laCuerda Una mirada feminista de la realidad |
Año 4,
No. 41 Guatemala,
diciembre/2001 |
Editorial |
Una de cal y otras de arena |
Entrada |
|
La médula |
Desde otro
continente (Katia Orantes) Sida, migraciones, mitos (María Antonieta Rodríguez Leerayes) Como si no tuviéramos
cabida en la ciudad (Emma Chirix) Migración y
consecuencias de los atentados (Wendy Santa Cruz y Rosalinda Hernández
Alarcón) El exilio como arma represiva (Iduvina Hernández) Voces de migrantes:
Dejar lo querido para encontrar nuevas querencias (Elsy Manzanares
Feliche)
Viviendo entre lo
desconocido (Ruth Taylor)
Un cambio radical (Velia Jaramillo)
De búsquedas y
otredades (Mónica Salas) |
Vida |
|
La paseante |
Las mujeres del
barro (Claudia Dary) |
Esta boca es mía |
Adiós, Guatemala querida (Maddalena Pezzotti) CONCASIDA II: Buen congreso... pero hay camino por recorrer (Olaf
Valverde Mordt) Las palabras como tanquetas en un jardín de flores (María Dolores
Marroquín) |
Aquí y ahora |
Libertad para conocer la historia (Matilde González) Plan contra la
explotación sexual (María Eugenia Solís) Atención a la
violencia, prioridad pendiente de salud pública (Wendy Santa Cruz) |
Campo pagado |
|
Femina sapiens |
|
Movida departamental |
Encuentro entre
lideresas y periodistas En Jocotillo,
Villa Canales - Apoyo a familias de alcohólicos 25 de Noviembre
en Zacapa Sololá: Eligen a
una kaqchikel en corporación indígena Murales Reporte de ocho
departamentos |
Una de cal y otras de arena
Es un hecho: no terminaremos el año saltando de
júbilo. El 2001 concluye con una guerra en la que cientos de personas han
perdido la vida y muchas más serán segadas antes que los señores de la muerte
sacien su sed de venganza a ambos lados del mundo.
No es posible olvidar que
entre los fuegos cruzados de estos pulsos de poder están siempre las mujeres y
la niñez. En los campos de refugio muchas de ellas están siendo violadas, como
lo son siempre cuando se las considera botín de guerra. Para colmo, tras esas
vivencias deben enfrentarse a una campaña del Vaticano que, en flagrante
tergiversación de la violación y sin condena alguna a la violencia masculina,
considera que ofrecerles a las víctimas la posibilidad de prevenir embarazos
productos de esos ultrajes es "promover las relaciones sexuales
irresponsables".
En Guatemala cerraremos el
año con una economía hecha trizas que no promete mejorar al corto plazo y con
graves problemas en el agro que precarizan la vida en las áreas rurales.
Asimismo, con una cartera de Gobernación de nuevo encabezada por un militar, en
abierta violación al Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Papel del
Ejército en una Sociedad Democrática, en el que se plasmó el objetivo de la
desmilitarización.
Pese a ello, las mujeres
tenemos cuando menos tres razones para celebrar este fin de año. Una de ellas
es la nueva Ley de Desarrollo Social, que representará grandes beneficios para
la sociedad si es aplicada correctamente y su correspondiente Política Nacional
de Desarrollo Social y Población logra responder a las necesidades de las
grandes mayorías.
Otro motivo de celebración
es la ratificación el pasado 22 de noviembre, por parte del Congreso de la
República, del Protocolo Facultativo de la Convención para Eliminar Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, mejor conocida como CEDAW.
El Protocolo es el
instrumento que operativiza la Convención y faculta a personas o grupos a
presentar denuncias al Comité de la CEDAW, en las Naciones Unidas, cuando
cualquiera de los derechos enunciados en la Convención haya sido violado. Tras
recibir la denuncia, el Comité podrá solicitar al Estado que adopte las medidas
provisionales necesarias para evitar daños irreparables a la víctima o las
víctimas de esa violación. El Estado deberá tener en cuenta las consideraciones
del Comité e informarle por escrito, en un plazo de seis meses, las medidas que
haya adoptado para corregir la situación denunciada. Dependiendo de la
respuesta del Estado, el Comité podrá realizar una investigación de carácter
confidencial, que podría incluir una visita al país involucrado.
Lo anterior se traduce en
que cualquier guatemalteca que considere haber sido discriminada respecto de
los derechos promulgados por la Convención y haya agotado todos los recursos de
la jurisdicción nacional para reparar los daños que le fueron ocasionados,
podrá exponer su caso ante el Comité para que éste la ayude a buscar un remedio
efectivo de parte del Estado.
Y si de celebrar se trata,
hagámoslo también porque laCuerda sigue viva y puntual.
En otro orden, existe una
deuda pendiente con las personas que viven con VIH/sida, quienes en su mayoría
no reciben la terapia combinada que les permitiría prolongar la vida y asegurar
su productividad. Algo similar se aplica a las personas con discapacidad. Pese
a que nuestro país cuenta con leyes específicas para estas poblaciones, en
ambos casos faltan respuestas efectivas de parte del Estado.
Esas leyes, al igual que la
de Desarrollo Social y el Protocolo Facultativo de la CEDAW, sólo tendrán
credibilidad si el Estado cumple a cabalidad los compromisos que ha contraído.
No honrarlos sería una abierta violación a los derechos de nuestra sociedad.
[índice]
Cambio
de aires, obligado y voluntario
Rosalinda
Hernández Alarcón, laCuerda
La movilidad de
las personas, como acción individual o social, tiene diversas facetas. Conocer
las dimensiones del traslado de residencia trae consigo múltiples experiencias.
Algunos "ires y venires" son constantes, otros temporales y unos más
por largos periodos; todos imprimen huellas en la vida de las personas. Sin
duda, el acceso a la educación y a los recursos contribuye a que tales
recorridos encuentren riesgos, pérdidas, sorpresas y/o beneficios.
En esta
oportunidad, nos proponemos abordar aspectos de la movilidad desde el punto de
vista personal, social, político y económico. La historia de Guatemala, a raíz
del conflicto armado interno y del modelo económico agro-exportador de materias
primas, está marcada por éxodos muchas veces forzados o bien voluntarios.
En este número
incluimos lo que ha representado el exilio, tanto para mujeres comprometidas
con un cambio social como para algunas jóvenes, quienes salieron siendo niñas y
su emigración temporal las enriqueció con variadas vivencias, no todas dulces.
La conclusión del
conflicto armado permitió el retorno de 40 mil personas refugiadas, según
cifras oficiales. Su reintegración ha estado repleta de problemas, sobre todo
para aquellas familias campesinas que regresaron a zonas inhóspitas, sin los
más elementales servicios. Las enfrentó a muchas carencias, en ocasiones
mayores a las vividas en su calidad de asiladas. En los años recientes han
tratado de revertir tal situación con mucho trabajo, paralelamente a su rica
experiencia organizativa, con la fuerza del anhelo de volver a la patria. Papel
muy importante han jugado miles de retornadas, quienes con dobles y triples
jornadas contribuyen al bienestar de su familia y su comunidad. Entre ellas,
las guatemaltecas organizadas en Mamá Maquín, Madre Tierra e Ixmucané.
Las migraciones
por motivo de trabajo son otro apartado muy importante, en tanto representan un
panorama lleno de vicisitudes, en particular para quienes dejan Guatemala
obligados por la falta de fuentes de empleo. Las guatemaltecas se enfrentan a
agresiones específicas en razón de su sexo: el acoso sexual y las violaciones.
Ellas, solas o acompañadas, encuentran múltiples riesgos cuando migran de su
comunidad o país. ¿Qué provoca las constantes migraciones? La respuesta es
similar: una oportunidad para mejorar su calidad de vida porque en su lugar de
origen se les niega.
La posibilidad
del mercadeo de productos también es constante. Miles de mujeres recorren
diferentes localidades, como única opción para comercializar sus productos.
Algunas lo hacen en diferentes zonas del país, otras cruzan la frontera, sobre
todo la mexicana. Habría que valorar esta experiencia poco conocida.
Guatemala, a su
vez, ha dado acogida a otros ciudadanos, a quienes les ha abierto la
posibilidad de sentirse útiles. Al abrir sus brazos les permite poner en
práctica su experiencia académica y laboral. Algunas extranjeras de diferentes
países nos comparten los encantos y vacíos de ser migrantes aquí. Sus relatos
dan cuenta de su aprecio por este país, que además de oportunidades les ha
mostrado la riqueza de una nación multifacética y su gente nada fácil de
entender.
En su calidad de
migrante, una guatemalteca nos escribe acerca de sus vivencias. Como muchas personas,
ha prolongado su ausencia, lo que no significa olvidar su país. Experiencia que
seguramente comparten más de sus connacionales.
El tema es
amplio. Lo tratado en este ejemplar es una pincelada. Esperamos compartir tan
sólo algunas vivencias que trae consigo la movilidad social.
[índice]
laCuerda
Galardonada
Rosa Isabel
García recibió el máximo galardón que otorga Human Rights Watch a defensores de
derechos humanos. Única latinoamericana homenajeada, la activista labora en el
Centro para Trabajadoras de Casa Particular (CENTRACAP).
Miles de
guatemaltecas se ganan la vida realizando trabajo doméstico y sólo un número
reducido goza de vacaciones, aguinaldo y bono 14. Según el informe "El
trabajo de la casa particular, una labor deshumanizada", elaborado por la
Asociación Proyecto Conrado de la Cruz, las trabajadoras domésticas son en su
mayoría niñas indígenas provenientes de familias muy pobres, quienes carecen de
seguridad social. Su jornada de trabajo oscila entre las 14 y 16 horas, seis
días a la semana, con un salario mensual de 300 a 900 quetzales (40 a 110
dólares).
Reconocimiento al mérito
Francisca
Fernández Hall y María Inés Samayoa recibieron el Blasón de Plata del Consejo
Nacional de Mujeres de Guatemala. Fernández Hall es la primera ingeniera civil
guatemalteca con una exitosa y extensa carrera profesional. Samayoa es
educadora y ha impulsado entre la niñez programas de promoción de la identidad
guatemalteca, dibujo, pintura y teatro, entre otros.
Guatemaltecas premiadas
Claudia Méndez
Arriaza fue reconocida con el premio "El mejor de los mejores en el
periodismo nacional", otorgado por la Asociación de Periodistas de
Guatemala y Comcel, por su cobertura del proceso judicial seguido en el 2001
por el asesinato de monseñor Juan Gerardi. El mismo trabajo ocupó también el
primer lugar por la "Mejor cobertura noticiosa". El segundo lugar en
esta categoría lo obtuvieron varios periodistas, incluidas Julia Corado y
Michelle Garzaro, por los casos de hambruna en Jocotán, Chiquimula. Claudia
Vázquez y Nancy Avendaño también recibieron premios.
Añorado reencuentro
Después de 19
años de búsqueda, Tomás y Julia Choc, padre e hija, se reencontraron. Julia
tenía cinco años en mayo de 1982, cuando elementos del ejército y de las
paramilitares destruyeron su comunidad en Uspantán, Quiché. Desde entonces, un
patrullero la crió como su hija en Ixcán. Este reencuentro es uno de los frutos
del programa "Todos por la búsqueda y el reencuentro", que varias
organizaciones realizan para encontrar a la niñez desaparecida durante el
conflicto armado.
Luchan contra el VIH/sida
Guatemala ocupa
el segundo lugar con mayor número de casos de sida en el istmo. Se estima que
50 mil personas viven con el VIH y un 10 por ciento necesita medicamentos
antirretrovirales. De éstas, sólo 1,300 reciben tratamiento. Por ello, la
Coordinadora de Sectores de Lucha contra el Sida anunció que si el Estado no
garantiza los medicamentos a quienes los requieren, lo demandará ante las
cortes de Constitucionalidad e Interamericana de Derechos Humanos. Hasta
septiembre de este año fueron reportados 441 casos más, de los cuales el 34 por
ciento corresponde a mujeres.
Aumentan los divorcios
Según
estadísticas de los juzgados de Familia, en lo que va del año se han efectuado
2,043 divorcios. El 75 por ciento de los casos es de jóvenes entre los 20 y 22
años de edad. Las principales causas son infidelidad, malos tratos y
alcoholismo, así como la irresponsabilidad paterna en cuanto al aporte
económico.
Mujeres de oro
Deportistas
guatemaltecas obtuvieron grandes triunfos en los juegos centroamericanos. Entre
ellas destacaron: Cheily González, quien recibió tres medallas de oro en karate
do. Rebeca Rubio conquistó también una presea de oro en la competencia de
físicoculturismo. Fabiola Aycinena destacó en gimnasia, ganando el primer lugar
en salto al potro y barras asimétricas. En atletismo se llevaron el oro: Elsa
Monterroso en los cinco mil metros, Ana Regina Quiñónez en salto alto y María
José Paiz en salto triple. En tae kwon do, Heidy Juárez se impuso en la
categoría de 67 kilos, en tanto Euda Carías y Paulina Morataya ganaron preseas
doradas en las categorías de 45 y 57 kilos, respectivamente.
