~laCuerda~ No. 33, abril/2001

laCuerda

Año 3, No. 32

Guatemala, marzo/2001

Una mirada feminista de la realidad

RESPETARNOS, UN DEBER CIUDADANO

Editorial

Hace falta gente como ellas

Entrada

Racismo y otras prácticas discriminatorias (María Eugenia Solís García y Rosalinda Hernández Alarcón)

Sumario noticioso

Glosario

Ningún avance en compromisos de gobierno

La desaparición de Mayra Gutiérrez

La médula

Apuntes de un diagnóstico sobre discriminación

El racismo en cifras (Wendy Santa Cruz)

Ixoq', kaxlan, winäq (Anamaría Cofiño K.)

Las migrantes y la xenofobia (Lesbia Ortiz)

Vida

Visión de mujer maya (Wendy Santa Cruz)

Limpieza social contra la diversidad sexual (Claudia Acevedo)

La paseante

Libros libres: Cómo entender el orientalismo en Guatemala

Los monstruos marginados de Cindy (Rosina Cazali)

Tomar la palabra, pero con cuidado (Anabella Acevedo)

Esta boca es mía

En busca de una intimidad satisfactoria (Adelma Bercián)

Esa frágil esperanza (Andrés Cabanas Díaz)

No más desprecio a los pueblos indígenas (Isabel Solís)

En el futbol, ¿quiénes son el sexo débil? (Alma Palma)

Aquí y ahora

Corte Penal Internacional: Un hasta aquí a la impunidad (María Eugenia Solís García)

Llamado a jueces para evitar parricidios (Myra Muralles)

Guatemala integra Plan Puebla-Panamá (Rosalinda Hernández Alarcón)

Primer Encuentro Mesoamericano de Estudios de Género

Propondrán leyes contra la violencia sexual (Wendy Santa Cruz)

Femina sapiens

Familias e intolerancia (Amanda Pop)

Movida étnica

Moloj: Un desafío al sistema excluyente (Ruth Taylor)

 

Editorial

Hace falta gente como ellas

Dudar que la cultura guatemalteca sea discriminatoria es seguir disfrazando una cruel realidad que urge transformar. Insistir en que aquí no hay racismo es negar un rasgo característico de país con pesada herencia colonial.

Cualquiera puede ver las distancias que nos separan: entre la ciudad y el campo hay años luz, medidos en índices de desarrollo y acceso a recursos materiales y simbólicos; entre ladinos e indígenas la discriminación es más o menos constante; entre ricos y pobres la brecha es insalvable. Entre mujeres y hombres, ya hemos dicho tanto, que repetirlo es volver a insistir.

Decir que al final de cuentas todos somos guatemaltecos no resuelve nada, si no se aceptan estas diferencias. De esta manera más bien se ocultan las desigualdades que dividen al país en parcelitas de privilegios y extensos latifundios de miseria. Para entender nuestra realidad cotidiana, pensando en construir un sistema mejor, es absolutamente indispensable asumir nuestra herencia cultural en toda su complejidad. De allí la insistencia de historiadores democráticos en recuperar el pasado de manera crítica, cuestionando y analizando los procesos, alimentando la memoria con hechos de carácter social. Pretender ingenuamente que con adoptar la corrección política o cambiar algunas actitudes ya solucionamos los problemas es, ni más ni menos, hacerse la brocha.

Para los más reacios y regiegos hay datos concretos, estadísticas, expresiones y costumbres que demuestran claramente lo dicho. La ideología dominante sigue transmitiendo imágenes insultantes de la cultura maya contemporánea: a los campesinos y los indígenas se les califica de manera negativa, comparándolos con animales, considerándoles inferiores. El trato que les da a otras minorías y a las mujeres es del mismo estilo excluyente, soberbio y machista.

Al igual que aquí, en otras partes del continente la discriminación social está siendo desenmascarada, con el objetivo de eliminarla. Curiosamente, quien hoy abandera la lucha en favor de los derechos indígenas en México es un hombre cubierto con pasamontañas, símbolo de estos tiempos en los que los movimientos y las reivindicaciones coinciden, frente a las injusticias globalizadas. Rigoberta, la comandante Esther y los líderes indígenas sudamericanos son personajes producto de una historia común de marginación y opresión.

De su parte, las mujeres, dondequiera que luchan, contribuyen a la causa humanitaria, aportando teorías y acciones prácticas a favor de un mundo mejor. Nótese que en sus enunciados y demandas se habla de todos y todas, no sólo de las mujeres. Si observamos imparcialmente las reivindicaciones femeninas, constatamos que sus alcances y logros benefician a la colectividad. Como en el caso de las juezas ejemplares que están devolviéndole la dignidad perdida al sistema judicial guatemalteco.

Motivo de inmenso orgullo son las actitudes dignas y las posiciones valientes de muchas, cada vez más, guatemaltecas que de manera decidida y clara enfrentan la corrupción, la violencia y la impunidad. Gente como ellas hace falta para recuperar la confianza en el futuro. Hoy aplaudimos y felicitamos a la jueza Yassmín Barrios y a la magistrada Conchita Mazariegos, manifestándoles nuestro apoyo y solidaridad en estas tareas que han emprendido como grandes mujeres, deseando que la ética las ilumine en lo que queda por resolver.

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Racismo y otras prácticas discriminatorias

María Eugenia Solís García y Rosalinda Hernández Alarcón, laCuerda

La realidad histórica en Guatemala ha discriminado y oprimido a los pueblos indígenas, que se suponen la mayoría de la población. Además ha negado oportunidades de empleo a cientos de miles de ciudadanos, obligándoles a migrar principalmente a Estados Unidos y México. Ambas situaciones ponen en evidencia la importancia de tratar la problemática que encierran aquí el racismo y la discriminación racial.

Especialistas del tema explican ambos conceptos. El racismo como ideología que conlleva la creencia de la superioridad de un grupo por su raza biológicamente dada. A partir de tal concepción surgen estereotipos que conducen a la discriminación racial, que se traduce en desigualdades étnicas y culturales. Quienes discriminan caracterizan hábitos y pautas culturales como atrasadas y primitivas.

El 31 de marzo se cumplieron seis años de la suscripción del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas en Guatemala, el cual reconoce la particular indefensión de las mujeres. En este año se efectuará la III Conferencia Mundial contra el Racismo y la Discriminación Racial. Dos elementos más que nos animan a abordar el tema.

Estamos convencidas que la conquista de derechos sólo es posible en la medida que exista gente comprometida a ejercerlos. Hay compromisos internacionales tendentes a proteger la identidad y los derechos fundamentales de las personas, pero quienes los defienden todavía son excepción. Para las demandas específicas de las mujeres existen convenios suscritos en El Cairo y Beijing, cuyos avances después de cinco años son casi nulos, mientras para la mayoría de guatemaltecas son cosa ajena. No queremos repetir experiencias en las que se realizan eventos mundiales sin ninguna repercusión en el ámbito nacional.

Recuento histórico de la acción mundial

En 1978 tuvo lugar la I Conferencia contra el Racismo y la Discriminación Racial. Si bien estableció que la doctrina de superioridad racial es moralmente censurable y socialmente injusta, fue hasta 1983, en la II Conferencia, que se reconoció la doble discriminación contra las mujeres y las constantes violaciones a derechos que sufren las personas refugiadas.

La denominada I Década para la Acción para combatir el Racismo y Discriminación Racial (1973-82) fijó varias metas. Una de ellas, por cierto bastante limitada, sólo llamó a aislar las creencias míticas, políticas y prácticas que contribuyen a esa problemática.

La II Década (1983-92) representó un avance, al incluir entre sus metas la promoción de los derechos humanos de grupos minoritarios, poblaciones indígenas y personas migrantes. Quizás el éxito mayor fue la campaña contra el apartheid en Sudáfrica, aunque las sanciones económicas nunca fueron ejecutadas contra los gobiernos racistas de ese entonces. Gran desbalance si se las compara con aquéllas que se han tolerado contra Cuba.

Es hasta la III Década (1993-2002) que se reconoce la necesidad de poner énfasis a las nuevas manifestaciones de racismo y xenofobia, que han llevado a extremos como limpieza étnica y genocidio.

La Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 2001 como Año Internacional de Movilización contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia. La III Conferencia se realizará en Durban, Sudáfrica, del 31 de agosto al 7 de septiembre. Definirá acciones a nivel nacional, regional e internacional, así como medidas de prevención, protección y resarcimiento eficaz a las víctimas.

¿Cómo responder a la convocatoria?

Lo primero es reconocer que la lucha para erradicar la discriminación racial en Guatemala es un asunto que no compete exclusivamente a los pueblos mayas, xincas y garífunas. Tiene que ser asumida por la sociedad en su conjunto.

Es preciso aceptar que las prácticas racistas y discriminatorias se producen en la cotidianidad. Aquí todos estamos involucrados. Divulgar información que haga visibles las situaciones que afectan a las víctimas del racismo y la intolerancia es indispensable.

El llamado es a reflexionar desde la dimensión humana, con el objeto de facilitar procesos de sensibilización que lleven a la transformación de las relaciones entre las personas. En el centro de la discusión está el reforzar una nueva ética que conduzca al respecto irrestricto de los derechos humanos fundamentales.

Los documentos a elaborar, con motivo de la III Conferencia, tendrían que reflejar las condiciones en que viven las mujeres como parte de las identidades culturales y de los pueblos indígenas de Guatemala. La realización de estudios comparativos de la situación de las mujeres con relación a los hombres permitirá establecer las diferencias de género.

¿Cómo acumular fuerzas sociales para la movilización?

Gobierno, pueblos y organizaciones de la sociedad civil deberán este año comprometerse activamente para eliminar el racismo y las prácticas discriminatorias. La tarea para todas y todos es realizar un control ciudadano de la III Conferencia y sus reuniones preparatorias, además de fiscalizar los compromisos que asuman todas las instancias estatales.

