútiles, los deportes violentos, la televisión adormecedora,
los ejércitos que "defienden" patrias, la tecnología que crea bombas
nucleares, las religiones que predican sumisión, el maltrato a los seres
vivientes, la venta de cuerpos, y otros miles de ejemplos, con humanidad. Nos
hacen perder nuestra esencia misma para vivir en lo superficial.
Creo que nuestra fuerza social,
personal y espiritual se encuentra en reconocer la interconexión de todas esas
perspectivas y la diversidad de nuestra humanidad. En saber que ya no hay
tiempo para que nuestras demandas las asimile la sociedad de consumo o el
sistema político. En entender que la construcción de una cultura de paz empieza
por una revolución en el ser interior de cada humana y humano que se manifiesta
en una lucha social íntegra, fuerte y autónoma. Y, finalmente, en tener
conciencia, las veinticuatro horas del día, que nuestra transformación
interior, nuestro sentir, nuestro pensar y actuar serán lo que, en última
instancia, construya ese mundo con el que muchas seguimos soñando.
[índice]
Movida departamental
Quetzaltenango
En la ciudad de Quetzaltenango,
representantes de organizaciones nacionales y regionales, así como grupos de
acompañamiento y estudio, acordaron lanzar una iniciativa ante la crisis del
café, denominada Reforma Cafetalera. A diferencia de las respuestas
gubernamentales y del sector dominante cafetalero, proponen superar los marcos
del modelo económico actual, que consideran caduco, porque la producción de
este grano, si bien generó importantes divisas y fuentes de empleo, a su vez
concentró la riqueza y provocó exclusión social.
La finalidad estratégica de la
iniciativa es crear condiciones para garantizar la seguridad alimentaria,
reducir los niveles de pobreza, proteger los derechos de las mujeres así como
de la niñez y juventud trabajadoras, impulsar el desarrollo rural en regiones y
micro regiones, además de promover la democratización económica y la
estabilidad política.
Como parte de la Reforma
Cafetalera plantean la transferencia de tierras mediante la dotación de
terrenos a campesinas y campesinos, a través de la compra barata y la
confiscación de fincas, fomentando el acceso a potenciales propietarias con o
sin hijos.
Respecto a la problemática
laboral, demandan campañas semestrales de supervisión al cumplimiento del
Código de Trabajo, Código de Salud y libre sindicalización en fincas
cafetaleras, cuyos resultados se den a conocer a la opinión pública y en las
que tengan participación activa representantes de las y los trabajadores.
La Coordinadora Nacional
Indígena y Campesina (CONIC), el Movimiento de Trabajadores Cristianos de San
Marcos, el Círculo de Políticas Públicas y Situación Agraria de Quetzaltenango
y la Asociación de Sololatecos Unidos por el Desarrollo Integral (ASUDI), entre
otros grupos, suscriben esta reforma agraria específica para las zonas
cafetaleras. La orientación de sustentabilidad y equidad que defienden pretende
superar la visión depredadora, especulativa y explotadora.
[índice]
Quetzaltenango
En el afán de promover el ejercicio de la
ciudadanía de las quetzaltecas y analizar cómo mejorar las relaciones de
equidad entre géneros, la Asociación Mujer Tejedora del Desarrollo (AMUTED)
realiza jornadas de sensibilización a hombres, quienes son esposos o compañeros
de hogar de las mujeres que participan en ese proyecto.
AMUTED cuenta además, entre los
resultados de sus actividades de capacitación con mujeres rurales y urbanas del
municipio de Quetzaltenango, que 35 lideresas comunitarias han avanzado en
ejercer su capacidad de dirección. A partir de tres jornadas informativas, 60
mujeres obtuvieron documentos de identificación, lo que contribuirá a que
ejerzan sus derechos ciudadanos.
A través de estas acciones se
proponen fortalecer los espacios de participación de la población femenina a
fin de mejorar su calidad de vida.
[índice]
Remedios
para el alcoholismo en Villa Canales
En la aldea de Jocotillo, Villa Canales, el
grupo de mujeres continúa trabajando con personas alcohólicas. Aunque las
actividades conjuntas con la Pastoral Social aún no se reinician, ellas siguen reuniéndose
y este mes están elaborando los remedios naturales. Tienen alrededor de 20
pacientes y el tratamiento es uno.