[índice]
Independientemente que cambien y cambien a los ministros de Gobernación,
sean civiles o militares, cualquiera que ocupe el cargo debe responder
acerca del paradero de
Mayra Gutiérrez
[índice]
Katia Orantes, una
Cuerda a distancia
Lo que empezó como
aventura en diciembre del 2000, se ha convertido en una parte muy importante de
mi vida. La decisión de permanecer en Barcelona sin importar un respaldo migratorio
fue meses atrás. Llegó el día en que sentí miedo. Muchos latinoamericanos y de
otros lugares teníamos que evitar que la policía nos detuviera y pidiera
papeles. Ser "ilegal" y vivir como tal es difícil. Mi viaje a Europa
dejó de ser turismo.
Al principio de
esta historia, mi amiga Belén metió mis papeles para legalizar mi estadía, lo
que no me preocupaba: si me deportaban, sería una nueva aventura. No sabía que
ella los conseguiría tres meses más tarde. Ahora entiendo lo que esos papeles
han representado para miles de personas.
En agosto, con
Barcelona llena de turistas, las autoridades decidieron desalojar de la plaza a
más de cien subsaharianos que dormían allí. Nadie imagina lo que es despertar
con decenas de hombres durmiendo al lado tuyo, durante casi dos semanas. El
segundo desalojo fue a las cinco de la mañana; ya todos estábamos con las
maletas en mano. Fue como una peregrinación, buscando un lugar seguro. Las
fuerzas de seguridad españolas no les dejan nada qué desear a las guatemaltecas:
son iguales de malditas y violentas.
Ahora trabajo en
la Casa de la Solidaridad. Empecé a visitar al gobierno civil y vendiéndole el
alma a quien fuese para agilizar los trámites de casi sólo hombres, quienes
habían estado encerrados en iglesias, haciendo huelga de hambre en demanda de
ser documentados. Eran unos 900, la mayoría de Paquistán, Marruecos, India,
Bangladesh y algunos de Sierra Leona, Ghana y Nigeria. Los que eran amigos se
hicieron hermanos. Inicié relaciones entrañables con hombres, casi todos
musulmanes, mi nueva familia. Todos ellos sin ninguna esperanza de ser
documentados, tener casa y trabajo en España. He confirmado que muchas cosas
son un mito.
En esta situación
se aprende a amar de verdad. Es difícil comprender cómo existen tantas personas
solidarias en Guatemala; en cambio acá muy pocas hacen algo por sus semejantes.
La gente vive en su propio mundo. Es muy fácil ser bueno en verano y no darse
cuenta que en invierno la gente vive en la calle.
Les quiero con
toda mi alma y realmente extraño a Guate. Después de mucho tiempo puedo volver
a llorar cuando escribo. Eso me hace feliz.
[índice]
María Antonieta
Rodríguez Leerayes
Etnógrafa, pionera
en investigaciones sobre sida y homosexualidad en Guatemala
"Las ideologías políticas autoritarias tienen intereses
creados en promover el miedo, la sensación de una inminente invasión por
extranjeros - y para ello las enfermedades auténticas son material útil. Las
enfermedades epidémicas suelen inducir el reclamo de que se prohíba la entrada
a los extranjeros, los inmigrantes. Y la propaganda xenófoba siempre ha pintado
a los extranjeros como portadores de enfermedades (a fines del siglo pasado:
cólera, fiebre amarilla, fiebre tifoidea, tuberculosis). (...) Y el sida es un
regalo para el régimen sudafricano, cuyo ministro en Asuntos Exteriores declaró
recientemente, al evocar la incidencia de la enfermedad entre los mineros
procedentes de países negros vecinos: 'Los terroristas nos llegan ahora con un
arma mucho más terrible que el marxismo: el sida'."
—Susan Sontag
En febrero de este
año realicé un estudio etnográfico en Puerto Barrios, Izabal, en el marco de
una investigación mayor en diferentes "estaciones de paso" de México
y Centro América sobre sida y poblaciones móviles. En este trabajo pude palpar
en la vida cotidiana de los portobarreños la proliferación de los mitos
alrededor del sida que tan bien describiera Susan Sontag en su libro "El
sida y sus metáforas".
Puerto Barrios
resultó ser un pueblo tradicional y tradicionalista con una amalgama cultural,
producto de la confluencia de grupos humanos de Asia, África y América, en
donde, a principios del siglo XIX, se favoreció la inmigración europea por un
presidente que deseaba poblar gratis y con "buena raza" esa parte del
país. Esto forma una serie de fuertes contrastes, cuya expresión más evidente
es la diversidad cultural, elemento explotado como principal atractivo
turístico de esa región del país y por lo mismo plasmado como un paraíso caribeño
idílico, en donde los flujos migratorios son parte de su cotidianidad.
En entrevistas
realizadas pude detectar elementos de un discurso xenófobo relacionado a los
migrantes ("los que vienen de afuera han traído el sida a Puerto
Barrios"), que contrastan con evidencias de una práctica de sexo seguro,
según referencias de algunas trabajadoras sexuales que manifestaban tener menos
problemas para usar el condón con ellos porque inclusive llevaban uno.
Asimismo, tuve
oportunidad para conocer la diversidad en prácticas sexuales de los y las
guatemaltecas, que van mucho más allá del estereotipo heterosexual y que nos ha
costado tanto abordar como sociedad.
Una de las
conclusiones que creo más importantes es el hecho de que se da una relación
casi lineal en las ideas siguientes: sexualidad–reproducción–mujer, situación
en la que socialmente se ha construido un "no-espacio" para los
hombres en el sistema que atiende la salud sexual y reproductiva de la
población. Pero por otro lado, en el ámbito de lo privado, es el varón quien
toma las decisiones relacionadas a su sexualidad y la de sus parejas (mujeres u
hombres con quienes se relacionan, sean en un papel de esposas, trabajadoras/es
del sexo, novias/os, amantes, etc.).
Así las cosas,
podemos tener nuevos referentes para abordar mejor el divorcio entre discursos
y prácticas que aún no han sido suficientemente acometidos. Es allí donde
podemos encontrar las verdaderas claves para mejores intervenciones en lo que
respecta al VIH/sida.
[índice]
Como
si no tuviéramos cabida en la ciudad
Emma Chirix,
guatemalteca, integrante del Grupo de Mujeres Mayas Kaqla
Son varias las
razones por las cuales mujeres y hombres indígenas nos vemos motivados u obligados
a emigrar a la ciudad. La ciudad como centro de poder puede ofrecernos
oportunidades y ventajas, pero la integración a ella tiene sus costos. He aquí
algunas reflexiones personales en relación a estos temas.
Quienes hemos
tenido posibilidades de estudiar nos hemos insertado en organizaciones no
gubernamentales, empresas privadas, con el Estado o poniendo un pequeño
negocio. Pero el proceso vivencial de ingresar a la ciudad tiene sus costos
porque te impone ciertos requisitos de ingreso, tales como aprender el idioma
español, cierto nivel de escolaridad, un horario para trabajar, perder el traje
por la imposición del uniforme. También aprendemos a enfrentar distintas formas
de discriminación cuando rompemos con esquemas sociales dominantes. Por ejemplo,
una pregunta frecuente que a mí me lastima: "¿Por qué viven ustedes en la
ciudad?" ¡Pareciera que no tenemos cabida en ella! ¿Por qué nos miran como
invasores?
Nos cargamos de
energía, de valor, voluntad y esperanza para ir perdiendo el miedo a enfrentar
la discriminación en los espacios cotidianos. Empezamos a reconocer nuestros
derechos y los ponemos en práctica, enfrentamos los prejuicios que subyacen a
la división entre el mundo urbano-rural, los de la ciudad y los de provincia.
El interior es para los indígenas, nos dicen.
Cuando perdemos el
miedo ya no caminamos como palomas amarradas con hilo en los tobillos, siempre
viendo hacia el suelo; ahora exploramos los espacios, enfrentamos la mirada y
el gesto con dignidad, nos vamos rebelando al maltrato de muchos choferes en
los buses, exigimos que nos llamen por nuestro nombre y no por
"maría" o "la muchacha". Entramos a las librerías, centros
comerciales, hospitales, restaurantes, las instancias del Estado. Nos
movilizamos por las diversas zonas de la capital, pedimos que se nos atienda
con respeto, entablamos nuevas relaciones sociales y aprendemos otras maneras
de ver el mundo.
En suma,
utilizamos nuestra creatividad y sabiduría porque no queremos perder nuestra
identidad étnica, que es una forma de resignificarnos y redignificarnos frente
a los Otros y a nosotras mismas. Presionamos para el cumplimiento de nuestros
derechos. Sensibilizamos para que conozcan a los Otros que no son parte de la
ciudad, porque existen muchas personas que se dicen guatemaltecas por el simple
hecho de vivir en la capital, pero desconocen o niegan a otros grupos sociales
y otros territorios. Por eso es frecuente escuchar con asombro y extrañeza:
"¿De dónde sos vos? ¿Y por dónde queda ese lugar?" Como quien recién
descubre el mapa de su país.
Pero ¿qué nos
amarra a nuestros pueblos? ¿Por qué regresamos o visitamos nuestros pueblos?
Para algunos es crucial: el vínculo con nuestros ancestros, mantener la
comunicación con nuestras familias, con los espacios energéticos-espirituales
que dan sentido a nuestra vida. Recreamos lo que hemos aprendido,
interaccionamos nuestros aprendizajes, recordamos nuestra historia, ensamblamos
valores y principios humanos y respiramos aire puro.
Desde mi
experiencia como mujer maya y urbana me preocupa que con las y los migrantes a
la ciudad se reproduce la exclusión que se vive en el campo; de ahí la
necesidad de crear propuestas de desarrollo social de los territorios
discriminados. La ciudad nos ha redescubierto lo que somos en el campo y con respecto
a la nación.
[índice]
Migración
y consecuencias de los atentados
Wendy Santa Cruz y
Rosalinda Hernández Alarcón, laCuerda
De enero a agosto
del 2001 se ha capturado a más de un millón de inmigrantes indocumentados, de
acuerdo a cifras de la patrulla fronteriza de Estados Unidos (EUA), en tanto la
Fundación para la Asistencia Rural Legal del Estado de California reporta que
275 migrantes han muerto este año. Según fuentes en Guatemala, cada día llegan
a este país entre 90 y 150 personas deportadas. En opinión de la socióloga
Maribel Carrera, con los atentados del 11 de septiembre también hubo ciudadanos
guatemaltecos que decidieron regresar por temor a nuevos ataques.
Lo cierto es que
tales hechos demostraron la ineficiencia de los controles migratorios, por lo
que la atención está en su endurecimiento. En México también se han hecho más
estrictos, a tal grado que las autoridades migratorias han cateado refugios de
asistencia con el pretexto de arrestar a presuntos terroristas.
La revista
electrónica "La Opinión", de Los Ángeles, EUA, informa que en la Casa
del Migrante en Tamaulipas, del estado mexicano de Nuevo León, fueron detenidos
nueve ciudadanos latinoamericanos. Otras organizaciones humanitarias denuncian
la ola de redadas en la zona fronteriza sur de México contra personas
supuestamente originarias de países árabes.
El analista
guatemalteco Werner Wellmann afirma que las deportaciones de personas en
tránsito han aumentado alrededor del 10 por ciento, en tanto las que se
realizan directamente de EUA vía aérea, un 20 por ciento. Agrega que, de
octubre a noviembre, el flujo continúa en aumento: entre 600 y 700 personas
centroamericanas diariamente cruzan la frontera.
Cabe señalar que
el Plan Sur, puesto en práctica desde julio pasado como acuerdo binacional de
ambos países del norte, reforzó la vigilancia en las zonas más utilizadas por
los indocumentados en su trayecto hacia suelo estadounidense. El Instituto
Nacional de Migración (INM) de Chiapas, México, destacó a más de seis mil
agentes policíacos a distintos puntos fronterizos con Guatemala como parte de
ese operativo. De tal manera que la Fuerza Naval de México, además de combatir
el narcotráfico, tiene como tarea impedir el flujo de indocumentados hacia EUA.
Según otro reporte
de "La Opinión", autoridades de justicia norteamericanas anuncian
nuevas reglas que permiten la detención por 48 horas o más de sospechosos de
carecer de documentos. Por su parte, el Congreso de EUA pretende otorgar más
poderes a las fuerzas de seguridad de ese país para detectar y deportar a
personas extranjeras, cuya apariencia dé indicios de "terroristas
potenciales".
Para Walter
Arriaga, de la Casa del Migrante Mi'n Npon B'aj en Tecún Umán, San Marcos, los
atentados no son un medio disuasivo para evitar que las personas migren: están
dispuestas incluso a combatir en una guerra ajena, con la esperanza que, si
logran sobrevivir, puedan mejorar sus condiciones de vida. "De todas
maneras morimos de hambre al permanecer en nuestros países de origen",
dicen algunos.