Participación de las mujeres en la Conferencia

Naciones Unidas está promoviendo que en las delegaciones de los Estados exista un equilibrio de representación entre mujeres y hombres.

Es posible formular denuncias y propuestas en los espacios nacionales y regionales. Aquí cabe el ámbito centroamericano.

Organismos internacionales están apoyando procesos de formación dirigidos a mujeres de organizaciones no gubernamentales que asistirán a la III Conferencia.

El grado de exigencia que mantengan las guatemaltecas con relación a los temas y resultados de la Conferencia en Sudáfrica, dependerá de la difusión de los acuerdos a que se llegue y éstos reflejen sus necesidades, características y potencialidades. Sólo de esa manera se apropiarán de lo resuelto en el encuentro mundial.

Fuentes

Agrupación de Mujeres Tierra Viva. Materiales de Divulgación y Documentación. Guatemala, marzo 2001.

Pop, Amanda. Entrevista telefónica. Guatemala, 27 de marzo del 2001.

Pujadas, Juan José. Etnicidad, identidad cultural de los pueblos. EUDEMA. Antropología. Horizontes, 1993.

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Sumario noticioso

laCuerda

Pezóculos

Es el nombre del primer libro de textos narrativos de la escritora guatemalteca Aída Toledo, quien al ser entrevistada por Lucía Escobar explicó que son narraciones que le vienen de dentro, "sobre todo cuando se tiene que volver a enfrentar la cultura guatemalteca, tan sexista y patriarcal". El título "Pezóculos" se entiende como la respuesta femenina a las pequeñas narraciones denominadas "Textículos", del escritor guatemalteco Luis Eduardo Rivera.

Violencia contra las mujeres

Edna Polet Fajardo, de seis años, fue víctima de pandilleros que desde un vehículo le dispararon, hiriendo también a otras tres mujeres en la colonia Bethania. En Amatitlán fue hallado entre matorrales el cadáver de una mujer a quien se presume dieron muerte con una piedra. En la zona 3 fue atacada con arma de fuego Blanca Azucena Paniagua de 24 años. Clara Luz Zepeda, de 33, fue plagiada de un autobús de Transportes Esperanza y posteriormente abandonada por los secuestradores en San Lucas Sacatepéquez. En Nueva Concepción, Escuintla, fueron muertas a balazos Antonia Monzón y Erminia Díaz. Josefa Morales sufrió amputación de la vulva; el hecho fue perpetrado por el padre de su hijo, quien la sedó y le aplicó anestesia local antes de proceder con tal tortura. El recuento es interminable...

Ataques a jueza y a magistrada

Yassmín Barrios, jueza integrante del tribunal que conoce el juicio por el asesinato de monseñor Juan Gerardi, fue atacada por individuos que lanzaron una granada de fragmentación contra su casa. La afectada resultó ilesa. Desconocidos dispararon contra la residencia de Conchita Mazariegos, presidenta de la Corte de Constitucionalidad, quien expresó haber sido amenazada de muerte vía telefónica.

Intimidan a comunicadora

Ady Violeta Albores fue amenazada de muerte por un hombre, quien en una llamada telefónica le advirtió que dejara de molestar a María Elisa López, gobernadora de Quetzaltenango. La periodista había contactado a la funcionaria del partido oficial para tomar su versión respecto a denuncias hechas en su contra.

Destacan las deportistas

Heidi Juárez y Euda Carías obtuvieron medallas de oro y bronce, respectivamente, en la disciplina Tae kwon do en Las Vegas, Estados Unidos. Cheilly Carolina González ganó dos medallas de oro durante el II Campeonato Centroamericano y del Caribe de Karate do; también obtuvo medalla de plata en kata individual y de bronce junto a sus compañeras en kata por equipos. Angelina Turcios destacó en el XVI Maratón de Los Ángeles, California; fue la octava entre 8,208 mujeres y tercera en el grupo de 30 a 34 años.

Desigualdades en el poder

La participación de las centroamericanas en los principales órganos de poder político refleja la profunda marginación de las mujeres. Según una investigación de Inforpress, ellas ocupan sólo el 16 por ciento en los ministerios de gobierno, igual cifra como diputadas en el PARLACEN, nueve por ciento en los legislativos y el siete a nivel municipal.

Las mujeres en los medios

La Asociación Mundial de Mujeres Periodistas dio a conocer que las fuentes femeninas ocupan cinco veces menos espacios que las masculinas en la cobertura de los medios de comunicación. En tanto, según reporta la agencia costarricense SEM, una encuesta mundial realizada en mayo del 2000 por la Fundación Internacional de Mujeres de Medios reveló que el 64 por ciento de periodistas latinoamericanas es objeto de discriminación al tener que demostrar constantemente su capacidad ante colegas y supervisores a fin de ascender a puestos directivos o mantenerse en éstos.

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Glosario

laCuerda

Respeto: Sentimiento de consideración en el trato hacia otra gente que puede asociarse a actitudes de acatamiento, reverencia, miramiento y deferencia. Se acerca a los sentimientos de estima y afecto. Atención hacia sí y los demás por ser personas humanas. Entendemos el respeto según nos lo han inculcado. Cada cultura, cada clase, cada género entiende algo diferente por respeto. Lo ideal sería respetarnos de manera universal.

Tolerancia: Consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las propias. Es una actitud de admitir diferencias, sin que ello implique, necesariamente, su aprobación. Se practica la tolerancia en un régimen de libertad. La tolerancia tiene sus límites, basados en la moral, la cultura, etc. Hay hechos que no se pueden tolerar: la violencia, la corrupción, la mentira, la traición.

Discriminación social: Trato desigual dispensado a grupos o personas; distinción injusta y arbitraria basada en prejuicios que se asientan en la dominación: raciales, políticos, de clase, género, preferencia sexual, etc. En Guatemala, la discriminación es una negativa práctica cotidiana que se manifiesta en las relaciones laborales, en las familias, en los ámbitos político, económico, cultural, sexual.

Racismo: Ideología discriminatoria basada en el prejuicio social hacia grupos étnicos diferentes. Sobre estas creencias se han perpetrado actos inhumanos como matanzas y eliminaciones masivas.

Xenofobia: Sentimiento negativo e irracional de aversión hacia lo que viene de fuera. Repugnancia, rechazo, odio hacia lo extranjero. La ignorancia, la maldad o el miedo conducen a la xenofobia que se vive como una amenaza a lo local. El patriotismo exacerbado o chauvinismo puede provocar la xenofobia.

Genocidio: Destrucción intencional o eliminación de grupos humanos por motivos culturales, religiosos, políticos, étnicos, económicos. El genocidio puede ser físico o cultural y no sólo alcanzar la destrucción total o parcial, sino impedir el libre desarrollo de las personas. En Guatemala, el exterminio de cientos de comunidades k'iche', kaqchikel, q'eqchi', achí, mam y demás, durante el régimen de Efraín Ríos Montt, fue genocidio y es, por tanto, un crimen de lesa humanidad.

Feminicidio: Destrucción o eliminación física, psicológica o social de grupos de mujeres, especialmente durante las guerras. Los talibanes en Afganistán son feminicidas.

Interculturalidad: Propuesta política que plantea buscar canales de comunicación o espacios de relacionamiento positivo entre las diferentes culturas, con el propósito que se generen procesos de coexistencia activa en los que se enfaticen las convergencias, sobre las diferencias. Por su origen culturalista, su puesta en práctica corre el riesgo de ocultar las desigualdades de clase y género.

Bibliografía consultada

Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. España, 1992.

Marina, José Antonio, y López Penas, Marisa. Diccionario de los Sentimientos. Editorial Anagrama, España, 1999.

Fuster, Joan. Diccionario para ociosos. Editorial Península, España, 1992.

Pratt Fairchild, Henry. Diccionario de Sociología. Fondo de Cultura Económica, México, 1997.

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Ningún avance en compromisos de gobierno

laCuerda

Acuerdo de Paz sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas

El gobierno tomará las siguientes medidas para erradicar la discriminación:

Iniciativas de ley no prosperan

En 1998, las entonces diputadas Rosalina Tuyuc, Aura Marina Otzoy y Manuela Alvarado impulsaron un anteproyecto de ley para tipificar la discriminación racial como delito. En el 2000, Nineth Montenegro, como diputada por el Frente Democrático Nueva Guatemala, presentó un anteproyecto que incluye otros tipos de discriminación: económica, cultural, de género, etc. Ambas propuestas se encuentran congeladas.

Recalendarización de los Acuerdos: Nada nuevo

Una vez más, el gobierno se compromete a divulgar ampliamente los derechos de los pueblos indígenas a través de la educación, los medios de comunicación y otras instancias. También a presentar una reforma al Código Penal para tipificar la discriminación étnica como delito y adecuarlo a las disposiciones de la Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial.

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La desaparición de

Mayra Gutiérrez

-UN AÑO DE IMPUNIDAD-

 

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Apuntes de un diagnóstico sobre discriminación

CONIC, AVANCSO, CALDH y Pastoral de la Tierra Interdiocesana

Aunque la población indígena guatemalteca se sabe mayoritaria, las diferentes formas de identificación, ya sea por designación del encuestador o mediante autoidentificación, conducen a que varíen los resultados de acuerdo a factores como la pérdida de cultura por el refugio, desplazamiento y desarraigo, o bien el retorno y la tendencia de la última década de autovaloración cultural.

Según Naciones Unidas, el 48.7 por ciento es indígena. La realidad étnicamente diversa ha cruzado las relaciones de poder en sus diversas manifestaciones dentro de un esquema en que criollos, primero, y mestizos o ladinos, después, han desvalorizado e intentado acabar la identidad de los pueblos indígenas, fundiendo las tradicionales prácticas explotadoras con concepciones y relaciones discriminatorias y racistas que inculpan a lo indígena del atraso y miseria.