La hermana Ludy comenta que la
receta la administran en cuatro etapas. "La medicina que hacemos la
administramos por pasos. La hoja de lima con tetilla de hoja de achiote y
cáscara de guayaba rosada es lo que se da primero. El segundo paso es con
pepita de aguacate; el tercero lo hacen de carbón de ocote y el último que se
les administra es el primero otra vez, de la hoja de lima. Las mujeres tienen
el deseo de cambiar su vida y la de sus familiares".
[índice]
Movida capitalina
Como parte de un proyecto de capacitación
para organizaciones que integran el Comité Beijing-Guatemala, 30 mujeres de
diferente formación académica participaron en el taller Metodología de
Investigación en las Ciencias Sociales.
Bajo la consigna "El nuevo
milenio es nuestro", la agrupación convocante definió como propósitos que
las participantes analizaran diversos acercamientos conceptuales a los que se
identifica como método, debatieran en torno a la epistemología, conocieran
técnicas cuantitativas y cualitativas, además que manejaran los componentes del
diseño de investigación.
La facilitadora de la actividad,
Patricia González Chávez, presentó una propuesta de diseño para proyectos de
investigación, que fue ampliamente discutida. La coordinadora del Comité
Beijing, Alicia Rodríguez, resaltó la importancia y aportes del feminismo en la
construcción de paradigmas en el conocimiento.
La Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO) presentará el 8 de febrero a las 17:30 horas, en el Hotel
Meliá, la publicación "Conferencias Internacionales del Primer Encuentro
Mesoamericano de Estudios de Género", que recopila ponencias de las
feministas extranjeras Marcela Lagarde, Guadalupe Espinoza, Margarita Pisano,
Soledad González, Eugenia Rodríguez y Graciela Hierro. Tales exposiciones
formaron parte de las conferencias magistrales ofrecidas en dicho evento, al
que asistieron más de 800 personas en agosto del año pasado en Antigua
Guatemala.
Asimismo, Walda Barrios,
coordinadora del Área de Estudios de Género de FLACSO, informó que el 7 de
marzo, un día previo al Día Internacional de las Mujeres, darán a conocer una
memoria-video del encuentro en mención.
Periodistas
reciben reconocimientos
Michelle Garzaro, integrante de la Red de
Mujeres Periodistas en Guatemala, fue galardonada como Periodista del Año,
premio anual que otorga el matutino Siglo Veintiuno como reconocimiento a su
planta de reporteras y reporteros. La distinción se otorga a partir de las
propuestas que presentan los editores de cada una de las secciones de ese
diario.
Otra de las activas periodistas
de la Red, Alma Palma, recibió la denominada Mención del Comendador, otorgada
por el Concejo de la Audiencia de Santiago de Antigua Guatemala. Este
reconocimiento fue por su importante producción radiofónica en el ámbito
deportivo. También fue galardonada con esta distinción la periodista Teresa
López Lima.
Muchas felicidades a nuestra queridas
compañeras Gloria Prado y Nuria Maldonado. Bonna nació en Xela y Rocío Belén en
esta capital, con buena salud y gozando de mucho afecto. Nuestros mejores
deseos para todas.
[índice]
Los monólogos de la vagina
|
|
14 de febrero (estreno) |
Teatro de Cámara – Gran Teatro Nacional 18:00 y 20:00 horas |
15, 16, 17, 22, 23, 24 de febrero 1, 2, 3, 8, 9, 10, 15, 16 y 17 de marzo |
Viernes y sábados: 18:00 y 20:00 horas Domingos: 16:00 y 18:00 horas Admisión: Q.75.00 |
22 de marzo (a beneficio de la Fundación Preventiva del SIDA
Fernando Iturbide) |
18:00 y 20:00 horas Admisión: Q150.00, Q125.00 y Q100.00 |
23 de marzo (presentación en inglés en Antigua Guatemala, a
beneficio de la Asociación de Mujeres Madre Tierra) |
Teatro La Sinventura, Antigua Guatemala 18:00 horas Admisión: Q100.00 |
Actrices: Celia Recinos, María Teresa Martínez, Tita Mendoza, Mercedes
Arce, María del Rosario Furlán, Bitty Herrera, Gloria Marina, Susana Campins
y Odeth Alvarado (tres actrices por presentación en rotación constante) |
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~ Laura E. Asturias ~ Rosalinda Hernández Alarcón ~ María Eugenia Solís ~
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Diseño original |
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Edición electrónica |
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