Carlos Velázquez,
director de Migración de Guatemala, sostiene que la mayor vigilancia en las
fronteras obedece a políticas previas a los atentados en EUA. Políticas que, en
opinión de analistas, se han implantado por presión del gobierno
estadounidense.
El incremento de
violaciones a los derechos humanos tiene relación con el aumento de las
deportaciones, explica Wellmann; así se registran más agresiones a mujeres,
niñas y niños. Este último semestre, las policías mexicana y estadounidense
usaron la estrategia de separación en caso de familiares capturados. Ello rompe
la posibilidad de un nuevo intento por ingresar a EUA. En el caso de las
mujeres, la situación es bastante grave, pues se han reportado algunos casos de
violación. El entrevistado calcula que alrededor del 25 por ciento de migrantes
son mujeres.
La principal causa
que obliga a las personas a migrar es la falta de opciones de trabajo. Mientras
tanto, Guatemala no ha ratificado la Convención Internacional de los Derechos
Humanos de los Trabajadores Migratorios y sus Familiares. A la fecha, 16 países
lo han hecho; faltan cuatro para que entre en vigencia. De éstos, ninguno es
centroamericano. Otra realidad es que en EUA va en aumento el sentimiento
antimigrante.
[índice]
Iduvina Hernández,
guatemalteca, periodista
"El exilio es una larga avenida,
por donde transita la tristeza".
Otto René Castillo
En los informes
sobre la política contrainsurgente del Estado en el caso guatemalteco, hay poco
espacio para el tratamiento del exilio como parte de esa estrategia. Ni quienes
vivieron el exilio se han visualizado como víctimas de la política estatal, ni
quienes han estudiado el fenómeno han considerado el exilio como una
herramienta represiva.
Sin embargo, todas
las personas que debieron abandonar su entorno: casa, trabajo, familia,
amistades, vecindario, relaciones, espacios culturales, afectivos y religiosos,
también perdieron parte de su vida de un solo tajo. A esas pérdidas no
esperadas o no buscadas, siguió la lucha por sobrevivir en tierra extraña, en
ocasiones, en lengua ajena. El castigo por la disidencia a la política de
Estado se vestía de ostracismo y expulsión, en ocasiones violenta, de la tierra
conocida.
Por eso en el
exilio se vivió (se vive) con un lado del corazón en el país y la sociedad de
recepción, y con el otro, palpitando igual de fuerte, en la tierra que se dejó,
esperando poder volver. La gente en el exilio, cuando logró llevar maletas, no
siempre desempacó del todo. Ese empaque de las cosas era la voz viva de la
tierra propia llamando por el regreso, aun en medio de la persecución y del
terror.
Los informes sobre
la represión no lograron visualizar de qué manera el forzar al exilio
representaba un arma en manos de la política oficial de contrainsurgencia. Un
arma cuyo uso no termina con el retorno, pues las secuelas de la expulsión se
convierten en cicatrices casi grabadas en piedra.
Al regresar, cada
familia exiliada enfrenta un nuevo desarraigo. Después de haber tejido vínculos
y relaciones en tierra ajena, intenta volver a su país en un entorno que fue
cambiado por la guerra. Las amistades, las relaciones, los espacios de
vinculación han desaparecido o se han modificado. Quien retorna, con
experiencias distintas de relacionamiento, se vuelve por momentos un ser
desadaptado incluso entre sus amistades o familia.
Pocas personas
logran ver, en la mochila del retorno, las noches de insomnio añorando la
tierra propia, los olores familiares, los sabores cotidianos. Muy pocas
perciben la nostalgia y el recuerdo que se acumularon en jornadas de desamparo
y soledad, con aderezo de tristeza.
Cada ser que
retorna del asilo o el refugio vuelve a empezar de cero a reconstruir su vida,
a buscar trabajo, nivelar estudios, encontrar vivienda, reconstruir relaciones
y continuar viviendo. Ya lo hizo antes cuando se le forzó a marchar y abandonar
lo suyo. Lo hace de nuevo cuando desea volver a su tierra.
Y sin embargo, a
pesar de que la maleta llega repleta de aflicción, quien retorna vuelve con
deseos de vivir, en pocos días, el tiempo perdido en el exilio. Vuelve con el
afán de recuperar cariños y relaciones. Vuelve con el deseo de dar la vuelta y
cerrar la puerta de esa avenida por donde ha transitado la tristeza. Vuelve
para quedarse, aunque siempre se sentirá ausente.
[índice]
Voces de migrantes
Dejar
lo querido para encontrar nuevas querencias
Elsy Manzanares
Feliche, venezolana, periodista
Sin ninguna duda,
lo más doloroso que podemos dejar en nuestras aventuras entre un país y otro
son las querencias. Sin embargo, lo mejor que nos puede ocurrir es encontrar
las nuevas.
Haber llegado a
Guatemala, por mis propios pasos y única selección fue consecuencia de una
vivencia anterior, cuando no llegué por mis propios pasos, ni fue una elección.
Pero sí, fue una experiencia maravillosa en un país lleno de encantos mágicos y
traviesos. Los verdes de la mano de los múltiples colores que definen la
cultura milenaria me cautivaron. Además de su clima, sus paisajes y la
maravillosa Antigua me hicieron sentir un poco dueña de esta maravillosa
tierra.
Se me preguntó por
qué me vine a Guatemala y por qué dejé mi país, Venezuela. La primera pregunta
la pude contestar muy fácilmente. La segunda podría inclusive ser más fácil de
responder, porque tiene nombre y apellido; sin embargo, debo ser más reflexiva,
porque en estos momentos Venezuela atraviesa una de sus peores crisis.
Después de haber
vivido una democracia floreciente que permitió la participación de todos los
sectores en los procesos políticos, productivos, educativos, etc., en Venezuela
nos tocó hacer una evaluación de todo lo que también había dejado de malo esa
democracia. Cuando comenzamos a darnos cuenta de qué pasaba, ya era demasiado
tarde. La oportunidad de un nuevo liderazgo llegaba, pero era uno lleno de
entuertos, fantasías delirantes, con un pasado hecho golpe a golpe, y frente a
esta situación no había remedio.
Pensé rápidamente
cuál podía ser mi destino inmediato y me afloró Guatemala, donde ya había
dejado algunas querencias, donde su naturaleza y su cultura me habían
cautivado, donde no dejaba de vivir parte también de mi cultura y donde he
encontrado un nicho de cosas gratas, con el sabor y la seguridad de que
Guatemala ya forma parte de mi historia personal.
[índice]
Ruth Taylor,
canadiense, periodista
Soy migrante hasta
los huesos. Dejé mi país y vine a Guatemala hace poco más de siete años porque
me gusta conocer otros lados.
Es algo que tengo
en mí desde la niñez, cuando jugaba en la línea del ferrocarril y me
preguntaba: ¿Adónde me llevarán estas líneas si las sigo? ¿Qué habrá más allá
del horizonte? Y resulta que me gusta vivir en medio de lo desconocido. Mucha
gente encuentra el consuelo y la fortaleza en un ambiente conocido, pero a mí
me inquieta. Me siento tal vez atrapada o hasta sofocada por todo lo que supuestamente
tenemos en común. Estar donde no conoces y no te conocen, te puede dar cierta
libertad.
También ha sido
una escuela excepcional. Guatemala, por ejemplo, me parece una flor de
múltiples pétalos que se me va abriendo poco a poco. Sé que no la conoceré por
completo aunque esté aquí mil años. Pero a la vez, y quizás esto sea lo más
importante, ayuda a conocerme a mí misma, examinar mi cultura, mis creencias,
mis prejuicios desde otro punto de vista; me ayuda a no tomarlos por ley.
La mía es una
visión privilegiada, lo sé. Para la mayoría de migrantes, la migración se
vuelve una especie de exilio (por razones políticas o económicas) y se da en
condiciones muy difíciles. Para mí no todo es olor a rosas, pero mis quejas son
pocas. Aquí escribo de lo bueno que es estar en tierra extranjera.
[índice]
Velia Jaramillo,
mexicana, corresponsal de la revista Proceso
Hace dos años
emigré a Guatemala. El cambio de ciudad no podría haber sido más radical: de
Monterrey, una norteña ciudad mexicana convertida en centro financiero del
país, con un estilo de vida muy a la norteamericana, a la Guatemala que me
estremeció desde mi primer viaje, con su historia de sangre y, paradójicamente,
desbordante de vida, de color, de imágenes que tocan el corazón y la conciencia
a cada vuelta de la esquina.
Fue, mucho más que
un cambio de ciudad, un cambio de vida. De la presión del periodismo diario, a
la rutina mucho más sosegada de una corresponsalía; de ver diluirse mis días en
la carrera de las actividades públicas, al mundo de la casa en el que
igualmente el reloj corre y se come, entre las tareas de la maternidad y la
doble jornada, la ilusión del tiempo libre.
Este país me ha
permitido conocer ese mundo, el de las mujeres que van al "super" o
toman un café a media mañana a salvo de los horarios de oficina pero inmersas
en el trabajo sin horarios; el de las mamás que salen por las tardes a pasear
por la colonia -a falta de parques- con sus hijas e hijos.
Entiendo ahora la
batalla diaria por combinar esos dos mundos, el de afuera y el doméstico, y lo
que especialmente en mi profesión implica combinar la maternidad con el
periodismo. Releo las estadísticas que hablan de una creciente feminización de
las carreras de periodismo contra el predominio masculino en los medios, a
causa de muchas mujeres que se quedan a medio camino en el ejercicio de este
oficio tan rico como demandante.
De mi antigua
ciudad extraño la vida nocturna, caminar o manejar sin miedo de madrugada, la
adrenalina del trabajo periodístico diario. Pero, a cambio, me encanto con el
paisaje guatemalteco, con su modo de vida mucho más relajado, fuera de la
locura de la competitividad que obliga a trabajar 12 horas diarias, y la
convivencia con mis pares, en el barrio, y en esa generosa Red de Mujeres
Periodistas de Guatemala en la que me cobijo y que ha hecho más fácil mi
adaptación a este país.
[índice]
Mónica Salas,
peruana
Me he estado una
semana dando vueltas por la Sierra de los Cuchumatanes, lagarteando al mediodía
en cada plaza, frente al sol. Un poco con rumbo, un poco sin brújula, he ido
conociendo pueblos y gente preciosa en el camino.
A veces me he
preguntado mientras tanto: ¿Por qué esta necesidad interior de moverme de un
sitio a otro? ¿Por qué este nomadismo crece cuando me hallo perdida, sin
frontera ni horizonte? ¿Será un intento de recuperar la frontera extraviada, o
será sólo una simple curiosidad insaciable frente a lo otro en búsqueda de lo
mío? ¿Y qué es lo mío que no sea lo otro, y qué es lo otro que no sea lo mío?
No he logrado
concretizar una idea clara todavía; necesito viajar más para encontrar una
respuesta, o para simplemente sentir que "a nadie pertenecen astros,
mares...", como diría el poeta Gelmán.
Llevo un poco más
de media vida viajando, mudándome de un sitio a otro, saltando continentes,
cruzando océanos, llenándome de todo, vaciándome de casi nada.
No siempre ha sido
fácil, lo confieso. Comenzar de cero puede convertirse en una tarea ardua.
Antes me movía más ligera, sin mucho equipaje externo, pero casi siempre con
sobrecarga interna, llena aún del sol, el sabor a culantro y el calor de los
amares en el recuerdo.
Ahora se han
trastocado los papeles, el equipaje externo ha crecido un poco conforme pasan
los años y el interno no se ha reducido pero ha cambiado, se ha vuelto más
temeroso, más cuidadoso en cuestiones de embalaje.
Sea como sea, creo
que he disfrutado de esta vida errante, he conocido un poco y aprendido mucho
en el camino, aunque el aprendizaje más grande y más costoso ha sido el de
intentar viajar "sin dejar ni el corazón ni los zapatos sin huellas"
(Birri).
Aún no he muerto
en el intento.
[índice]
Andrea Carrillo
Samayoa, laCuerda
Responder a lo que
significó vivir fuera de Guatemala por años es, para muchas, evocar recuerdos
especiales, de alegrías y tristezas que al final cambian el rumbo de tu vida.
Cuando tuvimos que
irnos la edad no importó; nuestros padres nos tenían que llevar. No sabían
cuándo se podía regresar y si se quedaban corrían el riesgo de morir. Sin
entender fuimos creciendo en otro país.
Con Claudia, mi
amiga de toda la vida, coincidimos en el mismo lugar, sus padres tuvieron que
irse cuando ella tenía tres años, los míos cuando yo estaba de meses. Jugamos,
aprendimos y crecimos juntas.