En el marco de las ideas dominantes hay ciertos rasgos característicos que pueden rastrearse desde el pasado colonial. El autoritarismo constituye uno de los más fuertes, llevado al límite del militarismo y genocidio en la década de los ochenta durante el conflicto armado interno. El conservadurismo, aunque corresponde esencialmente a la visión e intereses de la minoría económicamente poderosa, permea toda la sociedad y sus instituciones, desde la familia hasta estructuras como los partidos políticos y el Estado.

Dentro de la multiculturalidad en Guatemala destaca la contradicción entre un modelo que reconoce al pueblo indígena como sujeto para generar riqueza y paralelamente atenta contra su identidad. Ello se demuestra en la situación de mayor desventaja que vive la población indígena, la inexistencia de su historia que dé cuenta de los despojos de sus territorios, así como las expresiones de discriminación y racismo entronizados en todas las instituciones estatales.

Contra la corriente, se inicia el reconocimiento de la diversidad de sus identidades que, como estrategia de resistencia o defensa, busca la diferenciación de las identidades étnicas, territoriales, religiosas y sectoriales, entre otras. La oposición del sistema capitalista a vencer es fuerte, ya que su estrategia globalizante y efectos empobrecedores alientan fenómenos que desdibujan las fronteras nacionales; entre ellas las migraciones hacia los países industrializados, la conformación de bloques económicos multinacionales y la creciente penetración a través de las comunicaciones que logran cambios culturales.

La visión etnocéntrica ha llevado a la práctica políticas públicas que ponen de manifiesto un hilo conductor que ha oscilado entre el exterminio físico y los intentos de asimilación (ladinización). El tema étnico-cultural empieza a formar parte del debate nacional a partir de elementos como la interculturalidad, con distintas posibilidades de autonomía, mestizaje cultural o desarrollo de sociedades plurales.

En los últimos años han surgido expresiones organizadas e individuales que reivindican su identidad de género y étnica y están delimitando su espacio sociopolítico. Estos esfuerzos contribuyen a redefinir el imaginario social (tradicionalmente conservador) incluyendo elementos como reconocimiento de semejanzas y aceptación de diferencias entre mujeres y hombres, identidad étnico-cultural, que aportan a la conciencia colectiva nuevos rasgos ideológicos de carácter más amplio e incluyente. El reto para ambos es sensibilizar a la sociedad en su conjunto sobre la necesidad de encontrar solución a la marginación, la discriminación y el racismo.

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El racismo en cifras

Wendy Santa Cruz, laCuerda

En Guatemala -multicultural, pluriétnica y multilingüe- poco se aborda el tema del racismo. Algunas cifras nos indican la magnitud del problema.

El Indice de Desarrollo Humano (IDH), medida aceptada mundialmente, ayuda a comprobar las desigualdades existentes en los países, según sea su población indígena, negra o no. A Guatemala se le ubica (0.615) muy lejos aún del país con mayor IDH, que es Canadá (0.960). En tanto, Nigeria tiene una calificación muy distante e inferior (0.207).

Un análisis específico de la situación de la mujer en comparación con algunos parámetros internacionales también muestra grandes inequidades. Ejemplo de ello son las tasas de mortalidad materna: en Guatemala, 190 mujeres fallecen por cada 100 mil nacidos vivos, mientras en Estados Unidos se reportan únicamente 12 muertes.

La discriminación racial también se hace evidente en las estadísticas guatemaltecas: los jóvenes analfabetas son mayoritariamente indígenas. En departamentos donde la población indígena no llega al 25 por ciento, el analfabetismo es del 19 por ciento, mientras asciende a 42.5 por ciento en aquéllos donde los indígenas superan el 75 por ciento.

La pobreza extrema afecta más a los pueblos indígenas. En la población no indígena es aproximadamente del 15 por ciento, mientras en la indígena es del 40 por ciento. En el norte y noroccidente, regiones con mayor índice de pobreza extrema, ésta supera el 50 por ciento. En contraste, el área metropolitana no llega al 5 por ciento.

El 72.9 por ciento de indígenas sufre exclusión laboral, mientras los ladinos presentan un índice menor del 62.5 por ciento.

La discriminación racial también afecta el monto de ingresos por familia. El ingreso promedio total para no indígenas es de Q4,000.00 o más, mientras que para indígenas es de Q2,000.00 o menos.

Si los hombres indígenas son excluidos, más aún lo son las mujeres, quienes sufren la marginación política con mayor magnitud. En 1999, el voto femenino según porcentaje de población indígena fue de la siguiente manera:

Porcentaje de población indígena

Porcentaje de voto

75 a 100

27.6

50 a 75

34.8

25 a 50

34.8

0 a 25

86.1

En los departamentos con más del 75 por ciento de población ladina, el voto de las mujeres fue de 86.1 por ciento, mientras en los de mayor población indígena fue de 27.6 por ciento.

Las desigualdades continúan en el acceso a los medios. Sólo el 36.5 por ciento de indígenas tiene acceso a la televisión, en comparación con un 73.8 por ciento entre no indígenas. En cuanto al servicio telefónico regular, únicamente el 4.3 por ciento de indígenas tiene acceso.

Es difícil apreciar la magnitud de la discriminación racial sólo mediante cifras, ya que toma formas muy sutiles de expresión. Aquí analizamos apenas algunos índices que demuestran su repercusión en diferentes ámbitos. ¿Qué descubriríamos con un estudio más profundo?

Fuentes

Fondo de Población de las Naciones Unidas. Estado de la Población Mundial 1999. Estados Unidos, 1999.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe sobre Desarrollo Humano 1998. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid, 1998.

Sistema de las Naciones Unidas en Guatemala. Guatemala: El rostro rural del desarrollo humano. Guatemala, 1999.

Sistema de Naciones Unidas en Guatemala. Guatemala: La fuerza incluyente del desarrollo humano. Informe de Desarrollo Humano 2000. Guatemala, 2000.

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Ixoq', kaxlan, winäq*

Anamaría Cofiño K., laCuerda

Mi pasaporte dice que soy de nacionalidad guatemalteca. Para los indígenas mayas de mi país, soy "kaxlan", o sea, ladina. "Kaxlan" son quienes hablan castellano, practican costumbres diferentes y tienen otra apariencia. Las ladinas no usan el traje local; usualmente se cortan el pelo, se lo acolochan o se lo pintan. Imitan el modelo europeo o gringo, desechando las costumbres tradicionales como dar de mamar, tortear y usar el telar de cintura. Procuran poner distancia con todo lo que parezca "natural".

Mucha gente considera al "kaxlan" como racista, abusivo, farsante, insensible. El estereotipo está bastante difundido, y no es casual. Los ladinos son más cabrones, dicen. Desde fuera, algunos extranjeros los ven como lo peor: los explotadores más despreciables que hay sobre la faz de esta Tierra, similares a los conquistadores.

Bajo este esquema, ser "kaxlan" no es, efectivamente, ninguna gracia. Con este membrete se entra en el club de la gente mala onda, los detestables ladinos que no respetan nada. Los que maltratan e insultan a quienes consideran "miserables indios". Y que llenan sus corazones de odio hacia los demás.

Además de ser "kaxlan" por origen, convivo con muchas otras yo que me constituyen. También soy lo que siento, lo que hago, lo que pienso. En la construcción de la persona se conjugan costumbres heredadas, valores elegidos, sentimientos depurados, combinaciones complejas de símbolos y realidades. Entender que somos seres cambiantes nos permite continuar transformándonos.

Felizmente podemos razonar, discernir, elegir. Eso nos distingue de los animales y nos posibilita crear formas de convivencia dignas. Cada quien decide cómo ser, con sí y con los otros. Es harto difícil deshacerse de patrones mentales que se imponen a sangre y fuego, pero es una aventura inquietante que, una vez emprendida, nos seduce de por vida. Las mujeres hemos experimentado todo lo que implica cuestionar los modelos y poner en práctica lo que se dice en los discursos. No sólo cuesta, también duele. Pero es un placer.

En idioma kaqchikel, también soy "winäq", es decir persona, gente. Ése es mi rasgo de identidad más fuerte: humana. Y es esta humanidad la que nos obliga a usar la inteligencia para desechar los absurdos prejuicios que nos enfrentan.

Quizá históricamente soy "kaxlan" pero, puesta a elegir, prefiero quedarme con "winäq".

* mujer, ladina, persona en idioma kaqchikel

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Las migrantes y la xenofobia

Lesbia Ortiz, guatemalteca, antropóloga y docente

El término xenofobia frecuentemente lo asociamos con el fenómeno migratorio porque se refiere al odio hacia extranjeros. Aquí me referiré a cómo afecta de manera particular a las mujeres migrantes internacionales.

La migración humana es un fenómeno actual que atañe a grupos sociales e incluso a pueblos enteros. Es la necesidad que empuja al individuo a dejar su familia y su patria, ya sea por la pobreza que genera un sistema económico inadecuado, por persecución política o religiosa.

La desigualdad de la mujer en la sociedad es una condicionante de las causas, motivos, características y consecuencias de la movilidad femenina, aunque los factores que inciden en la decisión de migrar pueden ser varios. Algunas lo hacen para evitar la desintegración familiar y otras por la violencia intrafamiliar que las agobia. Lo cierto es que las mujeres conforman el grupo más vulnerable. Se ha demostrado que cuando migran se constituyen en las receptoras de la mayor parte de violaciones durante los distintos momentos que pasan.

La xenofobia es un sentimiento racista que afecta tanto a mujeres como a hombres. A muchos migrantes se les desvaloriza sólo por pertenecer a un grupo étnico diferente al del país receptor.

La constante crisis productiva y la pauperización en Centroamérica provocan un incremento desmedido del movimiento migratorio hacia naciones del norte. Esta crisis, combinada con una actitud xenofóbica, trae como consecuencia que los países hegemónicos se protejan de los flujos migratorios por medio de legislaciones tendentes a la protección de las fronteras.