Ahora, Claudia
tiene 24 años y, al igual que yo, regresó a Guatemala varios años atrás. Hace
unos días me dijo que ganamos mucho viviendo fuera, que fue triste, sí,
perderse los momentos especiales con la familia, el no saber desde pequeña el
himno de tu país ni crecer en él por razones de represión que ahora sí
entendemos. Pero lo bueno y valioso es que podemos decir que formamos una
familia de amistad y solidaridad en tiempos difíciles fuera de nuestro país;
que ahora llevamos dentro a todas esas personas con quienes crecimos, los
momentos que vivimos, la gente que conocimos y que tuvimos que dejar porque
volvimos.
"Ahora,
Yeya" (como me dice desde pequeña), "valoro más la vida, la amistad y
lo que mi mamá y mi papá hicieron por sus vidas y por la mía".
Es cierto:
viviendo fuera, cualquiera madura más rápido.
Madurás cuando ves
a tu papá llorar a la orilla de la cama, porque han llamado por teléfono para
avisar que su mamá murió. A los cinco años supe que mi papá lloraba porque la
abuela Norma había muerto y que su dolor se agudizaba porque ella estaba aquí y
él allá; porque no la había visto en años y no iba a poder estar en su funeral.
Ver muchas veces a tu mamá triste porque extrañaba su casa, su familia, su
país. Llorar una de "chavita porque las visitas de las tías terminaban y
ellas tenían que volver. De pequeña no te das cuenta, pero son cosas que te
hacen crecer.
Cuando estás
pequeña, tal vez sea un poco más difícil cuando en el momento que lográs
sentirte parte de un lugar tenés que dejarlo todo: amistades, colegio, tu
casa... A puro tubo debés dejar el país en el que creciste y que sentiste tuyo.
Se pasa de todo,
pero lo chilero es poder ver hacia atrás y darme cuenta que conocí otros
lugares, otra cultura; que compartí con mucha gente; que aprendí y todas las
experiencias que viví me hacen ser quien soy.
Me gusta quien
soy, me gusta saber que soy de aquí, pero no cambiaría por nada lo que viví
fuera de aquí.
[índice]
Ángela Orellana
López, guatemalteca, estudiante de periodismo
Para responder a
la pregunta de cómo afectó mi vida, ya sea positiva o negativamente, el haber
vivido mi niñez fuera de Guatemala, a puro tubo tendría que responder que todo
depende...
Pasar rápidamente
de ser la hija del Doctor y la Licenciada a ser la hija del dueño de un bar y
luego (otra vez rápidamente) que tu papá venda tamales en un trailer en la
carretera y tu mamá limpie las mesas en MacDonald's... Cambiarte siete veces de
casa, cuatro veces de escuela y tres de país en menos de seis años, seguro que
hace madurar a una niña en forma más acelerada que el resto de sus primos o
primas. Pero ¿por qué la comparamos con otras niñas y niños de su condición
socioeconómica? Porque en Guatemala, a esa temprana edad, ya tiene que ayudar a
sus progenitores en el trabajo agrícola, cuidar a sus hermanitos y en muchas
otras responsabilidades, a una edad en que para los pequeños burgueses de la
ciudad la única preocupación es jugar y ver cuál juguete nuevo les compran.
Yo no sería la
misma sin las experiencias que me tocó vivir fuera de mi país, y me gusta ser
quien soy, o sea que no habrán sido tan malas.
Tal vez se deja de
tener algunas cosas, como los amigos desde pequeños y los almuerzos con la
abuela los domingos, pero eso se compensa con experiencias más reales de lo que
va a ser la vida de adulta. Saber que nada es para siempre, que todo está en
constante cambio, que hay diferentes formas de pensar, de vivir.
Lo más provechoso
fue darme cuenta de lo importante que es sentirte parte de algo, ser de un
país, esa identidad que te hace saberte dueña de él, quererlo con todas las
fuerzas y desear que mejore y desarrolle.
Lo malo no fue
irnos, sino las causas que nos hicieron vivir en otros países, ver la tristeza
de nuestras mamás que añoraban volver, saber que si tu papá regresaba lo
mataban. Eso era lo feo. Lo demás fue puro aprendizaje.
[índice]
Claudia Dary,
guatemalteca, antropóloga
Algunos le podrán
llamar nostalgia. No sé, pero se me ocurre que recordar permite también valorar
el papel que las mujeres han cumplido en la sociedad, reflexionar sobre la
imagen que ellas han dejado plasmada en las mentes de quienes las observan. Es
el caso de las alfareras de los pueblos situados alrededor de la ciudad
capital. Pero, ¿qué importancia tendría recordar a un grupo de mujeres que iban
y venían con toda su venta metida en un canasto de carrizo y puesta sobre un
yagual encima de sus cabezas? ¿Qué importancia podría tener ese grupo de
mujeres que, según los economistas, ni siquiera entraban en la cuenta de la PEA
femenina de este país?
El papel que las
mujeres han desempeñado en el comercio intermunicipal e interdepartamental ha
sido invisibilizado. Así también lo ha sido el que desempeñan en el desarrollo
de las tecnologías locales para la elaboración de objetos de barro
imprescindibles para la cocción de alimentos y de otros objetos destinados al
ornato y entretenimiento.
Recordemos que el
maíz constituye la base de la alimentación de la mayoría en Guatemala. Se
consume en innumerables formas, atoles, tamales, tortillas. Y, en cuanto a
estas últimas, si bien es cierto que hoy día y en ambientes urbanos se emplean
enormes comales de metal calentados a base de energía generada por gas propano,
en la mayor parte del área rural se sigue utilizando el comal de barro. Los
comales guatemaltecos, así como numerosas piezas de barro de origen
prehispánico, son creados por manos de mujeres e implican la acumulación por
muchos años de una experiencia basada en observación, en ensayo y error.
Precisamente es
por medio de esos objetos de barro que parecen tan sencillos, que el maíz se ha
podido cocer y procesar por miles de años. Y es también a través del oficio de
la alfarería y del dinero que se consigue con la venta de ollas, tinajas,
pichingas, comales y otros utensilios, que muchas mujeres han podido sacar
adelante a sus hijas e hijos. A través de la venta de ollas, comales y adornos
de arcilla, mujeres de Chinautla, de San Luis Jilotepeque, de Jocotán y tantos
otros lugares complementan sus ingresos. Ahora que se acerca la Navidad, es
interesante recordar el esfuerzo que hacían las artesanas de Mixco, yendo y
viniendo de un pueblo a otro cargando con su alfarería. Se movían buscando los
días en que había feria en honor a los santos patronos.
Las alfareras
llevaban la cerámica desde Mixco hasta Santa Catarina Pinula y a la Villa de
Guadalupe (Guatemala) en las vísperas del día de Santa Catarina, el 25 de
noviembre. En todos estos lugares, según cuentan, ellas no vendían las piezas
sino las trocaban por frutas producidas localmente: limones, naranjas,
mandarinas, limas y jocotes de corona, entre otras. La gente de los pueblos se
asomaba a las puertas y los balcones de sus casas para ver venir a las mujeres
y sus hijos con el cargamento de barro. Luego, les preguntaban las ladinas:
-"María, ¿qué llevás?" Y ellaas respondían: -"Juguetitos de barro".
-"Vamos a ver, doy cinco naranjas por esto", decían los compradores.
Relatan las mixqueñas que se recibían cinco o seis frutas por una pieza de
barro. Y así como las alfareras habían llegado a pie hasta Pinula con los
cacaxtes cargados de objetos de barro, así volvían a Mixco llevando sus
canastos con frutas.
Una semana después
y en vísperas del día de la Virgen de Concepción (8 de diciembre), las
alfareras, a veces junto a sus compañeros e hijos, volvían a arreglar su
cargamento. En redes de pita de maguey acomodaban los objetos de barro,
colocando pashte y hojas de pino entre uno y otro para evitar que se quebraran.
Así, esta vez se
iban para Ciudad Vieja. El viaje hacia allá también se hacía a pie, a
"paso de trote", como se decía. Los artesanos salían de Mixco a las
cinco de la mañana y llegaban a Ciudad Vieja a las diez. En cinco horas
lograban recorrer 28 kilómetros. Para reducir la distancia se introducían en
barrancos y buscaban veredas. Solamente se detenían unos minutos para tomar un
frugal desayuno en Santa Lucía Milpas Altas.
Estos viajes que
las alfareras hacían a pie se llevaron a cabo hasta principios de los años 40.
Les gustaba mucho asistir a Ciudad Vieja porque la fiesta patronal era muy
alegre, había numerosas "chicherías" y frente al atrio de la iglesia
se colocaban los vendedores con ollotas de tamales; había música de marimbas
dobles y sencillas.
En aquella época
vendían pastores para nacimientos navideños a sólo cinco centavos; ollitas y
chivitos de dos y tres centavos, respectivamente. Los antigüeños, según
cuentan, se peleaban por adquirir la alfarería mixqueña; explicaban que
compraban las figuras porque eran "reliquias de la Virgen de
Concepción".
Los alfareros casi
siempre regresaban contentos porque vendían todas las piezas que llevaban a
Ciudad Vieja. Volvían a Mixco nuevamente a pie pero esta vez sin carga y
portando dulces de la feria. A medida que los alfareros mixqueños murieron se
fue perdiendo esta costumbre. Son pocos los que siguen comercializando su arte,
y ahora viajan en camioneta. En las dos últimas décadas, por ejemplo, la ya
legendaria familia mixqueña Pixtún ha ido a Ciudad Vieja sólo unas cuentas
veces para vender.
En la actualidad,
muchas de estas mujeres ya no suelen comerciar con piezas de barro como antes;
ahora lo hacen con fruta, verdura, palanganas de plástico y ropa de paca.
Lo importante en
todo ello es que esta esforzada manera de ganarse la vida se presta a
explotación, exagerado regateo en el mercado y maltrato en los autobuses cuando
hay que subir y bajar la mercadería de la parrilla del techo de los mismos, así
como discriminación y falta de respeto hacia las comerciantas al interior de
los buses.
Subrayar todo esto
es indispensable para reconocer el trabajo de las mujeres y para, de alguna
manera, ir haciendo que el trato hacia ellas y el reconocimiento social hacia
su trabajo se hagan efectivos.
[índice]
Gloria Hernández,
guatemalteca, ensayista
Siempre estamos
emprendiendo viajes. Viajes reales, virtuales, imaginarios, inducidos. Hay
personas que viajan toda la vida y ya no entienden ésta sino en función de sus
desplazamientos en el tiempo y la distancia. Otras, a pesar de ser sedentarias,
tenemos ocasionalmente la imperiosa necesidad de emprender un viaje: a la
tierra donde nacimos, al sitio donde nos sentimos libres, a algún paraje
encantado como la orilla del mar.
Quizá esa urgencia
sea una herencia genética, una huella ancestral de nuestro nómada pasado: un
impulso más fuerte que nosotros por llegar a algún lugar, no importa cuál, en
donde podamos ser, simplemente, auténticos. Emprender un viaje, individual o
colectivamente, entonces, es una necesidad: un rito de purificación del cual se
va a resurgir renovado como ser humano. Es un programa conductual que iniciamos
con una carencia: con un rechazo de nosotros mismos o de lo que hacemos. Así,
llegar al lugar que nos proponemos se torna secundario; lo esencial es realizar
la jornada. Alcanzar nuestro destino ya es ganancia: un triunfo al esfuerzo de
desplazarnos más allá de nuestro entorno. Ése es, quizá, el sentimiento que
mueve a los latinoamericanos a emigrar al Norte o a los gitanos a recorrer
Europa.
Necesariamente,
esta condición humana tenía que reflejarse, como tema fundamental, en el arte.
Recordemos los "performances" de la colombiana María Teresa Hincapié,
cuyo ritual básico es la caminata. Su jornada "Hacia los Taraumara", que
emprendió del D.F. hasta el poblado de los Taraumara con la idea de retomar la
práctica milenaria del desplazamiento en la vida contemporánea, fue muy
celebrada.
Por su parte,
Gauguin registró su viaje a Tahití en una obra pictórica de extrema vitalidad.
Delacroix incursionó, de manera innovadora, en la esencia del viaje en "La
libertad guiando al pueblo" y Dante y Virgilio en el infierno, entre otras
pinturas. En la música, "Moldavia", de Smetana, relata el viaje por
un río de Checoslovaquia y "Cuadros en exposición", de Mussorski,
consigna el viaje que emprende el espectador en una galería de arte.
Contemporáneamente, Alan Parson utiliza el tema del viaje, recurrentemente, en
piezas como "Voyager" y "Days and Numbers" ("The
Traveller").
En literatura, el
caudal es riquísimo. Desde los míticos desplazamientos de los israelitas en la
Biblia y los viajes chinos de Hoan Chen-tai y la princesa Miao-chu hacia la
Isla de la Verdad, el artista se cuestiona por medio de jornadas a lugares
remotos que pudieran dar respuesta a sus preguntas. Sucede, en realidad, que
tales viajes no se cumplen sino en el propio interior del ser: el viaje vital,
que es una fuga de sí mismo, no termina nunca.
Simbólicamente, el
viaje es riquísimo en significación: se resume en el rastreo de la verdad, de la
paz, de la inmortalidad, en la búsqueda de un centro espiritual. Tanto en el
imaginario oriental como en el occidental, a través de la historia, se han
organizado viajes en aras de lugares edénicos que representan el centro
primordial original. Son famosos los viajes de los vikingos, de Marco Polo, de
Colón, de los navegantes portugueses, de los cosmonautas a la luna, de Ponce De
León. Así, han surgido obras trascendentales cuyos periplos han contribuido a
la formación intelectual de la humanidad. Los autores mismos han emprendido un
proceso catártico escribiéndolas. Del viaje a su subconsciente han regresado,
casi sin querer, con una obra desconocida para ellos mismos entre las manos.
"La Odisea" de Homero, "La divina comedia" de Dante,
"Viaje sentimental" de Sterne, las novelas de Verne, "Los viajes
de Gulliver" de Swift, "El señor de los anillos" de Tolkien,
"Pantagruel" de Rabelais, "La isla del tesoro" de
Stevenson, "El Danubio" de Claudio Magris, "Una sombra ya pronto
serás" de Oswaldo Soriano, "El vagabundo de las islas" de Joseph
Conrad, "Ulises" de Joyce, "Rayuela" de Cortázar, "Don
Quijote" de Cervantes, "Los ríos profundos" de Arguedas, por
citar algunas, son obras cuyas travesías han horadado la conciencia colectiva.
En un sentido
ontológico, el viaje se convierte en el signo y en el símbolo de un perpetuo
rechazo de sí mismo, de la distracción referida por Pascal y, entonces, se
puede concluir que el único viaje válido, y acaso el más revelador, es aquél
que realiza el ser humano hacia el interior de sí mismo, si se decide, por fin,
a emprenderse.
[índice]
Anabella Acevedo,
laCuerda
Una va
coleccionando espacios por la vida. Algunos se le adhieren a la piel, otros son
como sombras. Y otros apenas se sospechan. En mi memoria, por ejemplo, aparece
el protegido espacio de mi niñez en una geografía costeña de enormes árboles
junto a las temidas curvas que me llevaban cada año a la casa de mis abuelos en
Uspantán. Eso era el mundo entonces. En mi clase de Geografía todo parecía
tener una estabilidad incuestionable, y sin embargo a lo largo de los años me
he dado cuenta que los nombres de accidentes geográficos solamente adquieren
sentido en el momento en que nosotros se lo damos.
Santiago de
Compostela me hace pensar en Susan, por ejemplo, y de repente España limita con
Perú y con México. Es la geografía de mi memoria, donde también sigue habiendo
un beso al amanecer en la playa de un país que no es el mío, y desde entonces
ese lugar es precisamente eso: la geografía de un cuerpo distante. Hay también
una tarde en penumbra escuchando a un yerbero entre olores a ruda y manzanilla.
Podría nombrarlo como Cholula, pero ese pueblo es sobre todo la maravilla de
aquella tarde.
Soy tantos
lugares. Soy también lo que ha quedado de la brisa en el rostro desde una
hamaca escuchando el mar del Tulate. Los espacios se multiplican, se mezclan,
se superponen. Sé, por ejemplo, que aún no he regresado de Zunil, y sin embargo
eso no me impide entrar en Atenas como si entrara a mi casa.
Mi casa. ¿Cuál de
todas? La invento todos los días porque es la única manera de entenderla.
Cuando digo que
estuve fuera de Guatemala durante trece años sé que miento, por lo menos
parcialmente. Sé que a veces, mientras tomaba un avión y aterrizaba en un lugar
silencioso y sin jacarandas en marzo, también permanecía en una banca del
Parque Central sintiendo en mi piel los terribles desórdenes que intentaba
reclamar como míos. Ahora he regresado
y veo sobre mí un mapa hecho de fragmentos: las mismas obsesiones -Guatemala-,
las mismas memorias recurrentes -una iglesia azul, el mar observado junto a mi
hermana desde un balcón-, los mismos miedos -el Cantón Chupol/el terror del
destacamento militar que se imponía por encima del paisaje/la incertidumbre-, y
otras piezas que se han venido a unir.
Ahora sé que el
camino a Todos Santos realmente conduce al paraíso perdido. Sé también que las
playas del Pacífico están por ser conquistadas. En fin, escribo Guatemala pero
son otras las palabras que escucho.
Así, soy muchos
lugares, y son muchos los lugares que me definen. Digo "soy
guatemalteca" y una infinidad de términos empieza a hablar de la mujer que
soy en relación a mi país: periferia, pobreza, injusticia, exotismo; también
sorpresa y gozo.
Hay palabras tan
fuertes como el paisaje, pero a menudo me veo en la necesidad de tachar una y
sustituirla por otra que me permito escoger, con o sin permiso de los demás.
Ésta es mi crónica de viaje.
[índice]
Maddalena
Pezzotti, asesora en Género para Centroamérica - UNIFEM
A Guatemala llegué
por casualidad, un azar del destino: un telegrama de Naciones Unidas me
asignaba a mi "duty station". Había solicitado una sede en Medio
Oriente y la noticia me desubicó bruscamente de mi horizonte cultural de
elección. Preparé las maletas sin saber qué esperar, con la sensación de que mi
alma iba a quedarse atrás en algún punto indefinido entre el lago de sal y las
montañas rosadas del desierto de Túnez.
Mi primera misión
fue a Ixcán Grande. El carro se quedó atascado en el lodo y, a la espera de que
nos sacaran de aquella pesadilla, me quedé escuchando el silencio de los
árboles entretejido con el grito de las entrañas de los zaraguates y el respiro
de miles de criaturas cuyos nombres no conocía. Siempre revivo aquellas largas
horas que se extendieron hasta el oscurecer como una iniciación a las vigilias,
las trepidaciones, los estupores y descubrimientos de los años que siguieron.
Guatemala es un
país que a la vez me conmueve y me enfurece. Me enfurece su eterno decir y no
decir, su indefinición en el tortuoso camino hacia sus mejores aspiraciones. Me
enfurece el lenguaje colonial de quienes, con razón, no tienen ninguna
intención de estar allí "para servirle" a nadie; el considerar
"interior del país" cualquier lugar que no sea la capital, como si el
resto fuera selva obscura. Me enfurece la letanía de los "fíjese que"
y la imposibilidad de decirse toda la verdad y quedarse amigos lo mismo. Me
enfurece cada grito no gritado, cada llanto no llorado; pero esto deriva de las
limitaciones de mi ser italiana.
Guatemala me
conmueve también. Me conmueven los ríos y la ilusión que sugieren entre cielo y
agua al atardecer; me conmueve la neblina que todo ablanda, todo confunde y
esconde, bajo su cortina sin tiempo. Me conmueven las raíces, como ramas, como
troncos, que recorren la tierra y la amarran en un abrazo oloroso y tenaz de
madera. Me conmueve la valentía de mis hermanas, sus pezones estirados, sus
vientres tiesos. Me conmueve su capacidad de crear, criar y cuidar a pesar de
todo. Preparándome para un nuevo viaje, recuerdo a cuantas he cruzado en este
camino donde las vidas se tocan, se mezclan y se trastocan.
Y quisiera
susurrar algo en el oído a Guatemala antes de despedirme. Le confieso que la
única cosa que me ha faltado, en los años en que me ha permitido pisar su suelo
y husmear en sus asuntos de familia, ha sido el impacto visivo de las ciudades
italianas, donde se plasman la historia y la identidad de mi pueblo. Pensando
en la interrogante sobre lo que detona el desarrollo, voy a compartirle un
segmento de mi personal interpretación y decirle que no hay adelanto sin
belleza, que ésta es un derecho, y que además es un valor que libra el espíritu
y asciende el anhelo, y por esta razón hay que cultivarla. Infinita pena me
infunden los edificios antiguos embarrados de publicidad y la basura que a cada
esquina se levanta en torbellinos de polvo y fragmentos de plástico. La
belleza, Guatemala, no olvides hacer las cosas con belleza.
También quiero
contarle que la tristeza más intensa siempre me la ha provocado el mirar la
dificultad de tantas de sus madres y sus hijas de desear para sí mismas, de
ojear más allá del umbral de la cocina o de la oficina, las incumbencias
cotidianas y las exigencias grandes y diminutas de los demás. Me refiero al
florecimiento de aquel rincón del alma donde nos encontramos, nos perdemos y
nos reconocemos como los seres únicos que somos.
Decir adiós me va
a costar más de lo que pensaba y siento que voy a tener que proferirlo muchas
veces antes que sea real, o para hacerlo tal. Llegué por casualidad y no me fui
con intención. Jalé a quienes me amaban y me quedé a pesar de ellos. No buscaba
y encontré. No esperaba y recibí.
[índice]
Buen congreso... pero hay
camino por recorrer
Olaf Valverde
Mordt
Como cualquier
congreso, hay que empezar aclarando que el II Congreso Centroamericano de Sida
fue una locura. Las sesiones simultáneas interesantísimas, entre las cuales
había que hacer una difícil elección; es lo que más odio de cualquier congreso.
Sin embargo, voy a intentar contar lo que pude ver y vivir en el CONCASIDA II.
Lo más destacable
es la entusiasta participación del público y la mezcla de profesionales de la
salud y de personas de la sociedad civil entre quienes destacaban quienes viven
con VIH/sida, tanto en número como en presencia activa.
Desde el principio
se vio la intención de los organizadores de obtener una mezcla de asistentes e
intentar permear el enfoque técnico con el punto de vista humano. Creo que en
este sentido fue todo un éxito.
También fue
evidente el clamor por el acceso a medicamentos antirretrovirales. Los médicos
están cansados de que su trabajo para tratar las infecciones oportunistas sea
solamente un parche contra la evolución de la enfermedad. Las personas viviendo
con VIH finalmente abandonaron su resignación y se han dado cuenta de que ellas
también tienen derecho a la vida.
En nombre de
Médicos Sin Fronteras, como coordinador de la Campaña de Acceso a Medicamentos
Esenciales para Centroamérica, estoy muy feliz por la buena recepción que tuvo
nuestro 'stand' y los debates en los que participaron expertas de la Campaña
Internacional. El derecho de acceso al tratamiento antirretroviral estuvo
presente en varios debates y exposiciones y se profundizó en los factores que
influyen en él.
Entre ellos
destacan los elevados precios que aún se mantienen en Centroamérica, debido al
monopolio de hecho que tienen los fabricantes de los productos originales. Creo
que pudimos dejar claro que, para la mayor parte de los productos, no hay en
nuestros países un problema de patentes, sino de falta de registro farmacéutico
de medicamentos genéricos.
También surgió
fuertemente la cuestión del control de calidad de los medicamentos genéricos y
la debilidad de los sistemas nacionales para poder realizarlo. De allí vino la
demanda de una mayor implicación de los organismos supranacionales (OPS/OMS y
ONUSIDA) en este control de calidad. Además aparecieron algunos datos
tranquilizadores como el hecho de que estos productos genéricos están siendo
utilizados en Brasil con gran éxito para disminuir la mortalidad y mejorar la
salud de las personas viviendo con VIH/sida.
Menos activa fue
la participación de los gobiernos y programas en este campo. A mi juicio faltó
un compromiso público para resolver y garantizar el tratamiento universal a
quienes lo necesiten. En muchos de los debates fue marcada la ausencia de
representantes de los gobiernos, ejemplificada en la conversación por teléfono
celular que mantuvo el viceministro de Salud de Guatemala, justo cuando el
representante de las personas viviendo con VIH reclamaba el compromiso de los
gobiernos por la vida.
Hubo un fluido
intercambio científico y humano, no sólo en las salas sino también en los
pasillos. Los contactos que surgieron de este congreso y la fuerza que
definitivamente han adquirido las organizaciones de personas viviendo con
VIH/sida darán sus frutos en poco tiempo. Quedan aún barreras por derribar,
pero existe la fuerza para hacerlo.
[índice]
Las
palabras como tanquetas en un jardín de flores
María Dolores
Marroquín, guatemalteca, socióloga feminista
Las palabras van y
vienen. Muchas veces nos llenan la vida, y otras, nos dejan vacías.
Las palabras con
que nos identificamos y nos motivan a actuar, tanto en la vida cotidiana como
con otras mujeres, son importantes por ser el instrumento que permite
comunicarnos, entendernos y caminar en algún sentido.
Las palabras han
sido símbolos de lo que las personas desean lograr para ellas y para otras.
Para las mujeres, han significado el rompimiento del silencio y han expresado
nuestros deseos y necesidades más profundas.
De repente las
palabras han sido cambiadas, han perdido significado, han dejado de ser la
forma en que nosotras nombramos lo central, lo medular, lo importante. Pasar de
ser confrontativas y agresivas porque nombramos las cosas tal como son, para
pasar a ser diplomáticas y más sutiles, para no crear anticuerpos, ha sido el
triste transitar de muchas.