Cuando se habla de movilidad humana o migración, nos referimos a los flujos migratorios de seres humanos que salen de un país hacia otro. En ese movimiento surgen relaciones sociales, étnicas, económicas, de clase y género. Éstas pueden darse con personas que viven sobre la frontera (Guatemala-México, México-Estados Unidos, etc.) y con las que se relacionan en la ciudad receptora. Esta convivencia tiene lugar en ámbitos de la vida cultural, desde la manutención y tiempo libre hasta las decisiones en torno a educación, trabajo y matrimonio.

Cuando el grupo receptor se ve "invadido" por extranjeros, aparecen las diferencias étnicas, que están condicionadas por marcadores raciales. En este caso, el etiquetaje social es producto de la exclusión por parte de la mayoría predominante. Sin embargo, el sentimiento xenofóbico no es exclusivo de los blancos/gringos. De sobra sabemos que existe en Guatemala, donde frecuentemente asociamos a las migrantes salvadoreñas u hondureñas con trabajadoras del sexo.

Durante el trabajo etnográfico de una investigación para la Universidad de San Carlos, realizado en Tecún Umán, San Marcos, una migrante hondureña relató, con lágrimas en los ojos, que una de las cosas que más le dolían al estar fuera de su tierra era que en Guatemala hasta los niños le decían que era una prostituta, por el solo hecho de ser hondureña.

El caso de las migrantes guatemaltecas dedicadas al servicio doméstico en Tapachula, Chiapas, también merece atención, ya que el ser indígenas o ladinas pobres las coloca en un plano desigual. Por ser menores de edad y carecer de documentos en regla, a muchas se les niega la seguridad social y ni siquiera les pagan el salario mínimo. Éste es un ejemplo de cómo la xenofobia se manifiesta en ciudadanos de los países receptores (en este caso, México) en el ámbito económico. Tal rechazo crea mecanismos de respuesta como son el sometimiento o bien la pérdida de la autoestima.

Otro testimonio. Una guatemalteca, quien llegó hasta California, detalló los momentos más difíciles de su trayecto hacia Estados Unidos. En la frontera con México tuvo que ocultarse de la patrulla fronteriza para que no la deportaran y un "coyote" quiso aprovecharse de su situación de indocumentada. Su agonía continuó hasta el otro lado de la línea, donde sintió el rechazo de los mexicanos residentes, quienes insultaban a las personas migrantes recién llegadas.

Frecuentemente, el flagelo de la pobreza provoca la migración de muchas indocumentadas. Algunas saben que el reto es muy grande; desde el momento en que ponen un pie fuera de su país están desprotegidas. Son conscientes que la ruta es larga y que esa "aventura" puede llevarlas no sólo a una cárcel sino hasta la muerte. Lo que no saben es que la xenofobia es un sentimiento racista con el que tienen que luchar a cada paso y que si no cuentan con redes sociales y familiares difícilmente podrán sobrevivir lejos de su patria.

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Visión de mujer maya

Wendy Santa Cruz, laCuerda

Las conductas e ideologías racistas no comenzaron ayer. Estos prejuicios surgen por una creencia de superioridad de una raza o grupo étnico sobre otros, principalmente a partir de la colonización y esclavitud a las que muchos pueblos han sido sometidos. El rechazo a la diversidad ha conducido hasta la aniquilación cultural o el etnocidio.

Petrona Meletz, de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), a sus 42 años considera que sus antepasados no practicaban el machismo; que mujeres y hombres eran iguales, se ayudaban mutuamente en el trabajo y la familia, y que con la invasión española se introdujeron conductas racistas, clasistas y sexistas a la sociedad. Aquí su testimonio:

"Durante la guerra interna, miles de mujeres, hombres, niñas y niños murieron, en su mayoría indígenas. Quisieron acabarnos, hicieron que nos matáramos entre nosotros; hubo un plan estratégico que prepararon sobre todo los patrulleros de autodefensa civil".

"El dolor que nos dejó la guerra es irreparable porque aunque se habla de un resarcimiento para las víctimas, de un desarrollo social, nunca se podrán borrar las torturas que se hicieron a las familias; no se puede recobrar las vidas perdidas, ni resucitar a estos hermanos que fueron quemados, asesinados, masacrados".

"Hemos tenido que enfrentar el racismo al presentarnos ante las autoridades y a los centros de salud. Como no sabemos explicar nuestros problemas, entonces tenemos que buscar un traductor. Nos tratan como que somos menos, como que no valemos nada. Las personas que van bien entacuchadas, con corbata, bien pintaditas, que pasen adelante. Las mujeres indígenas que se esperen, y si no dio tiempo de atenderlas, que vengan otro día".

"Existen convenios internacionales que apoyan a los pueblos indígenas, pero esto no ha sido así nada más: es la lucha de algunos representantes indígenas de diferentes países denunciando el racismo, la discriminación y marginación que sufrimos, pero mientras uno no presione a las autoridades, ellos nunca los aplicarán".

"Por esa misma discriminación y pobreza, muchas han optado por no usar su traje y han aprendido a hablar el castellano. El racismo económico es la peor situación porque no se puede tener igualdad de derechos sobre la riqueza del país; siempre existen grupos de interés, de poder económico y político".

"Lo que estamos buscando es la igualdad de derechos y oportunidades, pero esto requiere mucho esfuerzo y que las autoridades tengan voluntad de contribuir al cambio y promuevan el respeto entre los pueblos".

Las indígenas trabajan continuamente para lograr el respeto a su cultura. Apenas un ejemplo de ello es el trabajo de la Defensoría de la Mujer Indígena, que está elaborando un catálogo sobre derechos específicos de las indígenas guatemaltecas, el cual será publicado este mes.

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Limpieza social contra la diversidad sexual

Claudia Acevedo, guatemalteca, coordinadora del Proyecto Solidaridad y Promoción de los Derechos Humanos del Colectivo Lésbico Gay en Latinoamérica y El Caribe

El término "limpieza social" ha cobrado gran relevancia en el último año, y uno de los principales grupos perseguidos, hostigados, vigilados y asesinados ha sido la comunidad lésbica, homosexual y travesti guatemalteca.

La violencia, discriminación y exclusión hacia estos grupos han sido sumamente invisibles. Nuestra comunidad de la diversidad sexual ha vivido en un estado de terror y dentro de ella se ha generalizado una profunda paralización en cuanto a emprender acciones que reivindiquen nuestros derechos humanos.

Las estadísticas -por los casos empíricos que vamos recabando y que algunas personas han decidido denunciar- indican entre seis y 10 asesinatos anuales, cuya causa es el odio por orientación sexual.

En los últimos días, y en marco de la actual coyuntura, hemos sido objeto de hostigamiento, control en nuestras oficinas y amenazas por parte de agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), uno de los principales acosadores de nuestra comunidad. Las autoridades desobedecen sistemáticamente su función de brindar protección a las personas y, por el contrario, se convierten en nuestras enemigas. "Cuando la policía viene, mejor nos vamos", dicen muchas personas de nuestro grupo.

Las intimidaciones son numerosas. La PNC se ha atrevido a preguntarnos a las mujeres si no nos gustan los hombres, y a ellos si no les gustan las mujeres. Cabe recordar aquí que ni el lesbianismo ni la homosexualidad son ilegales y que no atentan contra ninguna ley guatemalteca.

Ciertos policías han pedido a algunas personas bajarse el pantalón en la vía pública y mostrar sus órganos genitales "para ver qué son". A un compañero de trabajo lo agredieron físicamente el pasado 22 de marzo; se trata del coordinador del proyecto Rodalinda, mediante el cual se distribuye, en calles de comercio sexual, condones e información sobre prevención de infecciones de transmisión sexual.

Estos hechos y otros diversos abusos nos han motivado a que desde la Organización de Apoyo a una Sexualidad Integral frente al Sida (OASIS) emprendamos un camino por visibilizar los derechos humanos de la diversidad sexual, además de las formas en que se nos agrede, excluye y discrimina.

No saben que las agresiones nos fortalecen. Mientras nos sigan matando, violando y lastimando, mayor será nuestro empeño por reivindicar nuestros derechos con orgullo y unidad y eliminar todas las formas de violencia que vivimos quienes conformamos esta comunidad.

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Cómo entender el orientalismo en Guatemala

laCuerda

Posiblemente el nombre Edward W. Said sea nuevo para muchos en Guatemala; después de todo, se trata de un intelectual palestino exiliado en los Estados Unidos, profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York que seguramente nunca ha viajado a Centroamérica. Sin embargo, cualquiera diría que cuando escribió su libro «Orientalismo» (1978) se encontraba pensando precisamente en Guatemala.

Desde la publicación de este libro, la palabra orientalismo ha pasado a referirse a una dinámica particular de las políticas culturales, que luego ha sido adoptada y adaptada a diferentes espacios y tiempos. En la introducción a su ya clásico libro, Said se refería al término como "un modo de relacionarse con Oriente basado en el lugar especial que éste ocupa en la experiencia de Europa occidental, y que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente" en virtud del discurso creado sobre éste para definirlo.

Lo que hace Said es una crítica al imperialismo y sus consecuencias, y para ello examina las maneras en que se fue articulando un discurso sobre Oriente hasta crear una imagen que superara el espacio de lo real, tanto así que luego fue tomado como real por otros.

¿Qué tienen que ver el autor y el Oriente con Guatemala? La respuesta debería partir de un análisis del imperialismo y extenderse a espacios más cotidianos de la realidad, en una relación metafórica que sin duda Said perdonaría si conociera los conflictos étnicos, de poder, de género, etc. en Guatemala. Como él lo demuestra, la relación Occidente/Oriente es una relación de poder y dominación, y los mismos paralelismos podrían establecerse entre polaridades ya bastante conocidas: aquéllas entre Estados Unidos y América Latina, ladinos e indígenas, mujeres y hombres, heterosexuales y homosexuales, etc. De manera que para entender las dinámicas de dominación a través de la representación del otro, debería estudiarse cómo se ha ido elaborando esta representación que supera el ámbito de lo real en el imaginario cultural.