El contenido
rebelde de nuestras palabras, de nuestras aspiraciones y sueños ha quedado
atrás en los discursos de muchas. Palabras como "lucha",
"feminismo", "opresión", "desigualdad",
"sumisión", "lucha de poder" y "patriarcado"
identifican una forma de entender la vida. Su connotación no es para
amargarnos, sino para avanzar y erradicar aquellos males absolutos sobre la
vida humana.
¿Acaso somos una
nube que se adapta a los vientos y nos acomodamos para no destruirnos? ¿Será
que hay que temer a nuestras palabras? ¿Será que debemos renunciar a nuestros
sueños o tratar de conformarnos con lo que algunos llaman "lo
posible"?
Estas preguntas
han marcado nuestras vidas en diferentes medidas y en distintos momentos. La
necesidad de aceptación, de búsqueda de entendimientos con otros y otras, hace
en muchas ocasiones que seamos mesuradas, que no entremos al debate como
tanquetas en un jardín de flores - porque creo que así nos sentimos a veces.
Hacerlo de esta manera nos hace sentir más sensibles a los procesos de las y
los demás, aparecemos más comprensivas y con mayores posibilidades de lograr
cambios, que con la brusquedad de decir las cosas tal cual son.
Pero es verdad
también que, en muchas ocasiones, el no decir la verdad de las cosas, el evitar
describir la realidad que vivimos, también son producto de nuestra falta de
conocimiento profundo de los porqués, de los cuándos, los quiénes...
Las palabras,
entonces, pueden ser utilizadas de la manera más cruel o más halagüeña, de la
forma más compleja o más simplista. Las palabras con las que hemos construido
nuestra utopía personal y colectiva deben ser recursos a recuperar, que tenemos
que resguardar y entender.
Las palabras
expresan nuestros sentimientos y sueños, No podemos permitir que sean
mancilladas y utilizadas por quienes no les dan el significado que nosotras
queremos.
Las palabras dicen
tanto y dicen tan poco que no es posible atraparlas y resguardarlas, pero sí
cuidarlas para que no se desgasten y queden sin el contenido que nosotras
necesitamos para describirnos y construir nuestra utopía.
[índice]
Luisa Fernanda
Rodríguez, guatemalteca, integrante de la Red de Mujeres Periodistas
Delaware es el
primer estado de EE.UU. y se ha convertido en el nuevo hogar de aproximadamente
14 mil personas guatemaltecas. La mayoría no sólo está experimentando una nueva
vida sino ha aprendido a vivir en carne propia lo que millones de mujeres
sufren a diario.
"Aquí las
mujeres somos respetadas. Trabajamos y ganamos igual que los hombres", me
contó Luisa Pérez, originaria de San Marcos, quien tiene siete años de vivir
con su esposo en Delaware. Ambos laboran en plantas procesadoras de pollo, para
dar un mejor futuro a sus dos hijos, Jonathan, de tres años, y Danilson, de
ocho meses. Mientras uno trabaja, el otro cuida a los niños. "Aquí las
cosas sí son diferentes", me contó riendo.
Éste fue el caso
de una familia, pero los hombres que no han emigrado con su pareja deben hacer
de todo. Los que estaban mal acostumbrados a que su madre, esposa o hermanas
les lavaran la ropa, ahora tienen que hacer la comida, ordenar la casa y lavar
su ropa por sí mismos.
Los fines de
semana o en las horas de descanso van a establecimientos donde alquilan
lavadoras y secadoras. Mientras lavan la ropa, aprovechan para llamar a sus
familiares o realizar compras en el supermercado. En carne propia se ahogan,
limpian, sudan y se cansan.
Afortunadamente,
el fenómeno no se da sólo en esta comunidad, pero fue ahí donde le presté mayor
atención. La mayoría de guatemaltecas y guatemaltecos comparten obligaciones
que, de no haber emigrado, nunca habrían aprendido a realizar.
A muchos hombres
que entrevisté les costaba aceptar lo difícil que había sido acostumbrarse a
hacer este tipo de oficios. Ojalá que tantos no tuvieran que migrar para
valorarlos.
[índice]
Alix (nombre
ficticio)
Es vergonzoso cómo
día a día las mujeres son acosadas por hombres que en empresas tienen un puesto
de mayor jerarquía. Lamentablemente, la sociedad no hace nada para que éstos
sean destituidos de sus puestos.
Soy una mujer a
quien le apasiona el periodismo y he buscado una oportunidad para ser
descubierta. Desafortunadamente, me recomendaron el lugar equivocado. Llegué a
Radio Sonora en busca de esa oportunidad y sólo encontré una gran frustración y
decepción, al darme cuenta que el director, Arnulfo Guzmán, utilizaba el medio
para acosar sexualmente a las mujeres que tenían el deseo o la necesidad de
trabajar.
Luego de hacer
práctica durante un mes en dicha radio, muchas mujeres me advirtieron que debía
tener cuidado con las intenciones del mencionado señor, pero consideré que si
no le daba motivos no tenía por qué faltarme al respeto, situación que desde
ningún punto de vista funcionó. Al contrario, el día que pude hablarle sobre el
trabajo, me preguntó si tomaba o fumaba. Al recibir mi respuesta me indagó
diciéndome: "¿Qué hace para divertirse?" La siguiente pregunta fue:
"¿No gusta ira a un lugar más tranquilo para que hablemos en
privado?", a lo que respondí que no.
Al día siguiente
me llamó a su oficina no para pedirme que le comprobara que podía trabajar en
el medio sino para informarme que no podía contratarme debido a que los
directores no se lo permitían. En ese momento recordé que muchas mujeres habían
sido despedidas o simplemente no habían sido contratadas por no acostarse con
él.
Lo más preocupante
es que un medio de comunicación sea dirigido por una persona sucia. Me gustaría
que sus superiores tengan en consideración que un medio de comunicación
dirigido por alguien sin ética ni moral, pierde credibilidad en su función de
informar al país.
[índice]
Libertad
para conocer la historia
Matilde González,
guatemalteca, historiadora
Desde 1995 trabajo
en la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales (AVANCSO) como
coordinadora del área de historia local. Uno de los objetivos de mi trabajo es
aportar a la construcción de un enfoque de historia local crítico que dé cuenta
de la complejidad y diversidad de espacios y culturas que hacen parte de
Guatemala y que contribuya a comprender la historicidad de los problemas de
importancia contemporánea. Dado que el objeto de estudio de nuestra área de
trabajo es la historia reciente -desde finales del siglo XIX hasta hoy-, un
tema obligado es la historia de la guerra y la posguerra desde la perspectiva
local.
Entre nuestras
preocupaciones está el contribuir a la comprensión de cómo vivió y entendió la
guerra la gente de las diferentes regiones y pueblos afectados. Por tal razón,
nuestros estudios, realizados tanto en San Bartolomé Jocotenango como en San
Ildefonso Ixtahuacán, son ilustrativos de la complejidad que adquiere el
conflicto en el espacio local. Ambos casos confirman la necesidad de estudiar
desde una perspectiva histórica lo que sucedió antes, durante y después del
conflicto en los diferentes espacios locales y regionales. Confirman la necesidad
de continuar estudiando sus múltiples perspectivas de causalidad y
consecuencia; los diversos escenarios, actores, relaciones e intereses de poder
local-nacional que entraron en juego en el desarrollo y explosión del
conflicto, y la manera en que dichos poderes se reacomodan durante la
posguerra.
Es importante
anotar que uno de los temas recurrentes que apareció en nuestro trabajo de
campo fue el de las articulaciones de poder local-nacional vigentes en la
posguerra, así como las transformaciones que éstas provocan o intentan provocar
en el espacio local. Por ello, en nuestros estudios, al abordar el período 80 y
90, se da seguimiento a la función que desempeñaron las elites locales ligadas
a las fuerzas armadas (antiguos comisionados militares y/o ex comandantes de
Patrullas de Autodefensa Civil -PAC-) en la ejecución de la estrategia
contrainsurgente y la manera en que se benefician de esa función. Se examina el
conjunto de factores que contribuyeron a fortalecer su poderío en los años 90 y
su particular forma de entender y representar su poder. Se examina la
articulación entre estos micropoderes y los poderes en el ámbito nacional y la
manera como estos poderes se recrean y consolidan. Al mismo tiempo se analiza
la tensión que se da entre esta elite y actores subalternos alrededor de la
memoria y la imaginación social.
Explico lo
anterior pues considero que la intimidación y persecución de las cuales he sido
objeto desde finales de septiembre (allanamiento de morada, robo de computadora
y operativos con despliegue de recursos) provienen de sectores de poder que no
están interesados en que se investigue la historia reciente. Sectores
interesados en mantener el silencio acerca de lo sucedido en los decenios 80 y
90. No hay que olvidar que "quien controla el pasado, controla el
futuro". Además, "quien controla el pasado, controla quiénes
somos".
Sorprende y
preocupa profundamente que luego de un prolongado proceso de paz, en Guatemala
todavía no existen las garantías básicas para hacer investigación seria acerca
de nuestra historia contemporánea; asimismo, el oscurantismo y atraso
científico que estos sectores pretenden instituir. Ello se contrapone a la
urgente necesidad de conocer nuestro pasado reciente para imaginar las posibles
rutas de nuestro desarrollo humano, entendiendo lo humano como la posibilidad
de vivir en libertad, en el pleno ejercicio de nuestros derechos humanos y
ciudadanos.
En tal sentido, en
AVANCSO exigimos a las autoridades de gobierno asumir su responsabilidad de
garantizar nuestra seguridad ciudadana y el libre desarrollo de las Ciencias
Sociales en Guatemala.
[índice]
Plan
contra la explotación sexual
María Eugenia
Solís García, laCuerda
Un Grupo
Articulador trabajó por más de un año en la elaboración del "Plan Nacional
de Acción contra la Explotación Sexual Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes
en Guatemala". Este colectivo se formó gracias a la iniciativa de PRONICE
y con la coordinación de la Procuraduría General de la Nación.
El Plan contempla
luchar contra la prostitución y pornografía infantiles, así como el tráfico y
turismo sexuales. Pese a que estas modernas formas de esclavitud constituyen
graves violaciones a los derechos humanos, la población está lejos de imaginar
las dimensiones que ha adquirido la problemática. Las redes de explotación
sexual comercial extienden sus tentáculos por todo el país y lucran impunemente
con la sexualidad y los cuerpos de niñas, niños y adolescentes.
Uno de los
programas del Plan se orienta a la sensibilización. Es preciso que se
reconozcan la existencia y las implicaciones de este tipo de esclavitud. La
educación es indispensable para desarrollar actitudes y conductas preventivas
contra la explotación sexual.
Otro programa
establece que debe estimularse la movilización social para generar acciones que
motiven esfuerzos de coordinación, organización, denuncia, protesta y
protección de la niñez y adolescencia sometidas a explotación sexual o en
riesgo de serlo.
Está contemplada
la atención a las víctimas para brindarles oportunidades dignas de existencia y
opciones de sobrevivencia. Éste será un elemento clave en su rehabilitación así
como reincorporación a sus entornos familiares, comunitarios y sociales,
siempre y cuando no sean los parientes quienes fomentan la explotación. Es
prioritario el restablecimiento de la salud física y mental de las víctimas.
La capacitación
laboral deberá ayudar a superar la situación de desventaja y riesgo social que
la falta de educación formal y profesional supone para quienes se encuentran en
situación de explotación sexual comercial.
El Plan establece
que deberá promoverse una ley específica y actualizar el Código Penal. El
fortalecimiento del sistema de justicia es indispensable para lograr que sea
eficiente en la recepción de denuncias y atención a las víctimas y actúe sin
impunidad contra estos delitos.
Finalmente, se
estipula la promoción de un Convenio Regional a fin de erradicar el tráfico de
menores de edad para explotación sexual comercial en la región centroamericana.
El Plan Nacional
de Acción fue adoptado como política pública por la Secretaría de Bienestar
Social de la Presidencia, a la que corresponde coordinar su ejecución.
(recuadro)
Grupo Articulador
Asociación Feminista
La Cuerda, Procuraduría General de la Nación (PGN), Programa de Apoyo para la
Salud Materno Infantil y para la salud de otros grupos en riesgo (PAMI), Pro
Niño y Niña Centroamericanos (PRONICE), Pastoral Social del Arzobispado de
Guatemala (OPSAG), Comisión Presidencial Coordinadora de la Política del
Ejecutivo en Materia de Derechos Humanos (COPREDEH), Comisión Nacional contra
el Maltrato Infantil (CONACMI) y Asociación para la Eliminación de la
Prostitución, Pornografía, Turismo Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes en
Guatemala (ECPAT/Guatemala)
(recuadro)
Acabar con todo el abuso
sexual
laCuerda, además de
apoyar el plan contra la explotación sexual comercial, sostiene que se deben
aumentar los esfuerzos para erradicar el abuso sexual en todas sus
manifestaciones, independientemente de que en este delito medien intereses
económicos.