Podemos mencionar ejemplos obvios, como la calificación de las creencias indígenas como "paganas" que se dio con la Conquista, o la aceptación de la "inferioridad" de las mujeres a partir de la literatura del catolicismo. Por supuesto, sabemos que mucha agua ha corrido bajo los puentes de la reflexión acerca de estos temas. La pregunta sería entonces por qué tales modelos siguen poseyendo la fuerza que tuvieron en épocas ya tan remotas.

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Los monstruos marginados de Cindy

Rosina Cazali, laCuerda

Cindy Sherman es de esas artistas que intrigan desde el primer momento en que se conoce su obra. Como fotógrafa ha recorrido un extenso camino pero éste ha sido más largo a través de las especulaciones que pueden surgir en los espectadores incautos. Éstas sólo pueden ser comparadas en pasión especialmente, como la que ha despertado en teóricos y críticos de todo el mundo. Cindy Sherman nació en 1954 en Estados Unidos. Pertenece a la generación que se ha establecido como paradigma de la cultura de la ficción y el disfraz, muy propia de la posmodernidad.

Comenzó su famosa serie "Stills de Películas/Sin Título" a finales de 1977. Consistía en pequeños autorretratos de la artista en blanco y negro, en los que representaba a varios tipos y caracteres femeninos de películas viejas. Sí, aquellas películas que muchas mujeres absorbieron desde la televisión de sus casas, que dieron una perspectiva de 'glamour' del cine y encendieron una serie de fantasías cotidianas.

Después de esta carismática serie, Sherman sorprendió al mundo del arte con una de fotografías que tienen más de horroroso que de la belleza estudiada y aceptable que mostró en sus primeras obras. Sin embargo, la pulcritud de las imágenes y sus bien estudiadas escenografías son rasgos que continúan situando a la artista como alguien capaz de encontrar significado en cada partícula del conjunto. Sus obras revelan un mundo poblado de monstruos, de muñecas que sugieren personajes mutantes, o clones que habitan un planeta artificial.

Ahora bien, es curioso que después de esta etapa Cindy Sherman vuelva a la fotografía de sí misma, sumergida en personalidades distintas. Pareciera que el mundo de las mujeres, los estereotipos que de ellas se construyen y su análisis, la han llevado una vez más a considerarlas como espejo y reflejo de la sociedad que las empuja a adoptar historias y psicologías determinadas. En estos nuevos autorretratos, como respuesta a la alienación, sus personajes femeninos rozan la locura, lindan entre lo marginal y lo grotesco. Como única posibilidad de escapar de la presión que significa seguir el paso a la figura de mujer ideal, voluptuosa, pendiente de la moda, segura de sí misma, flaca o anoréxica, Sherman nos seduce con la idea de adoptar, nosotras mismas, el traje que mejor nos convenga.

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Tomar la palabra, pero con cuidado

Anabella Acevedo Leal, laCuerda

A todos nos gusta confirmar de manera práctica y concreta que el lenguaje es uno de los elementos que definen nuestra cultura de forma más fuerte, nuestra especial relación con un espacio propio. Basta reunir a un grupo de hispanohablantes en un lugar donde el español no sea el idioma oficial para despertar los nacionalismos más conmovedores -- o más melodramáticos, según sea el caso.

Lo experimenté infinidad de veces mientras viví fuera de Guatemala, cuando en incontables ocasiones observé cómo bastaba una sola palabra para establecer una especie de solidaridad que, en ese preciso momento, parecía un juramento de lealtad inquebrantable entre bolivianos, españoles, panameños, etc. Así, era suficiente que un guatemalteco incluyera en su conversación términos como "patojo" [niño], "muchá" o "púchica" para que otro de repente se reconociera en él como en un espejo, no importando en esos momentos si las personas en cuestión compartían o no los mismos códigos culturales o los mismos valores. Eso muchas veces venía después, a menudo con consecuencias no tan agradables.

Las palabras, bien lo sabemos, van más allá de lo que escuchamos, leemos o pensamos, estableciendo de inmediato universos de significación que rebasan lo estrictamente referencial, apropiándose y haciendo uso de toda una red de significados no explícitos que constantemente se sitúan a nivel de la sugerencia, de la metáfora, de la calidad de hecho convencional que el lenguaje posee en un contexto cultural dentro del cual no hace falta dar explicaciones; después de todo, bien dice el dicho que "a buen entendedor, pocas palabras". ¿Para qué explicarnos entre nosotros lo que términos como "canche" [rubio] o "len" [centavo] quieren decir? Claro, si entre nosotros se encuentra alguien que no comparte nuestro código, habrá que entrar en el terreno de las explicaciones, de los sinónimos y del uso correcto del lenguaje.

Pero así como he confirmado el carácter "cultural" del lenguaje, también me he dado cuenta con el tiempo de algo que considero esencial: es necesario asumir la responsabilidad por el uso que le damos a la palabra, aunque a veces esa responsabilidad signifique una renovación radical del lenguaje, ya sea descartando palabras de uso "tradicional" o buscando nuevos términos para acercarnos a la realidad de una manera más honesta, más justa.

Ya hemos visto cómo el lenguaje se ha ido adaptando a la igualdad de género aun cuando a muchos les sea difícil todavía acostumbrarse al uso de términos tales como "presidenta" o "ingeniera" y otros similares, o a dirigirse a un público que nos incluya a nosotras, en un discurso en el que las mujeres también nos reconozcamos como iguales, sin necesidad de que suene forzado o redundante. Claro, pasará tiempo para esto, y la lentitud que ahora nos desespera es entendible; después de todo, los cambios culturales no se dan tan fácilmente y sin resistencia de algunos sectores. Por eso es necesario insistir.

Hasta aquí me parece que todo va bien. Los problemas comienzan cuando entramos a terrenos menos cómodos como el del racismo y la discriminación sexual más allá de lo aceptado como "normal". Un ejemplo: muchas personas crecimos en una Guatemala en donde decirle a alguien "indio" era un insulto, pues detrás de la palabra dicha existía toda una serie de referencias que entre nosotros entendíamos muy bien pero que resultaba incómodo explicar. Otro ejemplo: ¿cuántas veces no hemos escuchado la palabra "marica" para convencer a un niño de que no llore, porque "los hombrecitos no deben llorar"? Un tercer ejemplo: en múltiples ocasiones he escuchado a personas de diferentes grupos referirse a Rigoberta Menchú como "la" Menchú, cuando nadie haría lo mismo con otros personajes de la vida pública que no tienen la doble identidad de mujer e indígena (sin entrar aquí a hablar de los valores que esta admirable mujer representa, para el enojo de muchos). ¿Qué decir de la terrible costumbre chapina de dirigirse a las personas indígenas que venden sus productos en el mercado usando el familiar "tú" o "vos" cuando éste no sería usado con alguien considerado como "igual" o "superior"?

En fin, ejemplos en el habla guatemalteca sobran y muchos de ellos son aceptados como parte de costumbres casi sagradas que no hay que discutir porque supuestamente no le hacen daño a nadie, sobre todo cuando quien hace uso de ellos no se encuentra incluido, aludido, insultado. Supongo que estos comentarios les sonarán exagerados a muchas personas amantes de la tradición que aún creen en la inocencia de las palabras. Y sin embargo insisto: el lenguaje no es inocente, y menos cuando lo que está en juego es una visión justa de nuestra cultura, que acepte diferencias de etnicidad y de género.

Por supuesto, no hablo aquí de despojar al lenguaje de imaginación, de la sutileza de la ironía, de la calidad poética que lo hace ser más que un mero instrumento de comunicación; pero sí creo firmemente que la palabra, cual elemento fundamental de la cultura, es también vehículo de valores tales como la igualdad y la justicia.

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En busca de una intimidad satisfactoria

Adelma Bercián, guatemalteca, periodista

Levanten la mano quienes se han sentido como si se quedaran "con los colochos hechos" después de hacer el amor. O las que están empezando a disfrutar justo cuando el espectáculo llega a su fin.

No es casualidad que se crea que aproximadamente el 30 por ciento de las mujeres somos frígidas. La concepción generalizada del acto sexual se ha construido con base en el proceso físico de los hombres: calentamiento, penetración, clímax y relajación. La creencia popular es que las experiencias sexuales de las mujeres y los hombres son paralelas, sincronizables, y que se pueden resumir en dichas etapas.

Según la ginecóloga española Ana Carcedo, sólo hasta ahora se está tomando conciencia de que esa concepción de la sexualidad femenina está totalmente alejada de la realidad y, peor aún, cada vez es más claro que las mujeres tenemos menos capacidad de decisión en las relaciones sexuales, lo que nos relega a posiciones poco privilegiadas en las relaciones de poder y nos expone a grandes riesgos para la salud.

Incluso nosotras mismas hemos aprendido a autocensurar nuestro cuerpo, nuestro placer y nuestra necesidad del sexo como uno de los componentes que nos hacen seres humanos integrales. Abundan las historias de mujeres que abren las piernas sólo para contar los minutos antes que todo acabe. La masturbación es exclusividad de los varones, y si se habla de la femenina, está antecedida por millones de excusas fisiológicas que quieren tapar el sol con un dedo: masturbarse es rico.

Los sueños húmedos en las mujeres todavía son un tabú y es porque incluso la ciencia ha despreciado la existencia de las eyaculaciones femeninas.

La buena noticia es que los primeros acercamientos de la ciencia a este territorio virgen han revelado que la sexualidad femenina tiene sus propias lógicas e intereses. Por ejemplo, lo que para muchos hombres son "juegos previos", para las mujeres resulta el momento más satisfactorio de la relación. Está extensamente reconocido que tenemos una capacidad orgásmica no sólo múltiple sino que crece con cada orgasmo. Incluso hay estudios que reportan mujeres con decenas de orgasmos mantenidos por horas.

Sólo con estos números, los porcentajes generalizados de frigidez (entendida como la anorgasmia durante el coito, es decir, en un encuentro sexual entre un hombre y una mujer donde existe penetración) quedan reducidos a un 12 por ciento.

El camino es largo para que surja la posibilidad de que se aborde la sexualidad desde nuestra visión. Primero debe popularizarse la noción de que mujeres y hombres diferimos de nuestras búsquedas y hallazgos en los encuentros físicos.

Podría terminar diciendo que el sexo satisfactorio tiene que ver con la dimensión del afecto, del placer e incluso de las relaciones de poder. Y definitivamente que sí, pero hay exigencias sociales que drenan nuestras energías sin ningún beneficio y ¿para qué hacerles caso? Contamos con nuestra gran capacidad de sentir placer, podemos procurarnos intimidad sin sentirnos culpables, y si bien es cierto los necesitamos a ellos para complementarnos, hay que recordar que podemos procurarnos satisfacción de primera mano.

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Esa frágil esperanza

Andrés Cabanas Díaz, periodista español radicado en Guatemala

"Nos hemos quedado sin lugar para el sueño.

Nos hemos quedado sin justificación para el canto o el poema".

Luz Méndez de la Vega

Teorías pasionales, móviles personales, razones individuales. La investigación preliminar del Ministerio Público (MP) sobre la desaparición de Mayra Gutiérrez afirma que "se fue por su propia cuenta" por uno o varios motivos: problemas económicos; romance; contactos con el EZLN o, en menor escala de probabilidad, venganza de una mafia por la investigación sobre adopciones en la que ella había participado. El MP fundamenta esta aseveración en extractos de cartas supuestamente de despedida, llamadas telefónicas al extranjero, estados de cuenta y poco más.

La incisiva insistencia en las causas personales para explicar la desaparición ha derivado en el desmenuzamiento de la vida privada de Mayra, más allá de lo que la decencia y las propias necesidades de la investigación parecen exigir. Sin embargo, no despeja una multitud de interrogantes alrededor del caso: si se fue, ¿por qué no avisó a su hija, a quien une una relación muy estrecha? Si una mafia cometió el crimen, ¿dónde está el cuerpo? Si las evidencias apuntan a una huida voluntaria, ¿por qué no se explica cuándo, cómo, con quién o hacia dónde huyó Mayra? Al aferrarse a la tesis de la "autodesaparición" y obviar los posibles móviles políticos, el MP da la impresión de investigar al revés, buscando pruebas que avalen una hipótesis de antemano determinada.

Yo no sé si nos quedamos sin lugar para el sueño, el canto o el poema, como afirma desesperanzadamente Luz Méndez de la Vega, pero sí pienso que tras la desaparición de Mayra hemos sido en alguna medida confinados a un espacio de confusión y miedo, por varias razones:

Resulta paradójico constatar que la llamada "desaparición voluntaria" de Mayra ha producido el mismo efecto (reproducir la vivencia del terror en la sociedad, sobre todo aquélla más cercana humana e ideológicamente a la víctima, y lanzar un mensaje de fuerza) que si se hubiera tratado de una clásica "desaparición forzada" de corte político, de aquéllas que se vienen produciendo por decenas de miles desde 1960.

Este espacio de libertades y sueños ahora tan constreñido necesita con urgencia ser ensanchado a partir de la investigación de causas, hechos y responsables de este acto incalificable. Y de la APARICIÓN CON VIDA de Mayra, esa frágil esperanza con la que nos levantamos cada día.

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No más desprecio a los pueblos indígenas

Isabel Solís, guatemalteca, dirigente campesina e indígena

Los pueblos indígenas por cientos de años hemos sufrido el desprecio de parte de una población minoritaria (ladina). Se observa rápidamente en la Constitución de Guatemala, hecha por quienes desconocen nuestra identidad y derechos. Algunas personas piensan que la discriminación fue historia, que quedó en el pasado, sin aceptar que el racismo es un diario vivir.

Un ejemplo reciente es la muerte del juez en Alta Verapaz. Se hace grande la noticia y se habla que el crimen no quedará impune. En contraste, hace cinco años un finquero de apellido Ponce asesinó a la compañera Rosa Chub en el Estor, Izabal. Hasta la fecha, ese crimen no ha sido noticia, como si fuera una simple situación y se tratara de una persona sin valor. Eso es una clara manifestación de racismo.

Ahora que los pueblos indígenas estamos luchando por recuperar lo nuestro, nuestra cultura, existen ladinos que sostienen que la cultura indígena tiene cosas negativas. Con eso quieren decir que debemos aceptar lo impuesto. Es importante entender que el racismo se manifiesta en varios niveles y diferentes espacios de la vida.

Luchar contra el racismo se vincula a la democracia, a la justicia social. Entonces el discurso tiene que ser congruente con el actuar.

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En el fútbol, ¿quiénes son el sexo débil?

Alma Palma, guatemalteca, cronista deportiva

Las reacciones al escuchar esa pregunta son variadas. A algunos caballeros les ofende pues los hombres tienen mayor fuerza física, su historia en el futbol es más extensa o porque aun en el nuevo siglo se ve al balompié como deporte exclusivo para ellos. Sin embargo, el futbol no es sólo fuerza física: es una disciplina que, como todas, implica juego limpio. Y en eso ganamos nosotras.

No se puede decir que todos los hombres son iguales cuando se habla de futbol: es falso que sólo por ser hombres conozcan la disciplina. Tampoco es cierto que todas las mujeres, por serlo, no saben de futbol. A muchas mujeres les gusta, pero para una sociedad machista es difícil aceptarlo, sobre todo cuando las reacciones al celebrar una victoria o llorar una derrota son tan diferentes.

El aficionado Luis Barrios Gódinez expresa: "Yo no sé cómo hacen las mujeres para controlarse. Mi mamá, al igual que yo, es aficionada a los cremas y sé que le dolió cuando perdimos el campeonato ante Municipal. Pero al terminar el partido cambió el canal y se tomó un café, mientras mi hermano y yo queríamos salir a callar a unos rojos que celebraban en la calle. Ella nos regaño y dijo que no valía la pena".

Mercedes Arreaga de Solórzano, seguidora del Municipal dice: "A mí me gusta el futbol, pero no entiendo por qué debo pegarle o insultar a alguien pues mi equipo perdió. Me da coraje, pero se me olvida rápido".

¿Qué es el juego limpio?

Según Carlos Luna Longo, director de la Comisión de Juego Limpio del Comité Olímpico Guatemalteco, es una norma de conducta justa y correcta que debemos aplicar en todos los actos donde participemos como actores directos o indirectos. Es aceptar el triunfo y la derrota y tratar a ambos de igual manera.

Son muchos los estudios realizados sobre las causas de la violencia en los estadios y numerosas las hipótesis que se han planteado, pero hay una que no ha sido tomada en cuenta: la sociedad machista en que vivimos, pues cuando un equipo pierde hay tristeza en sus seguidores, pero el orgullo de macho herido por la burla del rival hace buscar una venganza fuera de lo deportivo, situación que no se da entre las aficionadas.

El licenciado en Psicología Deportiva Hugo Ovalle indica que un estudio sobre la participación de las mujeres en el deporte reflejó que ellas poseen más rasgos de valentía y razonamiento que los que la sociedad quiere atribuirles: se ha comprobado que tienen un sexto sentido que les permite fijarse metas y luchar por alcanzarlas sin ilusionarse en vano y ni dejarse caer.

"Inclusive me atrevería a decir que si Guatemala no fuera una sociedad machista y se les abriera las puertas del deporte a más mujeres", expresa, "nuestra realidad sería otra. También para los hombres, pues recordemos que la mayoría hemos sido educados y orientados en nuestro crecimiento por una mujer".

Las dirigentes también opinan

Floridalma Rizo de Guerra, presidenta de la Liga Femenina de Futbol, dice: "Aficionada y aficionado al fútbol es lo mismo; es el mismo sentimiento por querer que nuestro equipo gane. Pero nosotras analizamos mejor las cosas. Es difícil que una mujer se exponga a ser maltratada en un estadio. Además, nuestra misma sociedad marca que si dos hombres pelean en un estadio es normal, pero si son mujeres lo convierten en un show".

Marleny Barrera, secretaria del Comité Ejecutivo de la Liga de Futbol de No Aficionados (primera división), opina: "A nosotras nos gusta el futbol, pero no lo vemos con el hígado. Razonamos y entendemos que con todo lo que pueda gustarnos este deporte, hay cosas más importantes. Pero para los hombres es más difícil comprenderlo".

Si se analizan las expresiones sobre las actitudes de mujeres y hombres aficionados, es fácil comprobar que la violencia en el futbol no es sino el reflejo de una sociedad machista, que va a terminar cuando se acepte que las mujeres son un buen ejemplo de que el deporte debe verse como "lo más importante de las cosas menos importantes".

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Corte Penal Internacional

Un hasta aquí a la impunidad

María Eugenia Solís García, laCuerda

La CPI es un 'hasta aquí' que la comunidad internacional

dio como respuesta, a la impunidad que han gozado los genocidas

y criminales de guerra en las últimas décadas.

En los pasados cinco años creció el interés por crear un mecanismo permanente, independiente y vinculado al sistema de Naciones Unidas que investigara y sancionara los delitos más graves y castigara a los responsables.

El Estatuto de Roma es el tratado que crea la Corte Penal Internacional (CPI). Fue aprobado por 120 países en 1998. Actualmente ha sido suscrito por 139 Estados como una declaración de compromiso hacia su ratificación. Se prevé que la CPI actuará con más agilidad y eficiencia que los tribunales ad hoc y su existencia tendrá efectos preventivos.