[índice]
Prioridad pendiente de salud pública
Wendy Santa Cruz,
laCuerda
La violencia
contra las mujeres se ha incrementado este año. En comparación con el 2000, los
casos han aumentado un 44 por ciento. Cerca del 77 por ciento de las denuncias
corresponde a violencia intrafamiliar y casi un 15 por ciento a delitos contra
la libertad y la seguridad sexual.
Hasta noviembre,
la Fiscalía de la Mujer del Ministerio Público reportó 394 denuncias de delitos
que atentan contra la vida e integridad de las mujeres. Las cifras no son
exactas pues existe un subregistro y datos muy dispersos por parte de las
instituciones que reciben las denuncias e imparten justicia.
Prueba de ello es
que sólo durante noviembre cuatro diarios* reportaron los asesinatos de ocho
mujeres, mientras en la Fiscalía de la Mujer aparecen seis casos en todo el
año. Según el Informe Sombra sobre la Situación de los Derechos Humanos de las
Mujeres en Guatemala (CLADEM, 2001), el 60 por ciento de los homicidios de las
guatemaltecas es resultado de la violencia doméstica.
La inseguridad,
desprotección e injusticia que sufren las mujeres se hacen notar en que durante
el año se han reportado mil 346 casos de violencia sexual y hasta octubre
únicamente 36 de los agresores habían sido condenados.
La falta de
efectividad de las pesquisas, la incapacidad del Ministerio Público para
recabar pruebas, la carencia de recursos económicos por parte de las víctimas,
así como la tardanza en la aplicación de justicia hacen más crítico el panorama
para ellas. Tal es el caso de Florencia López, quien lleva casi tres años de
solicitar justicia contra Antonio Ochoa por la violación de su hija.
Otro rubro
importante es el incumplimiento de los hombres en proveer el aporte económico
para sostener a su familia. El promedio mensual de denuncias es de 35 casos.
El Programa de
Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar (PROPEVI) ha atendido
ocho mil 993 casos de violencia intrafamiliar desde enero hasta el 15 de
noviembre del 2001. Las víctimas, en su mayoría, son mujeres que representan el
77 por ciento de los casos. El 88 por ciento de guatemaltecas agredidas tiene
entre 19 y 60 años de edad.
La Pastoral Social
del Arzobispado ejecuta el Programa de Niñez, Familia y Sociedad que, entre
otras cosas, capacita facilitadores familiares en las comunidades.
Para Olga López de
Sequén, facilitadora familiar de San Juan Sacatepéquez, los principales
problemas entre las parejas son la incomprensión y falta de comunicación.
"Mi esposo y yo visitamos parejas con conflictos familiares y les
trasladamos nuestra experiencia; tratamos de orientarlas y apoyarlas".
María Marta Noj,
también facilitadora, afirmó que la violencia se debe principalmente al
machismo, la infidelidad y el alcoholismo. "Ellos se sienten superiores y
hacen de menos a la mujer, dijo. Hay mucha violencia por la falta de
comprensión y respeto".
"Hemos visto
casos de maltrato infantil en los que la propia madre hace que la hija cargue
con todas las tareas y ejerce violencia psicológica y física. Debido a esto,
muchas niñas y adolescentes huyen de su casa", expresó Gabriela Zet Siney.
La violencia en el
hogar sigue siendo considerada un asunto privado. El fenómeno es mundial y se
deriva principalmente de la visión androcéntrica y la desvalorización de las
mujeres.
Pese a que en 1996
la Asamblea Mundial de la Salud declaró la violencia intrafamiliar como
prioridad de salud pública, en Guatemala apenas se ha iniciado la capacitación
de personal que identifique a las víctimas y reporte estos casos.
* Prensa Libre, Siglo Veintiuno, El Periódico y La
Hora
El Informe Sombra sobre la Situación de los Derechos
Humanos de las Mujeres en Guatemala
puede ser solicitado por correo electrónico a: leasturias@itelgua.com
[índice]
laCuerda
En cada conflicto
mundial, las principales víctimas han sido siempre las mujeres y la infancia.
Son ellas a quienes indefectiblemente afecta más el poder patriarcal, hoy
globalizado también en alianzas de muerte.
Las mujeres, en
números sin precedentes, han revigorizado su activismo a raíz de la guerra de
Estados Unidos contra el pueblo afgano. En estos días alzan sus voces llamando
a la cordura y al establecimiento de medidas que aseguren la paz y prevengan
mayores abusos de las grandes potencias y los fundamentalismos.
Entre ellas
destacan la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán y las Mujeres
Viviendo bajo Leyes Musulmanas, que exigen el cese inmediato de las acciones
militares en ese territorio y que las ciudadanas afganas participen en todos
los procesos de transición de su propio país.
Otro grupo,
conformado por activistas humanitarias y diversas organizaciones de América
Latina, Nueva York y Asia, elaboró una propuesta que fue presentada a
funcionarios estadounidenses y de las Naciones Unidas el pasado 30 de octubre.
Mediante Doce Puntos cuya intención es "sugerir alternativas a la acción
militar y al ciclo de violencia, destrucción y muerte", las activistas
exhortaron a rechazar, en el proceso de reconstrucción de la sociedad afgana,
"cualquier intento de interferencia ... por parte de los Estados Unidos,
el Reino Unido, Rusia, Pakistán, Irán o cualquier otro gobierno o grupo
sectario externo".
A la vez instaron
a la ONU a asumir el liderazgo para mantener y construir la paz en Afganistán,
asegurar el desarme y la desmovilización de todos los combatientes. El grupo
aboga por que las mujeres afganas y sus organizaciones participen en pie de
igualdad en las negociaciones de paz, en cualquier gobierno de transición y en
todos los procesos de justicia, junto al resto de la sociedad civil. Afirman
que la prevención y el castigo al terrorismo deben llevarse a cabo bajo el
derecho criminal internacional y, cuando sea aplicable, bajo el Estatuto de la
Corte Penal Internacional (CPI) y las garantías internacionales de los derechos
humanos.
Todos los Estados
deben ratificar dicho Estatuto -aseveran- "y en particular los Estados
Unidos". No sin razón tal demanda, dado que es este país el más acérrimo
opositor de la creación de esa Corte mundial y ha presionado a otros gobiernos
para que la rechacen.
[índice]
Secretaría Presidencial de la Mujer
Tu salud, tu decisión, nuestro futuro
Programa Nacional de Salud Reproductiva
"Todas las
personas tienen derecho a la protección integral de la salud y el deber de
participar en la promoción y defensa de la salud propia, así como la de su
familia y su comunidad." (Ley de Desarrollo Social)
Renglones
importantes de la salud son la sexualidad y la reproducción humana. Entendemos
la salud reproductiva como "un estado general de bienestar físico,
psíquico personal y social en todos los aspectos relacionados con la sexualidad
humana, con las funciones y procesos del sistema reproductivo, con una vida
sexual coherente con la propia dignidad personal y las propias opciones de vida
que conduzcan a disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, así
como la libertad de procrear o no, y de decidir cuándo y con qué frecuencia, de
una forma responsable". (Ley de Desarrollo Social)
La salud sexual y
reproductiva, si bien está vinculada a las relaciones de parejas, no es
responsabilidad exclusiva de éstas, ya que también compete al Estado y a la
sociedad velar por el bienestar de la población. Por eso es importante conocer
las iniciativas, programas y leyes relativas a la salud integral y
específicamente la salud reproductiva.
Constitución Política de la
República de Guatemala (1985)
Es prioridad del Estado proteger a la persona y a
la familia, bajo un régimen de igualdad y fraternidad, sin discriminación
alguna. La salud es un bien público y para su consecución se obliga a todas las
personas e instituciones.
Acuerdos de Paz (1996)
Implementar programas nacionales de salud integral
para la mujer, lo cual implica el acceso a servicios apropiados de información,
prevención y atención médica.
Reducir la mortalidad infantil y materna, antes del
año 2000, a un 50% del índice observado en 1995.
Código Civil - Decreto Ley
106-63
Derecho que tienen los contrayentes de solicitar
constancia de sanidad, antes de contraer matrimonio.
Código Penal - Decreto del
Congreso 17-73
Establece los
derechos a la protección de las mujeres:
contra el médico que abuse de su profesión.
contra medidas destinadas a esterilizar a miembros
del grupo o de cualquiera otra manera de impedir su reproducción.
Código Laboral - Decreto del
Congreso 1441-61
Estipula los
siguientes derechos:
Protección a las trabajadoras que estuvieren en
estado de embarazo o periodo de lactancia, quienes gozan de inamovilidad.
Protección para las mujeres embarazadas a no
ejecutar trabajos que requieren esfuerzo físico considerable durante los tres
meses anteriores al alumbramiento.
A gozar de un descanso retribuido con el 100% de su
salario durante los 30 días que precedan al parto y los 54 días siguientes.
A disponer, en el lugar de trabajo, de media hora
dos veces al día durante sus labores con el objeto de alimentar a su hija o
hijo.
A acumular las dos medias horas, en época de
lactancia, para hacer uso de ellas según sus necesidades, ya sea entrando una
hora después del inicio de la jornada o saliendo una hora antes de que ésta
finalice, con el objeto de alimentar a su hija o hijo.
A un período de lactancia que puede computarse
desde el día en que la madre retorne a sus labores y hasta 10 meses después.
Ley de Desarrollo Social - Decreto
del Congreso 42-2001
Especifica los
derechos a:
El ejercicio libre y pleno de la maternidad y la
paternidad.
La protección integral de la salud del particular,
de la familia y de la comunidad.
La elección y espaciamiento de las hijas e hijos.
Acceso al programa y servicios de salud
reproductiva.
Acceso a los servicios de planificación familiar.
A una maternidad saludable.
Acceso a los programas de divulgación, educación y
capacitación orientados a la atención de los recién nacidos y la lactancia materna.
Ley de Dignificación y
Promoción Integral de la Mujer– Decreto Del Congreso 7-99
Artículo 8. Mecanismos de la esfera privada:
La libre elección del cónyuge; a contraer
matrimonio y a su disolución; a ser progenitora; a la educación sexual y
reproductiva y a elegir de común acuerdo con su cónyuge el número de hijos y su
espaciamiento.
Artículo 15. Acciones y mecanismos mínimos en la
esfera de la salud:
Programas dentro de las instancias de gobierno para
capacitar, sensibilizar e informar al personal sobre la situación de las
mujeres y su problemática de vida.
Mecanismos específicos para la participación de las
mujeres como sujetas activas en la definición de políticas en este sector.
Acceso de las mujeres, en todas las etapas y
ámbitos de su vida, a los servicios de: salud integral, así como educación y
salud psicosexual y reproductiva.
¡Enhorabuena, mujeres guatemaltecas!
Convención para Eliminar Todas las Formas
de Discriminación contra las Mujeres -CEDAW-
Esta Convención fue adoptada y abierta a firma y
ratificación, o adhesión, por la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas
(ONU) el 18 de diciembre de 1979. Entró en vigor el 3 de septiembre de 1981.
Guatemala la ratificó en agosto de 1982.
Años tuvieron que pasar -de
aportes, propuestas de las organizaciones de mujeres y otros sectores a nivel
mundial- para que el instrumento que serviría para operativizar la Convención
fuera aprobado y ratificado por los Estados Parte. El documento es conocido
como Protocolo Facultativo de la CEDAW.
El 22 de noviembre del 2001, el
Congreso de la República ratificó el Protocolo Facultativo de la CEDAW.
Entre la ratificación de la
Convención y del Protocolo pasaron 19 años. Con esto las mujeres contamos con
un instrumento más. Es compromiso, nuestro y de ustedes, darlo a conocer y
hacerlo valer.
Secretaría Presidencial de la Mujer
spmujer@intelnet.net.gt - Telefax: 288-6016 y
288-6407
[índice]
Migración
económica: Un reto para las mujeres
Lesbia Ortiz,
guatemalteca, antropóloga y docente
La migración femenina tiene especial importancia
dado que en este tema confluyen diversos aspectos que, cada uno por sí mismo,
son motivo de preocupación. La vulnerabilidad de las migrantes, los esfuerzos
que realizan para mejorar su situación económica en sus lugares de origen, el
interés por el resguardo de sus familias y la reunificación familiar son sólo
algunos de los elementos a tener en cuenta para comprender que en Guatemala la
migración cobra una relevancia particular cuando se trata de mujeres.
El tema de las migrantes no
debe verse aislado; hay que asociarlo con el hecho de que el incremento de la
pobreza es resultado, en gran medida, de la globalización y que su dinámica
tiene un impacto directo en las mujeres pues muchas se ven obligadas a migrar
para mejorar su vida y en ese proceso deben dejar raíces, lengua, cultura y aun
su núcleo familiar.
Una economía que expulsa
En la Guatemala pluricultural y heterogénea, la
exclusión de las mujeres tiene resabios coloniales que se mantienen hasta la
actualidad, en diferentes expresiones sociales, económicas y culturales.