La Comisión Preparatoria de la Corte está formada por delegados de los Estados miembros de la ONU. Se reúne periódicamente en Nueva York y es la responsable de elaborar los instrumentos legales que la CPI necesita para instalarse e iniciar su trabajo en forma eficiente. Con apoyo e influencia de las organizaciones no gubernamentales, ha avanzado en la elaboración de un conjunto de documentos.

En junio del 2000 se redactó el proyecto de Código Penal. En éste se trabajaron los elementos de los delitos más graves ejecutados como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil.

Se incluyeron como crímenes el genocidio, la agresión, crímenes de guerra, y delitos de lesa humanidad: asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población; encarcelamiento u otra privación de libertad física en violación de normas fundamentales de Derecho Internacional; reclutamiento militar forzoso de menores, persecución por motivos políticos, raciales, étnicos o religiosos, desaparición forzada de personas y apartheid.

Gracias al trabajo y la presión que ejerció la Asamblea de Mujeres por una Justicia de Género, se logró incluir los delitos de violencia de género: tortura, violación, esclavitud, trabajo forzado, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado y esterilización forzada.

El proyecto de normas que regirán los procedimientos ya está listo.

Se ha avanzado en la redacción de los otros instrumentos que harán funcionar a la Corte: las Normas y Procedimientos Financieros, el Reglamento de la Asamblea de los Estados Parte, el Convenio de Relación entre las Naciones Unidas y la CPI y lo relativo al crimen de agresión.

Este último tema es el más polémico de todos porque al centro de la discusión están el papel que juega el Consejo de Seguridad de la ONU en la persecución de este delito y la excesiva cuota de poder que tienen los Estados miembros permanentes del Consejo.

Ratificación del Estatuto de Roma

Estados que ratificaron (29): Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Belice, Botswana, Canadá, Dominica, España, Fiji, Finlandia, Francia, Gabón, Gana, Islandia, Italia, Lesotho, Luxemburgo, Malí, Islas Marshall, Nueva Zelandia, Noruega, San Marino, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica, Tajikistán, Trinidad y Tobago, Venezuela.

Procesos de ratificación avanzados en Latinoamérica: Costa Rica, Brasil, Colombia, Chile, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú.

Guatemala ni siquiera ha suscrito

el Estatuto de la Corte Penal Internacional

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Llamado a jueces para evitar parricidios

Myra Muralles, guatemalteca, periodista

"Los operadores de justicia no deben esperar a que las víctimas de violencia intrafamiliar sufran lesiones graves o mueran a manos de su agresor. Su intervención inmediata es esencial para evitar tragedias", explicó la psicóloga Sofía Hernández durante una jornada de sensibilización realizada en marzo.

A continuación, algunos puntos destacables de la actividad, auspiciada por la Oficina de Atención a la Víctima (OAV) del Ministerio Público en Escuintla, con apoyo del Programa de Justicia.

El parricidio es prevenible

Desde su experiencia en la OAV de Chimaltenango, Hernández relató que muchos operadores reciben la denuncia sin percatarse de la angustia y temor de la persona, porque restan importancia a la violencia intrafamiliar: "Hasta cuando el marido mata a la esposa se le considera de impacto; se le llama parricidio, sin pensar que pudo evitarse".

Fuera de la agenda nacional

Fernando Montalvo, juez de Familia de Sacatepéquez, afirmó que Guatemala es una sociedad en crisis donde se manifiestan la polarización y la violencia a nivel político, social y familiar; sin embargo, sólo los dos primeros tipos de violencia figuran en la agenda nacional: "Las causas de la violencia intrafamiliar son el machismo y el autoritarismo, mientras la indiferencia y los prejuicios son la base de su persistencia".

La ley es constitucional

Montalvo sostuvo que la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Intrafamiliar es un instrumento apegado a la Constitución y a la razón de ser del Estado: la protección de la persona y la familia. "Ojalá los jueces nos atreviéramos a entender que el Derecho no es una norma inmutable sino evolutiva, y nos animáramos a resolver conforme a los principios", enfatizó.

Urgentes medidas de protección

La ley nos manda proteger a la persona aplicando con urgencia las medidas de seguridad, porque si se hace mañana, en tres u ocho días, como suele ocurrir, puede ser tarde. La ley se incumple si no se actúa en forma urgente, si se piden requisitos o se espera a que sea ratificada la denuncia, advirtió Montalvo.

La discusión de los operadores se centró en la posibilidad de violar el principio de inocencia con las medidas de protección que implican la salida del agresor de la casa familiar. Según el juez, al aplicar la ley no se prejuzga sobre la culpabilidad o inocencia del imputado, pues no se emite una resolución, en tanto el sindicado puede oponerse en un proceso debidamente garantizado.

En apoyo al ponente, una jueza indicó que el objetivo es prevenir más violencia, por lo cual son medidas cautelares que tienen procedimientos de urgencia, como un arraigo y un embargo que no requieren de notificación. "El acusado es quien está obligado a defenderse; no es algo que deban hacer los operadores encargados de aplicar la ley", insistió.

Montalvo también señaló que es prohibido dudar de la denuncia o exigir formalismos, y que no se requiere identificación de la persona denunciante por su carácter urgente; de ahí que sea innecesario esperar que transcurran 24 horas para remitir la denuncia al juzgado competente. Refirió casos en que, por no aplicar a tiempo las medidas cautelares o no prorrogarlas, los agresores dieron muerte a sus esposas.

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Guatemala integra Plan Puebla-Panamá

Rosalinda Hernández Alarcón, laCuerda

El Plan Puebla-Panamá, hasta ahora poco conocido, pretende incidir con mayor impacto en los proyectos de globalización que están ensanchado la brecha entre pobres y ricos en los países del área. Mientras los índices de desarrollo humano muestran la baja calidad de vida que padecen los conglomerados mayoritarios, las iniciativas de integración económica insisten en recurrir a fórmulas concentradoras de riqueza.

Se reitera que la expansión de los mercados y la promoción de las inversiones son las vías de solución. Ambas medidas demandan la flexibilidad en las fronteras. En contraste, las estadísticas arrojan que esa iniciativa excluye a las mayorías de los beneficios que representa el intercambio ágil de bienes, servicios y capitales. Las tasas de crecimiento que registran los países del área -aunque no todos cuentan con estos datos- en nada se traducen para erradicar la pobreza que sufren con mayor crudeza las poblaciones indígena y femenina.

Una y otra vez, los gobernantes de Centroamérica aseguran que el comercio exterior es el elemento fundamental para lograr el desarrollo en sus países. En ese marco entra el Plan Puebla-Panamá, que recibió el beneplácito del presidente Alfonso Portillo y sus homólogos del área, cuando el mandatario mexicano Vicente Fox lo presentó.

El gobierno guatemalteco no cesa de enaltecer los resultados de los tratados de libre comercio, pero poco ha dicho lo que significa su aval al Plan Puebla-Panamá. La vecindad de Guatemala con México, identificada con realidades de pueblos indígenas y zonas de excepcional biodiversidad, además de su riqueza en recursos naturales (bosques, fuentes hídricas, petróleo), reclama que la ciudadanía esté informada acerca de los resultados esperados de dicho proyecto.

Las políticas nacionales que se articulan a proyectos internacionales han dejado de lado las demandas de las mujeres, comenta Marta Godínez, cuya organización, Sector de Mujeres, aboga por una planificación de desarrollo a largo plazo, a nivel estructural, que abarque las necesidades específicas de la población femenina, en el marco de un proceso de consenso nacional.

El Plan Puebla-Panamá, al igual que los tratados de libre comercio que están entrando en vigencia, ignora la situación de las mujeres y forma parte de procesos inconsultos, señala la entrevistada, quien sostiene que para superar las iniquidades existentes por las diferencias de género, es preciso que ellas opinen y que los ejes del desarrollo contengan los conceptos de equidad y justicia.

Los alcances de la delimitación de las fronteras hasta ahora aplicados se supeditan a los intereses de los grandes capitales, que cuentan con gobiernos condescendientes. Los grupos que se oponen a dicho esquema van en aumento en varios países de América. En Guatemala todavía no se escuchan, pese a que el Plan Puebla-Panamá podría alentar nuevos despojos de tierras y reducir a productores potenciales en asalariados superexplotados, como son los laborantes de empresas maquiladoras. El argumento que impide recabar más opiniones sobre el tema, es la falta de información.

Proyecto Puebla-Panamá

Opiniones contrastadas

Protestas anti-globalización

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Primer Encuentro Mesoamericano de Estudios de Género

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Guatemala y el Área de Estudios de Género realizarán entre el 28 y 31 de agosto del 2001, en Antigua Guatemala, el Primer Encuentro Mesoamericano de Estudios de Género.

Dirigido a personas que deseen analizar y discutir la temática de género y su vinculación a las Ciencias Sociales, será un espacio de diálogo a partir de las diferentes experiencias que desde el feminismo y la teoría de género se han construido en universidades, centros de investigación y organizaciones de mujeres de Mesoamérica.

Ejes temáticos: equidad e igualdad de oportunidades y políticas públicas (salud, educación, vivienda, migración); mujeres rurales, tierra y medio ambiente; género, historia y política; género, economía y poder; relaciones genéricas e interculturales, y feminismos.

Las personas interesadas en presentar ponencias o asistir como participantes pueden dirigirse a:

FLACSO

5a. Ave. 6-23 Zona 9, Guatemala 01009, Guatemala

Tel. (502) 362-1431/3, 362-9170, 80 y 90 - Fax: 332-6729

flacso4@gold.guate.net -o- encuentrogenero@internetdetelgua.com.gt

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Propondrán leyes contra la violencia sexual

Wendy Santa Cruz, laCuerda

La Asociación Mujer Vamos Adelante, el Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer y el Consejo de Mujeres Mayas de Desarrollo Integral están preparando un anteproyecto de ley para reformar algunos artículos del Código Penal que afectan a las guatemaltecas.

El anteproyecto formula la necesidad de establecer como agravante el delito de violación por parte del cónyuge o conviviente, ya que su omisión refuerza la idea de que la mujer tiene la obligación de satisfacerlo sexualmente.

Otro aspecto es la derogación del artículo 200, el cual exime de los delitos de violación, estupro, abusos deshonestos o rapto al responsable, si éste contrae matrimonio con la víctima.

La tipificación del acoso u hostigamiento sexual, actualmente regulado como falta y no como delito, es una necesidad no menos importante, toda vez que tal conducta implica un abuso de poder en cualquier ámbito.

La licenciada Hilda Morales nos informó que posteriormente trabajarán en un anteproyecto de reforma del Código Procesal Penal que dé seguimiento a estas acciones legales tan necesarias para las guatemaltecas.

laCuerda felicita a las personas y organizaciones que impulsan estas iniciativas en beneficio de las mujeres.

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Familias e intolerancia

Amanda Pop, guatemalteca maya q'eqchi', investigadora social de AVANCSO

Encontrándome un día en una peluquería, llegó una señora con una niña de unos cuatro años. Noté que ésta me miraba con cierta curiosidad. En un momento se acercó a la dueña del salón y señalándome le preguntó: "¿por qué ella está vestida de indita?" La sorprendida propietaria le contestó: "no sé, pregúntale a ella". Con un poco de sentido común abordé a la niña y pude inferir que a temprana edad hay percepciones de las diferencias y nociones de la frontera étnica en cuanto a roles y espacios para cada cual.

En otra ocasión, haciendo trabajo de campo, una niña de unos seis años dijo: "los indios son feos y hablan así...", pronunciando palabras incomprensibles, haciendo creer que así hablan los indios. Su reacción se dio cuando escuchó la pregunta que yo le hacía a su padre: "¿qué es un indígena para usted? Al padre le pareció graciosa la intervención de su hija y comentó: ella es muy inteligente".

Perpetuar los cautiverios instaurados

Los hechos anteriores no son aislados. Se ha podido comprobar que a más temprana edad ya existe en el vocabulario de niñas y niños la palabra "indio", usada durante juegos, peleándose entre sí o al estar enojados con adultos de su entorno. Más allá de lo que pueda representar en términos ideológicos para las personas adultas, los pequeños la usan para provocar ciertas reacciones, generalmente negativas, porque al mencionarla captan la emotividad que genera en los adultos. Conforme adquieren madurez, es mayor el aprendizaje de algunos fenómenos relacionados con la intolerancia, como el racismo o el machismo; también lo es el nivel de conciencia que van alcanzando para ser intolerantes o intolerados (racializados).

Por lo mismo, niñas y niños manifiestan los miedos y alterofobias de los adultos de manera deliberada y los usan contra otros pequeños. Al llegar más o menos a los quince años, ya habrán formado un modelo de actitudes y conductas dentro de un marco de intolerancia étnico-racial. Posteriormente se convertirán en "militantes" de esa forma de ser y entender las diferencias étnicas, mientras preparan seguidores para asegurar la herencia y el privilegio de los cautiverios instaurados.

Familias reproductoras de intolerancia

En el proceso de portadores y reproductores de una ideología de intolerancia, los y las jóvenes se constituyen en el sustento o las bases de una visión de un mundo de intolerancia, para así continuar con el círculo estructurado, con la peculiaridad y complejidad de la época que les toca vivir. Quizás más adelante, cuando sean adultos o ancianos, se pregunten por qué continúa escindida la sociedad y puedan angustiarse cuando se les plantee que hay infantes que ya tienen preocupaciones acerca de los odios de los adultos.

¿Dónde está el meollo del problema que se plantea? Cuando se habla de racismo y demás fenómenos relacionados con la intolerancia, regularmente se señala el papel del Estado y de otras fuentes externas que influyen en su instauración, pero apenas se visualizan el rol de la familia, la vida cotidiana y el lenguaje que a menudo se emplea en la portación y reproducción de las diversas formas intolerantes. Y cuando se aborda el fenómeno, se hace de manera abstracta y se adquiere un velo protector que hace ajenas a las personas de carne y hueso. Sin embargo, si se intentara escarbar en la memoria o detenerse a escuchar el discurso y observar la estructura de la familia, se podría comprobar que el Estado racista y autoritario en abstracto que se suele identificar, ha permanecido alojado dentro de muchas familias, a pesar de los nuevos embates y procesos en la vida nacional.

La familia es, efectivamente, un ente portador y reproductor de desigualdades, de la exclusión social y de mentalidades varadas. De otra manera, no podría estar en sintonía con un sistema cultural que permite acoger y hacer que se sientan vinculados a íconos, grupos, tradiciones y esquemas de ser y pensar, para no sentir la opresión del mismo sistema familiar, o por el impacto de la angustia que provocan la incertidumbre y la soledad producidas por la reivindicación de un Otro a quien se percibe como una figura de "alta peligrosidad", y de esta manera poder justificar temores y prácticas inimaginables.

Atadas al conservadurismo

Por otro lado, aprender a entender y construir un mundo imaginario repleto de ilusiones, como el considerarse "grande, bello, superior, importante y poderoso", en contraste con un Otro construido de manera antagónica como "feo, tonto, atrasado, inferior y desvalido", canaliza o contrarresta las enormes frustraciones, desesperanzas e inseguridades que se viven cotidianamente. En esto contribuyen el Estado y las élites que establecen enormes barreras y escisiones entre unos y otros y contra unos y otros; de allí el enaltecimiento del conservadurismo, puesto que hay mujeres que cumplen un papel determinante para darle continuidad al circulo vicioso, aun cuando vaya contra su propio bienestar.

Ésta es la forma en que ellas tienen un espacio y reconocimiento dentro del sistema cultural que hace a cada cual ilusoriamente importante. De lo contrario estarían transgrediendo las tradiciones, con lo que ya no habría "disfrute" de las formas y del lenguaje oculto de la desigualdad y la discriminación, circunscritas en el marco de la opresión que también afecta a los hombres. Por esto no sorprende la satisfacción y atractivo que sienten algunas que encarnan los papeles de la "sádica patrona de finca", la "jueza punitiva", la "defensora o ideóloga moralista de la tradición", que se gestan en los pequeños espacios de poder como la cocina, el proceso de crianza, en el trabajo, etcétera.

Se puede plantear que, en la medida en que las mujeres estén mucho más atadas al conservadurismo, más defienden y reproducen los fenómenos de la opresión, porque esto les permite superar imaginariamente la desigualdad a la que están sujetas. Explicar por qué se continúa percibiendo ideas y reproduciendo prácticas de antaño, resulta mucho más complejo de lo que se piensa y de lo que parece.

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Moloj: Un desafío al sistema excluyente

Ruth Taylor, canadiense, integrante de la Red de Mujeres Periodistas

En cualquier órgano del Estado o institución gubernamental, la presencia de mujeres en los niveles de dirección es escasa, si no nula. Así también los pueblos indígenas, pese a ser mayoría, cuentan con pocos representantes en las esferas de poder. Las luchas paralelas para la participación de las mujeres por un lado, y de las personas indígenas por el otro, van tomando fuerza y han conseguido cambios significativos, pero el camino por recorrer es largo.

Dentro de estos movimientos, quienes más avances han logrado en cuanto a participación política son las personas y grupos menos discriminados: mujeres ladinas y hombres indígenas. En sentido opuesto, la discriminación racial y la de género se confabulan para mantener un cuadro de exclusión casi total en el caso de las indígenas que buscan participación política.

Por eso, el reciente surgimiento de Moloj Ki No’jb’al Mayib’ Ixoq’ibi -la Asociación Política de Mujeres Mayas- no sólo es inédito en la historia del país sino tiene un significado que va mucho más allá de sus 68 integrantes. Según María Canil Grave, tesorera, su grupo busca la participación política sostenida de las mujeres mayas, desde la comunidad hasta la presidencia. Son lideresas y políticas que han optado por crear un espacio propio que no obedece a las líneas tradicionales partidistas.

El trabajo de Moloj es de largo plazo y no se limita a las contiendas electorales, dice Canil. Buscan en primer lugar capacitar a las mujeres de sus comunidades para que en un futuro cercano puedan optar a cargos de elección como consejeras, alcaldesas y diputadas. También trabajan en la formación para luego proponer políticas públicas y colaborar con grupos de mujeres y organizaciones en el trabajo de incidencia. La educación cívica para un voto consciente es otro de sus ejes. Esperan que estas actividades contribuyan a la construcción de una sociedad justa y democrática donde las indígenas estén presentes en todos los niveles. "Una tiene que pedir su lugar", comenta Canil.

Otro aspecto importante de la asociación es su carácter intergeneracional. En Moloj, mujeres experimentadas -por ejemplo, ex diputadas y funcionarias- comparten sus conocimientos con jóvenes y ayudan a prepararlas para ser futuras lideresas. Su destacada directiva presenta una riqueza de experiencia política, social y organizativa que debe ser la envidia de cualquiera de los partidos políticos existentes.

Sin embargo, su trabajo no siempre es fácil, dice Canil. Cuesta lograr consensos entre mujeres de diferentes partidos y tendencias políticas. No obstante, a las afiliadas de Moloj las unen dos hechos fundamentales: ser mujeres y ser mayas. La doble discriminación que han vivido las ha llevado a plantear esta opción.

Moloj es una respuesta lógica y desafiante de quienes enfrentan un sistema hipócrita que habla de democracia mientras les cierra las puertas de una participación real. Este sistema impone formas ajenas de pensar y actuar a las mujeres y pueblos indígenas, mientras les acusa de abogar por un país "dividido" o de "provocar una guerra" entre los pueblos y entre los sexos. Los políticos dicen que en esta democracia todos y todas somos iguales, pero a la hora de escoger candidatos, a mujeres e indígenas siempre los colocan en la colita.

Moloj ofrece una alternativa a más de un cuarto de la población guatemalteca: unos tres millones más del número de personas que votaron por Alfonso Portillo.

Directiva de Moloj

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