Abordar el tema de la
exclusión económica de las guatemaltecas desde su falta de acceso a los diversos
recursos permite acercarnos al conocimiento de las causas por las cuales ellas
migran para mejorar su nivel de vida y el de su familia.
La crisis económica agobia a
toda la sociedad guatemalteca, pero las mujeres se ven mayormente afectadas por
ser quienes se ocupan de la atención a la familia, de la crianza infantil y,
por tanto, del desarrollo físico, material y moral de su grupo familiar. Aunque
ya están sobrecargadas de trabajo dentro de la unidad doméstica, deben
ingeniárselas para emplearse en el sector de servicios, engrosando así la
economía informal, donde se las considera menos valiosas.
La actual crisis económica
afecta más a las mujeres porque en todos los ámbitos se las excluye de diversas
formas. Al deteriorarse las condiciones de vida de la población, miles de ellas
deciden migrar temporal o indefinidamente, lo que puede crearles un sentimiento
de desarraigo y pérdida dolorosa.
Para algunas, la migración
puede ser una ventaja, pero es todo lo contrario para la mayoría, en particular
cuando no se respetan los derechos de aquéllas que migran ya sea de forma
documentada o indocumentada.
Los problemas y conflictos de
las migrantes son también distintos en cada área, pero tienen aspectos comunes
relacionados con desigualdades genéricas, las cuales inciden en que las mujeres
sean las más pobres.
La exclusión económica pone en
evidencia sus diferentes niveles de insatisfacción de las necesidades mínimas,
así como las limitaciones de una oferta de desarrollo integral. Por ejemplo,
cuando las mujeres necesitan insertarse en el mercado de trabajo, se enfrentan
a diversas iniquidades tales como bajas remuneraciones y precarias prestaciones
laborales, si es que tienen alguna. Esta situación se agrava con la
discriminación étnica por el hecho de ser indígenas.
Diversidad migrante
Existen varios grupos de mujeres migrantes con
características socioculturales y problemáticas diferentes. Para ellas, la
decisión de migrar tendrá muy distintos significados y consecuencias, pero cada
una enfrenta un gran desafío cultural, psicológico, social y económico al tomar
la decisión de irse a un pueblo, región, ciudad o país extraño.
Aquéllas que cuentan con un
buen nivel educativo, por lo general asociado a un grado de escolaridad
calificado, pueden enfrentar la migración como un desafío voluntario y
probablemente obtengan éxitos en su empresa.
Otras, sin embargo, en su país
de origen han tenido poco o ningún acceso a la educación básica o formal y
tampoco a capacitación técnica, lo cual les impide acceder a un desarrollo
abierto y las enfrenta a una suerte de expulsión involuntaria.
Injusticias en el agro
El trabajo asalariado en la agricultura suele ser
temporal dado el carácter estacional de los cultivos de café, banano y plátano.
Gran parte de la mano de obra en estas fincas es de temporeras agrícolas o
migrantes temporeras. Muchas de ellas (esposas o hijas que acompañan a los
hombres de la familia para compensar los bajos ingresos reales y la
inestabilidad de éstos) son contratadas o subcontratadas para trabajar en
fincas de café.
Aunque estas trabajadoras
desempeñen las mismas labores que los hombres, obtienen menores ingresos y
frecuentemente están sujetas a discriminación laboral: ni siquiera aparece su
nombre en las nóminas de los contratos, sino sólo el del esposo o padre. Cuando
se emplean con la categoría de trabajadoras familiares, no se les reconoce
ingresos monetarios.
Cruzando fronteras
Cuando en el país es limitada la oferta de trabajo
en el agro, en la industria y en el sector de servicios, las guatemaltecas
optan por migrar en busca de mejores salarios.
Ante la exclusión económica
que experimentan, las mujeres de zonas fronterizas - generalmente jóvenes y algunas
menores de edad- utilizan como estrategia de sobrevivencia la migración
pendular: van y vienen de un lado a otro de la frontera.
En la zona fronteriza con
México, hay jóvenes guatemaltecas que viajan regularmente para emplearse en
casas particulares. En una reciente entrevista, una señora de Malacatán, San
Marcos, me decía: "Tapachula es el lugar adonde va la mayoría de mujeres
del área rural. Se van al otro lado porque a veces ganan unos pesos más. Lavan
y planchan ropa, o se quedan fijas en casas. Abundan las chicas allá en
Tapachula, pero más que todo para oficios domésticos".
Muchas de estas mujeres han
tejido vínculos sociales, familiares y comerciales. A diferencia de otras de
regiones más lejanas, su movilidad les permite visualizar más opciones de
trabajo y regresan a su lugar de origen para trabajar en las fincas en épocas
de mayor productividad agrícola.
Otra fuente de ingresos para
las mujeres de la región fronteriza Guatemala/México que tienen a su cargo la
economía familiar se vincula al comercio, que les permite organizar su
actividad en horarios de su conveniencia. Aunque trabajar en el comercio las
obligue a salir fuera de sus lugares de origen a fin de adquirir productos que
utilizarán para elaborar artículos de consumo diario y vestido, ello les
posibilita aprovechar un margen de ganancia con el cambio de moneda.
En suma
La migración se convierte en un recurso de
sobrevivencia para miles de guatemaltecas, máxime si son jefas de hogar. Esta
movilidad social, que trasciende la frontera con México, es su mejor opción
para hacerle frente a la pobreza.
[índice]
Movida departamental
Encuentro entre lideresas y periodistas
Lideresas comunitarias convocan a sus vecinas a
participar en charlas sobre autoestima y valores humanos, entre otras
temáticas. Esto les ayuda a reconciliarse con la vida, a quererse, ya que su
cotidianidad es muy difícil. "Trabajamos con mujeres muy lastimadas por el
maltrato que han recibido en su hogar, de la pareja o en su comunidad",
explica Enma Gómez Rodríguez.
Ella, al igual que Alejandra
Vázquez, Edith González y otras facilitadoras, forma parte del Proyecto Salud
Integral y Reconciliación de la Pastoral Social del Arzobispado. Todas realizan
actividades con mujeres de diferentes parroquias de municipios de Guatemala.
Con el objeto de intercambiar
experiencias, la Pastoral Social convocó a un encuentro entre 34 lideresas y
algunas integrantes de la Red de Mujeres Periodistas. En la reunión, las
participantes coincidieron en reconocer la importancia de dar a conocer la
acción social de las lideresas comunitarias a través de los medios de
comunicación a fin de motivar a más guatemaltecas a conocer y defender sus
derechos, así como informar de los resultados de su participación.
[índice]
Apoyo
a familias de alcohólicos
Andrea Carrillo y
Fabiola González *
Un grupo de mujeres, con el acompañamiento de la
Pastoral Social del Arzobispado, presta ayuda a esposas, madres, hijas y
hermanas de hombres alcohólicos.
Según la hermana Ludy,
integrante de este grupo, son alrededor de 50 las que trabajan actualmente.
"Es difícil", menciona, "ya que la baja autoestima de muchas, el
maltrato y no ver resultados rápidos las desmotiva. Actualmente, agrega, están
fabricando medicina natural porque tienen la esperanza que con tales remedios
mejore la situación de sus familiares; muchas han tenido resultados y otras
no".
Doña María Elena comparte su
experiencia. "Mi marido tiene problemas con el alcohol y yo sufro mucho,
pero me motiva saber que algo podemos hacer para que funcione mejor la vida de
los dos. Por eso trabajo en mi comunidad: para que más mujeres sepan que entre
todas nos podemos ayudar".
Andy Charro, también de
Jocotillo, desde pequeña ha vivido situaciones violentas, debido a que su padre
es alcohólico. Por ello le ha tocado desempeñar la función de padre, hija y
hermana mayor. Con su participación, a través de la iglesia, busca contribuir a
que su progenitor supere esa enfermedad. Dice que el compartir su experiencia
con otras mujeres le da fortaleza para seguir adelante; asimismo, conocer que
niñas y niños, jóvenes y adultos tienen derechos.
[índice]
Elena Supall
Contingentes femeninos de varias comunidades del
municipio de La Unión realizaron una caminata con mantas y carteles alusivos al
Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Araceli Cabrera,
Florinda Díaz, Irma López y otras lideresas se refirieron al maltrato y la
violencia en sus comunidades. Llamaron a la reflexión para que cesen los abusos
y se denuncien estos casos. Fue una hermosa mañana, en la que niñas y niños
participaron con bailes y cantos.
En el barrio La Laguna se
llevó a cabo otro acto cultural, amenizado con marimba y música disco. Ahí se
recordó que con esta efemérides se conmemora a tres valientes dominicanas, las
hermanas Mirabal, cuyas vidas fueron segadas por luchar en pro de la
construcción de una sociedad más justa y equitativa.
[índice]
Eligen
a una kaqchikel en corporación indígena
Juana Ramos Guit fue elegida para integrar la
Alcaldía Indígena de Sololá para el periodo 2002-2003. Esta instancia de
representación de alcaldes y síndicos tradicionalmente ha estado formada por
hombres. La Defensoría Maya felicitó a las nuevas autoridades, tras calificar
esa elección como una práctica participativa que contribuye a la construcción
del Estado multicultural en Guatemala.
[índice]
Ada Valenzuela
"Testimonios de mujeres en su lucha contra la
violencia de género" es el lema de los murales elaborados en Ciudad
Peronia, Villa Nueva, y la Colonia El Limón, Zona 18. Fueron realizados con el
apoyo de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG) y UNIFEM, así como
la colaboración técnica de un proyecto de UNESCO.
A través de la pintura como forma
de expresión, se dejó un testimonio público: las guatemaltecas rechazan la
violencia. Además, los murales se convirtieron en patrimonio de las
comunidades, con el objeto de que las nuevas generaciones rechacen la violencia
contra las mujeres.
[índice]
Ledy Orantes *
Mujeres, organizadas y a nivel individual,
representantes de instituciones de justicia y grupos de la sociedad civil
realizaron una serie de actividades para celebrar el Día Internacional de la No
Violencia contra las Mujeres, como parte del Programa Justicia.
En los departamentos de Zacapa
y Quiché se llevó a cabo el festival "Cultura contra la violencia a la
mujer". En Quiché se transmitió en vivo por cable y radio local.
Un festival de sociodramas se
realizó en el Teatro Municipal de Huehuetenango. También en Cobán, Alta
Verapaz, se organizó una conferencia y exposición de fotografías, así como la
colocación de moñas color lila en las calles del centro.
Representantes del Comité de
Violencia Intrafamiliar de Escuintla participaron en un radio foro. En el
Puerto de San José y Santa Lucía Cotzumalguapa se efectuó una serie de
seminarios.
En Quetzaltenango se
transmitieron tres paneles-foros por televisión. Asimismo se instaló un kiosco
informativo en el parque central y se distribuyeron materiales alusivos.
A la conmemoración de esta
fecha se sumaron mujeres de Chiquimula y Petén, a fin de sensibilizar a la
población sobre la problemática. En varias localidades se transmitieron
mensajes radiofónicos y televisivos durante varios días.
* Integrantes de
la Red de Mujeres Periodistas en Guatemala
[índice]
En la ciudad de Guatemala funciona el grupo Corazones
Abiertos para quienes crecieron en hogares disfuncionales, con problemas de
alcoholismo y otras adicciones. Se reúne dos veces por semana para compartir
experiencias, fortalezas y esperanzas:
Miércoles de 12:30 a 14:00 horas
Sábados de 10:00 a 12:00 horas
2a. Calle 17-88 Zona 15, Vista Hermosa II
(local del grupo de Alcohólicos Anónimos San Martín)
[índice]
laCuerda
Consejo Editorial |
Anamaría Cofiño K.
~ Laura E. Asturias ~ Rosalinda Hernández Alarcón ~ María Eugenia Solís ~
Rosina Cazali ~ Paula Irene del Cid Vargas ~ Katia Orantes |
Editora |
Anamaría Cofiño K. |
Redacción |
Laura E. Asturias y Rosalinda Hernández Alarcón |
Reporteras |
Wendy Santa Cruz
y Andrea Carrillo Samayoa |
Distribución y
suscripciones |
Mirna Oliva y Tere Torres |
Diseño original |
|
Edición electrónica |
Laura E. Asturias |
Produce y distribuye
Asociación La
Cuerda
12 Calle 2-18 Zona 1, Local
"B" ~ Guatemala 01001, Guatemala
Tel. (502) 253-6026 ~ Fax: (502)
253-6027
lacuerda@intelnet.net.gt
http://eagle.orgfree.com/lacuerda_gt
La publicación y difusión de laCuerda son posibles gracias al apoyo
de
Christian Aid y la colaboración de HIVOS y Helvetas.
Los artículos son responsabilidad de quienes los firman.
Es permitida, tolerada y estimulada la reproducción de los
contenidos...
¡¡siempre y cuando nos citen!!
Suscripción local por 11 ejemplares al año: Q.50.00
[índice]